12 abr 2014

MIGUEL ÁNGEL ÁLVAREZ MUDARRA MUGUERZA





Nació en La Victoria el 29 de septiembre de 1904 y murió en Maracay el 24 de septiembre de 1975. Era hijo del maestro Jesús María Álvarez Delgado y Belén Eudocia Mudarra Rodríguez, nacida el  21 de agosto de 1868 hija de Manuel María Mudarra Muguerza quien nació en La Victoria el 14 de septiembre de 1833 y de doña Eudocia Rodríguez de León. Este abuelo de Miguel Ángel era hijo de Simona Muguerza Díaz hija del general Pedro José Muguerza León (de los Macabeos) nacido en La Victoria el 29 de junio de 1790 y de doña Faustina Díaz.



1)    GENERAL PEDRO JOSÉ MUGUERZA LEÓN, padre de:

2)    SIMONA MUGUERZA DÍAZ, madre de:

3)    MANUEL MARÍA MUDARRA MUGUERZA, padre de:

4)    BELÉN EUDOCIA MUDARRA RODRÍGUEZ, madre de:

5)    MIGUEL ÁNGEL ÁLVAREZ MUDARRA-MUGUERZA, primer Cronista Oficial de la Ciudad de La Victoria.



Miguel Ángel era tataranieto del mayor de  “LOS MACABEOS”.

“LOS MACABEOS” ERAN: PEDRO JOSÉ, JUAN MANUEL, LAZARO, JOSÉ DE JESÚS Y JOSÉ MARÍA.


MURIERON EN LA BATALLA: LÁZARO Y JOSÉ DE JESÚS.


EN LA PUERTA HABÍA MUERTO: JUAN MANUEL.



Los Muguerza León eran: Josefa María, Pedro José, Coronel Don José María, Juan Manuel (3-2-14), Lázaro (12-2-14), José de Jesús (12-2-14), María Paula, Inés María, María Rosa y Belén.

“No temas a este verdugo, antes bien, mostrándote digno de rus hermanos, acepta la muerte para que vuelva yo a encontrarte con tus hermanos en el tiempo de la misericordia.” (Libro Segundo de Macabeos, 7)


“LOS MACABEOS”                                      

Una vieja historia trasmitida de generación en generación cuenta que en medio de la batalla, muertos ya heroicamente los hermanos Muguerza, el general  Ribas se acercó hasta la casa de la familia y comunicó la noticia a la madre en los términos siguientes: “Comadre: mala noticia para usted y para la Patria.., mataron a los muchachos”. Con estoicismo espartano respondió la madre victoriana: “General: la mala noticia es para mí; para la Patria no, porque ahí está el otro”. Dirigiéndose al hijo menor de apenas diez años le dijo: “Váyase con su padrino y defienda el puesto de sus cuatro hermanos”.


Los Muguerza eran cinco; hijos de padre español y madre victoriana. Cuando en plena guerra a muerte le recomendaban al “viejo Muguerza” que huyera, respondía: “Soy Patriota y tengo dos brazos y cinco hijos para defender a la Patria”. Murieron durante la batalla JOSÉ DE JESUS, herido mortalmente cuando subía las escaleras de la Iglesia Matriz  y LÁZARO quien penetró las filas enemigas hasta “La Otra Banda”. Ya JUAN MANUEL había entregado su vida cuando a las órdenes de Campoelías combatía en la Primera Batalla de La Puerta.


PEDRO JOSE quien, ostentaba el grado de Teniente fue herido y JOSE MARIA supo cumplir el mandato de la madre. Se destacó por su temeridad y por su arrojo. La distinguida familia Muguerza descendiente de los próceres, honra el gentilicio victoriano. Juan Manuel, Ana Mery, Benilde, Alejandro José, Berenice, Omar y Amalia Isabel (fallecida) hijas de Alejandro Muguerza y nietas de Juan Manuel refieren que son Tataranietas de PEDRO JOSE y al mismo tiempo biznietas de JOSE MARIA. Ello se explica por el hecho de que el prócer JOSE MARIA MUGUERZA contrajo matrimonio con una hija de su hermano PEDRO JOSE, de allí que sus hijos fueran nietos de su hermano. La madre de los Muguerza, como la madre de la Biblia ofrendó tres hijos al Dios de la Libertad y dos para que transmitieran su sangre de héroes a victorianos del presente y del futuro.


Los Muguerza simbolizan el heroísmo de los hijos y de las madres de esta tierra. Serán recordados por siempre como LOS MACABEOS.


Esta historia nos fue narrada por el ilustre poeta Miguel Ángel Álvarez Mudarra-Muguerza (La Victoria 29/9/1904 - Maracay 24/9/1975) quien la escuchó muchas veces de sus mayores. Fue el primer Cronista Oficial de la Ciudad de La Victoria y era tataranieto del general Pedro José Muguerza, el mayor de “Los Macabeos”. Frente a la versión de que “el viejo” Muguerza era patriota (sostenida por él),  hemos oído otra según la cual, fue fusilado en 1813 por el Libertador,  al finalizar la Campaña Admirable precisamente aquí en La Victoria. Por no haber en nuestro Archivo Parroquial libros de enterramientos anteriores a 1821, no hemos podido comprobar esta última versión.

LAS DOS BELENES DE SAN MATHEO





 “Simón: Ni una basquiña tengo para presentarme y que es prestada la con que me presento (…) pues hay días en que ni luz para alumbrarme tengo y si por tu decencia crees que el darme media docena de pesos no es decencia, te engañas; yo recibo cualquier cosa que puedan darme mis amigos pues hasta el pobre Diego me dio la silla con que me siento. Tengo mis dos niñas en cama; mi hija Solita ha estado de muerte y no tengo ni un medio…”



Esta carta llena de pena y desesperación, se la escribe a su primo El Libertador, una sanmateana que llegó a ser la mujer más rica y la más bella de Venezuela.

Habían quedado atrás los años felices de la juventud, de la opulencia; la casa de Caracas, asiento principal de la aristocracia, donde llegaron en su momento príncipes y marqueses europeos. Atrás quedó el gran salón revestido con cortinajes de damasco rojo flecos de oro, las mullidas poltronas y sofás, las orquestas de los rumbosos bailes y las guitarras de las serenatas en las noches románticas y frescas; los amigos –ahora casi todos muertos- y las extensas posesiones en los fértiles valles del Aragua, desolados, despoblados y destruidos durante la guerra.


Siete años había pasado la ilustre sanmateana huyendo por tierras de las Antillas y Guayana, rodando de pueblo en pueblo y muriéndose de hambre.

Al regreso a la Patria libre, sus bienes estaban destruidos por el terremoto, por lo enemigos, o por los  realistas y patriotas que se las habían cogido para ellos, como siempre ha pasado en nuestras revoluciones.


A su pariente el Marqués del Toro le escribe: “Ay Pancho, las cosas de este mundo, si tu papá y el mío vivieran y me vieran”.


Esta heroína sanmateana se llamaba Belén Xerez de Aristeguieta; su hija se llama Belén Soledad y su nieta también se llamará Belén. Nacida en San Matheo el 11 de mayo de 1765, su infancia y su alegre juventud transcurrieron  entre la opulenta mansión de Caracas y su casa de hacienda en San Matheo. En ambas casas vio congregarse en oración a su familia, en sendos oratorios dedicados a la devoción de  Nuestra Señora de Belén, apenas medio siglo mayor que ella. Cuando sea una mujer –de las más bellas de la Provincia-  prestará su rostro a la madre de Dios, para que el pintor Juan Pedro López la plasme en toda su belleza, en los retratos de la Virgen de La Merced y en el de Nuestra Señora de Belén.

San Matheo está en la obligación de rescatar para el afecto pueblerino, a esta mujer, Belén Xerez de Aristeguieta, dueña y señora de “El Palmar y del “Trapichito de la Santísima Trinidad”, haciendas que posteriormente pasarían a propiedad de las familias Ribas y Montesdeoca, quien por creer y militar en la causa de la libertad y de la independencia, y por haber sido fiel a los suyos, ahora no tenía ni un medio, ni una basquiña para presentarse, ni una silla en que sentarse, ni una vela con que alumbrarse.


La devoción de Nuestra Señora de Belén tiene ya medio siglo (56 años) cuando nace Belén.  Es la sexta de las nueve musas, las hermanas Xerez de Aristeguieta y Blanco Herrera, las mujeres más celebres de Caracas durante el siglo XVIII, primas hermanas y vecinas de cuadra de las Palacios Blanco Herrera, una de quienes, “Concha Palacios”, será, cuando Belén cumpla 14 años, la madre del libertador.  No solamente vivirá esta sanmateana todo el proceso de desmoronamiento del viejo orden colonial, sino que luchará por el establecimiento de un orden nuevo y será pionera en la defensa de los derechos de la mujer, y defenderá los suyos, al litigar en contra de su marido y alcanzar el derecho de administrar su propia fortuna. 

Verá desaparecer todos sus privilegios a casi toda su familia, morir a su única hija y su única nieta, y alcanzar una venerable ancianidad hasta su muerte en 1850, a sus 85 años de edad. Será testigo de la venta de la hacienda “El Palmar” donde había nacido,  a su primo José Félix Ribas Herrera; de este a su hermano Juan Nepomuceno y de este, a su hermano Antonio José, los tres casados con sus tres primas Palacios Blanco Herrera y los tres muertos alanceados en la guerra.  Ella misma junto con su hermana mayor, venderá el “Trapichito de la Santísima Trinidad” a la familia Montes de Oca  y será testigo del florecimiento de la devoción a La Virgen de Belén, en los tres altares donde se la venera inicialmente, que son los de su familia Xerez de Aristeguieta en “El Palmar” y “Trapichito”; el de la familia Bolívar en “El Ingenio”, y el del pueblo en la iglesia del Señor San Matheo.


Cuando aparece La Virgen, ya la Iglesia tiene ochenta y nueve años de haber sido erigida, el 30 de noviembre de 1620, fecha que no debe confundirse con la de la fundación del pueblo, desconocida hasta hoy.


Se ofrece ante la mirada asombrada de un hombre del pueblo, de un aborigen, el indio Tomás José y se va a mantener por ya casi tres siglos en la fe y en el amor de su pueblo. Sería reveladora de esa fe, una investigación documental en las Matrículas Eclesiásticas y en las Partidas de Bautismo y demás registros documentales, y mediante encuestas organizadas en las escuelas, acerca del número de mujeres que en San Matheo y Aragua, han llevado y llevan actualmente, el sagrado nombre de Belén.


Poco se habla de Inés Heredia, la esposa de Tomás José; y debería mencionársela más, porque la historia afirma que se le apareció a ambos. Él llamó a su mujer y cuando ella estuvo presente, fue cuando se les apareció la santa imagen en forma de una bamba, un real español, de plata, con una media luna sin nubes ni querubines, con su niño en los brazos, parada sobre la tierra elevada. La colocaron en un altar improvisado en su propia casa y esa misma noche del 26 de noviembre de 1709, recibió de María Micaela, la india madre de José Tomás, y de muchos otros indios y españoles, el primer rezo del Santo Rosario, primer homenaje de amor de un pueblo que tres siglos después la sigue homenajeando y reconociendo como su santa madre. Siempre se ha dicho y repetido que a diferencia de otras apariciones marianas, La Virgen de Belén no dejó ningún mensaje. Creemos por el contrario, que su mensaje estuvo en el propio hecho de la aparición, ya que no se le reveló “a un indio”, como se afirma, sino “a una familia” sanmateana, a una familia aragüeña, y ese regalo “a la familia”, es el mensaje.


El Padre Nicolás de la Torre, cura del pueblo, convenció al Indio José Tomás, de que debía trasladar la imagen a la iglesia y así se hizo. Repiques de campanas, chirimías, cajas, guitarras, acompañaron el regocijo y la solemnidad, que se mezclaron para hacer el traslado, hasta el altar de la Inmaculada Concepción. Al siguiente día, cuando el monaguillo descorrió el velo para cantar la misa, se había producido el primer milagro, la imagen estaba dorada y a su alrededor aparecían querubines y nubes. Esta vez también le había tocado a un niño del pueblo, al humilde monaguillo, ser testigo de este milagro; el primero de muchos. Algún día La Virgen hará el milagro de llevar a los altares al humilde indio Tomás José, como la Patrona Nacional al indio Coromoto y como la Virgen de Guadalupe, a Juan Diego.


La imagen, dicen los testigos, fue creciendo  hasta dos tercios de su tamaño original y se hizo necesario irle cambiando los relicarios, hasta el actual, mandado a hacer según algunos, por María Antonia Bolívar, en Londres; y según otros por los Xerez de Aristeguieta en Caracas. Nos inclinamos por la segunda tesis, siguiendo al sabio investigador Carlos F. Duarte, máxima autoridad en la materia, quien afirma en su magnífica obra sobre El Arte de la Platería en Venezuela, que la Custodia Expositor de la Virgen de Belén fue mandada a hacer por don Martín Xerez de Aristeguieta, dueño de la Hacienda “El Palmar”, con el orfebre caraqueño Francisco de Landaeta. Es de plata dorada con dobletes verdes y rosas, azogados. Tuerca de hierro forjado.  En la medialuna que sostiene la medalla de bronce hay (o hubo) una esmeralda y unos diamanticos. Tiene una altura de 0.585. Faltan la cruz y algunos angelitos y un ángel de cuatro alas. 


Según el ilustre académico, debió construirse en 1773,  pues existe una pintura de esa fecha que la representa. No puede ser cierto, como se afirma en muchas publicaciones,  que haya sido donada por María Antonia Bolívar  ni por ninguno de sus hermanos, porque cuando la custodia llegó a San Mateo, aún no se había casado don Juan Vicente de Bolívar y Ponte con doña Concepción Palacios Blanco. Durante su visita pastoral, el Obispo de Caracas, Monseñor Mariano Martí, afirma que es una dádiva de Don Miguel, el padre de los hermanos Xerez de Aristeguieta y Blanco Herrera, entre ellas, las célebres Nueve Musas y entre ellas, Belén.


Estos días de gloria para el por mil títulos heróico pueblo, son propicios para que se busquen las reliquias de Antonio Ricaurte en el altar de la Virgen de Belén, para que se retire del frontis de la iglesia esa placa embustera y apócrifa donde aparece una acta de fundación inventada y para que se rescate del olvido y se incorpore a la vida afectiva del pueblo, en calidad de Heroína de la Patria, a la sanmateana Belén Xerez de Aristeguieta, colocando su retrato copiado del rostro de Nuestra Señora de la Merced, en sitio de honor de esa histórica Santa Iglesia Parroquial del Señor San Matheo.

¿NACIÓ BOLÍVAR EL 28 DE OCTUBRE?


Si hoy preguntáramos: ¿en cuál fecha nació Bolívar?, nos responderían inmediatamente y sin dudas, que el 24 de julio de 1783. Pero eso es hoy en día. Si esa misma pregunta la hubiéramos formulado durante el antepasado siglo XIX y en parte del pasado siglo XX, en cualquiera de los países que libertó su espada y aún más, en su ciudad natal, nadie habría dudado en respondernos que El Libertador nació “tal día como hoy”, el 28 de octubre. 

El propio héroe, sus familiares, sus amigos, sus oficiales y sobre todo los pueblos, declararon el 28 de octubre, día de júbilo por ser el día en que nació el Padre de la Patria. Probablemente, el mismo Bolívar murió sin saber a ciencia cierta, que había nacido el 24 de julio. Durante toda su vida supo o creyó, o hizo creer o al menos permitió que se creyera, que había nacido el 28  octubre. Alguien deberá algún día darnos una explicación inteligente acerca del origen de esta confusión, que no sea decirnos que ese es el día de San Simón, porque ciertamente, el 28 de octubre es el día de San Simón, pero cuando El Libertador lo celebraba, no estaba festejando su santo, su onomástico, sino «su nacimiento».


Por mera curiosidad hemos ido reuniendo más de doscientas evidencias  probatorias de que durante más de 17 años, los últimos 17 años de su vida, el propio héroe propició dicho festejo.


En documentos oficiales (casi todos publicados en libros patrocinados por  Venezuela y los demás países bolivarianos), en artículos y noticias de prensa, en poemas, en información oral, en cartas y en muchas otras fuentes, hemos encontrado datos que confirman este hecho.
 

Citaremos algunos: La primera celebración pública de que se tenga noticia fue en 1813, a dos meses de culminada la Campaña Admirable aquí en La Victoria. Fiestas religiosas y populares animan el día en ausencia del “cumpleañero” quien se encontraba en San Mateo desde el día anterior, tal se evidencia de las correspondencias que fecha y firma ese día. Lo más interesante es que los actos los ordena el Jefe Militar  de Caracas Mariscal de Campo José Félix Ribas, futuro Vencedor de los Tiranos en La Victoria, quien era tío del Libertador y su amigo de toda la vida. Ribas tenía siete años cuando nació Bolívar y estaba casado con Josefa Isidra la hermana menor de doña Concepción. En 1817, se organiza en Angostura un Solemne Tedeum, parada militar y fiestas populares. 

Existen dos comunicaciones mediante las cuales Bolívar ordena la colocación de sillas en la Catedral e invita a la oficialidad a que lo acompañen a las ocho de la mañana en su casa para salir juntos a los actos. En 1819 Francisco de Paula Santander preside grandes celebraciones en Bogotá. El 27 de octubre de 1820 El Cabildo de Bogotá acordó que: “Por los grandes y continuados beneficios que nos ha dispensado el Excelentísimo Señor Presidente, celebrar “el día felicísimo de su natalicio” el 28, dirigiendo al Altísimo, con la mayor humildad, las debidas preces”. 

En octubre de 1825, llegó Bolívar a la Villa Real de Potosí, a clavar las banderas de La Libertad en el Cerro de Plata. Ocurrieron en esta ciudad algunos de los más interesantes episodios de su vida privada. Años después recordará: “Potosí tiene para mí tres recuerdos, allí me quité el bigote, allí usé por primera vez un vestido de baile y allí tuve un hijo”. Pues bien, prendado de los encantos de Joaquina Costas, madre de uno de los  hijos que se le atribuyen, se publica un Decreto en el cual dice: “Prolongo mi estadía en Potosí hasta el próximo 28, para celebrar aquí mi cumpleaños”. El rumboso festín sirvió de marco para la lectura de un extenso poema que comenzaba diciendo:        
                                                                                                                           
“Hoy Bolívar nació; jamás los siglos, en su larga carrera presentaron un día tan feliz: nació Bolívar...”

El 22 de octubre de 1826, el Dr. Cristóbal Mendoza, Primer Presidente de Venezuela, dicta una Proclama en la que invita a la ciudadanía a celebrar “el cumpleaños de Su Excelencia el Presidente, con una función de Iglesia en La Catedral, con Misa y Tedeum, que ponga iluminación en las noches de la víspera y en el día adorne los frentes de las casas. Caraqueños: Celebrad el día venturoso en que vio la luz nuestro Libertador”. Ese mismo día en Lima, el General Santa Cruz organiza una Gran Fiesta Cívica con “…buen y abundante champagne”. Brindaron por el “natalicio”, el Presidente del Consejo de Gobierno, los Ministros, el Presidente de la Corte Suprema, el Cónsul de los Estados Unidos, el de los Países Bajos, el de Su Majestad Británica y los Embajadores.


El General Juan José Flores, Presidente del Ecuador, saluda al Ejército en un día de Gloria para Colombia, tal es el 28 de octubre de 1827, “natalicio del Libertador”. Ese mismo día en Bogotá, el propio Bolívar sienta a su mesa a los representantes de la Iglesia colombiana, encabezados por el Arzobispo, quien dirigió el primer brindis del “cumpleaños”.



Al año siguiente, el 27 de octubre de 1828, en la noche, se iluminó brillantemente toda la ciudad de Caracas, la Plaza Mayor y “...el templo de la Gloria, en el que la música cívica ejecutó varias piezas hasta el amanecer, cuando un repique general de campanas y 21 cañonazos anunciaron la aurora del “día natal” del Gran Bolívar».


El mismo día de 1829, al igual que en las otras ciudades de su gran patria, en Girón Provincia de Pamplona, hay fiesta y pronuncia el Discurso de Orden el Presbítero, doctor y Coronel José Félix Blanco, Prócer de la Independencia, amigo de la infancia y su pariente por ser hijo de Belén Jerez de Aristeguieta, nativa de San Matheo.  Habla de los horrores de la noche septembrina y exalta lo que llama “el natal del grande hombre”. El mismo día, según recoge la prensa, “El Jefe Civil y Militar de Caracas José Antonio Páez, decreta ruidosos festejos populares”.

El Padre Borges conocedor del tema, cuando pronunció el discurso inaugural de la Casa Natal del Libertador en Caracas, dijo: “Yo me atrevo a creer que lo que el sentimiento popular festeja sin saberlo y por instinto, el 28 de octubre, es la encarnación del Genio de la Libertad, en el seno de una mujer venezolana”. (Entre el 28 de octubre y el 24 de julio, hay nueve meses). Los astrólogos conocedores del asunto afirman que los rasgos de carácter del Libertador corresponden más a un nacido bajo el signo de Escorpio que a uno del signo de Leo.
Muerto el Libertador en 1830, a la edad de 47 años (ó 48), se siguió celebrando el cumpleaños en la fecha en que él lo celebró.

En 1842 el fidelísimo General Rafael Urdaneta quien bien lo conocía, crea la Sociedad Boliviana de Venezuela (luego llamada Sociedad Bolivariana) entre cuyos objetivos está “celebrar el 28 de octubre de cada año el feliz natalicio de aquel ilustre caudillo de la libertad Suramericana”. El 5 de marzo de 1846 se presenta al Congreso un Proyecto de declaratoria del 28 de octubre como Fiesta Nacional por ser “el natalicio” del Padre de la Patria. En la ley de 14 de marzo de 1849 se declara la fecha Fiesta Nacional y así se mantiene durante todo el siglo XIX y comienzos del Siglo XX hasta la Ley de Fiestas Nacionales de 1909 en la cual se mantiene la tradición. Pudimos revisar en el Archivo del Congreso de la República todos los documentos y al comienzo de cada año se declaran tres fechas de júbilo que son el 19 de abril, el 5 de julio y el 28 de octubre. 

Nos encontramos igualmente con la desagradable sorpresa de que un funcionario estúpido, seguramente basado en el simple argumento de que “le dio la gana”, tachó con bolígrafo todos  los documentos donde decía “cumpleaños” o “natalicio” y puso arriba la palabra “santo” u “onomástico”, tratando de enmendarle la plana al general Urdaneta y a todos los demás. Es el General Juan Vicente Gómez quien por la Ley del 19 de mayo de 1918 decide instituir oficialmente como Festividad del Natalicio del Libertador el 24 de julio, fecha en la cual también había nacido el Benemérito. 

Pero una cosa decía la ley y otra el pueblo, una la disposición legal y otra la sabiduría popular. El recordado periodista victoriano don Simón López y la dama victoriana doña Elba de Martín me contaron que cuando estaban pequeños sus padres los sacaban a pasear el día de sus cumpleaños por las calles de La Victoria, para que vieran que el pueblo estaba embanderado porque ellos cumplían años. En realidad las calles sí estaban embanderadas. 

Ambos nacieron el 28 de octubre. El General Gómez gustaba referir muy orondo, que había nacido el mismo día que el Libertador, que fue bautizado el mismo día (30 de junio) que se llamaba igual que su padre (Juan Vicente) y que su santo era el día de su mejor batalla (el día de San Juan, 24 de junio, día de la Batalla de Carabobo). Sólo le faltaba decir que moriría el mismo día. Esta extraña casualidad dio pie a que el pueblo venezolano malicioso y zamarro inventara una copla que cantó en voz baja durante el gomecismo. La Copla decía así:

POR EXTRAÑA CIRCUNSTANCIA NACIERON EL MISMO DÍA  EL QUE LIBERTO A LA PATRIA Y EL QUE LA TIENE FUÑÍA.

DE TODAS MANERAS, POR SI ACASO:
¡FELIZ CUMPLEAÑOS, GENERAL!






CAMBIO DE LAS CAPITALES: ADIÓS A OCUMARE, A LA VICTORIA Y A CALABOZO



El bellísimo valse “¡Adiós! a Ocumare” como debería llamarse es “Adiós a Petare”, porque lo compuso en 1904 don Ángel María Landaeta, secretario del Tribunal de Primera Instancia y primer violinista de la Banda del estado cuando la capital del estado Miranda que era Petare, fue trasladada a Ocumare del Tuy. Era tiempo de valses porque presidía la república el general Cipriano Castro, gran bailador de valses y protector de los músicos que los interpretaban.  


Esta pieza adquirió notoriedad desde el principio ya que fue copiada por todas las orquestas y bandas y era número obligado en el repertorio de retretas y bailes, especialmente aquellos donde asistía el ínclito general. Pero desde el principio se creó un confusión, porque parecía una despedida “de Ocumare” y no “de Petare”; en las partituras se le suprimieron a “¡Adiós!” los signos de admiración y se sustituyeron por una coma que todos “nos comimos”. 


Además surgió la creencia de que la despedida era de Ocumare de la Costa y no de Ocumare del Tuy. Ahora bien, cuando asumió el poder el general Juan Vicente Gómez, las capitales de los estados Aragua, Miranda y Guárico, eran La Victoria, Ocumare del Tuy y la Villa de Todos los Santos de Calabozo. Ocumare del Tuy desde 1904 y La Victoria y Calabozo, desde el 11 de febrero de 1848, cuando por desmembración de la antigua Provincia de Caracas,  se crean la Provincia de Aragua capital La Victoria y la del Guárico capital Calabozo.


En sus misteriosos e inescrutables conceptos de la geopolítica, el general Juan Vicente Gómez siempre supo donde estaban los centros de poder y la importancia de tenerlos a la mano. Habían llegado los andinos del Táchira a Caracas esquivando al enemigo y peleando solamente donde era absolutamente necesario,  porque sabía que al pisar la capital, el poder sería suyo y de don Cipriano. Eso explica que llegaran hasta el capitolio en tiempo record, con la mayor economía de fuerzas, dejando por detrás un país cundido de enemigos.


Ya avecindado en Maracay y consolidado en el poder supremo por el resto de su vida, consideró que las capitales de los estados Aragua, Miranda y Guárico, le quedaban muy lejos en La Victoria, Ocumare del Tuy y Calabozo. Además, en las tres capitales había “malos hijos de la Patria” que era necesario meter en cintura; La capital de Aragua era un nido de castristas, Ocumare del Tuy era la residencia de algunos generales que venían desde la federación y habían estado en la “Libertadora” y  Calabozo era una madriguera de godos dueños de hatos ganaderos y muy levantiscos. Debió hacer sutiles sugerencias frente a sus inteligentes adulantes y en seguida se pusieron en movimiento los procesos para pasar estas capitales a Maracay, Los Teques y San Juan de los Morros. Los cambios se hicieron así:



1)DE LA VICTORIA PARA MARACAY. El general Gómez designó Presidente del estado Aragua al general Julio Hidalgo, merideño, de muy ingrata recordación quien no le hizo honor a su apellido. Apenas llegó a la ciudad, para congraciarse con su amo comenzó a preparar secretamente el traslado de la capital para Maracay. Se mudó provisionalmente, se llevó todas las oficinas públicas y por último promulgó una nueva constitución del estado en cuyo articulado se leía que “la capital del estado es Maracay”. La Victoria fue durante ochenta años la capital de Aragua por sus glorias, por haber sido la cuna de muchos héroes de la independencia y de la república, por haber sido la Vicaría Apostólica de los Valles de Aragua, por ser la cuna del padre de Bolívar y de tantos hombres útiles a la Patria; porque fue escenario de tantas acciones de guerra y de paz; era la ciudad que Sergio Medina llamó en afortunado soneto “teñida con las rojas tragedias del pasado”. Pero nada de eso valió a los ojos de un adulante foráneo para quien las únicas glorias válidas eran las que adornaban a su amo. 


El 12 de marzo de 1917 nuestra ciudad dejó de ser la capital aragüeña. No firmó la constitución el secretario de la Asamblea Legislativa don Jacob Pérez Carballo. Años después, cuando murió el director de la escuela “Felipe Guevara Rojas”, el candidato a dirigirla era el Maestro Pérez Carballo. Los adulantes del general para cerrarle el paso al venerable maestro, le recordaron al presidente que aquel se había negado a firmar la constitución y su respuesta fue: “No podía firmarla porque era victoriano; si lo hubiera hecho no lo habrían dejado entrar nunca más a La Victoria; nómbrenlo”. 


Conocí y traté a viejos victorianos y me sorprendí al saber que cuando nos despojaron de la capitalidad todos se alegraron porque se irían los gobernantes, los sigüises, adulantes, soplones, espías y demás personajes (todos forasteros) que medraban del poder y le dejarían la ciudad a los victorianos. “Lo único que nos dolió fue que se llevaron el Colegio Federal de Varones creado por Guzmán Blanco y que por ley debía funcionar en las capitales de los estados”. La fecha 12 de marzo de 1917 figuró en el Escudo de Armas de Maracay hasta que un presidente del Concejo Municipal del Distrito Girardot, el ingeniero Luciano Cordero Casanova alegando que no podía ser motivo de júbilo para Maracay una fecha que era de dolor para La Victoria, quitó la fecha del escudo y puso la del 5 de marzo de 1701, fecha de fundación la Iglesia de Maracay. Rendimos honor y gratitud a ese distinguido caballero.


2)DE OCUMARE DEL TUY PARA LOS TEQUES. En 1904 Petare, que fue capital de Miranda durante 40 años, desde el triunfo de los federales en 1864, es desplazada por Ocumare del Tuy (aquí es donde surge el valse) y el 27 de abril de 1904 la nueva capital pasa a estar en el centro de los llamados valles del Tuy. Allí permanece hasta el 14 de enero de 1927 cuando por instrucciones del caudillo, la pasan a Los Teques.  Muchos funcionarios gubernamentales  tuvieron que cambiarse de residencia entre ellos don Ángel María Landaeta, quien debía organizar el traslado de su tribunal y de la Banda Oficial del Estado que dirigía el celebrado maestro y compositor Jermán U. Lira (con “J”)   autor de la música del Himno del Estado Miranda. Cuando en 1927 la capital pasa a los Teques, Ocumare del Tuy la hace suya porque esta vez sí se justifica el “Adiós”, ya no al Petare de 1904 sino al Ocumare de 1927. Hoy, ya olvidado su origen, el valse es emblemático de Ocumare del Tuy. Por cierto que el valse era “instrumental” hasta que alguien sin autorización del autor ya fallecido, le encasquetó una letra, como ha pasado con muchas otras piezas.


3) DE CALABOZO PARA SAN JUAN DE LOS MORROS.


La Provincia del Guárico creada junto con la de Aragua el 11 de febrero de 1848, tuvo como única capital a La Villa de todos los Santos de Calabozo y cuando el 22 de abril de 1864 se crea el estado Guárico, Calabozo continúa siendo capital. El 7 de marzo de 1863 el Papa Pío IX crea el Obispado de Calabozo y designa primer obispo a Monseñor Salustiano Crespo; el segundo fue Felipe Neri Sendrea y el tercero, Arturo Celestino Álvarez (hoy postulado a su beatificación) a quien nos referiremos en estas mismas líneas.


El general Gómez quien era asiduo visitante  de San Juan de los Morros en cuyas aguas termales recuperaba energías, consideró que debía ser la capital de Guárico en lugar de Calabozo;  pero había el inconveniente de que San Juan era una parroquia de Villa de Cura y pertenecía al estado Aragua. Seguidamente los juristas del régimen se pusieron en funcionamiento, nombraron plenipotenciarios y en 1933 se firmó un tratado de límites entre los dos estados; los pueblos guariqueños Taguay y Barbacoas  pasaron a ser de Aragua y San Juan de los Morros, de Guárico y en 1934 fue designado capital. Eso explica el por qué nuestros artistas Joselo y Simón Díaz habiendo nacido ambos en Barbacoas,  en la misma sala de la misma casa,  Simón es guariqueño y Joselo aragüeño.

El obispo Arturo Celestino Álvarez quien lo era desde 1921 se negó a trasladarse para San Juan y manifestó: “El clero no se va”. A los emisarios que le envió el general Gómez respondió igual: “El clero no se va; díganle al general que se puede llevar las iglesias, los santos o a los curas y a mí,  presos; pero que el clero no se va”. Ante la persistente negativa, el general Gómez decidió trasladarse a San Juan de los Morros con parte de su gabinete y amigos e invitó a Monseñor Arturo Celestino. En un concurrido desayuno donde él y el obispo presidían la mesa, le preguntó: “He oído decir que Usted se opone al traslado a San Juan pero quiero oírlo de su propia voz”. El aplomado pastor, con el mismo carácter manifestado a sus emisarios le respondió: “General: no me opongo al cambio de la capital, pero he dicho que el clero no se viene”.


El general Gómez le repreguntó: “Deme una razón que me convenza, Monseñor”. El ilustre prelado le contestó: “Le puedo dar muchas razones, general, pero como me está pidiendo una sola, se la daré: Su Santidad El Papa me designó Obispo de Calabozo y yo moriré Obispo de Calabozo”. Hubo un largo silencio que interrumpió el general Gómez cuando dijo: “Señores, se va a hacer lo que diga Monseñor”. Hubo aplausos. De seguidas sirvió café con leche en la taza del Obispo y en la suya y alzándola dijo: “Señores, brindemos por la felicidad de todos y demos gracias a Dios porque Monseñor Arturo Celestino tiene una sotana de obispo y no una guerrera militar, porque si tuviera una guerrera, el Presidente de Venezuela no sería yo”. Hoy en día, 79 años después, la iglesia de San Juan de los Morros que es la capital del estado, está presidida por un cura párroco y en cambio la de Calabozo que es la capital de un municipio, lo está por dos Arzobispos; un titular y uno Emérito, gracias al coraje de un sacerdote con guáramo.



ÁNGEL MARÍA LANDAETA  AUTOR DE “¡ADIÓS!, A OCUMARE

MONSEÑOR ARTURO CELESTINO ÁLVAREZOBISPO DE CALABOZO

GENERAL JULIO HIDALGO DE INGRATA RECORDACIÓN