Mireya
Briceño Álvarez de Guevara Partidas, descendiente de Próceres, pertenece a
viejas familias victorianas muy vinculadas al hecho cultural. Su padre fue el
poeta Rafael Briceño Ortega, descendiente de la briceñera que desde el siglo
XVI abonó con tantas ideas, con tanto sudor, con tanta sangre y con tantas
lágrimas, el suelo de la Patria y entre cuyos ascendientes figura la heroica
presencia de “El Diablo Briceño”.
Gran orador, cuentista, novelista,
intelectual de valía de ideas liberales,
quien el 12 de febrero de 1932, pronunció el Discurso de Orden con motivo del
aniversario de la batalla y al bajar de la tribuna fue arrestado por los
sigüises y adulantes del gobierno y trasladado al Castillo Libertador de Puerto
Cabello donde se le encarceló hasta su muerte. La inteligencia y la valentía
del “Cojo Briceño”, introdujo en su hogar un elemento que se quedó hospedado
para siempre: el dolor de la ausencia. Creció bajo el amparo y los desvelos de
su Santa Madre doña Belén María Álvarez Mudarra.
Los Álvarez fueron todos
intelectuales; el varón, Miguel Ángel, fino poeta, cuentista y escritor, fue el
primer Cronista Oficial de la Ciudad de La Victoria; Margot Álvarez, fina poetisa
y educadora de larga y fecunda trayectoria; María Angelina de Yánez, poetisa y
periodista, recientemente fallecida a la edad de ciento cuatro años y Ana Luisa
(La Nene Aponte), esposa del destacado poeta, escritor, político e intelectual
don Carlos Rafael Aponte, padres del poeta Heriberto Aponte y de nuestro gran
artista Rafael “Cayito” Aponte. La hermana de don Carlos, doña Conchita, era la
madre de nuestro gran poeta Luís Pastori. Como es de imaginar, el hogar
familiar era un Ateneo y me he atrevido a decir que era la Casa de la Cultura
de La Victoria cuando en la ciudad la cultura no tenía casa pero la ciudad tenía cultura.
La
familia materna de doña Mireya de Guevara era Álvarez Mudarra-Muguerza porque
su abuelo fue el insigne maestro Jesús María Álvarez Delgado, fundador de
colegios, quien estaba casado con doña Belén Eudocia Mudarra Rodríguez, nacida
el 21 de agosto de 1868. Ella era hija de
Manuel María Mudarra Mudarra quien nació en La Victoria el 14 de septiembre de
1833 y de doña Eudocia Rodríguez de León. Este bisabuelo de doña Mireya de
Guevara era hijo de Simona Muguerza Díaz, hija del GENERAL PEDRO JOSÉ MUGUERZA
(el mayor de los Macabeos) nacido en La Victoria el 29 de junio de 1790 y de
doña Faustina Díaz. Como todos sabemos, los hermanos Muguerza (Los
Macabeos), fueron todos héroes de la
independencia y pelearon al lado del general Ribas en la Batalla del 12 de
febrero de 1814.
Es
hecho sabido -y así lo relataba nuestro primer cronista- que durante el
gobierno del general Joaquín Crespo, el día 3 de febrero de 1895 centenario del
nacimiento del Mariscal Sucre, en el momento de inaugurar la Estatua de José
Félix Ribas en la Plaza Mayor de La Victoria,
el propio escultor Eloy Palacios tomó por un brazo al bisabuelo de doña Mireya
y le dijo: “Acompaña al presidente porque ese soldado que está con el fusil al
lado del general Ribas, es tu abuelo Pedro José Muguerza y el soldado muerto en
el suelo es tu tío Lázaro”.
Doña
Mireya atesoró recuerdos y vivencias hermosas. No solo escribía sino que le
escribían; es bellísimo el poema que le escribió el gran poeta Sergio Medina
cuando nació. Fue integrante del “Orfeón Santa Cecilia” y allí se enamoró de
uno de los tenores del coro, el barquisimetano Jesús María Guevara Partidas.
Tuvieron 6 hijos hoy todos profesionales exitosos y personas de bien. Por
cierto que el Orfeón la primera vez que cantó en público fue en el matrimonio
de estos dos orfeonistas.
Durante
su infancia y juventud participó en todas las actividades que se realizaban en
la ciudad, relacionadas con la cultura llegando a ser de las actrices
principales del antiguo “Teatro Ribas” alumna de la gran profesora Charito
Peralta, junto con sus amigos Josefina Cano, Luís Pastori, Vestalia Núñez,
Josefina Simoza y todos sus hermanos Briceño Álvarez. Pero sin duda su
principal aporte fue al Orfeón que fundó el Padre Pérez, llegando a ser la más
bella voz del legendario “Orfeón Santa Cecilia”. El día de Santa Cecilia de
1944 (hizo antier 70 años) comenzaron los ensayos bajo la dirección del maestro
Pedro Oropeza Volcán. Se ensayaba en la iglesia y ya para la navidad de ese año
hubo villancicos, aguinaldos y parrandas en las misas de aguinaldo. Pero el
debut del Orfeón fue el Miércoles Santo 4 de abril de 1945 en la iglesia,
cuando al salir la procesión del Nazareno, interpretaron “Llorad Mortales” y el
“Popule Meus” de José Ángel Lamas, cuyo solista fue Francisco “Pancho”
Villasana.
El 26 de mayo de ese mismo
año cantaron en la boda de dos orfeonistas: la bella Mireya Briceño Álvarez quien
casó con J. M. Guevara Partidas. Cantaron el “Ave María” de Vitoria. Fue un
hermoso espectáculo ver a los propios
novios cantando rodeados del Orfeón. Pero el primer Concierto Público se
presentó el 25 de octubre del 45 en el “Teatro Ribas”. Entre los espectadores
estaba el gobernador Aníbal Paradisi, gran cantidad de intelectuales
caraqueños, aragüeños y victorianos, el famoso narrador hípico Eloy Pérez
Alfonso (Mr. Chips), todas las autoridades de la ciudad y numeroso público que
abarrotó el teatro. Desde entonces fueron muchos los conciertos, misas,
aguinaldos, serenatas y parrandas. Se ha mantenido la tradición musical de la
ciudad y medio siglo después se creó la Coral “Cantaragua” fundada y dirigida
por Eduardo Plaza y contó entre sus filas a Mireya Briceño de Guevara ex
integrante del “Orfeón Santa Cecilia”. Ella simbolizó el vínculo que une a la
semilla con la flor.
En
la foto del Orfeón, celosamente guardada por Josefina Simoza de Reyes, aparecen
frente al histórico templo victoriano de izquierda a derecha EN LA PRIMERA
FILA: Manuel Naranjo, Tulio Rodríguez Trilla, un orfeonista no identificado, el
poeta Heriberto Aponte, EL NOVIO JESÚS MARÍA GUEVARA PARTIDAS, Luis Ascanio,
Ansaldo Pastori, el poeta Julio Páez, Luis Carantoña y Alejandro José Muguerza;
EN LA SEGUNDA FILA: Julio Quiñones, Pedro Remigio Oropeza, Francisco Aguilar,
Manuel Rodríguez Barco, Humberto Buznego, Carlos Márquez, Porfirio Barrios, un
orfeonista no identificado, Francisco (Pancho) Villasana “Solista del Popule
Meus”, Fernando Lugo y Luis Romero (Romerito); EN LA TERCERA FILA: Carmen
Castro, una orfeonista no identificada, Petra María Arana, Josefina Simoza,
Zoilita López primera mujer presidenta de nuestro Concejo Municipal, María
Luisa Sandoval, LA NOVIA MIREYA BRICEÑO, Esperanza Figuera, Esperanza Alfonzo,
Josefina Silva Ríos, y EN LA CUARTA FILA: Josefina Rangel, Amanda Mengelles,
Josefina Pérez, Esther Bejarano de Mena, el maestro Pedro Oropeza Volcán (Subdirector),
el Padre Ángel Pérez Cisneros (Director), Carmen Isabel Bonnet, Yolanda Soto Áñez,
Lourdes Pérez y Josefina Barrios.
Con Luis Pastori y Germán Fleitas Freites |
ASOMADA AL POSTIGO DEL RECUERDO
Asomada
al postigo del recuerdo en esta Calle Candelaria intacta en mi memoria; recorro
paso a paso lentamente mi infancia, adolescencia hasta llegar a realizarme
mujer.
Qué
lindo todo aquello; la calle en línea recta de casas hasta el reloj de la
Iglesia; este a veces apresurado o estático con sus campanas de fuerte tañido,
nos mareaba el tiempo transcurrido; entonces no importaba; todo era ilusión
alegría; hasta la felicidad se conocía. Los vecinos, personajes pintorescos,
formaban una recia muralla con su aporte de algo grande y bueno; eran parte de
la familia, hasta de la censura de nuestro comportamiento.
Los
aleros de las casas con sus largas pestañas nos protegían del llanto de la
lluvia o de la picardía del sol, las guayabitas reiganas altas arrogantes eran
centinelas permanentes en los patios; crespatadas sus frutas por el chirulí o
el cristofué dándose banquete.
Calanche
con la amenaza de su crecimiento al desbordarse formaba un bazar multicolor con
las pobres pertenencias. La casa de los Sanz siempre abierta con su majestuosa
pianola servía de escenario de los últimos ritmos de la danza y el canto.
Domitila Arias cuya pensión familiar donde los jóvenes forasteros se alojaban
daban pié para que ella formara sus conceptos ya favorables o desfavorables
según su criterio.
El
viejo Faverola con su zapatería de la esquina martillando todo el día las
entrañas de sus famosas sandalias.
En
la otra esquina Juan Aponte con su pulpería donde posiblemente se alojaban
Ratón Pérez y la Cucarachita Martínez. Al pagar la suma de un bolívar, reclamábamos
la ñapa que consistía en un bono que se juntaba y era cambiable. Franquin el
farmaceuta con su escuálida botica donde lo único abundante era la pasta de
goma y las pastillas de azúcar. La clínica dental del Dr. Camacho donde los
pacientes se impacientaban esperando el turno doloroso. Las Udis: Cira Angélica,
Josefina, Carmen Belén y María, con sus
voces e instrumentos, hacían cambiar la pesadez del mediodía y los bostezos por
fluidas melodías.
La Casa Amarilla, testimonio histórico (desgarrada por manos
inconscientes) fue sede del Colegio Cecilio Acosta donde María Luisa de Antonini,
Margot Alvarez, Conchita Casanova, Loly Murzi, Marcia e Imeria Weistruk y Rosita
Fernández, aportaban sus grandes conocimientos para nuestra formación. El
viento se ha ido llevando la calle con sus esquinas que fueron puntos
cardinales donde se dieron citas encuentros y despedidas. Los techos de tejas
instrumentos del ritual de goteras invernales, Los zaguanes, cómplices de
amores y caricias, las ventanas a veces indiscretas o coquetas, van quedando en
un precioso recuerdo, en un eco, en un mudo silencio. Todo esto está detenido
en mí. Sigo atisbando detrás de la celosía; ese ayer que hoy por hoy es parte
de mi vida.(Mireya Briceño de Guevara).
Gracias German. Lo compartire y gardare entre mis tesoros.
ResponderEliminarMaritza Yanez Alvarez
Muy bonita redaccion. Soy nieta de Zobeida Alvarez hija tambien del Cojo Briceño.
EliminarGracias, Germán por publicarlo y a Maritza Yanez por compartirlo. Otro bello recuerdo de nuestra Mireya y de toda esa querida familia.
ResponderEliminarGracias, Germán por publicarlo y a Maritza Yanez por compartirlo. Otro bello recuerdo de nuestra Mireya y de toda esa querida familia.
ResponderEliminarSe me adelantaron, compadre, si, te quiero agradecer y felicitar por esta cronica tan hermosa que marca el paso victoriano de mucha gente querida.
ResponderEliminar¿Cómo se llamaba la madre del poeta Rafael Briceño Ortega?
ResponderEliminarGracias German y a mi hermana Maritza, por compartirlo , orgullosos de ser Victorianos , y mantenernos unidos en familia Dios los bendiga !!!
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