31 mar 2014

FEIX
Germán Fleitas Núñez  cronista de La Victoria


Nadie sería capaz de ponerle los brazos a la Venus de Milo, ni de enderezar la Torre de Pisa, ni de ponerle los acentos al Acta del 19 de abril o de corregirle los errores ortográficos a la de la Independencia. Alguien sacó de los sótanos del Museo de Louvre en Paris los brazos de la imponente escultura y se los puso. Se veía horrible. Es el prototipo de la belleza clásica, pero con los brazos se veía horrible. Unos ingenieros inteligentísimos se presentaron en Pisa con un proyecto para enderezar la célebre torre de mármol y si no se escapan tan rápido el pueblo los hubiera linchado. No sé de nadie que haya intentado corregirle los errores ortográficos a nuestras Actas de Nacimiento como país independiente, pero en cambio si sé de un funcionario estúpido que  corrigió todos los documentos del siglo XIX y XX existentes en el Archivo del Congreso Nacional donde se  establecía como fecha de “nacimiento” del Libertador el 28 de octubre y sencillamente  tachó con un bolígrafo azul la palabra “nacimiento” y puso “onomástico”, sencillamente porque le dio la gana y entendió que todos estaban equivocados menos él. Eso lo hizo hasta en el documento original de creación de la Sociedad “Boliviana” después convertida en Sociedad “Bolivariana”, con lo cual le enmendó la plana nada menos que al general Rafael Urdaneta, el hombre más fiel al Libertador y quien mejor lo conocía. Digo esto porque tengo más de medio siglo “defendiendo” el error cometido nada menos que por Eloy Palacios Cabello, autor del imponente Conjunto Escultórico a la Batalla de La Victoria, conocido entre nosotros como la Estatua de Ribas,  alrededor de cuya espada ha girado desde hace dos siglos la vida municipal, aun antes de existir la estatua. En nuestra lejana infancia y aún ahora después de viejos, los victorianos de mi generación llevábamos a los forasteros y frente a la estatua les pedíamos que nos leyeran rápido lo que decía y por supuesto, todos caían. Pero nunca faltan quienes con la mejor intención pretenden corregir el error. Son los mismos que de vivir en Pisa querrían enderezar la torre o si vivieran en París quisieran completar a la Venus. Por cierto, en la parte de atrás del monumento, en la cara que ve hacia el cuartel, hay un escudo que tiene 19 errores. Invito a todos a que vayan a descubrirlos,  pero con el compromiso previo de que a nadie se le ocurra  la idea de corregirlos, porque fueron cometidos por uno de nuestros más insignes escultores.  
El  “Monumento Escultórico Batalla de La Victoria” o  “Estatua de Ribas”, es la obra más importante de Eloy Palacios, el más grande escultor venezolano de su época, autor entre muchas otras de la estatua  ecuestre del  ”General José Antonio Páez” situada en El Paraíso y en Cocorote estado Yaracuy; la del “Dr. José María Vargas” que está en el Hospital Vargas de Caracas, la “Estatua ecuestre de Simón Bolívar”  de Maracaibo y el “Monumento a Carabobo”, popularmente conocido como “La India del Paraíso”, en Caracas.
La estatua fue ordenada 5 días después de la batalla del 12 de febrero de 1814, por el Cabildo de Caracas, para ser colocada en la Plaza Mayor de Caracas (hoy Plaza Bolívar), pero el propio General Ribas se opuso alegando que la estatua a ser colocada debía ser la del Libertador y así se hizo.
         El  Presidente Juan Pablo Rojas Paúl, quien estaba casado con la victoriana María Josefa de la Concepción Báez Reverón, ordenó por decreto del 1º  de enero de 1890, la erección de una estatua de bronce y encomendó  la obra a Palacios, quien realizó su trabajo en Caracas,  lo fundió en Europa y lo trajo por barco, con la mala suerte de que la nave sufrió un accidente y se perdieron muchas de las alegorías que adornarían  la escultura.  Fue traída de La Guaira  a Caracas y de allí a La Victoria, en el Gran Ferrocarril de Venezuela.  El escultor cobró  Ochenta Mil Bolívares por la obra y Cuatrocientos por instalarla. Todos los elementos de la estatua, fueron traídos de Europa.
Colocada en el centro de nuestra Plaza Mayor en 1891,  fue solemnemente inaugurada  tres años después, el 3 de febrero de 1895, para celebrar con ello, el centenario del nacimiento del Mariscal Sucre. Como se les presentó de repente el centenario del bravo Mariscal y  no tenían previsto ningún homenaje mejor, inauguraron la estatua de Ribas, le quitaron el busto de Colón a la Placita Colón del Barrio Arriba y le pusieron uno de Sucre y le cambiaron el nombre por el de Plaza Sucre (para nada porque se siguió llamando la Placita Colón; tanto,  que en los homenajes que se le rendían al héroe cumanés decían las invitaciones: “Lugar: Plaza Sucre, antigua Plaza Colón). Y por último como para completar el disparate, inauguraron ese día también el Teatro Ribas que no se había comenzado a construir.
Desde su instalación y especialmente  en el propio acto de inauguración, fue notorio que al nombre del Vencedor de Los Tiranos en La Victoria, le faltaba una letra. Y en lugar de “FELIX” decía “FEIX”. Igualmente  se observó que el Escudo de Armas de la República contenía  19 errores. Tal como se puede observar en las bellísimas fotografías tomadas recientemente por la joven artista victoriana María Alejandra Tenías.
Desde entonces y durante más de un siglo (ahora tiene 122 años), el asunto se convirtió en un atractivo turístico parroquial. Cuando éramos niños, y así en todas las épocas, todas las generaciones de victorianos, llevamos a nuestros visitantes al frente de la estatua y después que los hacemos caer lo celebramos y los llevamos para el escudo, pero a nadie se le ha ocurrido corregirlos.
Por supuesto que de tiempo en tiempo surgen voces que quieren corregirle el error a Eloy Palacios, pero inmediatamente comprenden que es un error histórico inofensivo, que no perjudica a nadie y que por el contrario, constituye un elemento atractivo en una ciudad histórica que pretende ser una ciudad turística.
Es sano el deseo de corregir los errores, pero hay muchos errores que merecen ser corregidos para comenzar por   un error histórico.   
En definitiva, creo que ninguno de los existentes en La Estatua debe ser corregido.  El 30 de mayo de 1965 la Junta Nacional Protectora y Conservadora del Patrimonio Histórico y Artístico de la Nación,  la declaró  Patrimonio Histórico de la Nación, según Gaceta Oficial 27.708.
Está bien que corrijamos nuestros errores, pero respetemos los de los demás. Mucho dinero le producen a Pisa y a Paris, ese par de errores.  A nosotros no nos producen nada los nuestros pero son “nuestros errores”.  
Sería mejor acondicionar el área de la plaza para que vengan más turistas a contemplarlos;  por ejemplo: 1) Construir baños públicos en el Pasaje Eugenio Arévalo. 2) Señalizar los cuatro bulevares con placas de mármol semejantes a la utilizada en el Bulevar “Muguerza” y colocarlos en los bulevares  “Aldao”, “Canelón”  y  Villapol. 3) Señalizar  el sitio donde estuvo la Cárcel Real. 4) Iluminar y vigilar la plaza especialmente los fines de semana. 5) Ordenar Vigilancia policial nocturna. 6) Organizar actividades recreativas especialmente los fines de semana. Retretas, concursos infantiles etc. 7) Restaurar el Teatro Municipal. 8) Ampliar la Casa de la Cultura con la anexión de la antigua sede de la Casa de la Mujer que fue adquirida con ese fin. 9) Restaurar la Catedral y crear el Museo Diocesano que bien podría albergarse en la casa de la honorable Familia Ríos. 10) Editar folletos sobre la ciudad, su centro histórico y  de cada uno de los edificios en particular.
Si de corregir errores se trata, todos tenemos tanto que corregirnos que mirar hacia la estatua es lo que llaman los psicólogos “mirar hacia otro lado”.







                                              




No hay comentarios:

Publicar un comentario