23 mar 2014

EL “CONCORDIA” DE LA VICTORIA
“EL MÁS PODEROSO DE LA HISTORIA DEL BEISBOL DE VENEZUELA”
Germán Fleitas Núñez cronista de La Victoria
“CONCORDIA”















El primer equipo venezolano que salió a jugar beisbol en el exterior era de La Victoria, se llamaba “Concordia”, fue calificado como “el más poderoso de la historia del béisbol en Venezuela” y su propietario fue el coronel Gonzalo Gómez Bello, hijo del general Juan Vicente Gómez presidente de la República. Era dueño de las haciendas “La Quebrada” en nuestra ciudad y “Santa Rosa” en el Pao de Zárate.
 ESTADIUM DE LA QUEBRADA
 Desde su avecindamiento entre nosotros sin haber ejercido nunca un carago público, se dedicó a la construcción de obras que aún son testimonios de la época. Construyó el “Chalet” de Campoelías (donde funciona el Colegio Inmaculada Concepción), La Casa Parroquial, promovió la electrificación de la ciudad y pavimentó las primeras calles, pero su mayor empeño, fue en el área deportiva;   construyó La Cancha de Volibol de la calle del Arenal, Las Canchas de Cricket, el Estadium de “La Quebrada”, edificó el “Nuevo Circo de La Victoria” y “La Gallera” anexa,   patrocinó  a equipos deportivos de Caracas y otras ciudades, creó la primera emisora de radio victoriana llamada “Ecos del Concordia”  y fue un hombre de bien. Tenía muchas otras propiedades, entre ellas el “Nuevo Circo de Caracas” y el “Arenas de Valencia”,  pero los victorianos viejos lo recuerdan principalmente por haber fundado y patrocinado al equipo  “Concordia” y por haber convertido a la ciudad en la capital beisbolística de Venezuela. El creciente desarrollo alcanzado por el deporte de las cuatro esquinas en el país y dentro de la ciudad, lo persuadió de que estábamos preparados para tener un equipo propio de primera categoría y se empeñó en fundarlo. Ya el juego tenía antecedentes victorianos; desde finales del siglo XIX se jugaba pelota entre nosotros. Fueron célebres los “teames” llamados “La Novena Roja” y “La Novena Azul” y sus emocionantes encuentros en el terreno de la “Sabana de Lele”, donde se encuentra hoy el Grupo Escolar Rubén Darío. Era casi una pelota sabanera, entre caimanera y equipo moderno, pero despertaba las pasiones sobre todo entre la juventud.
INAUGURACIÓN TRIBUNAS DEL VICTORIA BASE BALL CLUB
ESTADIUM DE LA SABANA DE “LELE”
Tuvimos el honor de conocer  mucho a don Gonzalo y conversar con él sobre la ciudad de la que siempre guardó bellos recuerdos, gracias a que su hijo, el doctor Juan Vicente Gómez Gómez, recientemente fallecido, fue nuestro gran amigo, condiscípulo en la universidad y durante once años, socio en nuestro bufete de Caracas. Además de valiosa información, nos regaló importantes fotografías, entre ellas la del equipo, en la cual aparecen parados: Balbino Inojosa, Anselmo Pérez, Luis Aparicio “El Grande”, Narciso Díaz, Manuel Pereira, Martín Dihigo y Tetelo Vargas y agachados: César Nieves, Plácido Delgado, Alfonso Ugueto, “El Pollo” Malpica, Silvino Ruiz y Nieves Rendón. El niño agachado adelante, “mascota” del club, es nuestro gran torero Eduardo Antich. Desde 1895 y en las primeras décadas del siglo XX  hay equipos organizados en Caracas y otras ciudades de interior. En Caracas aparecen “Los Samanes”, El “Royal Criollo”, el “Santa Marta”, el Cincinnati, el “Magallanes” En Maracaibo brillan “Gavilanes” y “Pastora”, en Valencia “Latinos”, “Valencia” y “Centrales” de José Bernardo Pérez; en Puerto Cabello el “Bandera Roja” y el “Independencia”, en La Guaira “Caribes” y “Vargas” en Villa de Cura el “San Luís”, en Barquisimeto el “Japón”, el “Caguas” de Cagua,  y el “Victoria” y “San Martín” de La Victoria”. El verdugo era “Latinos” de Valencia en el que jugaba un muchacho de 17 años llamado Manuel Antonio Malpica  “El Pollo”, quien va a llenar de gloria al beisbol victoriano y luego al  venezolano. El “Pollo” Malpica  se instaló entre nosotros, se enamoró de una bella victoriana llamada Carmen Fátima Pazos (“La Catira” Pazos) hermana de los queridos Tirso  y Tarsicio Pazos, fundó un honorable hogar y procrearon a Manuel y Omar, profesionales, deportistas y hombres de bien como su padre. “El Pollo” fue el organizador, el líder y el alma del gran team victoriano y escribió un apasionante libro llamado “Historias del Beisbol”, editado por sus hijos, que nos sumerge en el mundo de un deporte, una ciudad y una época.  Conoce a Gonzalo Gómez y esta combinación de un entusiasta y generoso patrocinante y un gran organizador cambiaron la historia del deporte en Venezuela, que hoy se estudia “antes” y “después” del “Concordia”. Jugaban y hacían torneos locales y nacionales. Un día,  29 de enero de 1928 mientras jugaban tranquilamente en el terreno de “La Quebrada”, oyeron  por sobre sus cabezas un ruido ensordecedor desconocido para los victorianos; miraron hacia el cielo y vieron cruzar por el espacio al “Espíritu de San Louis”, el avión en el que Charles Lindbergh “El Águila Solitaria” había cruzado el atlántico en vuelo Paris-Nueva York sin escalas. El célebre piloto viajaba a Maracay a conocer y ser condecorado con la Orden del Libertador por el general Juan Vicente Gómez. En Caracas se ganaba y se perdía pero los peloteros al terminar las temporadas se venían a La Victoria porque decían que “en Caracas se come completo durante la temporada pero aquí se come completo todo el año”. A finales de 1931 Gonzalo Gómez (1899-1978)  le daba vueltas a la idea de fundar un club que fuera “un trabuco”, que aglutinara a los mejores y trajera “la concordia”  al turbulento mundo deportivo. El nombre lo sacó de la memoria porque en 1917 cuando estaba muchacho, hubo en Caracas un equipo de muy corta duración que se llamó así. Había terminado la temporada del 31 en la cual participaron “Magallanes”, “Latinos”, “Cinncinati”, “Santa Marta” y “Royal Criollos”. Los grandes rivales eran “Magallanes” y “Royal”. Este último equipo debía su nombre a la distribuidora de las máquinas de escribir marca “Royal”, que les regaló uniformes, equipos, pelotas, caretas, guantes, guantines y todo lo que necesitaban. En La Victoria había dos equipos herederos de la afición de las novenas “Roja” y “Azul”; eran el “San Martín” de Rafael Custodio Figuera y el “Club Victoria” de León Gustavo Richard. Terminada la temporada se juntaron  y comenzaron a estructurar “el mejor” con “los mejores” y lo hicieron. 1931 es decisivo para la historia del beisbol; Gonzalo Gómez ha probado el éxito de sus iniciativas porque dos años antes ha inaugurado su plaza de toros (la más antigua plaza activa de Venezuela) y La Victoria es capital de la torería; ahora piensa en beisbol por todo lo alto, porque él no torea pero si juega pelota. Con la experiencia acumulada y los recursos necesarios piensa en un trabuco que divida la historia del beisbol en dos. Y lo logra porque hoy podemos hablar del deporte de las cuatro esquinas “antes y después” del equipo victoriano. A finales del 1931 ya el equipo estaba constituido y es sometido a prueba. El 18 de noviembre de ese año vino un equipo norteamericano llamado “York”. Se le enfrentaron los equipos “Latinos”, “Santa Marta”, “Royal”, “Magallanes”, un seleccionado criollo y todos perdieron. Por último, el debutante “Concordia”. El equipo visitante traía entre sus filas a dos gigantes del beisbol: Martín Dihigo y “Tetelo” Vargas. El juego despertó gran expectativa y batió el record de entradas. Los victorianos ganaron el juego. Los uniformes del “Concordia” fueron traídos de Estados Unidos. Eran color crema, en la parte posterior decían “Concordia-La Victoria”, sweter rojo de lana con ribetes blancos  y en la parte delantera una gran “C”. Los zapatos eran Wilson y McGregor. Al comenzar la temporada de 1932 se le incorporaron Martín Dihigo  el mejor exponente del beisbol cubano quien jugaba todas las 9 posiciones, bateaba y corría; Balbino Inojosa importado de Puerto Cabello, y Juan Esteban “Tetelo” Vargas. “Ya el trabuco estaba armado”.
Al comenzar 1932 el día del cumpleaños de don Gonzalo que era el 10 de enero con el juego “Santa Marta” contra “Concordia” se inaugura en  “La Quebrada” un “estadium” construido sobre el mismo terreno pero ahora con  las medidas oficiales y todas las comodidades. Hubo beisbol todo el día. “Cincinnati”, “Santa Marta”, “Los Latinos” y “Concordia”. Félix “Yeye” Dieppa,  vástago de una vieja familia victoriana, había inventado sus propios aparatos y montó en su casa una emisora clandestina que decía trasmitir desde Brasil, pero era tal la nitidez de las trasmisiones que en Maracay los sabuesos del gobierno triangularon las emisiones y determinaron que trasmitía desde La Victoria. Le preguntaron a Gonzalo Gómez si conocía a alguien muy ingenioso capaz de estar haciendo eso y él contestó que no, pero que averiguaría. A su regreso a la ciudad  fue directo a la casa de Dieppa y le dijo: “Vengo a conocer mis aparatos; a saber por lo menos de qué color son”. Ante la extrañeza de “Yeye” le dijo: “Ya te descubrieron pero vengo a salvarte de la cárcel. Cuando lleguen dirás que esos aparatos son míos y que tú lo que haces es manejármelos. Pero este favor no es gratis; te lo voy a cobrar”. Efectivamente todo sucedió al pie de la letra. Después, cuando comenzaron los torneos, llamó a Dieppa y le dijo: “Llegó la hora de cobrarte. Te voy a construir en “La Quebrada” una casilla especial para que fundes una emisora legal que se llamará “Ecos del Concordia” y trasmitas todos los juegos. El locutor será Gustavo Richard”. Ese es el origen de la primera emisora radial victoriana.
Me contó el coronel que en los primeros tiempos, cuando traía importados, los disfrazaba de campesinos e invitaba a los mejores equipos de Caracas a que se vinieran por el ferrocarril. Allá les contaba que tenía unos peones a quienes les gustaba jugar pelota. Cuando llegaban a la hacienda, los pasaba recogiendo: “Fulano, deja esa escardilla y vente con nosotros, Sutano, deja esa vaca que la ordeñe otro y vente a jugar, Mengano, bájate de esa escalera y acompáñanos”. Ya en el terreno, cuando los “peones” comenzaban a fildear los toletazos que les bateaban, a ponchar a los grandes jugadores  o a disparar jonrones y robarse las bases, se descubría el embuste. Existía un pacto de honor mediante el cual se comprometían a no decir nada, para seguir haciendo caer a los demás. Desde entonces, tres o cuatro equipos visitaban a La Victoria semanalmente. Los torneos terminaban con grandes comidas y música con el Trío Matamoros y bandas locales. Ahora bien, ¿Quiénes eran los peloteros? Cuando repasamos sus nombres evocamos lo mejor de la historia del beisbol, porque aunque no los hayamos conocido, sus nombres nos suenan. “Concordia” fue el mejor porque contó con los mejores. No todos jugaron al mismo tiempo pero el equipo se armaba de acuerdo con el compromiso que se tuviera que enfrentar. Por sus filas pasó una treintena de jugadores entre quienes destacaron Manuel “Pollo” Malpica mánager y cátcher, Martín Dihigo considerado luego “el jugador más versátil de Latinoamérica”; Juan Esteban “Tetelo” Vargas, cuya velocidad entre “Home” y “Primera base” era tan grande que en Guayama le llevaron al campeón nacional de los 100 metros planos; lo dejó salir cinco metros adelante y cuando alcanzaba la meta lo pasó como un bólido y le ganó; “Cocaína García”,   Balbino Inojosa nativo de Borburata pitcher traído del “Bandera Roja” de Puerto Cabello; Luís Aparicio “El Grande” de Maracaibo (padre de Luís Aparicio) primer pelotero venezolano contratado por un equipo extranjero; Alejandro “Patón” Carrasquel (padre de Alfonso “Chico Carrasquel “Carrasquelito”); Luís Jiménez, , el jugador que dio el primer jonrón en el Estadium de  San Agustín; Silvino Ruiz,  “El Sordo de Guanabacoa”; Nieves Rendón; César Nieves; “Ninín” Rodríguez; Emilio Navarro; Pedro Báez “El Grillo”; Pedro Arango; Pedro Castillo Peña; Agía Pérez; “El Negro Arocha” ; Nicasio Díaz; Luís Bartolo Madriz; Alejandro Sam; Plácido Delgado; Francisco Quevedo ; Adolfo Ugueto; Marcelino Blondet “Moncho el Brujo”; Eliodoro Díaz; Anselmo Pérez; “Pepín” Arriens; Crawford; Manuel Pereira y Mariano Bordón.  Todos se alojaban en la Pensión “Yaracuy” del viejo Lugo, ubicada entre la plaza y la calle real.

La temporada nacional del 32 fue caldeada; jugaron “Magallanes”, “Santa Marta”, “Cincinnati”, “Caribe”, “Royal” y “Concordia”.  En este año se perfeccionó el terreno y se le construyeron las tribunas. Ya en nuestra ciudad existían otros equipos: “San Martín” del viejo Figuera, “Comercio” de los hermanos Piccinini y Joaquín Barreat, “Los Rivales” de José Tomás Sosa, el “Unión” de Alecia Gómez hermana de don Gonzalo  quien vivía en El Chalet y por supuesto, el “Concordia”. No siempre se ganaba. Cuando perdíamos el coronel caía en un estado de entre depresión y disgusto. Se retiraba a su casa donde estuvo alojado por mucho tiempo el célebre “Trío Matamoros” que él presentaba en el Teatro Ribas y en otros sitios de la ciudad y del estado. Ya reunidos todos para la parranda, le decía a los músicos: “Volvimos a perder; cántenme Lágrimas Negras”.  Todo iba muy bien en ese 1932  y éramos los virtuales campeones pero tropezamos con un escollo que fue que el “Caribes” nos metió nueve ceros, nueve arepas. El público abucheó al equipo y le gritaba “Buche y Pluma” no más; Buche y Pluma” no más, coreando una guaracha de moda en ese momento. Don Gonzalo sin inmutarse y haciéndose el fuerte, mandó a bordar unos paños que decían BUCHE Y PLUMA y se lo colocó a los uniformes hasta que volviéramos a ganar, lo cual sucedió inmediatamente. La foto más conocida del equipo es la que lleva ese mote.
Al finalizar la temporada quedaban dos equipos empatados  que debían decidir, el “Caribes” y el “Concordia”; pero era tal la crítica por la permanente supremacía del equipo victoriano, que en pleno juego final don Gonzalo ordenó al equipo abandonar el terreno y declarar vencedor por forfait al “Caribes”. PRIMER VIAJE AL EXTERIOR. La potencia del equipo y los triunfos obtenidos, especialmente contra el “York” de los Estados Unidos, inspiraron la aventura de una salida al exterior y se decide realizar un viaje a Puerto Rico. Fueron trece peloteros por ser el número de suerte de don Gonzalo y de su padre. Iban el “Pollo” Malpica, Balbino Inojosa, “Pepín” Arriens, Pedro Castillo Peña, Plácido Delgado, Anselmo Pérez, Martín Dihigo, Julio Rojo, Radamés López, Emilio “Millito Navarro, “Tetelo” Vargas, Benito Torres y Silvino Ruiz. En tierra borinqueña enfrentaron a los clubes “Camden” de Estados Unidos, “White Star Line”, “Ponce” y “Guayama”.  Era la primera vez que un club venezolano salía a jugar en el extranjero. Después de haber pichado Martín Dihigo y Silvino Ruiz, el pitcher que quedaba que era Plácido Delgado le metió nueve ceros a los norteamericanos del “Camdem” y fue sacado del estadium en hombros del público.  En 1933 la afición del interior crece, especialmente en Maracaibo donde los ídolos son “Gavilanes” y “Pastora”. Este año los victorianos presentan un equipo de “puros criollos” y se juegan dos series; una en Caracas y otra en La Victoria casi con los mismos peloteros que jugaban en la mañana aquí y en la tarde en la capital. La serie local fue la más emocionante. Terminada la temporada, el “Concordia” se marchó a Maracaibo a enfrentar a  “Gavilanes”, “Pastora”, “Gold Medal” y “Pan Américan”. Por cierto que en el juego contra éste último equipo, nuestro binomio Silvino Ruiz-“Pollo” Malpica dio el primer “no hit no run” que se daba en Venezuela. De allá nos trajimos nada menos que a Luís Aparicio “El Grande”. El gran año es 1934. Se inauguran las Tribunas del Estadium de “La Quebrada” y se emprende la gran gira hacia Puerto Rico y Santo Domingo.  El nuevo viaje fue anunciado sin gran repercusión el 12 de enero de 1934.  El coronel había acordado con Juan Bautista Fajardo, Regidor de Ciudad Trujillo, para realizar una serie de desafíos amistosos con equipos dominicanos. “Tetelo” Vargas, “el más glorioso de los peloteros dominicanos”, ayudó a la organización de este torneo amistoso. Los isleños querían rendirle un homenaje a “Tetelo”, a la vez que distraer al pueblo muy golpeado por los destrozos causados por las tormentas y huracanes en el año de 1933. Los jugadores viajaron a República Dominicana en el vapor de bandera española “Sebastián Elcano”, y desembarcaron en Quisqueya el 21 de enero de 1934. Ese mismo día comenzaron a escribir historia en el diamante del Estadio Municipal de Ciudad Trujillo. Embarcaron Martín Dihigo, Pedro Alejandro Sam, Alejandro Carrasquel, Plácido Delgado, Francisco Quevedo, el “Pollo” Malpica,  A. Ugueto, Nieves Rendón, César Nieves, Luís Jiménez, Luís Aparicio, Balbino Inojosa y Tetelo Vargas. Era como mucho.  Llegaron el 21 de enero a Santo Domingo y en la misma tarde ya estaban calentando para enfrentarse al “Licey” y el “Escogido”. En la República Dominicana Jugamos 15 partidos desde el 21 de enero  (el mismo día que llegamos) hasta el 26 de febrero; de los 15 ganamos 11 y perdimos 4. Y eso que por 4 días jugamos dobles partidos,  contra “Leones del Escogido” y “Tigres del Licey”, los mejores equipos dominicanos. Allá conocimos al gran “Cocaína” García quien vino desde Cuba a pichar contra nosotros y cuando nos vio jugar decidió venirse a Venezuela a fortalecer al “Concordia” y residenciarse en La Victoria.  Esta primera serie fue ganada por los victorianos (debo decir “por los venezolanos”)  y el dictador Rafael Leonidas Trujillo, para desquitarse y sacarse la espina, invitó a otra serie corta por la copa “Coronel Ramfis Trujillo” (hijo del tirano quien tenía solo 12 años y el grado de coronel). Esta copa también la ganó el “Concordia” y al recibir el trofeo de manos del propio generalísimo Trujillo, el “Pollo” Malpica soltó una carcajada. En la noche amigos le recomendaron que se fuera a dormir en el barco por si acaso. Durante esa gira de 1934 fuimos a la República Dominicana y posteriormente a Cuba.  Derrotamos a los dominicanos en Santo Domingo y a los cubanos en La Habana. Regresaron a Venezuela e inmediatamente se armó un equipo que participara en Puerto Rico en otra serie que aun no se llamaba “Serie del Caribe” sino “Serie Inter Americana porque participaban Cuba, Puerto Rico, Santo Domingo, Venezuela y Estados Unidos.
Se hicieron a la mar el 6 de noviembre en la motonave “White Star Line”. Ya en Puerto Rico se nos unió Joshua Gibson  el más grande entre los bateadores de las Ligas Negras.  Se jugó contra “Almendares”, “Escogidos”, “San Juan”, “Ponce”, “Norfolk”, “Guayama”. Ganamos la serie. El jugador más valioso fue Luís Aparicio y de 34 juegos ganamos 30 y perdimos solamente 4. Estábamos fuera cuando llegó 1935. Este será el último año del “Concordia”. Un lustro de gloria dentro y fuera del país está a punto de llegar a su inesperado final. Al comenzar el año el equipo se encuentra en Puerto Rico; regresa a Santo Domingo donde esperan nuevamente “Licey” y “Escogidos” y volvimos a ganar en la que fue nuestra última salida al exterior.  Al regreso ya estaban listas todas las tribunas y debido a la gran concentración de peloteros en la ciudad, se   programan dos torneos; uno en Caracas y otro en La Victoria.  Con la colaboración de los victorianos León Gustavo Richard, Félix “Yeye” Dieppa, Luís Betancourt, José Tomás Sosa, Matías Felipe González, “Pepe” Díaz, Isaac Enrique Landaeta, “El Cojo” Núñez, Vicente Figuera, Miguel Antonio Colmenares, Simón Antich y el Dr. Moros Bello, en mayo arrancan el torneo local y el caraqueño. Había más equipos en La Victoria que en Caracas donde se redujo a un duelo entre “Royal Criollos” y “Gavilanes”. Los jugadores eran los mismos y muchos jugaban en la mañana en un torneo y salían en automóvil o por el ferrocarril para estar en la tarde en el otro. Por supuesto aquí ganó el “Concordia”, pero en Caracas  hubo “un empate sin desempate”. El primer juego (10 de noviembre) lo ganó el “Royal”, el segundo (17 de noviembre) también lo ganó el “Royal”, el tercero (24 de noviembre) lo ganó “Gavilanes”, el cuarto (2 de diciembre) lo ganó “Royal”, el quinto (9 de diciembre) lo ganó “Gavilanes” y el sexto (16 de diciembre) también lo ganó “Gavilanes”.  La serie estaba empatada 3 juegos a 3. El séptimo juego, “el bonito”, el del desempate, debía jugarse al día siguiente 17 de diciembre, pero no se realizó porque ese día en su lejana ciudadela de Maracay con el poder absoluto de Venezuela apretado en el puño, cayó derrotado por la muerte, el general Juan Vicente Gómez.  A su regreso de las exequias de su padre, el coronel Gonzalo Gómez reunió a los jugadores, les comunicó que todo había terminado, que los sueldos correspondientes a los juegos que faltaban le serían cancelados, que el dinero recaudado por entradas a los juegos sería repartido entre los jugadores y que aun cuando el general Medina Angarita le había  comunicado de parte del general López Contreras que debía abandonar el país por Turiamo para salvaguardar su vida, él no se iría, porque “quien no la debe no la teme”. La explosión de libertad del pueblo, contenida durante años, genera saqueos en Caracas y en el interior; en La Victoria saquean la mansión de los Urdaneta Maya en “La Calera”, “La Estancia”, “El Socorro”  y muchas otras propiedades, pero los bienes de don Gonzalo no los tocan. Existe una foto clásica en la cual se ve una manifestación caraqueña que va cargando con los productos del saqueo y al frente, una bomba de gasolina  donde está colgado un cartel que dice: “Esta bomba es propiedad del coronel Gonzalo Gómez”. Los manifestantes pasan de largo y no la tocan. Don Gonzalo no conocía ni  la bomba ni al propietario. Queda la historia poniendo cada cosa en su lugar. En cinco años el “Concordia” fue Campeón Nacional varias veces, fue el primer equipo venezolano que salió a jugar (y a ganar) al exterior; le ganó a los caraqueños en Caracas, a los zulianos en el Zulia, a los dominicanos en Santo Domingo, a los puertorriqueños en Puerto Rico, a los norteamericanos en Puerto Rico y en Venezuela y a los cubanos en La Habana. A su patrocinante el coronel Gonzalo Gómez siempre se le respetó en La Victoria especialmente por parte de los perseguidos políticos a cuyas familias protegió. Estuvo aquí hasta 1941 cuando vendió “La Quebrada” y “Santa Rosa” a don Luís Branger. En 1958 a raíz de la caída de la dictadura fue invitado al estadium Francisco de Miranda y en el “home” le fue colocada la más alta condecoración que otorga la ciudad. Murió el 11 de julio de 1978 a la edad de 79 años. Cuando una década después adquirimos para la ciudad el circo de toros que él había construido, por sugerencia de nuestro gran amigo Pablo Díaz,  lo bautizamos como “Plaza de Toros de Gonzalo Gómez”.  
El “Pollo” Malpica pasó al Magallanes y continuó siendo el mejor cátcher de nuestro beisbol. La gran mayoría de los peloteros victorianos pasó al Magallanes, lo cual explica por qué en su gran mayoría, nuestros paisanos viejos eran magallaneros. Se consagró como héroe nacional por haber sido el manager e inspirador del equipo venezolano que el 22 de octubre  de 1941 se coronó en el estadium La Tropical de La Habana como “Campeón Mundial de Beisbol”. “El Pollo” era médico y tenía fama de generoso y de puntual. Fundó un Consultorio Popular en Catia para atender a los pobres. Hacía gala de su puntualidad. Siempre estuvo a tiempo para asumir sus compromisos. Sus amigos decían que no era “un médico prestado al beisbol” sino “un beisbolista prestado a la medicina”. Decían que en su vida solo llegó tarde a dos compromisos: a graduarse de médico porque los exámenes finales de la universidad coincidieron con la  temporada final del torneo y  a la iglesia el día de su matrimonio con la bellísima “Catira” Pazos, porque el partido que jugaba esa misma tarde, tuvo que decidirse en extraining.
Después de una carrera deportiva y profesional llena de éxitos murió cubierto de gloria y rodeado de cariño el 6 de junio de 1970 a la edad de 60 años y su nombre espera ser honrado por la ciudad pedestal de sus hazañas
Nuestro gran poeta Luís Pastori fue en su niñez el “recogebates” del “Concordia” (le pagaban dos bolívares por juego). En su obra “Memorias y otros Olvidos” recuerda con cariño al equipo que tantas glorias le dio a la ciudad. Cuenta allí que muchos años después en conversación con don Gonzalo Gómez estructuraron el roster de la mejor época y desde entonces ha repetido que el equipo ideal fue: Martín Dihigo, pitcher; Manuel Antonio “Pollo” Malpica, cátcher; Nieves Rendón, primera base; César Nieves, segunda base; Luis Jiménez, tercera base; Luis Aparicio, Short Stop; “Tetelo” Vargas, Left-fielder;  Mariano Bordón, center fielder y Anselmo Pérez, right-fielder.

¡Gloria al “Concordia” el más poderoso de la historia del beisbol de Venezuela  y  Eterna Gloria a la ciudad!



BUCHE Y PLUMA

CORONEL GONZALO GÓMEZ

MANUEL “POLLO” MALPICA

MARTÍN DIHIGO

LUÍS APARICIO “EL GRANDE”

“TETELO”  VARGAS

 BALBINO INOJOSA

ALEJANDRO “PATÓN” CARRASQUEL (PRIMER VENEZOLANO QUE JUGÓ EN LAS GRANDES LIGAS)

MANUEL “COCAÍNA” GARCÍA

MANUEL “COCAÍNA” GARCÍA

EMILIO NAVARRO

ALEJANDRO OMS

AL BATE, ALEJANDRO OMS

PEDRO ALEJANDRO SAN

PEDRO ALEJANDRO SAN, EL JUGADOR MÁS VERSATIL DE LATINOAMÉRICA









3 comentarios:

  1. Este es un documento histórico, ya lo descargué en .pdf. Considerando la gran afición por el beisbol en Venezuela,cuesta creer que no haya comentarios previos

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  2. Bonita historia sobre los orígenes de nuestro béisbol.

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  3. Muy buena historia,las águilas del concordia ganó el primer juego de la chinita al pastora que jugaba en la liga Zuliana con una joya de picheo del Silvino Ruiz,fue juego perfecto ,eso fue en 1933,el beisbol en Venezuela por eso años tiene una bonita reseña ,eran los campeonato de primera división

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