20 dic 2014

LA CASA DE LA CULTURA DE ZUATA


(a la memoria del “León Rojo de Petaquire”)
El municipio era más grande que ahora,  porque iba desde los linderos con San Matheo hasta Las Cocuizas en el Tuy Arriba y desde El Pao de Zárate y los Valles de Tucutunemo hasta los linderos con la Colonia Tovar. En  ese tiempo mi pueblo querido de El Consejo formaba parte de Ribas;  le había sido negada la autonomía que merecía por mil títulos y que después logró gracias a la lucha de todo el pueblo. Iba de punta a punta y me bajaba en todas partes a conocer la gente bella e interesante que puebla nuestra región. Uno de mis destinos preferidos era Zuata; llegaba, me tomaba un café en la panadería y me iba a la plaza a conversar con mi hermano Ángel Custodio Morales o con los Trujillo o con Cornelio Urbina o a visitar a  las Torrealba  y mucha gente más. 

Me llamaba la atención un personaje que siempre estaba sentado solo, observando y como meditando y que parecía salido de una novela romántica, Lo miraba de lejos y me daba cuenta de que él también me observaba, hasta que un día me bajé directo a la plaza y cuando pasaba frente al banco donde estaba sentado, me dijo: “Siéntate Alcalde, no tengas miedo que yo también te quiero conocer”.  Me senté y estuvimos hablando más de tres horas. Confieso que en muchos años no había estado frente a una persona tan inteligente, clara, honesta, bondadosa, amante de la belleza,  poeta,   hombre culto, gran lector, buena copa, revolucionario, viejo guerrillero, actividades de las que se había marginado por padecer una grave enfermedad. y observador acucioso de la vida  del pueblo y de sus gentes. Cuando le pregunté cómo se llamaba, me respondió en voz alta: “Soy “El León Rojo de Petaquire”; comunista, guerrillero, buen lector, cristiano en el buen sentido de la palabra  y amigo de mis amigos; pero  no estoy pacificado sino enfermo”.   

Cuando le pregunté nuevamente por su verdadero nombre, me respondió con carácter: “Ya se lo dije; soy “El León Rojo de Petaquire”.  Desde entonces lo llamé así y nunca más le pregunté,  porque entendí que era así como se quería llamar y como quería que lo llamaran.  Nos hicimos amigos hasta el final de su vida; nos prestábamos libros, hablábamos de poesía, de filosofía, de política, me señalaba con precisión todos los errores que estaba cometiendo como alcalde, me contó su vida y me atrapó porque era una persona  tan llena de vivencias y sorpresas que era difícil desprenderse de él. 

Un día, me hizo una confesión: “Mira alcalde, me queda poco tiempo de vida porque padezco una enfermedad terminal, ya no puedo trabajar ni empuñar un fusil y no estoy preparado para claudicar como ustedes, quienes agarran una pluma para escribir pendejadas en lugar de esgrimir una espada. No tengo dinero  pero tengo una casa en esa calle que está hacia arriba; el problema es que si vendo la casa, tengo dinero pero no tengo donde vivir y si no la vendo, tengo casa pero me muero de hambre”.  Entonces yo le confesé,  que desde antes de ser alcalde, tenía el propósito de dejar en cada pueblo una “Casa de la Cultura”  y convertir  en espacios culturales la mayor parte de los inmuebles que pudiera y que creía que su casa, por su ubicación y por su propietario, era  el sitio ideal para que fuera la de Zuata.  

 Me pidió que le detallara mi proyecto y le dije que me proponía  comprar el Teatro Ribas para declararlo “Teatro Municipal”, Comprar el Nuevo Circo y la Gallera de Gonzalo Gómez para que fueran un anfiteatro y un museo, comprar   la Casa del doctor Camacho para ampliar la Casa de la Cultura de La Victoria, comprar  la Casa de Adalina Colmenares para convertirla en Museo de la Cultura y el Periodismo Victoriano (donde hoy funciona la Casa del Abuelo), comprar  la Casa de la Cultura de El Consejo, comprar la Casa de la Cultura de Mamón-Mijao, convertir el Antiguo Mercado Público  en Ateneo de La Victoria, restaurar el Cuartelito (hoy Casa de la Mujer), para ser convertido en Museo Histórico de la Batalla del 12 de febrero, restaurar el Palacio de Campoelías para sede del Museo Histórico de la Ciudad, convertir el Edificio del Concejo Municipal en Biblioteca Municipal y por supuesto, comprar la Casa de la Cultura de Zuata. La cultura no se podría quejar porque en esos tres años construiríamos el Liceo “Rudecindo Canelón”  en El Cementerio, el Liceo “Francisco Javier Ustáriz”  en El Barrio de Jesús, el Liceo “Vicente Emilio Sojo” en La Mora, reconstruiríamos la Capilla de El Calvario para que fuera  sede de la Parroquia Eclesiástica de El Calvario, crearíamos  el Núcleo Inter  Universitario “José Félix Ribas”  para traer los estudios universitarios al municipio y muchos proyectos más pero todo eso quedaría incompleto si no dejáramos la “Casa de la Cultura de Zuata”. 

Entonces le propuse el siguiente negocio: “Tu me vendes la casa, yo te entrego tu dinero completo y te quedas viviendo en ella el resto de tu vida; lo que llaman “un usufructo”  y puedes alquilar habitaciones y hacer lo que tú  quieras sin limitaciones y solamente después que tú “te des de baja”, como dicen los guerrilleros, el pueblo de Zuata tomará la casa”. Le pareció  maravilloso y me dijo:”Estoy feliz de que mi casa sea la Casa de la Cultura porque creo que trabajar por la  cultura es el primer paso para hacer una revolución. No hay problema -me tranquilizó-  ya tienes la casa.  No hablemos más del asunto; la casa es del Municipio y me debes seiscientos mil bolívares; yo te aviso cuando firmamos los documentos”.  Efectivamente, no hablamos más del asunto y nos seguimos viendo como siempre, hasta que llegó un día triste en que me mandó un papelito avisándome que había llegado la hora; que mandara a hacer los papeles. Le pedí a la doctora Elena Bolívar quien ejercía el cargo de Síndico Procurador Municipal, que se encargara de todo y así lo hizo. Preparó el documento y me dijo que era necesario que nos trasladáramos al Hospital “José María Benítez”  donde estaba hospitalizado “El León Rojo de Petaquire”. 

Cuando estuvo listo el documento, la doctora Bolívar me lo leyó y solo en ese momento supe cómo se llamaba para el resto del mundo “El León Rojo de Petaquire”; su nombre de pila era Luís Guillermo Marichales Pérez y el documento mediante el cual le vendía su casa al municipio para que fuera la Casa de la Cultura de Zuata, especificaba medidas, linderos y todo lo demás que llevan este tipo de documentos. Decía así: 

“Yo, LUÍS GUILLERMO MARICHALES PÉREZ, venezolano, mayor de edad, comerciante, Divorciado de este domicilio,  titular de la cédula de identidad N° V-604.541.,  por medio del pres ente documento declaro que doy en venta pura y simple, perfecta e irrevocable a el Municipio “José Félix Ribas” del Estado Aragua representado en este acto por su Alcalde Dr. GERMÁN FLEITAS      NUÑEZ, quien es  venezolano mayor de edad, abogado, titular de la cédula de identidad N° 1..786.258., unas  Bienhechurías consistentes en una casa; situada en la población de Zuata en la calle José Victorio Román, jurisdicción del municipio “José Félix Ribas”  del Estado Aragua, la cual se encuentra  levantada en una parcela de terreno de propiedad Municipal, la cual forma parte de los terrenos que donó, cedió y traspasó el señor JUAN JACINTO RIVAS a la Parroquia de Zuata según documento debidamente Registrado  en  la Oficina Subalterna de Registro del Distrito Ricaurte en fecha 30 de Enero de 1.864, folios 6 y 7, protocolo l, midiendo  dicha parcela de terreno aproximadamente CUATROCIENTOS METROS (400 Mts) y encontrándose comprendida dentro de las siguientes medidas y  linderos: NORTE: en aproximadamente cincuenta metros (50 Mts) con casa y terreno de la Sociedad del Santo Sepulcro; SUR: es igual medida de cincuenta metros (50 Mts) con casa y terreno que es o fue de la Familia Montezuma; ESTE: que es su frente en nueve metros (9 Mts) con la calle llamada José Victorio Román y OESTE: que es el fondo, en aproximadamente  siete metros (7 Mts) con camino vecinal del lugar.   

El precio de esta venta es la cantidad de SEISCIENTOS CINCUENTA MIL BOLÍVARES (650.000,oo Bs.) los cuales declaro recibir en este acto de manos del DR. GERMÁN FLEITAS NÚÑEZ, representante del Municipio “José Félix Ribas”  a mi entera y cabal satisfacción.  La casa que por este acto vendo me pertenece por compra que de ella hice según consta de documento debidamente identificado por ante la Notaría Pública de La Victoria, Estado Aragua, en fecha 22 de febrero de 1988, anotado bajo el N° 100, Tomo m9 de los libros de autenticaciones, y el cual será protocolizado con anterioridad al presente documento. Con el otorgamiento del presente documento hago al Municipio “José Félix Ribas” la tradición legal, entrega y posesión de la referida casa libre de todo gravamen, censo y servidumbre, y no adeudando nada por concepto de Impuestos Nacionales o Municipales, me comprometo al saneamiento de ley. Y yo, GERMÁN FLEITAS NÚÑES, anteriormente identificado declaro: En nombre de mi representado Municipio “José Félix Ribas” del estado  Aragua, acepto la venta que se le hace, en los términos expuestos. La Victoria, a la fecha de su presentación. (Firmado) LUIS GUILLERMO MARICHALES PÉREZ (Firmado) GERMÁN FLEITAS Núñez”. Este documento se firmó a las 11 y 30 de la mañana del 17 de septiembre de 1992, en presencia de los testigos Xiomara Ascanio M. y Neida Rubio; y le dio fe pública la Doctora Luisa Elena Oviedo, Notaria Pública de La Victoria.

Tiempo después, decidí  poner la casa en manos del pueblo de Zuata y a tal efecto, aproveché una solemne misa que se celebraba en honor a la Virgen del Rosario, el 20 de octubre del año 1992 y desde el altar de la iglesia, con el permiso del cura párroco, le anuncié  al pueblo reunido en la misa, que ya tenían su “Casa de la Cultura”, al igual que La Victoria y El Consejo y que como yo quería hacerle entrega en ese momento al pueblo de Zuata reunido en su iglesia, depositaría las llaves en la “manos alfareras” de mi vieja amiga Petra Torrealba. Inmediatamente le hice entrega de las llaves, acto que contó con el beneplácito y el aplauso general y con la bendición del cura.

A los dos meses le hice entrega de la Alcaldía al nuevo Alcalde y mis idas a Zuata se redujeron a visitas que de vez en cuando le hago a mi querido amigo Ángel Custodio Morales quien me honra con su amistad desde hace más de sesenta años,  cuando compartíamos pupitres en el Liceo “José Félix Ribas” de La Victoria y bancos en la Plaza Ribas. Acabo de releer mi discurso de Juramentación como Alcalde, el cual está publicado en varios libros y en él leo: “…comprar una sede apropiada para la Casa de la Cultura de Zuata…”
 
Como se ve, dejarle a Zuata su “Casa de la Cultura” no sólo fue uno de los propósitos enunciados en mi plan de gobierno municipal, sino que es hoy en día, uno de los logros de los que me siento más orgulloso.


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