26 mar 2014

BICENTENARIO DEL AÑO TERRIBLE
Germán Fleitas Núñez cronista de La Victoria

Se produjeron simultáneamente una Guerra de Independencia y una Revolución. La guerra tuvo éxito pero la revolución no. Y ello sencillamente porque la gran mayoría de los próceres de la independencia no eran revolucionarios. Todos lucharon con verdadera valentía por independizarnos de la corona española pero no fueron capaces de dar la libertad a sus esclavos.  La gran mayoría conservó sus esclavitudes, eran “dueños” de otros hombres, los seguían comprando y vendiendo en 1854 cuando ya habían pasado 40 años después del 19 de abril y 33 años después de la Batalla de Carabobo. En nada disminuye sus heroísmos y sus méritos como héroes de la independencia, pero como “revolucionarios” estaban fracasados. Eso explica el por qué en el año 1812 las grandes peonadas y esclavitudes en lugar de seguir al patriota Miranda, siguieron al realista  Monteverde y por qué en el 1814 en vez de seguir al patriota Bolívar, siguieron al realista  Boves. Muy poco debieron saber de reyes, de monarquías, de ideales republicanos y de todas esas palabras bonitas que decían sus amos, pero si de libertad se trataba, la única libertad que les interesaba debían ser las suyas propias. La revolución popular era contra “los libertadores”. Los jefes y algunos soldados serían españoles pero quien acabó con esas dos repúblicas fue el pueblo venezolano mismo. Un esclavo cualquiera que tenía tres siglos de esclavitud bajo el látigo del amo, contra quién solamente lo defendían unas leyes que dictaba un rey lejano y todopoderoso a quien nunca iba a conocer, pero que al menos en el papel lo protegía con leyes que por supuesto no se aplicaban porque el encargado de aplicarlas era el propio amo, oía ahora un llamado a luchar contra ese monarca, para que el nuevo todopoderoso fuera el amo que lo tenía esclavizado. “Que no me vengan a hablar de libertad porque la única libertad que me interesa es la mía”. Es fácil entender por qué el pueblo no apoyó en un principio la independencia y quiso repetir los cuentos que escuchaba de lo que había sucedido en Haití donde los negros le cortaron la cabeza a los blancos e hicieron su revolución. En Venezuela nunca hemos tenido una verdadera revolución porque aun cuando le hemos puesto ese pomposo nombre a cuanto movimiento hemos iniciado, todos se han frustrado por culpa de los propios revolucionarios. Hablamos de la Revolución de Independencia, de la Revolución Federal, de la Revolución Andina, de la Revolución de Octubre, pero ninguna fue tal. Y lo peor es que quienes las han frustrado no son los enemigos sino los amigos. A la Revolución de Independencia no la pudieron derrotar los mantuanos, no tenían fuerza; lo hicieron los propios jefes independentistas, los generales y los doctores que se cogieron las tierras que eran de los mantuanos, lo que Bolívar llamaba graciosamente “las adquisiciones de sus lanzas” y fueron incapaces de liberar a los esclavos. La Revolución Federal no la desvirtuaron los godos; no tenían fuerza; lo hicieron los generales y los doctores que se cogieron las tierras de los godos y convirtieron una revolución en la adoración perpetua al general Guzmán Blanco. La Revolución Andina no merece comentarios porque todos vivimos en terrenos que fueron potreros del general Gómez y de sus adulantes. De la revolución de octubre ni hablar porque todos sabemos cómo se frustró. De ahí la ferocidad con la que la rebelión popular del año 1814 hiciera que a ese tiempo se lo llamara “El Año Terrible”. Y fue precisamente en ese año y dentro del marco histórico de esa lucha popular, cuando se produce la segunda Batalla de La Victoria el 12 de febrero, de la cual se cumplirán 200 años. Fue necesario que Bolívar le cambiara la flecha a la guerra y comenzara a ofrecer libertad para los esclavos que empuñaran las armas y apoyaran la independencia.
Estamos a dos siglos de ese año; está comenzando el bicentenario de nuestra gran batalla. Pero también es el bicentenario de la elevación de La Victoria al rango de ciudad, hecha por el Libertador, no en premio por el triunfo de Ribas ya que su decisión la tomó en enero y la batalla fue en febrero, solo que debía ser ratificada por el Cabildo de Caracas y esto se hizo en mayo y allí sí se alude al triunfo. Pero también es el bicentenario de las dos grandes batallas de San Matheo; la del 28 del mismo febrero y la del 25 de marzo cuando se inmoló Ricaurte. Es también el bicentenario del primer encuentro entre Bolívar y Mariño en La Victoria, ciudad donde unieron sus países y sus ejércitos, para seguir juntos hasta el campo inmortal de Carabobo siete años después. Igualmente es el bicentenario del feliz día en que el Libertador conoció a quien sería como su hijo: “Si Dios le hubiera concedido a los hombres el privilegio de escoger su familia, yo habría escogido como mi hijo al general Sucre”. Es también el bicentenario de las espantosas batallas de La Puerta y de la huída de veinte mil caraqueños hacia el Oriente. Y de la muerte de los tres hermanos Muguerza, victorianos. Y de la Batalla de Urica durante la cual murieron la Segunda República y su peor verdugo. La suerte fue pareja; los realistas arrasaron con los restos del ejército patriota y en la refriega mataron a José Tomás Boves. Y es el bicentenario del peregrinar de nuestro héroe José Félix Ribas, quien de Maturín huye hacia los llanos buscando el auxilio de los suyos y va a caer en manos de los enemigos quienes lo sacrifican en Tucupido a finales de enero. Ninguno de los dos contendientes de La Victoria llegó al primer aniversario de la batalla; a Boves lo mataron el 5 de diciembre del mismo año 14 y a Ribas, en enero del 15.
Ahora bien, ¿cómo debemos conmemorar (o celebrar) estos bicentenarios?  Creemos que dando a conocer lo que pasó y acercarnos al conocimiento de “por qué” pasó. Por supuesto que los festejos populares que le permiten al pueblo divertirse son necesarios, pero eso solamente no. 
Durante todo el año deberemos colaborar con nuestros educadores llevando a los institutos educacionales charlas, foros, conferencias, talleres sobre la significación del bicentenario de la batalla y del año terrible. Deberemos auspiciar el rescate de sitios históricos, concursos a distintos niveles, la publicación de libros, la realización de un gran Congreso de Historia de carácter nacional y la reactivación del programa “Conoce tu ciudad”.
Los estudiantes de los años superiores deben ser instruidos sobre los temas principales, por ejemplo: “Historia de la ciudad”,  “Relación de Bolívar con La Victoria”, “Historia de la Batalla”, “Biografía de Ribas”, “Relación Bolívar Ribas”, “Papel de la Juventud de 1814 y de la de 2014” y asistir por parejas (uno expone y otro con la documentación en la mano sirve de apoyo) a las aulas de clase, comedores de las industrias, salas de casas de familia en los barrios, plazas, iglesias y otros sitios idóneos y generar conversaciones, debates y conversatorios sobre tan importantes temas.
Ya hemos visto pasar muchos bicentenarios por debajo de la mesa, desaprovechando la oportunidad de instruir mejor a nuestros paisanos, ordenar nuestras efemérides, nuestros símbolos y corregir una cantidad de disparates que se nos han colado como ese de creer que “el 19 de abril se declaró la independencia y el 5 de julio se firmó el acta”. Del 2005 al 2015 entre muchos otros, hemos señalado los siguientes: El 25 de julio de 2005 cumpló dos siglos la Santa Iglesia Matriz (Catedral de La Victoria); El 27 de abril de 2006 se cumplieron 200 años de la invasión de Miranda por Ocumare de la Costa (Aragua) y de la primera vez que el tricolor mirandino ondeó en territorio venezolano. En el mismo 2011, el 14 de febrero, el bicentenario del nacimiento de José Félix Valentín de la Concepción Ribas y Palacios hijo único del Vencedor de los Tiranos en La Victoria, primo hermano del Libertador y el oficial más joven del mundo a sus dos años de edad. Después en 2010, 2011 y 2012, el bicentenario de las luchas de la Primera República y su pérdida tras el  triunfo de Miranda en La Victoria. Es triste que el soldado venezolano que participó en las tres grandes guerras de su tiempo (la Revolución Francesa, la Independencia de los Estados Unidos y la independencia Suramericana), haya pisado por última vez un campo de batalla aquí en nuestra ciudad el 20 y el 29 de junio de 1812 y que después de su esplendoroso triunfo en la batalla “más sangrienta” de su época, se haya rendido y lo peor, que nadie lo haya recordado. Pasó sin penas y sin glorias el bicentenario de la primera batalla de La Victoria. El año pasado fue el bicentenario de la Campaña Admirable y el nacimiento de la Segunda República aquí en La Victoria, exactamente entre la casa de la capitulación de Fierro (Casa de la Mascota) y la casa de don Francisco Sosa (hoy Cara de Mariño). Hemos propuesto que la casa de “La Mascota” sea adquirida por el estado y declarada Monumento Histórico Nacional puesto que ya lo es Municipal. En 2013 fue el bicentenario de los Fusilados de El Consejo y de La Victoria y el centenario de la inauguración del Teatro Ribas. Ahora en este 2014 es el bicentenario de la gran Batalla de La Victoria (Ribas contra Boves) y en enero de 2015 el bicentenario de la muerte de Ribas en Tucupido.
Tenemos mucho que conmemorar con tristeza y mucho que celebrar con alegría. Nos gusta el festejo, la celebración, el bonche y la rumba caliente, pero eso no es lo único que merece ni lo único que necesita nuestro pueblo y especialmente nuestra juventud. La programación de este año debe corregir las de los años anteriores (2012 y 2013) en las que aparte de las actividades obligatorias (Traslado de “La Virgen Vencedora”, “Funeral de Ribas” y  “Te Deum” del 12), no hubo ninguna otra de carácter histórico.









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