31 mar 2014

LA BATALLA DE EL CONSEJO


La importancia de una acción de guerra no puede medirse por la cantidad de combatientes, ni por el tiempo que duró el combate, y menos aún por el número de muertos, sino por sus consecuencias; por los beneficios que aportó al éxito de la causa a la cual servía. Ese es el caso del combate que hoy
conmemoramos.

Duraba ya diez años esa espantosa guerra sin cuartel que fue necesario librar, para que Venezuela fuera una Patria libre e independiente,  y El Libertador prepara sus ejércitos para la batalla final. Al comenzar el año de 1821, el país debería estar en completa paz, pero no lo está.

Unos dias antes, el 25 de noviembre de 1820, se ha firmado en Trujillo un armisticio que suspende la guerra por seis meses. Lo fïrman el Brigadier General Ramón Correa, Segundo Jefe del Ejército, en representación de los realistas y Antonio José de Sucre, en representación de los patriotas.

El día siguiente firman un Tratado de Regularización de la Guerra y ambos documentos son convalidados por los Generales en Jefe Pablo Morillo y Simón Bolívar, en la entrevista que sostienen el 27 de noviembre en Santa Ana de Trujillo; es el célebre abrazo de Bolívar y Morillo en Santa Ana. Desagraciadamente, a los veinte días, el 17 de diciembre,  se embarca para España El Pacifïcador Pablo Morillo, jefe realista admirador de Bolívar y lo sustituye el  Mariscal de Campo Miguel de la Torre y Pando, penúltimo representante de la Corona Española en Venezuela. El Último será Francisco Tomás Morales,  compañero de Boves en la Batalla de La Victoria siete años antes.

Pero Bolívar, buen conocedor de los clásicos militares, sabe que la mejor manera de garantizar la paz, es preparándose para la guerra, Consciente como estaba, de que España no concedería voluntariamenrte la independencia, y que era necesario conquistarla por las armas, apenas firma el Armisticio, reune un Consejo de Guerra, para elaborar el Plan de Ataque que se pondrá en marcha, apenas venzan los seis meses de la tregua. El Plan lo elabora principalmente, el General Antonio José de Sucre. Sus puntos esenciales son: concentrar todas las fuerzas posibles para atacar masivamente y dividir al enemigo para debilitarlo.

La Concentración se hará hacia San Carlos de Austria, actual capital del Estado Cójedes, siguiendo las siguientes disposiciones:  El General José Antonio Páez subirá hacia el centro, con todas las tropas llaneras; El General Rafael Urdaneta se vendrá con el ejército de Occidente y El General José Francisco Bermúdez,  avanzará con el ejército de Oriente, con la misión específica de ocupar Caracas, para principios de junio. (No olvidemos que estamos hablando de, un par de meses antes de la Batalla de Carabobo).  Juntamente con esta maniobra de concentración, se planifican dos de distracción, que han pasado a la historia con el extraño nombre de "diversiones." La Diversión de Cruz Carrillo hacia occidente y la Diversión de Bermúdez hacia oriente. Es en esta última, donde se enmarca la acción militar que hoy recordamos.
Las Diversiones son ataques dentro del territorio enemigo, que atraen sus fuerzas, lejos del punto principal. No se busca en ella la posesión del objeto atacado; nisiquiera obtener la victoria, sino distraer al enemigo. Dicen los clásicos que muchas veces es preferible sufrir pequeñas derrotas que estimulen al enemigo a perseguirnos, en lugar de victorias que lo obliguen a huir hacia donde están concentrados sus compañeros.

El Libertador comunica las instrucciones que han de cumplirse en la Diversión de Bermúdez, mediante Oficio dirigido al Vicepresidente de Venezuela, General Carlos Soublette: "No es nuestro ejército superior en número al del enemigo y sería muy aventurado presentarle abiertamente una batalla contra todas sus fuerzas reunidas. (...) Las operaciones del ejército de Oriente tienen como único objeto la ocupación de Caracas, por la espalda del ejército español (...) molestar al enemigo y distraerlo vivamente, sin comprometerse en función de guerra con fuerzas superiores. (...) fatigar e inquietar al enemigo, obligándolo a que destaque sobre esa parte, una fuerte división que deje expuesto al cuerpo principal del ejército español, a ser destruido inmediatamente..." Luego revela la verdadera importancia de la acción, precisamente por lo que estamos hoy celebrándola: Dice: "Si V.E. logra atraer sobre el ejército de Oriente en Caracas o en los Valles de Aragua (...) y entretener por algún tiempo, alguna división respetable del enemigo, la campaña está decidida a nuestro favor, porque el resto del ejército español, no puede resistirnos."

Estaba tan claro El Libertador, en que lo importante de esta diversión no era ganar batallas ni derrotar al enemigo, sino distraerlo, que en un inusual oficio fechado en Barinas el 24 de abril, hace comunicar que: "...exime al General Bermúdez (...) de toda responsabilidad por el buen o mal suceso que tenga en la empresa, con tal que acredite haberla conducido y ejecutado con audacia y valor." Gane o pierda. Aquí se destaca nuevamente que el objetivo, no es derrotar al enemigo, sino distraerlo.

El encargado de ejecutar la diversión es el General José Francisco Bermúdez, oficial oriental de treintinueve años, nativo de San José de Areocuar, compañero de armas del General Santiago Mariño. Ha peleado en las batallas de Bocachica, Arao, Carabobo, La Puerta, el Salado, Urica (donde murió Bóves) y Maturín. Es de los libertadores de Guayana y fue Comandante General de la Provincia de Cumaná.

La Campaña se cumple tal como se ha planificado. El 11 de mayo, el General Páez deja atrás sus sabanas. Sale de Achaguas, atravieza el Apure por Santa Catalina, sube 250 kilómetros hasta Tucupido, cerca de Guanare y allí une su ejército al de Simón Bolívar quien viene de Barinas. Siguen juntos a Guanare, Ospino, Aparición, Araure, San Carlos, Tinaco, Tinaquillo y de allí, a la Sabana de Carabobo cerca de Tocuyito de Valencia. Hasta San Carlos, Páez ha recorrido 460 Kilómetros. Junto con sus tropas tráe de reserva dosmil caballos y cuatro mil reses.

E1 ejército de Rafael Urdaneta sale de Maracaibo, va a Coro, baja hacia Carora y Barquisimeto, y después de recorrer 600 kilómetros, se une al ejército del Libertador en en San Carlos. Llegan sin su bravo General, quien se queda enfermo en Barquisimeto, motivo por el cual no asiste a la Batalla de Carabobo.

Por su parte BERMUDEZ, al frente del glorioso ejército de oriente, sale de Barcelona el 28 de abril. Marcha y combate en algunos de los pueblos del camino. Píritu, Clarines, Cúpira, El Guapo, Tacarigua, Guatire, Guarenas, Petare, y al final, el 14 de mayo, un día antes de lo previsto, llega triunfante y toma la ciudad de Caracas.

Comienza inmediatamente la segunda parte de su misión: la distracción del enemigo. Debe haberse repetido muchas veces, las palabras del Libertador: "Si logra entretener por algún tiempo alguna División respetable del enemigo, la campaña está decidida a nuestro favor." Y es oportuno recordar que cuando El Libertador se refería a   "la campaña"
se estaba refiriendo nada menos que a "la definitiva independencia."

Las Diversiones planificadas eran dos: la de Bérmudez y la de Cruz Carrillo hacia el Occidente. Este Oficial debía entretener hacia la ruta de Barquisimeto. Ambas se cumplieron a la perfección. Cruz Carrillo logró llevarse tras de sí a una buena parte del ejército realista, aunque por el Occidente era menos riesgosa la situación por ser escenario de la mayor concentración patriota. Sinembargo, el 22 de junio dos días antes de Carabobo, tuvieron que salir hacia occidente, cinco compañías realistas, que por supuesto no regresaron a tiempo para la batalla final.

El General Bermúdez, toma Caracas el l4 de mayo. Entre Barcelona y la Capital ha librado varios combates: en Tacarigua, El Guapo, Chuspita y El Rodeo. A contenerlo se dispone el Brigadier General Ramón Correa, pero ante su proximidad decide huir hacia Valencia. Este Don Ramón Correa, el Oficial que había firmado el Armisticio de Trujillo en nombre del Rey, era nada menos que Gobernador y Capitán General; el Jefe Político de Venezuela.  Emprende la huida acompañado del General Don Tomás de Cires, ex Gobernador de Guayana y Cumaná, Don Francisco Yllas, el Comandante Joaquín de Gascue y lo más granado de su oficialidad. El mismo 14, Bermúdez baja a La Guaira y regresa el 15 a organizar la administración y el ejército. El 18 emprende la persecución de Correa, quien huye con 700 soldados. Toma el camino de Antímano, San Pedro, Las Cocuizas, y el 20, lo alcanza en El Consejo. Tras la fatigosa huida, Correa decide descansar con su tropa en El Consejo, pero al verse atacado, decide presentar batalla. La opinión de los historiadores y del alto mando realista es la de que Correa condujo la defensa con temor y poca habilidad.

El ataque se produjo a las dos de la tarde. El pueblo era pequeño; tenía apenas cuarenticuatro años de fundado y el camino pasaba por el norte de la iglesia, cuya puerta de entrada daba el frente hacia arriba y no hacia abajo como ahora. El camino que pasa por debajo de la iglesia y que conduce a las Tejerías no existía; la carretera se hizo 45 años después. Había sido ocupado por 700 hombres que se habían salvado de los combates de Caracas y buscaban afanosamente llegar a Valencia. El ataque fué sorpresivo y no dió tiempo a preparativos. A la hora de haber comenzado el fuego cruzado, la gran mayoría de los ocupantes del pueblo, emprendió una vergonzosa fuga. En la desbandada dejaron los realistas en manos de los patriotas, 58 prisioneros, 4 oficiales, entre ellos el General Tomás de Cires, quien siendo Gobernador, había quemado la Iglesia de la Divina Pastora de Cumaná, incendiado a Cumanacoa y otras Parroquias y el 18 de mayo de 1818, dos años antes, había derrotado a Bermúdez en la batalla del Puerto de la Madera. El desquite no se hizo esperar, porque ahora Don Tomás era Segundo Jefe del Ejército. Los patriotas se apoderaron de 130 fusiles del enemigo, 12 cajas de guerra, 2 pitos, una corneta, un botiquín, los equipajes, caballos y el Pabellón del Regimiento de Hostalrich, el Invicto Regimiento de Su Magestad. Sobre el campo quedaron once muertos del ejército enemigo cuyos nombres ignoramos. No aparecen registrados en los libros de enterramiento de la época. Solamente conocemos los nombres de dos patriotas muertos, ambos heroes de la Batalla de las Queseras del Medio. Juan Mártínez y Juan Torrealba, de los Bravos de Apure, quienes al mando del General Páez realizaron la hazaña del "Vuelvan Caras", rindieron sus vidas en El Consejo, un mes antes de que su antiguo Jefe, se cubriera de laureles en el Campo de Carabobo. Sus nombres deben ser esculpidos en mármol, en una placa a ser colocada en nuestra Santa Iglesia Parroquial, centro espiritual del poblado.

Bermúdez siguió hasta La Victoria donde supo, que Don Ramón Correa había pasado huyendo, acompañado de cuatro oficiales. Durmió esa noche en La Victoria. Al día siguiente Francisco Tomás Morales se topo con Correa y escribe: "...salió ayer del Consejo sin gente alguna, por habérsele dispersado toda su tropa. Me asegura que sus soldados se desbandaron dejando muertos y heridos."

Para contener el avance del oriental, el Mariscal La Torre envía al Segundo Batallón de Valencey con 1000 hombres, los cuales no pudieron regresar a la Batalla de Carabobo. Morales se vió obligado a enviar su caballería al Pao, dejándole el camino abierto a Páez para que entrara.

Bermúdez se enteró el mismo 20 de mayo de la proximidad de Morales y regresó a El Consejo. Poco después se atrincheró en Márquez, entre Las Lajas y Las Cocuizas. El Brigadier Morales con los Batallones Burgos, Segundo del Rey y Valencey, lo atacó el día 24. A pesar de la superioridad del Ejército Real, Bermúdez sostuvo batalla todo el día. Vencedor, se retiró a Antímano y de allí a Guatire y E1 Rodeo, hasta donde fueron perseguidos. El objetivo de la Diversión se había conseguido. De esta jornada en Las Cocuizas, existe un relato de Braulio Fernández,  soldado del contingente de  Bermúdez, que vale la pena contar por su frescura. “A las seis de la tarde -cuenta Fernández- las milicias tocaron silencio; se apareció como a veinte varas distante de nosotros el General Tomás Morales en un caballo rucio palomo, con un pantalón negro del ancho del ala de la coraza y un garrotre en la mano y preguntó: Quien es el Jefe de ese Ejército? El mismo Bermúdez contestó: Francisco Bermúdez. Le dice Morales: Le prometo que a las ocho de la mañana ha de ser cojido por mis cazadores y mis granaderos. Le contestó Bermúdez: Me parece tarde, cójame ahora mismo. Le dice Morales: no, no, mi ejército está muy estropeado. Yo estaba a pie, sirviendo mi caballo de mampuesto le apunté con mi carabina al cuadril y le dije a Torrealba: Le tiro? Me contestó: no, no, ya tocarton silencio. Entonces Morales se quitó el sombrero y nos hizo la venia; aca se hizo lo mismo.”

Después de varias escaramuzas, Bermúdez atacó nuevamente Caracas y el 23 de Junio, víspera de Carabobo, sufrió su más espantosa derrota en El Calvario. Se salvó milagrosamente. En la esclavina que cargaba recibió tres balazos; otro en la vaina del sable, otro en el pantalón y otro en el sombrero. Como dirían los viejos consejeños: “no le tocaba."

Los partes oficiales cuando hacen el balance de la Diversión de Bermúdez apuntan que: impidió a La Torre concentrar su Ejército; permitió la reunión de los patriotas en San Carlos, alejó del Apure a Morales para que Páez pasara sin obstáculos y contuvo en el Valle de Aragua a una fracción importante del ejército español.

Dos fallas le fueron señaladas: 1) No haber establecido comunicaciones con el Cuartel General y 2) Haber comprometido en El Consejo y en Caracas, combates con fuerzas superiores, contraviniendo expresas órdenes del Libertador. De esta última se defendió, alegando que él “nunca había contado a los enemigos.”

Por su parte, todos los Jefes Españoles condenan a Correa,  a quien culpan de la derrota de El Consejo.

El 23 de Junio de 1821, a la misma hora en que Bermúdez está siendo derrotado en El Calvario, El Libertador sitúa todas sus fuerzas en la Sabana de Tinaquillo, les pasa la última revista y le cambia los nombres. El Ejército de Apure será la Primera División, asumirá la vanguardia y tendrá el honor de entrar de primero a la batalla, al mando de su General José Antonio Páez. La Segunda División irá bajo el mando del General Manuel Cedeño y la Tercera División, al mando de Ambrosio Plaza.

Están todos. El Presidente de Colombia Simón Bolívar; el Ministro de Guerra: Pedro Briceño Méndez; el Jefe de Estado Mayor: Santiago Mariño; y los brillantes oficiales Bartolomé Salom, Diego Ibarra, Daniel Florencio O'leary
Pedro Camejo, Cornelio Muñoz, José Laurencio Silva, Juán Guillermo Iribarren, Juán José Flores, Juán José Rondón y un alemán,  con cuyo nombre aprendimos a escribir muchos de los que aquí estamos, porque tuvimos que anotarlo todos los días en nuestro cuaderno. El Primer Jefe del Batallón Vencedores de Boyacá, el Coronel Juán Uslar.

Están todos, menos el General José Francisco Bermúdez.

El Jefe del Escuadrón de Dragones, Julián Mellado, del Guárico, el hombre que decía que “delante de Mellado, la punta de su lanza y la cabeza de su caballo”, le dijo la noche anterior a Rondón: “El que quiera alcanzar mañana la gloria de que en el Parte de la Batalla se haga mención honorífica de su nombre, debe hacerse matar, porque hay mucho valiente reunido. Y además es la última batalla, y el que quede vivo, queda condenado a morir de viejo o de enfermedad; y esas muertes son muy tristes, no quiero morir de ninguna de las dos." Al siguiente día en el campo de batalla, murió cubierto de gloria.

Efectivamente, "había mucho valiente reunido", pero no estaba Bermúdez.

Sin embargo, cuando después de la gloriosa batalla se conceden  los ascensos, en el mismo Despacho se anota: “Se asciende a Coronel,  al Teniente Coronel Diego Ibarra y a General en Jefe, al General de División José Francisco Bermúdez." Lo ascienden al máximo grado, al mismo al que ascendieron a José Antonio Páez,  por haber logrado ambos la independencia; pero a Bermúdez no lo ascienden por la Batalla de Carabobo, en la cual no participó, sino por la de El Consejo.  Por la Batalla de El Consejo.

Ahora llega el momento de preguntarnos: ¿Fué una Batalla? Con tan solo once muertos, ¿fué una batalla? El nombre quien se lo pone es el Mariscal La Torre, el Jefe del Ejército Realista en Carabobo; “Anoche llegé a Valencia y cuando descansaba en la esperanza (...) recibo de madrugada la noticia de que han sido batidos en El Consejo los restos del Castilla y del Valencia, que tenía Correa. Este hombre desatinado (...) aventura sin tiempo ni razón una batalla que aun cuando sus resultado nos hubiesen sido favorables, merecía castigos y la indignación de todo hombre reflexivo.”

De la lectura de todos los oficios que salen del Comando General Realista, se ve claramente que la derrota en El Consejo los desmoralizó y los puso a dudar sobre un triunfo que creían seguro. Llegan al extremo de mentir descaradamente, anunciando que han matado a Bermúdez. El propio Miguel de la Torre, el máximo Jefe, le escribe al Coronel Juan Tello,  el 26 de junio “...Pereira en Caracas destruyó completamente a Bermúdez, que murió...” Nada más falso. Faltan aún diez años para que este héroe de mil batallas, caiga asesinado de un pistoletazo, en Cumaná, el 15 de diciembre de 1831, a manos del joven José Berrizbeitia Mayz.  Sus restos reposan en el Panteón Nacional.

El derrotado es Don Ramón Correa, un buen hombre que servía a su causa y a su Rey. Gobernador y Capitán General de Venezuela, fue gobernador de la Provincia de Maracaibo y de la de Barinas. En 1820 fue nombrado Jefe Superior Político de Venezuela. Formó parte de la Comisión redactora del Armisticio y del Tratado de Regularización de la Guerra firmados en Trujillo. En el momento de brindar dijo: “Prefiero este día a todas las victorias de la tierra.”  En 1821 reasume como Gobernador y Capitán General. Es con este carácter que asiste a El Consejo. Después de su derrota, auxiliado por Morales, entra a Caracas el 26 de mayo y el  11 de junio se va a la Guaira. Al conocer el Triunfo de Bolívar en Carabobo viaja a Puerto Cabello y allí se pierde su huella.

Esta no es la única acción bélica en esta tierra, ni será la última. Doscientos sesenta años antes, en 1562, el Licenciado Alonso Bernaldez, a quien por tener un ojo postizo llamaban “Ojo de Plata”, recién nombrado Gobernador de Venezuela, cuando aún no se había fundado Caracas y la Capital era Coro, organizó una expedición que se aventurara hacia el valle de los Caracas y puso al mando, al capitán andaluz, Luis de Narvaez, Alguacil mayor de la ciudad de El Tocuyo. En junio de 1562 salió Narvaez con setenta españoles, muchos indios, algunos negros, armas y bastimentos de todas clases. Tres relaciones diferentes, existentes en el Archivo de Indias de Sevilla, revelan que la marcha fué tranquila desde el Tocuyo hasta Valencia y al través de los Valle de Aragua; hasta donde hoy estamos reunidos. Dobló a la izquierda siguiendo el curso del Río del Cáncer, luego llamado Rio Tuy, y entraron en un valle de anchura variable (entre El Mamón y Quebrada Seca) que tambien llamaron Valle del Cáncer. Terepaima, cacique de los Meregotos, pobladores de la región, avisado del avance de los forasteros que invadían las tierras de su mando, reunió cuatro mil indios y esperó el momento propicio para el ataque. Cuando cruzaban el río para para luego emprender la subida de la serrnía, fueron atacados por la retaguardia. Una lluvia de flechas y de saetas (flechas encendidas) cayó sobre los invasores y en la acción murieron el Capitán Narváez, más de cincuenta españoles, los negros, los indios y según el historiador Oviedo y Baños, de más de cien hombres que formaban la expedición, “solo se salvaron tres.” Esto pasó más de dos siglos antes de fundarse el pueblo. El propio Felipe II, Rey de España, por Real Cédula fechada en Madrid el 17 de Junio de 1563, se refirió a esta acción y ordenó castigo para los culpables e inmediato sometimiento de los habitantes del valle de los caracas. Fué la primera acción armada contra la dominación europea, que tuvo como escenario el centro del pais.

La del 20 de Mayo de 1821, fue la última, porque al mes siguiente, con la Batalla de Carabobo, esa dominación de más de tres siglos, llegó a su fin. Pero no fue la última batalla de El Consejo. Despúes de lograrse la independencia, hubo otras, de entre las cuales es necesario destacar las libradas en los años de 1861 y 1862, por el General Esteban Palacios, quien ejerció la Presidencia de la República.

Efectivamente, Esteban Palacios Vegas peleó en la Guerra Federal del lado de los Conservadores y participó en la Batalla de Santa Inés como Jefe de Caballería. El 27 de Junio de 1861 fué derrotado en El Consejo por el Ejército Federal del General Guillermo Pérez y enfrentado a las mismas tropas el 1 de enero de 1862, logró asegurar la victoria para el gobierno. Fue Presidente del Estado Aragua y Presidente de la República. Tiene para nosotros un interés especial, porque estaba vinculado familiarmente a gentes de El Consejo. Su padre, Bartolomé Palacios Tovar, era hijo de Ana María Tovar Ponte, la hija del Conde de Tovar, en cuya casa nació José Rafael Revenga; y su abuelo Feliciano Palacioas Blanco, era hermano de Concepción Palacios, la madre del Libertador; de Josefa Palacios, la esposa de José Félix Ribas, dueños de la hacienda "La Fundación"; y de Paula Palacios, esposa de Francisco Javier Ustáriz, dueños de la hacienda "La Guadaluape", ambas situadas en El Consejo.

Decíamos que el éxito de una misión había que medirlo por sus consecuencias. Muchas veces,  grandes triunfos se vieron ensombrecidos por desenlaces fatales. Desgraciados sucesos posteriores, empañaron a las más valerosas hazañas. Para nosotros los aragüeños esta trágica afirmación, se puede ilustrar con las dos Batallas de La Victoria y la de San Mateo. A los seis dias de la primera Batalla de La Victoria en 1812, la más sangrienta de la época, después de derrotar dos veces a Monteverde, el Generalísimo Francisco de Miranda decide capitular y se pierde la Primera República.

Bolívar la recupera en 1813 con la Campaña Admirable, y a pocos meses del esplendoroso triunfo de Ribas contra Boves y del heroico sacrificio de Ricaurte en el Ingenio Bolívar en 1814, cáe la Segunda Republica y es necesario volver a comenzar. En cambio, a apenas 35 dias del triunfo de Bermúdez en El Consejo, Venezuela alcanza su definitiva Independencia. Vale entonces preguntarnos: ¿Fue una pequeña batalla, un pequeño combate, porque solamente hubo once muertos? o por el contrario: ¿Fué una gran batalla por la derrota moral que significó para los realistas ver al Gobernador y Capitán General y al Gobernador de Guayana y Cumaná presos y al estandarte del orgulloso Batallón de Hostalrich, cautivo?     Y a dos mil hombres persiguiendo a un pequeño ejército de humo, que se les esfumaba sin que les fuera posible darle captura?   Creemos que la magnaitud de esta acción debemos buscarla en las palabras proféticas del Libertador: "Si (...) logra (...) entretener por algún tiempo alguna división respetable, la campaña está decidida a nuestro favor."  Eso exactamente fué lo que sucedió aquí.

Las primeras noticias borrosas acerca de esta fecha, las teníamos gracias a una placa que había colocado el M.O.P. en las dos entradas del pueblo en 1940. En ellas se leía: “En 20 de mayo de 1820 (tenía el año equivocado), vence Bermúdez a Correa.” Los niños de entonces creíamos que “vence”, era el nombre de Bermúdez. Posteriormente conocimos los trabajos de Tomás Pérez Tenreiro, Don Lino Iribarren Celis y los Partes Oficiales de los Ejércitos Patriota y Realista.

Hace hoy veintiocho años, el 20 de mayo de 1971, con motivo del sesquicentenario de esta batalla, promovimos su primera celebración. Se formó una junta que integramos el Profesor Julián Navarro, Roberto Tovar Hernández y yo. Invitamos al Profesor José Antonio de Armas Chitty, hoy fallecido, a dictar una Conferencia sobre el tema, en el Auditorium del Grupo Escolar “Juan Uslar”. Desde entonces se ha celebrado ininterrumpidamente.

Hay una historia romántica alrededor de todo esto. No sabía si contarla o no, en este solemne acto; hasta que mi corazón me dijo, que tal vez sea lo que más se recuerde, de toda esta investigación. Hela aquí: Una venezolana residente en Inglaterra, estudiante de literatura inglesa, quien elaboraba su tesis doctoral sobre literatura marginal inédita, encontró en el Departamento de Manuscritos Originales del Museo Británico, un legajo, con las memorias de un caballero inglés, que recorrió Venezuela a mediados del siglo pasado.

En su relato, cuenta el viajero que pasó por un pueblo, una pequeña aldea, llamada “Consejo”, conocida también como “Mamón”,  y que en este pueblo oyó contar a varias personas, que cuando la guerra, hubo aquí una batalla un 20 de mayo (la fecha está exacta en el relato); y que en ese combate, mataron a un joven oficial español que tenía su novia en el pueblo. El oficial era un subteniente y la muchacha se llamaba Carolina. El joven no andaba de servicio con el ejército sino que estaba de visita en casa de su novia; pero cuando supo que sus compañeros de armas estaban siendo atacados, salió en defensa de los suyos y de su Rey, y lo mataron. La novia consejeña se fue al sitio del combate, encontró el cadaver del teniente y sacando fuerzas de donde solo el amor puede sacar fuerzas, atravesó el pueblo llevando entre sus brazos al novio muerto, y desapareció para siempre. Nunca más se supo de ellos. Pero contáronle los consejeños al viajero, que los 20 de mayo, amanece el cerro, cubierto de neblina; y que en la alta noche del 20, ya para amanecer el 21, hacia el norte, se oyen llantos; y que algunos han visto cruzar por entre la niebla, a una mujer hermosa, que lleva entre sus brazos a un soldado muerto.

Han pasado 190 años. Se logró la Independencia; creció el pueblo y hoy en día gracias al esfuerzo de sus hijos, es capital de un Municipio autónomo.


Primero fué un camino; después un punto en el camino, luego una iglesia y por último, un pueblo. Aportó hombres a la construcción del País y sirvió de escenario a acontecimientos notables. Entre ellos, una Batalla; una pequeña Gran Batalla, que fué decisiva para la independencia y permitió que nuestro Libertador Simón Bolívar, pudiera oficiarle al Vicepresidente diciéndole: “...Señor (...) ayer se ha confirmado con una espléndida victoria,  el nacimiento (...) de la República.”

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