“Quien dice “la sabana” dice “la copla”; la copla
errante; todos los caminos la oyeron pasar; y mire que hay caminos en el
llano”. El maestro Gallegos navega en lo
profundo y nos regala en todos sus libros, especialmente en “Doña Bárbara” y
“Cantaclaro”, su visión de la vida y del alma del llanero. Siglos de
trashumancia, de resistencia y de heroísmo, fluyen de sus páginas en las cuales
se entiende claramente el cruce de la sangre del indio cargada de nostalgia y
de deseos libertad con la del negro, espesa mezcla de rabia, rebeldía y
alegría, con la de los amos blancos, para terminar creando una raza nueva sobre
la faz de la tierra; el punto equidistante entre el nuevo mundo, África y
España.
La historia de la copla nos viene por el mar en viejos
galeones y navíos conquistadores. En cambio la de la música es más complicada
porque la traen los negros en sus voces roncas y agudas, en sus manos y en los
cueros de sus tambores; en los laudes y clavecines de los curas y de los parranderos
y la esperan aquí para cruzarse, las maracas dignísimas sustitutas de las
castañuelas y cantos ancestrales que le van a dar el toque de nostalgia a los
cantos recién llegados.
En la medida en que fueron nacieron nuestros cantos
nacionales, surgieron cuentos, leyendas y versiones sobre sus orígenes. Algunas
con bases muy sólidas, dignas de credibilidad y otras menos confiables por ser
más hijas de una imaginación desbordada que de un estudio serio y analítico de
las fuentes que las originaron. Cada canto, cada ritmo, cada pieza, está
acompañada de historia o historias interesantes, todas ellas dignas del mayor
respeto y análisis.
Es el caso de nuestros joropos, pasajes y golpes llaneros
y aragüeños, que le oímos contar a viejos arpistos de Aragua como Pedro Matos o
Salvador Rodriguez o a llaneros como Rafael Hurtado o Juan Briceño.
Uno de los joropos que siempre nos llamó la atención
por la cantidad de historia que encierra fue “La Kirpa” o simplemente “Kirpa”,
con “K” o con “Q”. Y lo más llamativo es
que es, después de “El Gabán” que solamente tiene dos pisadas, o “El Pajarillo”
y el “Seis por Derecho” que solamente tienen tres, uno de los joropos más
sencillos y fáciles del repertorio llanero y sin embargo, nadie sabe lo que
quiere decir. Hasta hubo una telenovela de amor, pasión y
traición como son casi todas las telenovelas venezolanas, que se llamaba “Kirpa
de tres mujeres”, pero ninguna de las tres sabía lo que significaba la palabra,
ni el autor de la telenovela tampoco.
Pero en La Victoria vive una familia de apellido Quirpa, lo cual me hace
pensar que se trata de un nombre o un apellido indígena.
ÁNGEL
CUSTODIO LOYOLA
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Queda claro desde un principio que no se trata de
música de Aragua ni de Miranda porque ésta lleva “maraca” pero no lleva
“guitarrero”.
CON
MARACA Y GUITARRERO
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Hasta aquí todo estuvo claro para mí, hasta que un día
mi padre, quien era llanero y cumpliría cien años el próximo 2016, me dijo que
el pueblo de Güiripa “donde mataron a Kirpa, no era el del estado Aragua sino uno de igual nombre
situado en la costa del Meta barinés. Un pueblo que desapareció por
despoblamiento pero en el cual estuvo el Canónigo Madariaga cuando después del
19 de abril regresaba de Bogotá y en vez de venirse por mar, se vino por río y
lo menciona en sus Memorias. Como buen aragüeño defendí para mi estado el “dudoso honor” de haber sido el escenario del lance que puso
fin a la vida del gran arpista y argüí que el verso dice “Yo no se por qué en
Güiripa no quieren a los llaneros”.
Entonces le oí una explicación que nunca más he oído a nadie y es la
siguiente: “Hoy en día le decimos llaneros a los nacidos de San Juan de los
Morros para abajo, pero eso es ahora; antes, “los llaneros” eran los hombres
que trabajaban en el campo. Por ejemplo, yo en Camaguán no era “llanero” sino
lo que hoy llamaríamos “citadino”. Y debe tener algo de cierto porque una vez
siendo yo un niño de diez años, sentado en la puerta de la casa vi pasar a un
ejército de mujeres vestidas de vivos colores y mi abuela, calaboceña y
camaguanera me explicó: “Van para la entrada del pueblo a esperar a “los
llaneros” porque ellos regresan a esta hora.
Mi padre, Germán Fleitas Beroes, fue un eterno estudioso
de la cultura llanera. Escuchaba las historias que contaban los viejos de
pueblo, en tiempos en que ni televisión
ni radio ni luz eléctrica interrumpían los relatos del llano antiguo, trasmitidos
de generación en generación, fue poeta, compositor de joropos y publicó varios
libros. Cuando era niño (1925) una anciana camaguanera llamada Blanca Flor Zárate
de 93 años (1833) solía contarle a él, a su hermano Pedro (novelista), a Julio
García Díaz, conocido en aquellos tiempos como "Ño Aguedo" (quien
luego publicó sus trabajos en el semanario “Fantoches”), que era hija de Juan
Rafael Zárate (1780) el “guitarrero de Quirpa.
Contaba “Ña Clara”, entonces viejecita de 93 años de edad, que nació, creció y vivió la mayor parte de su
vida en el Barrio "La Lagunita" de Camaguán; allí casó con Juan
Rafael Zárate, famoso músico y tocador de “cuatro” del célebre arpisto José
Antonio Quirpa. “Aquella trágica noche cayó a traición, abatido a machetazos.
Su cuatrista Juan Rafael Zárate, herido de un terrible machetazo en una pierna,
fue recogido por unas piadosas vecinas y después de varios días, ya convaleciente,
envolvió su cuatro en un gran pañuelo de madrás y se fue a su casa en
Camaguán. Nunca más volvió a tocar su “cuatro” en los bailes públicos ni a
acompañar a otro arpista; únicamente lo pulsaba en sus horas de recuerdos
añorando con lágrimas en los ojos los días felices en que acompañaba al gran
arpisto en “su creación” de 14 arpegios, de los cuales sólo José Cupertino Ríos
Viña alcanzó a ejecutar 12 arpegios; nunca otro arpisto llegó más alto en la
ejecución de un "Quirpa". Suponemos que cuando hablan de
arpegios se están refiriendo a “variaciones sobre el tema central”. Otros
arpistos le dicen “vueltas”.
Parece que Quirpa le daba 30 vueltas al joropo; cuando las muchachas le preguntaban cómo se llamaba y ya era el más solicitado en la Villa de San Jaime y sus alrededores, él contestaba; “Se llama El golpe que hace llorar”. “Yo conocí la casa de Juan Rafael Zárate, vivía en ella Antonio Zárate, su hijo mayor, una larga y ancha casa techada con hojas de palma, las paredes eran trozos de palmas montadas unas sobre otras, dejando un espacio como de 30 cm; el sol y el aire entraban libremente como en toda vivienda de los campesinos; Antonio tocaba el “cuatro” y cantaba como su padre; también Félix el hijo menor; éste se fue a vivir a La Unión de Barinas y se llevó consigo a su madre, ya viejecita. Félix, además de ser un buen cuatrista y versificador "relancino", ejercía la profesión de matarife”.
Contaba doñas Blanca Flor que cuando tenía doce años conoció
a Custodio Quendo y a Dámaso Berroterán
pero que no eran de esas tierras sino de Aragua. No le gustaba verlos porque eran muy borrachos,
Siempre andaban “rascados”. Él la llamaba y de cantaba:
“Acérquese Niña
Flor;
Ven acá y
dame la mano;
que
si canto bueno y sano,
Borracho canto
mejor”.
Algún
tiempo después de haber sido asesinado por arreadores de ganado, la gente
comenzó a llamar al joropo: “Kirpa” o “La Kirpa”.
El
pueblo venezolano, tan respetuoso de sus ídolos, compuso coplas que han corrido
y seguirán corriendo por todas las cantinas del medio rural. Ambas de autores anónimos.
Una antigua copla recopilada por los
viejos llaneros de Camaguán dice:
“Yo no quisiera pasar
Por donde llaman Güiripa
Por no ver la sepultura
Donde enterraron a Quirpa"
Ahora
nos queda a nosotros investigar lo siguiente: el pueblo de Güiripa “donde
mataron a Quirpa” ¿es el aragüeño que está al lado de San Casimiro o es el que
estaba en la costa del Meta, que antes pertenecía a la Provincia de Barinas y ahora pertenece a
los llanos de Casanare?
No
sabemos a ciencia cierta dónde murió. pero si sabemos que nació en la sabana
“dónde nacen los cantares”.
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