A
mi pueblo querido de El Consejo que hoy cumple 238 años, el nombre se lo puso una mujer y le puso precisamente el de otra mujer de
graciosa belleza, Celestial Princesa
llena de Gracia y bendita entre las mujeres, que era
nada menos que la madre de Dios. Jesús fue Divino y Humano a la vez; Divino por
ser hijo de su padre que era Dios y Humano por ser hijo de su madre que era una
mujer sencilla, del pueblo. Y es el nombre de esa mujer, el que bautiza y bendice a El Consejo. La
proposición la hizo una hija del Conde
de Tovar, quién le solicitó a su padre, que gestionara ante el Obispo de Caracas don
Mariano Martí, para que el nuevo pueblo que estaba por fundarse, llevara el
nombre de la Madre de Dios, bajo la
advocación de Nuestra Señora del Buen Consejo.
Esa
hija, la primogénita del Conde don Martín de Tovar y Blanco Primer Conde de
Tovar y de su esposa María Manuela Concepción Ponte y Mijares de Solórzano, tenía
un nombre larguísimo; se llamaba MARÍA
JOSEFA DEL BUEN CONSEJO DEL SUDOR DE LA ENCARNACIÓN IGNACIA DOMINGA ANTONIA
NICOLASA PETRONILA PULCHERIA LUISA DE LA LUZ DE TOVAR Y PONTE. Cuando se
casaron, su madre tenía 16 años y su padre 32; exactamente el doble y aun le faltaban 13 años para recibir el
título de Conde de Tovar y 14 para solicitar la fundación del pueblo. María
Josefa nació el 25 de marzo de 1761, siendo la primera de sus doce hermanos.
A
sus 23 años, el 15 de agosto de 1784 ingresó a la Congregación de las
Carmelitas Descalzas con el nombre de Sor María Rosa de San José. Su padre fue
ennoblecido por el Rey Carlos III con los títulos de Conde de Tovar y Vizconde
de Altagracia, llegó a ostentar el grado de Mariscal de Campo y era el hombre
más rico de Venezuela, por lo cual acumulaba el poder social, el poder militar,
el poder económico y por supuesto, el poder religioso como una consecuencia de
los anteriores. A sus trece años, a sabiendas de que era su padre el gran
capitán de la empresa de fundar el nuevo pueblo y el hombre de mayor influencia
ante el Obispo, le solicitó María Josefa que le pusieran su propio nombre que
era el mismo de la Devoción de toda la familia.
Diez años después, cuando tenía 23 años, abrazó los hábitos y se hizo monja. No tardó el amantísimo padre en complacer la petición de su hija y el 2 de septiembre de 1774 (dos años antes de fundarse El Consejo), le entrega una carta al Obispo donde le ruega: “…que se dedique en honra de la Santísima Virgen Nuestra Señora del Buen Consejo…”
La petición de María Josefa, hecha por intermedio de su padre fue complacida inmediatamente. De ahí en adelante en toda la documentación que se refiere al pueblo se lo llama “Pueblo de Nuestra Señora del Buen Consejo”; pero al redactar el Acta de Fundación, suscrito por el Dr. Gabriel Jph. Lindo, se les olvida ponerle el nombre de La Virgen. Ello se evidencia por el hecho de que en el documento aparece interlineada la frase: “bajo la invocación y título de ntra Sa del buen Consejo” y al final del documento aparece testado: “bajo la invocación y tito de ntra Sa del buen consejo”. Tal vez el origen de este olvido se deba a que cuando se firmó el documento, el 24 de enero de 1777, el Obispo Mariano Martí no se encontraba en Caracas.
Diez años después, cuando tenía 23 años, abrazó los hábitos y se hizo monja. No tardó el amantísimo padre en complacer la petición de su hija y el 2 de septiembre de 1774 (dos años antes de fundarse El Consejo), le entrega una carta al Obispo donde le ruega: “…que se dedique en honra de la Santísima Virgen Nuestra Señora del Buen Consejo…”
La petición de María Josefa, hecha por intermedio de su padre fue complacida inmediatamente. De ahí en adelante en toda la documentación que se refiere al pueblo se lo llama “Pueblo de Nuestra Señora del Buen Consejo”; pero al redactar el Acta de Fundación, suscrito por el Dr. Gabriel Jph. Lindo, se les olvida ponerle el nombre de La Virgen. Ello se evidencia por el hecho de que en el documento aparece interlineada la frase: “bajo la invocación y título de ntra Sa del buen Consejo” y al final del documento aparece testado: “bajo la invocación y tito de ntra Sa del buen consejo”. Tal vez el origen de este olvido se deba a que cuando se firmó el documento, el 24 de enero de 1777, el Obispo Mariano Martí no se encontraba en Caracas.
Apenas a un mes de fundado el
pueblo, en larguísima carta al Obispo, el Conde de Tovar le anuncia la
adquisición de una imagen de la Virgen del Buen Consejo que por valor de 300
pesos comprarían los hacendados. Las imagenes que presentamos en este trabajo, son:
la de la Virgen del Buen Consejo, retratada por el gran artista del lente
Eduardo Carrillo “Carrillito” (es la que actualmente recibe la veneración de
los consejeños en el Altar Mayor de nuestra Santa Iglesia Parroquial); el
retrato de Sor María Rosa de San José (María Josefa) perteneciente a una
colección particular; la casa de la “Hacienda Paya” en Turmero; el Profesor
Navarro en la casa natal de María Josefa, en la Hacienda “El Conde” y las
lineas del Acta de Fundación, donde se observa el entrelineado del nombre.
Sólo nos falta recordar ¿Cuál es
el Buen Consejo que le da el nombre a esta advocación de la Madre de Dios? Es
el que nos dirige a todos los hombres cuando en las Bodas de Caná dice: “HACED LO QUE ÉL OS DIGA”. Frase que
debería estar inscrita en el arco que le da entrada al Altar Mayor de nuestra
Iglesia por ser el mensaje que nuestra Santa Patrona nos sigue dando a todos. Cuando
en 1800 pasa por aquí el barón Alejandro de Humboldt, anota en su diario: “Para ir a La Victoria se
pasa por el lindo pueblo del Mamón o del Consejo, célebre en la provincia por
una imagen milagrosa de la Virgen”.
Dice don
Enrique Bernardo Núñez en su “Ciudad de los Techos Rojos”, que María Josefa
había nacido “en el pueblo de su nombre” el 17 de marzo de 1761. (En la hacienda
“La Luz” o “Los Jabillos”, de su padre, porque ese año, todavía el pueblo no
estaba fundado). En la mañana del 29 de
julio de 1782 después de un año de noviciado María Josefa del Buen Consejo, con el nombre de Sor María
Rosa, hace renuncia de sus bienes. “A la
iglesia del Buen Consejo dona una custodia de plata sobredorada con piedras de
Francia, una lámpara de plata y dos botijuelas de aceite anuales para el
alumbrado del Santísimo Sacramento”. En la mañana del 24 de agosto recibe el
velo negro “con gran concurso de la nobleza y asistencia del señor Gobernador
(Don Manuel González Torres de Navarra) con su cabildo.” “El mismo 24,
día de San Bartolomé –dice don Enrique Bernardo- comienzan las fiestas patronales de El
Consejo” (?).
María Josefa
del Buen Consejo (Sor María Rosa de San José) murió a sus 70 años, en
1831. Vivió sus últimos años y murió en
la finca familiar de Paya en Turmero, única hacienda venezolana que tiene 400
años en manos de la misma familia (los Tovar) quienes dieron eminentes
personalidades en todos los tiempos venezolanos; en la Colonia dieron al Conde
de Tovar, en la Independencia a los próceres Martín Tovar Ponte y sus hermanos;
en la República al Presidente Manuel Felipe de Tovar; en las artes al gran
pintor Martín Tovar y Tovar, en el Foro al doctor Silvestre Tovar Lange y así,
en todas las ramas del saber.
En
la Casa de la Hacienda “Paya”, al final del corredor izquierdo, donde aparece
una ventana, existe una habitación llamada “El Cuarto de la Monja”, por ser el
que ocupó durante el resto de su vida, la religiosa.
Con
el paso del tiempo, el nombre se redujo a: “Pueblo del Buen Consejo”, luego a: “Pueblo
de El Consejo” y hoy en día, a simplemente: “El Consejo”. Pero a pesar de
parecer un nombre “en masculino”, es el nombre de una mujer: (Nuestra Señora
del Buen Consejo, la Santa Madre de Dios); y se lo puso, otra mujer.
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