Desde hoy falta apenas un mes para
la celebración de los 201 años de la Batalla de La Victoria y entramos en la
recta final de los preparativos. Uno de los asuntos más importantes a resolver,
es la escogencia del Orador de Orden, quien debe pronunciar lo más trascendente
que le queda a la ciudad de estas celebraciones, que es el discurso. Por esa
tribuna han pasado los grandes oradores de la ciudad y del país y algún día se
publicará una recopilación de esas oraciones patrióticas.
Para este año estamos
proponiendo muy respetuosamente como
orador, al doctor Carlos Julio
Tavera-Marcano, abogado, maestro, doctor en Historia (Summa Cum Laudae), autor
de las mejores investigaciones que se han hecho sobre nuestra ciudad y que
están contenidas en sus libros “Historia de la Propiedad de la tierra en el
Valle de Aragua”, “De Algunas familias Victorianas”, “Demografía de La
Victoria” y otros, pero cuyo principal aporte
ha sido el magisterio en nuestra educación secundaria y hoy en día en el
Pedagógico y en la Universidad. Es
difícil encontrar a un victoriano contemporáneo, que no haya sido alumno del
doctor Tavera en el liceo “Ramón García de Sena” o en otra institución. Creemos
que es la persona que acumula la mayor cantidad de méritos intelectuales y
personales para ocupar esa tribuna y que en consecuencia será elegido por
unanimidad.
Otro de los asuntos que debe
decidirse, es hacer una Sesión Solemne conjunta donde estén presentes las
autoridades del Poder Ejecutivo Municipal encabezados por El Alcalde y el Poder
Legislativo Municipal encabezado por La Presidenta de la Cámara Municipal,
acompañada por todos los integrantes de esa alta corporación. El año pasado se
justificó que los actos que tradicionalmente se realizan el 12, se pasaran para
el 13, porque por ser el Bicentenario de la Batalla, el 12 vino a sesionar a la
ciudad la Asamblea Nacional. Pero siempre los actos centrales de la celebración
han sido un Solemne Te Deum en la Catedral, en cumplimiento del voto del
general Ribas, y una Sesión del Concejo Municipal.
El año pasado los cadetes de la
Academia Militar de Venezuela (que por cierto funcionó en nuestra ciudad en
1928), por iniciativa del Rector de la Universidad Militar, general Alexis José
Rodríguez Cabello, recorrieron el camino que siguió el Vencedor de los Tiranos
en 1814, saliendo de Caracas el 8 de febrero y llegando a nuestra ciudad el 10.
En estas oportunidad se presentó en la Plaza Ribas una escenificación de la
batalla, con la participación de caballería, ejércitos, lo cual fue la mejor evocación
que hayamos visto de lo que pasó aquel memorable día. Este año se repetirán
tanto la caminata pedagógica durante la cual habrá conversatorios, foros,
conferencias y charlas en el propio terreno de los hechos, hasta la llegada a
la ciudad donde Ribas fue recibido por las comunidades indígenas de Macuaya (lo
que llaman hoy en día Maletero), para concluir con la escenificación de la
batalla.
Este año se suma el hecho de que el
31 de enero es el bicentenario de la muerte del general Ribas y aun cuando en nuestra
ciudad lo conmemoraremos como todos los años, con un Solemne Funeral, los actos centrales
tendrán lugar en la ciudad de Tucupido, capital del otro Municipio “José Félix
Ribas”, en el estado Guárico. Hasta la capital llanera será trasladada “La Virgen
Vencedora” para que presida el Solemne Funeral, el Desfile Cívico Militar y
todos los demás actos conmemorativos.
Por cierto que del lugar donde fue sacrificado cobardemente el héroe, traerá
nuestro querido Padre Suso, tierra, que mezclada con tierra de la Plaza Bolívar
de Caracas que traerán los cadetes, tierra de la Plaza Ribas de La Victoria y
reliquias de nuestros antepasados, serán sembradas en nuestra Plaza Mayor, para
que estén juntas la tierra de su cuna, la del mayor pedestal de su gloria y la
del pueblo donde con su muerte, se elevó hacia la inmortalidad.
Por cierto que amigos intelectuales
y estudiantes de Tucupido, me han estado preguntando que ¿de dónde sacamos
nosotros ese nombre de “Virgen Vencedora”?, porque no aparece en ningún libro; y
es cierto. Como estoy seguro de que muchos jóvenes victorianos tampoco lo
saben, debo aprovechar la oportunidad para repetir lo dicho sobre el
interesante tema. El general Ribas pertenecía a un hogar profundamente
cristiano. Dos de sus hermanos eran sacerdotes y dos de sus hermanas, monjas.
El mismo a los diez años de edad había solicitado ingreso a la Orden Tercera de
San Francisco. Los rigores de la guerra no habían mellado su fe. Ya en una
oportunidad durante la Campaña Admirable, luego de la batalla de “Los
Horcones”, se dirigió a Barquisimeto a colocar su espada a los pies de Nuestra
Señora de La Paz, en Acción de Gracias por el triunfo obtenido. Según la
tradición, durante la Batalla de La Victoria, a las cuatro de la tarde,
presintiendo la derrota, entró en la Iglesia (nuestra actual Catedral), se
postró frente a la imagen de la Virgen Inmaculada Concepción y le rogó que
salvara la tropa. La oración del valiente guerrero fue interrumpida por el
grito de un soldado quien desde el techo del templo le anunciaba que por el
camino de San Mateo venia una polvareda. Era el refuerzo que llegaba al mando
de Vicente Campoelías, español patriota, cuya sola presencia es clara prueba de
que nuestra contienda magna no fue entre venezolanos y españoles sino entre patriotas
y realistas. Eran dos escuadrones de
caballería a las órdenes de Manuel Cedeño y los hermanos Juan y Francisco
Padrón y 220 infantes comandados por el Teniente Coronel José María Ortega y
por el Capitán Antonio Ricaurte, quien el mes siguiente entraría en la
inmortalidad precedido por el estruendo de mil cañones. Cuando el Cabildo de
Caracas acuerde rendirle honores a Ribas dirá:
“La sangre de los ilustres
caraqueños derramada en La Victoria y la protección visible de María Santísima
de la Concepción fueron los que salvaron la Patria en aquel memorable día;
[...] espero de la Municipalidad marque este día para bendecir a la madre de
Dios con el título de la Concepción, jurándole una fiesta solemne anual en la
Santa Iglesia Metropolitana, a que deben asistir todas las corporaciones y
exhortando a las demás ciudades y Villas para que en gratitud ejecuten lo
mismo”.
La voluntad del héroe ha sido
respetada desde entonces. Apenas a 18 días de la batalla se celebra el primer
Te Deum en la Catedral de Caracas. Sabemos que en otras parroquias y pueblos se
hicieron fiestas votivas pero ignoramos en cual momento comenzó a celebrarse la
misa en La Victoria.
El mismo Cabildo acuerda el 22 de
marzo de 1814 que al General José Félix Ribas “por sus heroicos esfuerzos y
pericia militar en defensa de la patria [...} debía ceñírsele como premio
cívico un sable conque destruyese los tiranos enemigos de la patria y una banda
tricolor a semejanza del pabellón nacional con el escudo de la Inmaculada
concepción...”
La Virgen fue traída a la ciudad en
el Siglo XVIII por una Cofradía que el 8 de diciembre de 1736 fundaron Don
Francisco José Rodríguez de Freitas, Don Basilio de Thovar y Don Gonzalo
Quintana, en cumplimiento de una dotación que para ello mandó a erigir Doña Paula
Loreto de Silva, la hija de Francisco de Loreto.
En 1954 con motivo del centenario
del Dogma de la Inmaculada Concepción de la virgen, el Arzobispo Coadjutor de
Caracas, Monseñor Rafael Arias Blanco dictó a su Secretario, Feliciano González Ascanio quien llegó a ser
el Segundo Obispo de Aragua, una Resolución en cuyo texto anota: “Tráigase de
La Victoria, a “LA VIRGEN VENCEDORA DE RIBAS”. Es este recordado pastor quien
le da su nombre guerrero. Pero resultó,
que cuando devolvieron a la sagrada imagen, le habían robado los
zarcillos. Mi madre le regaló sus propios zarcillos y la Virgen los lució
durante algún tiempo, pero se los
volvieron a robar. Entonces mi hermana Morella le regaló los suyos y pasado
algún tiempo, se los robaron también.
En 1984 el Director de la Academia
Militar de Venezuela, general Carlos Julio Peñaloza Zambrano solicitó permiso a
Su Eminencia el Cardenal José Alí Lebrún Moratinos Arzobispo de Caracas quien
había sido el Primer Obispo de Aragua, para designarla Patrona de la Academia
Militar de Venezuela, lo cual aprobó entusiastamente. El 14 de febrero de 1986 en solemne ceremonia
celebrada en el Patio de Honor de nuestra Alma Mater Militar, La Virgen
Vencedora fue entronizada como madre de los futuros oficiales quienes pusieron
vidas y espadas bajo su protección como lo estuvieron ayer las de quienes
defendieron La Victoria. En esa oportunidad se acordó, que la Academia Militar,
por contribución de sus propios cadetes, le regalarían a su Patrona, unos
zarcillos de oro, con el Escudo de la Academia Militar.
Durante los años
siguientes, cada año el desfile militar siempre lo presidía La Virgen,
escoltada por Cadetes, Seminaristas, Estudiantes y Jóvenes Trabajadores, hasta que por olvido o por descuido,
no volvieron más. Pero más de un cuarto de siglo después, un día se presentó el
Rector de la Universidad Militar de Venezuela, general Alexis José Rodríguez
Cabello y pidió visitar a La Virgen. Venía acompañado del Obispo Castrense Monseñor José Hernán Sánchez Porras, del
Capitán Cruz y de una representación del Cuerpo de Cadetes. Fueron recibidos
por el Padre Suso, el Alcalde del Municipio y el Cronista de la Ciudad. Se
ofició una Eucaristía presidida por el obispo y por el Padre Suso, Custodio de
la Imagen y al final, para sorpresa nuestra, el general Rector dijo: “Venimos a
honrar un compromiso adquirido por nuestra Alma Mater con nuestra Patrona”.
Seguidamente abrieron un pequeño estuche y una cadete mostró los zarcillos de
oro que fueron bendecidos por el Obispo y los colocó en el rostro de su
Patrona.
Excelente Narración histórica Muchas Gracias Por su sabiduría Estimado y recordado Profesor comentare este relato Histórico en mi página.
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