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En
muchos escritos, crónicas, discursos y en libros, he creído aclarar esta errada
información, pero todavía existen quienes prefieren repetir lo que algún día
dijeron los amigos de Boves y enemigos de Ribas, que lo afirmado por el propio
Vencedor de los Tiranos en La Victoria.
Los
llaneros al referirse a estos dos jefes cantaban:
ENTRE BOVES Y
MORALES
LA DIFERENCIA NO
ES MÁS
QUE EL UNO ES
TOMÁS JOSÉ
Y EL OTRO ES JOSÉ
TOMÁS
Eran
iguales en ferocidad, en crueldad, en valentía y en agresividad. Boves y
Morales se parecían como dos gotas…de sangre. Del grupo de implacables asesinos
que acompañaba a Boves en la antipatria, Morales destacaba por su bravura. Y
eso era mucho decir porque los otros eran Rosete, Yáñez, Zuazola y Antoñanzas.
Viene a cuento porque de tiempo en tiempo se plantea la discusión acerca de si
Boves vino o no vino a la batalla del 12 de febrero en La Victoria.
Desde
los mismos días que siguieron a la gran batalla del 12 de febrero de 1814
aparecieron partes oficiales, decretos,
proclamas y notas de prensa que celebraron el triunfo de la libertad
sobre la barbarie y el magnífico desempeño de jóvenes estudiantes inexpertos
contra aquellos a quienes El Libertador llamó “feroces bandidos acaudillados
por el más perverso de los tiranos”.
Pero después, especialmente a la caída de la Segunda República, surgió una serie de historiadores que no
sabemos si por restarle méritos a Ribas
o por exonerar a Boves de la espantosa derrota, dijeron que el asturiano no
había venido a La Victoria porque se había quedado en Villa de Cura
curándose una herida, como si el feroz
caudillo hubiera sido un “reposero” capaz de sacarle el cuerpo a la que sabía
que iba a ser una de sus más importantes batallas, achicopalado por una
cortadita.
De aquellos historiadores se
copiaron algunos y de estos, todos los demás,
repitieron el error y lo multiplicaron hasta nuestros días. Por supuesto
que estos historiadores no conocieron a los contendientes y tuvieron que
seguirse por lo que contaban otros. Tampoco conocieron los documentos oficiales
escritos por los conocedores de la verdad. El más importante de estos
historiadores fue sin dudas el gran Juan Vicente González nacido en 1810, que tenía tres años el día de la batalla y no
llegaba a cinco cuando ya habían muerto
Ribas y Boves. En su obra fundamental
que es la “Biografía de José Félix Ribas”
dice que “Acometida el día 12 por 7.000 hombres, a las órdenes de
Morales, la plaza de la Victoria, que
apenas defendían 2.000 jóvenes, sufrió un ataque que hará época en los anales
del furor”, (que por cierto, no conocía los datos con exactitud nuestro eximio
escritor porque no eran 7000 los soldados de Boves ni 2000 los
estudiantes). Pero en la misma obra, 15
páginas antes, cuando hace la Cronología del Año 14, en el 12 de febrero dice:
“…terrible acción de la Victoria entre Ribas y Boves”.
Lo dicho por este
gigante de nuestro siglo XIX fue seguido al pie de la letra por don Feliciano
Montenegro y Colón quien tenía 33 años cuando se produjo la batalla y era un
destacado oficial del ejército español. Murió a sus 72 años en 1853, cuando
Juan Vicente González tenía 43, lo que nos hace pensar que fuera él quien
influyó a González. Lo que ellos dicen lo repiten don Vicente Lecuna, don Tomás
Pérez Tenreiro y el general Bencomo Barrios, todos ellos distinguidos
historiadores del siglo pasado. Por su parte el Presbítero y Coronel José Félix
Blanco pariente y un año mayor que Bolívar y amigo de muchos de los
combatientes Defensores de La Victoria afirma: “Boves personalmente sorprendió
a La Victoria el amanecer del doce”.
Igualmente lo dice don José de Austria en su “Historia Militar de
Venezuela". Tambien lo dice el
doctor Arturo Uslar Pietri en sus “Lanzas Coloradas" y don Eduardo Blanco en su “Venezuela
Heroica” (ambos del siglo XX). Don Eduardo relata el encuentro de “El Jaguar de
las Pampas” con el “León de las Sierras”: “Son dos gigantes que rivalizan en
pujanza y que por primera vez van a encontrarse (…) Reorganizado en la Villa de
Cura, Boves marcha de nuevo sobre Ribas y el 12 de febrero a las siete de la
mañana se arroja sobre La Victoria con su acostumbrada impetuosidad.”
Los
informes oficiales son muy claros: el Mayor General Tomás Montilla (de los
Montilla del Pao de Zárate, hermano del tambien general Mariano Montilla quien
peleó muy duro en la batalla), en
Boletín firmado en Valencia al día siguiente dice: “El día 12 atacó Boves con
todas sus fuerzas a La Victoria”. Tomás
además de hermano de Mariano, era el Secretario del Libertador. El Libertador
tambien afirma en varias comunicaciones que “Boves fue el gran derrotado de ese
día”. Está claro que la importancia de
que estuviera presente o no Boves, era a estas alturas de la guerra muy
relativa porque unas tropas veteranas, superiores en número y experiencia,
dependían menos del jefe tal como se demostró en Urica: las tropas de Boves
acabaron con el ejército patriota pese a que al tirano lo habían matado al
comenzar la batalla. Pero de que estuvo en La Victoria, estuvo.
Creemos en las palabras escritas por Bolívar,
por Muñoz Tébar, por Tomás Montilla, por Mariano Montilla y especialmente en la
de José Félix Ribas, quien no tenía por qué escribir tamaña mentira en un parte
oficial. Basta con leerse completo el
Parte Oficial escrito por el propio general Ribas en el mismo sitio de la
batalla en la madrugada del día 13. Dice el héroe: “BOVES EN PERSONA MANDABA LA ACCIÓN A QUIEN SE LE HAN COGIDO TODOS
SUS LIBROS DE ÓRDENES".
Pero de
lo que no hay dudas es de que Morales también estaba acompañando a su jefe.
Hace algunos años, un querido poeta guariqueño me contó que en Calabozo -tierra
de sus mayores- corría la fama de que junto con Morales andaban tres hermanos
suyos que le ganaban en crueldad y en maldad. Que había escuchado la copla en
labios de sus antepasados pero que en ella había un error porque el general
Morales no se llamaba Tomás José sino Francisco Tomás, quien delante de sus
hermanos era “un niño de pecho”. Luego me recitó una copla que retrata muy bien
al personaje. Decía:
DE LOS
HIJOS DE MORALES
EL
MEJOR ERA TOMÁS
Y A ES
SE LO LLEVÓ EL DIABLO
¿CÓMO
SERÍAN LOS DEMÁS?
Como
bien lo dijo el animador de la elección, “se cumplen hoy dos siglos de la
muerte de Boves y no podemos celebrar ni alegrarnos por una muerte, pero ese
día murió el terror de la República”. Es cierto, pero debemos reconocer que a
doscientos años de su muerte en batalla, el terrible Boves tiene aun quienes
con o sin intención, pretenden exonerarlo de su espantosa derrota en La
Victoria.
De nuestra “Entrevista Imaginaria” publicada el
12 de febrero en “El Clarín”, destacamos esta pregtunta y su respuesta:
-Comandante:
¿Estuvo Usted ayer en La Victoria?
“Claro
que estuve; vengo de allá. Salimos con las tablas en la cabeza. Si no llega el
refuerzo del traidor Campoelías, ahí mismo hubiera caído esa república de
gallinas; puro cacareo. Había unos cuantos gallos pero pocos. Ribas se metió a
la iglesia a rezarle a una virgen y ustedes quedaron condenados a estarle
rezando todos los años”.
Pero
algunos historiadores dijeron…
“Yo
sé, eso lo escribieron o amigos míos, para exonerarme de la derrota; o enemigos
de Ribas, para escatimarle el triunfo. Lo quieren bajar de la estatua. Y no sé
cuál es la importancia que le dan a mi presencia frente a un ejército veterano
que pelea solo; fíjese que mi mayor triunfo, el definitivo, el que acabó con
esa república huidiza y fugitiva, lo obtuve yo en Urica y Usted bien sabe lo
que pasó al comenzar esa batalla. Eso lo dijo un historiador que había sido
coronel del Rey y los demás lo que hicieron fue copiarse de él. El negar lo que
Ribas escribió de su puño y letra, nos embroma a los dos, porque yo quedo como
un “reposero” que por curarse una cortadita no asiste a su más importante
batalla, pero él queda como un embustero. Ninguno de esos historiadores estuvo
allí; muchos no habían nacido o estaban muy muchachitos pero…pregúntele a
Ribas”.
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