17 ago 2015

LA CÁRCEL REAL DE LA VICTORIA


Los victorianos hemos convertido en “espacios para la cultura”, a muchos que fueron o estuvieron destinados a otros fines, o a opulentas residencias particulares. Convertimos un Mercado en Ateneo, una Prefectura con calabozos, en colegio; un palacio presidencial en Liceo y próximamente en Museo Histórico de la Ciudad; una Jefatura de Policía, en Clínica; una Plaza de  Toros,  en futuro Ágora; una Gallera en futuro Museo Taurino; una residencia particular en Colegio, Liceo y Casa de la Cultura; un cine en “Teatro Municipal”; una vieja casa de Gobierno de la Provincia de Aragua y presidio de ilustres victorianos, en hospital y luego en colegio; el corralón del general Estaban Torres, en prestigioso colegio; la opulenta residencia del Coronel Gonzalo Gómez, desde hace más de sesenta años, en Colegio de Normalistas y ahora en Instituto Universitario; otra Casa de Gobierno esta vez Municipal, en Centro de Información Digital y Biblioteca Pública; la Residencia del general Mariño, de hotel y bodega, a colegio y Centro de Historia; la residencia de doña Adalina Colmenares en “Casa del Abuelo”; la residencia consejeña de don Francisco Ramón Hernández en “Casa de la Cultura de El Consejo” y la del “León Rojo de Petaquire” en “Casa de la Cultura de Zuata”.

Uno de los casos más llamativos es la conversión de la “Cárcel Real”, primero en residencias particulares y luego en botiquín, restaurante, teatro “construido en el corral” hasta llegar a ser hoy Sala de Exposiciones, Conservatorio de Música y Teatro Municipal. A mediados del siglo XVIII es espacio destinado a cárcel presentaba tal estado de ruina que permitía que los presos se escaparan, por lo que las autoridades y el pueblo en general solicitaron a S. M. Carlos III Rey de España, permiso para construir un nueva prisión.  Se hicieron colectas públicas, proyectos y al final se construyó el nuevo edificio. Debió ser muy inseguro porque los presos de alta peligrosidad se enviaban amarrados a la cárcel de Caracas. El sitio escogido fue el lado Oeste de la Plaza Mayor. Presentamos el Plano General con el planito anexo de la cárcel. En el espacio de la derecha se construyó a finales del siglo XIX el Teatro Ribas y las casas de don Miguel Jiménez (construyó el puente de hierro sobre el Río Aragua) y la del doctor Jahn  quien vino a construir el Gran Ferrocarril de Venezuela.

Nuestra cárcel es una de las primeras donde separan a los hombres de las mujeres y quien observe la foto de ese espacio actualmente se dará cuenta de que la uniformidad de los portones y las ventanas revelan de que eran parte de un mismo edificio. Los números en el Plano se explican a continuación: 1) Sala de Esquina destinada para prisión de gente distinguida, con  su puerta y ventana; 2) Zaguán; 3) Calabozo de 8 varas con su reja de barrotes dobles; 4) Otro calabozo; 5) Otro calabozo; 6) Otro Calabozo; 7) Otro calabozo; 7) Un corredor; 9) Puerta al corredor de los calabozos; 10) Corredor a la sala y zaguán; 11) Al patio de esta sala y zaguán; 12) Cuarto destinado para prender mujeres, con sus  con puertas y ventanas; 13) Otro para lo mismo; 14) Zaguancito para los cuartos; 15) Corredor para los otros cuartos; 16) Patio de esos cuartos; 17) Pared; 18) Pared;  19) Pared que da al patio de los calabozos 1 y 2; y 20) Pared. El Teatro Ribas se construyó en las ruinas del corral de la cárcel. Muchas historias se tejen alrededor de esta que llegó a ser de las mejores de la colonia. Nuestra Cárcel Real era mucho mejor que las cárceles de ahora.

ESTE ERA EL CORRAL DE LA CÁRCEL REAL

10 ago 2015

EL CUALQUIER CLASE DE DERECHO


Ya tengo más de mil exalumnos; muchos de ellos son mis ahijados de promoción y todos son mis amigos.  En los últimos más de diez años, junto con las lecciones propias de las materias jurídicas, me he preocupado porque sean hombres y mujeres cultos. 

Me parece que es tan peligroso un abogado que solo sepa de derecho, como un médico que solo sepa de medicina. Por eso  les he hablado más de historia, de literatura, de música, de poesía, de la ciudad donde vivimos y del valor de la justicia, de la libertad, de la amistad, de la lealtad, del amor, de la familia, de la salud del cuerpo y del alma, que de leyes, de códigos y de ordenanzas. Los invito a que sean los mejores profesionales de la ciudad y sobre todo los más eficientes, los más honestos y los más cultos. 

Creo que en mucho lo he logrado. Junto con leer libros, oír música, pasear, parrandear, reunirse, hacer visitas a los amigos y pensar, los he invitado a leer poemas venezolanos y hablar sobre ellos. De los muchos que han leído, ofrezco cuatro. El mejor galerón “de pie forzado” que es el “Galerón del Gallo Zambo” de Miguel Otero Silva, “El Boche” de Ernesto Luís Rodríguez (autor del himno de La Victoria), el célebre “Por aquí pasó compadre” del gran poeta Alberto Arvelo Torrealba y la “Fiesta de Toros Coleados” de Fleitas Beroes. Espero que los disfruten y los guarden por si algún día son mis alumnos. 



Miguel Otero Silva


GALERON DEL GALLO ZAMBO
  
A pelear mi zambo salta
al centro de la gallera,
firme la cola altanera
y la cabeza bien alta.
Un jirón de sol esmalta
el plumaje del costado
y al mirarlo allí plantado
mi grito fanfarronea:
¡Sin comenzar la pelea
mi gallo zambo ha ganado!

Le sueltan un marañón
que según dice su dueño
es por el pico un Cedeño
y por la espuela un Rondón.
El dueño es Tirso Chacón,
un coronel muy mentado
que cien pesos ha casado
aunque ya sabe de oídas
que siete peleas seguidas
mi gallo zambo ha ganado.
Con la mirada encendida
se buscan los dos rivales,
acechando sus puñales
la brecha para la herida.
Tigre real en la embestida,
mi gallo zambo ha saltado
cual relámpago emplumado
al pecho del marañón,
y yo le grito a Chacón:
¡Mi gallo zambo ha ganado!

La gallera es un clamor
cuando el gallo zambo pica
y el marañón le replica
alevoso y peleador.
Mi gallo zambo heridor
un tiro al cuello ha clavado
y el contrario ensangrentado
sigue peleando de frente
pero ya como un valiente
mi gallo zambo ha ganado.



  
 





































Ernesto Luis Rodríguez




EL BOCHE

Hoy es domingo, amor mío;
los campos están de fiesta.
Un árbol vuelca su cesta
de pájaros sobre el río.
Oro espigado al rocío
sueño en tu pelo catire.
Para que el alma suspire
ando en pos de tu mirada;
pero tú, por ser casada,
no quieres que yo te mire.
.
 
Son azulitos los cielos
que en tus pupilas he visto;
me quemas y me resisto,
llama de puros anhelos.
Que tu esposo tenga celos
no me hace vivir de prisa.
Sólo busco una sonrisa,
tu presencia sólo aspiro;
cuando en el patio te miro
quedas oliendo en la brisa.
.
 
La pena que me revives
con la mañana se tiende,
y un ramo de sol enciende
la calle por donde vives.
Aunque orgullosa me esquives,
no puedo echarte al olvido.
Nunca me doy por perdido,
pero en tu casa jugando,
cada vez que voy ganando
pega un boche tu marido.
.
 
Mi soledad hoy presencio
como guitarra sin cuerda.
Has querido que yo pierda
para que sufra en silencio.
Todita en mí te aquerencio,
pagas con raros enojos...
Por jugarte mis antojos
al claro sol del domingo,
mi corazón es un mingo
que me bocharon tus ojos.




Alberto Arvelo Torrealba


POR AQUÍ PASÓ COMPADRE

Por aquí pasó, compadre,
hacia aquellos montes lejos.
Por aquí vestida de humo
la brisa que cruzó ardiendo
fue silbo de tierra libre
entre su manta y sus sueños.

Mírele el rastro en la paja,
míreselo, compañero,
como las claras garúas
en el terronal reseco,
como en las mesas el pozo,
como en el caño el lucero,
como la garza en el junco,
como la tarde en los vuelos,
como el verde en el quemado,
como en el banco el incendio,
como el rejón en la carga,
como la gaza en el rejo,
como el cocuyo en el aire,
como la luna en el médano, como el potro en el Escudo
y el tricolor en el cielo.

Por aquí pasó, compadre,
hacia aquellos montes lejos.
Aquí va su estampa sola;
grave perfil aguileño,
arzón de cuero tostado,
tordillo de bravo pecho
De bandera va su capa,
su caballo de puntero,
baquiano, volando rumbos,
artista, labrando pueblos,
hombre, retoñando patrias,
picando glorias, tropero.

Oígale la voz perdida;
sobre el resol de los médanos,
la voz del grito más hondo
oígasela, compañero,
como el son de las guaruras
cuando pasan los arrieros,
como la brisa en la palma,
como el águila en el ceibo,
como el trueno en las lejuras, como el cuatro en el alero,
como el eco en las tonadas,
como el compás en el remo,
como el tiro en el asalto,
como el toro en el rodeo,
como el relincho en el alba,
como el casco en el estero,
como la pena en la canta,
como el gallo en el silencio,
como el grito del Catire
en las Queseras del Medio,
como la Patria en el Himno,
como el clarín en el Viento.

Por aquí pasó, compadre,
dolido, gallardo, eterno.
El sol de la tarde estira
su perfil sobre el desierto.






Germán Fleitas Beroes



FIESTA DE TOROS COLEADOS

Fiesta de toros coleados
cohetes y cohetones
corrillos en los portones
y alborozo en los tablados.
jinetes empolainados
pican un toro barroso
suenan las trancas del coso,
surge el primer coleador
y al golpe del mandador

salta el caballo fogoso
El astado, paso a paso
viene llegando al tranquero,
en la puerta del chiquero
le suenan el "trabucazo";
rápido como un lanzazo
el caballo se le "empecha"
el toro como una flecha
cruza en violenta carrera,
y el coleador vocifera
cuando lo alcanza y lo estrecha.

Se escucha un ¡jiiillo! sonoro
que retumba en el ambiente,
el caballo inteligente
se abre a dos metros del toro;
los cascos del rucio moro
vienen pidiendo pelea;
el barroso tambalea,
al suelo se precipita;
el caballo se encabrita
y el hombre se bambolea.
El toro se para al fin
y el tierrero que levanta,
se introduce en la garganta
rumbosa del cornetín;
Cuatro, maraca y violín
alegran otros templetes
suenan pitos y cohetes
huele a "caña" el vocerío
y la calle es como un río
de cintas y ramilletes.

La zamba del sabanero
cuando regresa el caballo,
le prende una flor de mayo
a su zambo en el sombrero;
contra el viento dominguero
marca el compás la charnela;
silba el clavel de la espuela;
mientras comenta un borracho
¡Así es como tumban cacho
los hombres de Venezuela!