31 mar 2014

¿VOLÓ RICAURTE?
Germán Fleitas Núñez cronista de La Victoria

“Ricaurte, otro militar granadino, figura en la historia como un mártir voluntario de la libertad; como un héroe que sacrificó su vida para salvar la de sus compañeros y sembrar el espanto en medio de los enemigos; pero su muerte no fue como aparece; no se hizo saltar con un barril de pólvora en la casa de San Mateo, que había defendido con valor: Yo soy el autor del cuento; lo hice para entusiasmar a mis soldados, para atemorizar a los enemigos y dar la más alta idea de los militares granadinos. Ricaurte murió el 25 de marzo del año 14 en la bajada de San Mateo retirándose con los suyos; murió de un balazo y un lanzazo y lo encontré en dicha bajada tendido boca abajo, ya muerto y las espaldas quemadas por el sol”.
Según el coronel LUÍS PERU DE LACROIX, las anteriores palabras fueron pronunciadas por El Libertador Simón Bolívar el jueves 5 de junio de 1828 (día de Corpus) en la Villa de Bucaramanga. Cuenta que esa mañana Bolívar no quiso ir a la misa por evitar la procesión, dio un paseo por los altares construidos en las calles y por último visitó al cura Dr. Valenzuela en cuya casa vio pasar la procesión, leyó unos papeles escritos por el cura e hizo algunos comentarios en francés. Luego El Libertador se puso en su hamaca y  habló de Bogotá, de Santander, de los militares neogranadinos y venezolanos y al final, les hizo unas confesiones que muestran “…una protección parcial e injusta de mi parte para con varios militares granadinos que sólo me dictó la política y no mi deber ni la justicia...”  Entre estas confesiones que según Lacroix hizo El Libertador ese día, estaban las siguientes: 1) Que Padilla, Fortoul y Pey  nunca hubieran  sido nombrados generales de División si no hubieran sido neogranadinos. 2) Que Morales, Rieux, Obando, González, Mantilla y otros estarían en grados inferiores y no hubieran sido generales de Brigada si hubieran sido venezolanos. 3) Que su Decreto de honrar la memoria de Girardot fue dado por motivos políticos ya  que morir como un valiente en el campo del honor es el deber de todo militar; y por último, se declaró “autor del cuento” del sacrificio de Ricaurte en San Mateo.
Perú de Lacroix quien pertenecía al séquito del Libertador era entonces  Coronel y escribió un diario conocido por la posteridad como DIARIO DE BUCARAMANGA, en el cual recoge la crónica de todo cuanto hacía y decía el grande hombre. Pero la autenticidad de su obra, la cual fue publicada por primera vez en 1870 en París por Fernando Bolívar el sobrino del Libertador, ha sido cuestionada por los más eminentes historiadores americanos entre ellos el ilustre académico venezolano Monseñor Nicolás Eugenio Navarro quien recopiló y publicó las diferentes versiones del manuscrito original, las adiciones hechas con posteridad por el propio autor  y por manos extrañas, las motivaciones que pudo tener Lacroix para falsear información (especialmente la que dañaba a los neogranadinos) y las opiniones autorizadas, todo lo cual vio la luz en un volumen publicado por la Tipografía Americana de Caracas  en 1935.
La afirmación según la cual el heroico sacrificio de Ricaurte en tierra  aragüeña fue un cuento inventado por El Libertador ha sido la más duramente atacada por todos. Para Monseñor Navarro fue una adición hecha al texto primitivo con “perversa intención”. Los propios contemporáneos de la acción reconocen su veracidad. El general José Trinidad Morán dice: “Ricaurte (...) acosado por gran número y con la mayor parte de su tropa muerta, sabiendo que los enemigos no estaban muy abundantes de municiones y que buscaban las que él custodiaba, no pudiendo ya defenderse, hizo el último sacrificio a su patria; se metió en medio del almacén de pólvora tizón en la mano y cuando entraron donde él estaba le prendió fuego y voló con cuantos se le acercaron”.
Los devotos de La Virgen de Belén le atribuyen el triunfo de las armas patriotas y cuentan que el 25 de marzo de 1814, en el fragor de la cruenta batalla, el Libertador sacó de su casa de Cantarrana la imagen de la Virgen que estaba en esa casa porque la iglesia no tenía techo; las misas se decían en la sacristía y en la casa del maestro de albañilería Lorenzo Palma, en la calle real. Alzó la imagen, la mostró al pueblo, invocó su  auxilio y cuando la giró hacia la montaña donde se encuentra la casa del ingenio, resonó el estruendo de mil cañones, precediendo la entrada a la gloria del inmortal capitán neogranadino Antonio Ricaurte.
En la Gaceta de Caracas deI 4 de abril de 1814 se dice: “Ricaurte, arrostrando con serenidad la muerte (...) incendia los pertrechos, vuela con ellos y salva el ejército”.
La Negra Matea Bolívar en entrevista conocidísima afirma que “…mandó salir la gente, fue a la cocina, le pidió un tizón de candela a la niña Petrona y (...) subió al mirador donde estaba la polvorera”. 
Pero tal vez el más válido reconocimiento a su heroísmo por venir del campo enemigo, lo hace Francisco Tomás Morales, el derrotado de La Victoria y último Capitán General de Venezuela, quien en su “Relación Histórica”, pasada al Ministerio de la Guerra de España, afirma: “...encargado del ejército continué yo con el asedio. El Trapiche de Bolívar fortificado lo tomé por asalto y sus defensores se volaron”. No tenía Morales ningún interés en hacerse eco de un “cuento” y mucho menos si hubiera sido inventado para entusiasmar a los patriotas y atemorizar a los realistas. En igual sentido escribe nada menos que el mismísimo José Tomas Boves. El general Luis Perú de Lacroix se suicidó en Francia en febrero de 1934.
Baralt y Díaz en su Resumen de la Historia de Venezuela de 1887 dicen: “Una benemérita familia granadina guarda la tradición de que Ricaurte y su primo Antonio París fueron destinados por Bolívar a defender con cincuenta hombres el parque en San Mateo; que cuando llegaban los dos con la escolta, avanzaba hacia ellos una fuerza realista muy superior en número; Ricaurte, juzgando inútil la resistencia, dijo a París que volviese con la pequeña tropa a donde estaba el Libertador, porque era locura sacrificarla y que le manifestara que el parque “no sería presa del enemigo”. París contramarchó con la gente al cuartel general, distante algunos cientos de metros del Ingenio, lo que no alcanzó a desandar cuando estalló la detonación, seguida de humo y llamas”.
Por su parte Facundo Mutis Durán en su Estudio biográfico de Ricaurte de  1894, dice “Venezuela alzó una estatua en bronce a Ricaurte en el campo de San Mateo (1911) y un busto de bronce se le erigió en Bogotá (1910). El centenario del sacrificio se celebró en 1914, y la Ley colombiana número 40 de 1913 creó la orden militar de San Mateo. Como dato nuevo insertamos lo que refiere sobre la sepultura de Ricaurte el testigo ocular Tomás Gutiérrez, en su autobiografía u hoja de servicios: « se peleó en San Mateo por más de un mes; todos los días o los más de ellos se tenían reñidos combates; en uno de ellos incendió y voló con el parque el héroe granadino Antonio Ricaurte. Sus restos no quedaron insepultos, como equivocadamente se dijo; no: un oficial granadino cucuteño, con otros compatriotas, los recogimos y sepultamos en la iglesia de aquel pueblo» (San Mateo. Boletín de Historia y Antigüedades, número 80, volumen VII). Diríase hoy, lo que dijeron los compañeros de un héroe de la Coruña: sobre su sepulcro no pusimos ni una piedra, ni trazamos una línea. Lo dejamos sólo con su gloria”.
Dice el soldado neogranadino Tomás Gutiérrez en su autobiografía que él y otros tres soldados neogranadinos habían llevado el cadáver de Ricaurte y lo habían enterrado en el “altar derecho” de la iglesia de San Mateo y le habían puesto encima dos metros de cal para poder identificarlo en el futuro.

En febrero del año pasado (2012) Monseñor Antonio Rojas Mata Ilustre Párroco del histórico pueblo, dirigía la remodelación de la iglesia para embellecer sus altares e informado de lo dicho por los historiadores colombianos, se interesó mucho en el asunto. Lo primero que hizo fue determinar cuál es el “altar derecho”,  porque visto desde la puerta principal, es el del Santísimo, pero visto desde el altar mayor, es el de la Virgen de Belén. Por casualidad en ese momento se trabajaba en el altar de la izquierda donde buscamos y no encontramos nada. Próximamente se haría en el de la derecha,  para colocarle mármol a los pisos y él consideraba que una vez hecho el piso sería más difícil la búsqueda. Como  se requerían ciertos permisos, el 17 de febrero comunicamos el asunto  a los profesores Luís Ramón Mendoza y Víctor Ángel Rivero y nos comunicamos con don Arístides Medina Rubio director del Centro Nacional de Historia quien ofreció ordenar la búsqueda. Lamentablemente fue separado del cargo y todo quedó para una próxima oportunidad que seguramente llegará. Probablemente los restos del héroe reposan en el lugar más sagrado, mejor que en el más imponente panteón: a los pies de nuestra querida Patrona y Símbolo de Aragua Nuestra Señora de Belén.

El heroísmo de Ricaurte ha sido permanentemente reconocido y cuando el ilustre poeta colombiano doctor Rafael Núñez, cuatro veces presidente de la República,  compuso la hermosa letra del Himno Nacional de Colombia,  remató el poema en su estrofa número once, con un verso que inmortaliza la hazaña, cuando dice:

“Ricaurte en San Mateo en átomos volando,
Deber antes que vida con llamas escribió”.


El neogranadino Antonio Ricaurte cuyo nombre llevó con orgullo el Distrito al cual pertenecieron La Victoria y San Mateo, tierra de su hazaña, está en la gloria. El 25 de marzo de 1814 entró en la inmortalidad precedido por el fulgor de un estallido que aun resuena en los campos de San Mateo como eterno himno de libertad.

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