Dentro
del pequeño espacio que ocupa el Casco Histórico de La Victoria, aparte de los
edificios públicos como la Catedral, el Cuartel, la Plaza de Toros, la Cárcel
Real, la Casa de La Cultura, el Teatro Municipal, el Ateneo, el Palacio de
Campoelías, la Casa Amarilla, la Logia Victoria N° 9, la Ermita que los canarios
dedicaron a su patrona La Virgen de La Candelaria en la Otra Banda, La Capilla
de El Calvario, La Gruta, las plazas Ribas, Montilla, Campoelías y Colón, el
Hospital Padre Lazo y muchos otros, cualquiera
de los cuales por sí sólo bastaría para ser orgullo de la vieja villa, existe
una cantidad de Casas Particulares que
fueron residencias de honorables familias, orgullo de nuestro gentilicio.
Están
la Casa del General Santiago Mariño, la del Marqués del Toro, la del Marqués de
Ustáriz sede de la Presidencia de la Provincia de Aragua y después del estado
Aragua hasta 1917; la Casa de la familia García de Sena, la de los Próceres de
la Independencia, los Hermanos Muguerza, la de “La Quebrada” que perteneció a
cuatro presidentes de la República, y ello sin contar las de las haciendas como
“Santa Rosa” propiedad de la familia Montilla (de los generales Mariano y Tomás),
la de “La Concepción” donde Francisco Javier Ustáriz redacto la Constitución de
la Segunda República a petición del Libertador, la de “Sabaneta” del Presidente
general Ignacio Andrade, la de “El Recreo” del Prócer Judas Tadeo Piñango; la
de los Bolívar donde nació el coronel Juan Vicente, la del presidente doctor
Raimundo Andueza Palacio, la de “La Chapa” del coronel Benjamín Olivieri; la
del doctor Juan Pablo Rojas Paúl, la del general Francisco Linares Alcántara
primer presidente muerto en el ejercicio del cargo, la del general Crespo
frente a la Plaza Ribas, y eso sin irnos más atrás donde están todos los
fundadores de la ciudad. Por eso siempre he dicho que caminar por las calles de
la ciudad es como caminar por entre las páginas de un libro de historia.
Pero
de todas esas casas, la que tal vez acumula mayor cantidad de méritos
históricos y razones para ser restaurada y conservada, es la de “La
Capitulación”, llamada popularmente “La Mascota” situada en el ángulo noreste
del cruce de la calle Ribas con la antigua Calle Real (Rivas Dávila), residencia
que fue del hacendado victoriano don Juan de la Madriz. Este noble caballero de origen español fue
fiel a su Rey y a sus amigos y lo fue en las buenas y en las malas. Nunca dejó
de ser realista y nunca dejó de ser amigo personal de Simón Bolívar quien
cuando llegaba a La Victoria, se hospedaba en su casa. Tenía tres haciendas
llamadas Jesús, María y José, que hoy son tres populosas y laboriosas
comunidades, Primitivo de Jesús, Prado
de María y San José.
Son
muchos los acontecimientos históricos que tienen como escenario a esta vieja
mansión. En esa casa, el 4 de agosto de 1813 terminó la Campaña Admirable
porque allí Bolívar aceptó la rendición del ejército realista, le comunicó al
presidente del Congreso de Colombia que había recuperado las banderas de la
República y en consecuencia, en esa casa nació la Segunda República. En esa
casa firma los oficios de nombramiento del doctor Cristóbal Mendoza como
Gobernador Civil de Caracas y de José Félix Ribas, como Gobernador Militar.
Al
año siguiente, el 5 de abril de 1814, en esa casa se conocieron los
Libertadores de Oriente y Occidente, Mariño y Bolívar, allí unieron sus dos países,
sus dos ejércitos y sus dos mandos y de allí siguieron juntos la guerra, tanto
que en la Batalla de Carabobo el Comandante General era El Libertador y el Jefe
del Estado Mayor era el general Mariño. Como si esto fuera poco, en esa casa conoce
El Libertador a quien será su mejor amigo, “su hijo” y sucesor, un joven de 19
años llamado Antonio José de Sucre.
Pero
hay una historia relacionada no tanto con la casa en sí, sino con su
propietario y su amigo Simón Bolívar. La guerra arruinó a todo el mundo y don
Juan de la Madriz y El Libertador vieron perder bienes de fortuna pero la
amistad permaneció inalterable para toda la vida. Cayó don Juan en la pobreza y
en su casa de Caracas, que había sido propiedad de la Familia Bolívar, (según él mismo decía: “ahora llamada Casa
Natal del Libertador”) y montó en ella una Pensión de Familia, donde hospedaba
a personas amigas que debían viajar a la capital, así como a viajeros que
venían del exterior y buscaban hospedaje en hogares decentes.
Nos
contó el acucioso investigador don Ángel Grisanti y así lo escribió en una de
sus obras menos conocidas, que cierto
día llegó buscando posada un distinguido caballero legionario inglés de
apellido Jost, con grado de Coronel de los Reales Ejércitos de Su Majestad
Británica, quien venía en busca del
general Bolívar a fin de ofrecerle sus servicios, atraído por la fama de la que
gozaba en Europa. Se hospedó algún
tiempo en la casa de don Juan de la Madriz y luego, cansado de esperar y
convencido de que Bolívar no vendría, decidió seguir a buscarlo para lo cual
viajó hacia el Perú; pero tan pronto se hubo ido, se enteró don Juan de que una
de sus hijas quien padecía una enfermedad, había quedado embarazada del inglés.
GENERAL JESÚS MARÍA ARISTEGUIETA
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Escribió
entonces don Juan una larga carta a su viejo amigo contándole como a su hospitalidad
había correspondido el infame huésped con semejante canallada, deshonrando a su familia y sumiéndolo en el
dolor, al tiempo que le rogaba que por ningún motivo le permitiera ingresar a
su ejército. Se fue al puerto de La Guaira y entregó la comunicación al capitán
de una Goleta que partía hacia Cartagena de Indias, con el encargo de que la
hiciera llegar a marinero de su confianza que viajara por la costa neogranadina
del Pacífico y la hiciera llegar a su destinatario. Alguna generosa retribución
debió mediar, porque efectivamente la carta llegó al puerto de El Callao, de
allí subió a Lima y llegó a manos del Libertador antes de que llegara el inglés
a la Ciudad Virreinal.
Al
poco tiempo nació quien llegó a ser uno de nuestros más distinguidos oficiales,
el general valenciano Jesús María Aristeguieta.
Recibió una esmerada educación,
llegó a ostentar el grado de general en Jefe,
fue Jefe del Estado Mayor del Ejército Restaurador de Occidente, designado por
Guzmán Blanco y con tal rango asiste y es de los Vencedores en la Tercera
Batalla de La Victoria, ocurrida en 1879; llegó a ser presidente de varios
estados, cuatro veces ministro, de Fomento y de Relaciones Interiores y
Justicia, parlamentario, protector del gran escritor e historiador Juan Vicente
González de quien se decía pariente. Se avecindó en nuestra ciudad donde tuvo
destacada actividad política, comercial, militar y social, se inició en la
Masonería en nuestra Logia Victoria N° 38 (hoy N° 9) y alcanzó el Grado 33°. A
su fallecimiento era Senador por el Estado de los Andes y el Congreso de la
República emitió un Acuerdo de duelo el 17 de marzo de 1890 y le concedió el
honor de ser enterrado en el Panteón Nacional donde hoy reposan sus restos. En
el retrato que le hizo el gran artista Arturo Michelena, se observa su fino
rostro, donde destacan los rasgos de un caballero inglés.
Una
tarde, mientras Bolívar despachaba correspondencia en su escritorio, uno de sus
Edecanes le anunció: “General, lo solicita un caballero inglés de apellido Jost
quien desea hablar con Usted”. Sin levantar la vista de la correspondencia que
leía, le ordenó al Edecán: “Pregúntele
si es el oficial que se hospedó en Caracas en la Casa de don Juan de la
Madriz”. Al tiempo entró el Edecán con la respuesta positiva; “Sí, general; es
él; dice que le trae sus saludos”. El
general, sin inmutarse dio al Edecán una orden lacónica: “Fusílelo”. El aterrorizado Edecán apenas se atrevió a
musitar una pregunta: “General: ¿y el juicio?”, a lo cual respondió El
Libertador: “El juicio ya está hecho; solamente le estoy comunicando la
sentencia; ¡Fusílelo! Muy consciente
debía estar el Edecán del destino que esperaba a quienes desobedecían las
órdenes del Libertador, porque pasado algún tiempo se oyó una descarga de
fusilería, cuyo estruendo ha debido escucharse en la vieja casona de los
Bolívar en Caracas.
Excelente crónica Don Germán, un saludo Victoriano desde el Edo Zulia.
ResponderEliminarBuenas noches como se llamaba la madre del General Jesús María aristeguieta. Agradezco su respuesta
ResponderEliminarBuenas noches don Germán qué libro del Dr Grisanti menciona está reseña del general Jesús María Aristeguieta. Saludos
ResponderEliminarBuenas noches don Germán qué libro del Dr Grisanti menciona está reseña del general Jesús María Aristeguieta. Saludos
ResponderEliminarBuenas noches don Germán, podría por favor indicarme que libro del Dr. Grisanti menciona en esta reseña del General Jesús María Aristeguieta. Saludos
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