29 mar 2014

LA VIRGEN DE BELÉN, PATRONA Y SÍMBOLO DE ARAGUA
Palabras pronunciadas por Germán Fleitas Núñez en la Santa Iglesia Parroquial del Señor San Matheo, el lunes 26 de noviembre del 2001, durante la Sesión Solemne del Ilustre Concejo Municipal del Municipio Bolívar del Estado Aragua, con motivo de celebrarse los 292 años de la aparición de la Virgen de Nuestra Señora de Belén.                                                                           
<<Simón:                                                                                                             
Ni una basquiña tengo para presentarme y que es prestada la con que me presento (…) pues hay días en que ni luz para alumbrarme tengo y si por tu decencia crees que el darme media docena de pesos no es decencia, te engañas; yo recibo cualquier cosa que puedan darme mis amigos pues hasta el pobre Diego me dio la silla con que me siento. Tengo mis dos niñas en cama; mi hija Solita ha estado de muerte y no tengo ni un medio…>>
Esta carta llena de pena y desesperación, se la escribe a su primo El Libertador, una sanmateana que llegó a ser la mujer más rica y la más bella de Venezuela.
Habían quedado atrás los años felices de la juventud, de la opulencia; la casa de Caracas, asiento principal de la aristocracia, donde llegaron en su momento príncipes y marqueses europeos. Atrás quedó el gran salón revestido con cortinajes de damasco rojo flecos de oro, las mullidas poltronas y sofás, las orquestas de los rumbosos bailes y las guitarras de las serenatas en las noches románticas y frescas; los amigos –ahora casi todos muertos- y las extensas posesiones en los fértiles valles del Aragua, desolados, despoblados y destruidos durante la guerra.
Siete años había pasado la ilustre sanmateana huyendo por tierras de las Antillas y Guayana, rodando de pueblo en pueblo y muriéndose de hambre.
Al regreso a la Patria libre, sus bienes estaban destruidos por el terremoto, por lo enemigos, o por los  realistas y patriotas que se las habían cogido para ellos, como siempre ha pasado en nuestras revoluciones.
A su pariente el Marqués del Toro le escribe: <<Ay Pancho, las cosas de este mundo, si tu papá y el mío vivieran y me vieran. >>
Esta heroína sanmateana se llamaba Belén Xerez de Aristeguieta; su hija se llama Belén Soledad y su nieta también se llamará Belén. Nacida en San Matheo el 11 de mayo de 1765, su infancia y su alegre juventud transcurrieron  entre la opulenta mansión de Caracas y su casa de hacienda en San Matheo. En ambas casas vio congregarse en oración a su familia, en sendos oratorios dedicados a la devoción de  Nuestra Señora de Belén, apenas medio siglo mayor que ella. Cuando sea una mujer –de las más bellas de la Provincia-  prestará su rostro a la madre de Dios, para que el pintor Juan pedro López la plasme en toda su belleza, en los retratos de la Virgen de La Merced y en el de Nuestra Señora de Belén.
San Matheo está en la obligación de rescatar para el afecto pueblerino, a esta mujer, Belén Xerez de Aristeguieta, dueña y señora de “El Palmar y del “Trapichito de la Santísima Trinidad”, haciendas que posteriormente pasarían a propiedad de las familias Ribas y Montesdeoca, quien por creer y militar en la causa de la libertad y de la independencia, y por haber sido fiel a los suyos, ahora no tenía ni un medio, ni una basquiña para presentarse, ni una silla en que sentarse, ni una vela con que alumbrarse.
La devoción de Nuestra Señora de Belén tiene ya medio siglo (56 años) cuando nace Belén.  Es la sexta de las nueve musas, las hermanas Xerez de Aristeguieta y Blanco Herrera, las mujeres mas celebres de Caracas durante el siglo XVIII, primas hermanas y vecinas de cuadra de las Palacios Blanco Herrera, una de quienes, “Concha Palacios”, será, cuando Belén cumpla 14 años, la madre del libertador.  No solamente vivirá esta sanmateana todo el proceso de desmoronamiento del viejo orden colonial, sino que luchará por el establecimiento de un orden nuevo y será pionera en la defensa de los derechos de la mujer, y defenderá los suyos, al litigar en contra de su marido y alcanzar el derecho de administrar su propia fortuna.  Verá desaparecer todos sus privilegios a casi toda su familia, morir a su única hija y su única nieta, y alcanzar una venerable ancianidad hasta su muerte en 1850, a sus 85 años de edad. Será testigo de la venta de la hacienda “El Palmar” donde había nacido,  a su primo José Félix Ribas Herrera, de este a su hermano Nepomuceno y de este, a su hermano Antonio José, los tres casados con sus primas Palacios Blanco Herrera.  Ella misma junto con su hermana mayor, venderá el Trapichito de la Santísima Trinidad a la familia Montes de Oca  y será testigo del florecimiento de la devoción a La Virgen de Belén, en los tres altares donde se la venera inicialmente, que son los de su familia Xerez de Aristeguieta en El Palmar y Trapichito; el de la familia Bolívar en El Ingenio, y el del pueblo, en esta iglesia del Señor San Matheo.
Cuando aparece La Virgen, ya esta Iglesia tiene ochenta y nueve años de haber sido erigida, el 30 de noviembre de 1620, fecha que no debe confundirse con la de la fundación del pueblo, desconocida hasta hoy.
Se ofrece ante la mirada asombrada de un hombre del pueblo, de un aborigen, el indio Tomás José Purito, y se va a mantener por ya casi tres siglos en la fe y en el amor de su pueblo. Sería reveladora de esa fe, una investigación documental en las Matrículas Eclesiásticas y en las Partidas de Bautismo y demás registros documentales, y mediante encuestas organizadas en las escuelas, acerca del número de mujeres que en San Matheo y Aragua, han llevado y llevan actualmente, el sagrado nombre de Belén. Poco se habla de Inés Heredia, la esposa de Tomás José; y debería mencionársela más, porque la historia afirma que se le apareció a ambos. Él llamó a su mujer y cuando ella estuvo presente, fue cuando se les apareció la santa imagen en forma de una bamba, un real español, de plata, con una
media luna sin nubes ni querubines, con su niño en los brazos, parada sobre la tierra elevada. La colocaron en un altar improvisado en su propia casa y esa misma noche del 26 de noviembre de 1709, recibió de María Micaela, la india madre de José Tomás, y de muchos otros indios y españoles, el primer rezo del Santo Rosario, primer homenaje de amor de un pueblo que tres siglos después la sigue homenajeando y reconociendo como su santa madre. Siempre se ha dicho y repetido que a diferencia de otras apariciones marianas, La Virgen de Belén no dejó ningún mensaje. Creemos por el contrario, que su mensaje estuvo en el propio hecho de la aparición, ya que no ser reveló “a un indio”, como se afirma, sino “a una familia” sanmateana, a una familia aragüeña, y ese regalo a la familia, es el mensaje.                                                El Padre Nicolás de la Torre, cura del pueblo, convenció al Indio José Tomás, de que debía trasladar la imagen a la iglesia y así se hizo. Repiques de campanas, chirimías, cajas, guitarras, acompañaron el regocijo y la solemnidad, que se mezclaron para hacer el traslado, hasta el altar de la Inmaculada Concepción. Al siguiente día, cuando el monaguillo descorrió el velo para cantar la misa, se había producido el primer milagro, la imagen estaba dorada y a su alrededor aparecían querubines y nubes. Esta vez también le había tocado a un niño del pueblo, al humilde monaguillo, ser testigo de este milagro; el primero de muchos. Algún día La Virgen hará el milagro de llevar a los altares al humilde indio Purino, como la Patrona Nacional al indio Coromoto y como la Virgen de Guadalupe, a Juan Diego.
La imagen, dicen los testigos, fue creciendo  hasta dos tercios de su tamaño original y se hizo necesario irle cambiando los relicarios, hasta el actual, mandado a hacer según algunos, por María Antonia Bolívar, en Londres; y según otros por los Xerez de Aristeguieta en Caracas. Nos inclinamos por la segunda tesis, siguiendo al sabio investigador Carlos F. Duarte, máxima autoridad en la materia, quien afirma en su magnífica obra sobre El Arte de la Platería en Venezuela, que la Custodia Expositor de la Virgen de Belén fue mandada a hacer por don Martín Xerez de Aristeguieta, dueño de la Hacienda “El Palmar”, con el orfebre caraqueño Francisco de Landaeta. Es de plata dorada con dobletes verdes y rosas, azogados. Tuerca de hierro forjado.  En la medialuna que sostiene la medalla de bronce hay (o hubo) una esmeralda y unos diamanticos. Tiene una altura de 0.585. Faltan la cruz y algunos angelitos y un ángel de cuatro alas. Según el ilustre académico, debió construirse en 1773,  pues existe una pintura de esa fecha que la representa. No puede ser cierto, como se afirma en muchas publicaciones,  que haya sido donada por María Antonia Bolívar  ni por ninguno de sus hermanos, porque cuando la custodia llegó a San Mateo, aún no se había casado don Juan Vicente de Bolívar y Ponte con doña Concepción Palacios Blanco. Durante su visita pastoral, el Obispo de Caracas, Monseñor Mariano Martí, afirma que es una dádiva de Don Miguel, el padre de los hermanos Xerez de Aristeguieta y Blanco Herrera, entre ellas, las célebres Nueve Musas.
El orfebre Francisco José  Landaeta de Lerma,  autor de la custodia, nació en Caracas en 1721,  a apenas doce años de aparecida la Virgen de Belén. Era hijo del  capitán Juan de Landaeta y de su esposa Leonor Agustina de Lerma. Debió ser morocho porque en muchos documentos se le menciona como “Amorocho”, “El Mulato”,  o simplemente “Morocho”. Nació en una familia de artistas, ya que su padre también era orfebre reconocido, y su madre era hija del pintor Blas Miguel de Lerma. En su familia había 8 pintores, 3 músicos, 4 carpinteros ebanistas y 5 plateros. A los 23 años casó con María Petronila Rosalía Pereira Landaeta y tuvieron como hijos a María Josefa, María Isabel, casada con el platero Antonio José Landaeta con quien tuvo 16 hijos; María Candelaria quien viuda de Nicolás Pompa, casa en segundas nupcias con el pintor Antonio José Landaeta;   José Antonio casado con María Josefa Núñez;  Manuela,  Juana María,  Juan José Vicente de Dios,  Carlos Francisco.
De su mano de artista surgieron tambien las custodias que están en la Iglesia de San Francisco de Caracas, de la Catedral de La Palma en Canarias, de Nuestra Señora del Socorro en la Catedral de Valencia, de las iglesias de Yare, Maracay y Santa Teresa del Tuy, la Corona de San José en la Catedral de Caracas, Sagrarios para llevar el viático,  la Custodia de Nuestra Señora de Las Nieves en La Palma de Canarias, calderetas, lámparas votivas, y las Andas de Nuestra Señora de Copacabana en la Iglesia de San Pablo, las cuales fueron fundidas por los patriotas en la guerra de independencia, para hacer monedas de plata. El catálogo de sus obras es inmenso y debe ser mayor, si tomamos en cuenta que  trabajó el arte de la platería desde 1740 hasta 1802; sesenta y dos años ininterrumpidos. Fue Capitán del Regimiento de Pardos de Caracas y fue distinguido por el Rey de España con la Medalla de Su Real Efigie. El autor de la Custodia de la Virgen de Belén, murió en Caracas rodeado de la admiración y el respeto de sus contemporáneos, al comenzar el siglo XIX.
Un voluminoso expediente, estudiado por los historiadores sanmateanos Víctor Ángel Rivero Cronista de la Ciudad y Luís Ramón Mendoza, docente universitario, recoge testimonios de diferentes testigos y épocas;  el resultado de esas investigaciones debe ser publicado por la municipalidad, para conocimiento de la población. Se discute sobre el crecimiento de la imagen, pero nunca del crecimiento de la fe en ella.                                                               Aplicar tierra de Belén a los enfermos, dar de beber su re confortante agua, solicitar su auxilio en el momento del parto, invocar su protección en los momentos de aflicción personal o de calamidad pública como epidemias, catástrofes, sequías o guerras; orar ante su imagen, han sido bálsamo de alivio durante tres siglos. Los testimonios abundan pero están dispersos. La familia Udis Pelgrón, de La Victoria, muchas de cuyas mujeres se llamaron Belén, recordaba siempre que Pilar Pelgrón, la venerable maestra de la ciudad, nieta del Guillermo Pelgrón Maestro del Libertador, padecía un cáncer del seno y se negó  a recibir medicamento, pero en cambio se untaba tierra del Santuario de Belén y el tumor desapareció. El ilustre médico Dr. Fulgencio Cecilio Carías lo atribuía a un milagro de La Virgen. La más memorable de estas invocaciones es la que hace su mayor devoto, en el momento supremo de su carrera militar. El 25 de marzo de 1814, en el fragor de la cruenta batalla, el Libertador sacó de su casa de Santa Rana, situada en el lugar que hoy ocupa la escuela, la imagen de la Virgen de Belén, Estaba en esa casa porque la iglesia no tenía techo; las misas se decían en la sacristía  en la casa del maestro de albañilería Lorenzo Palma, en la calle real. El Libertador alzó la imagen, la mostró, invocó su  auxilio, y cuando la giró hacia la montaña donde se encuentra la casa del ingenio, resonó el estruendo de mil cañones, precediendo la entrada a la gloria del inmortal capitán neogranadino Antonio Ricaurte.
Existe un doble escenario de veneración, El Santuario y esta Iglesia, especialmente la Capilla de La Virgen mandada a hacer por la familia Bolívar. Ellos mismos donaron la lámpara del Santísimo. Hecha en Londres, de plata de seis pulgadas, con la inscripción << La dio de limosna el Coronel Juan Vicente Bolívar. Año 1785. >> En realidad, cada casa sanmateana es un altar de veneración a la Santa Patrona.
Abundantísimo material escrito pero disperso, da fe de la devoción y de la actuación de cada uno de los sacerdotes que han tenido a su cargo la parroquia. Sobresalen entre ellos, los nombres de quienes promovieron las dos coronaciones canónicas, en los años de gracia de 1928 y 1965.
Nuestra Madre ha sido coronada dos veces; la primera en 1928, en la denominada Coronación Canónica o Arquidiocesana. Los preparativos duraron cinco años y estuvieron a cargo del Presbítero Dr. Luís Rafael Romero Sánchez., a quien Monseñor Arturo Celestino Álvarez Obispo de Calabozo y hoy en proceso de beatificación, bautizó como << El peoncito de La Virgen de Belén. >>  El decreto episcopal ordenando la coronación es del 26 de noviembre de 1927 pero los actos se celebraron el año siguiente. La Junta organizadora la integraban el Padre Rafael Parra Almenar Párroco de El Consejo, el Padre Lino Pérez de Las Tejerías, Fidel maría Miquelena, Demetrio y Simón Sánchez, Eduardo Eulogio Blank, Juan Roberto Molina de Cagua, Lisandro Hernández de La Villa de San Luís de Cura, Cirilo Cróquer  de Turmero, y el poeta Trino Celis Ríos. La sección musical estuvo a car4go de una gran orquesta dirigida por Pedro Alcántara Pino Maestro de Capilla de esta iglesia y los grupos de cantoras que dirigió Berta Stulcheiss. Las recolecciones se hicieron en toda Venezuela desde cuyos alejados rincones llegaban dádivas, mientras que la pobreza de San Mateo quedó  suplida por la piadosa ofrenda que hizo el devotísimo de la Santa Madre, General Juan Vicente Gómez.
Llegado el día 25 de noviembre de 1928, en la Plaza de Belén, frente al Santuario, en presencia del Nuncio Apostólico de Su Santidad, Monseñor Fernando Cento, el Auditor de la Nunciatura Monseñor Basilio de Sanctis, el Obispo de Caracas Monseñor Felipe Rincón González, el futuro mártir Monseñor Montes de Oca Obispo de Valencia, Monseñor Arturo Celestino Álvarez Obispo de Calabozo, prelados, predicadores, autoridades nacionales y todos los habitantes de San Mateo, con la mayor solemnidad el Nuncio Apostólico impartió la Bendición Papal y pronunció la frase ritual: <<Así como por estas manos, eres coronada en la tierra, así podamos merecer que por las tuyas, seamos coronados en el cielo.>>
Fue declarada Reina y Señora de Aragua y coronada solemnemente. Un silencio reverencial dio paso al repique de las campanas y al estruendoso estallido de los cohetes, al tiempo que la banda marcial echaba a volar los acordes gloriosos del Himno Nacional.
La corona era de oro macizo aderezada con seis alezandrites colocadas en rosetas de oro caladas y cinceladas, de tres carates o quilates cada una. La cruz tiene cinco perlas, un zafiro y cinco rubíes. El bando o friso tiene tres amatistas y doce rubíes pequeños. La corona mide dieciséis centímetros de alto por catorce de ancho, pesa cuatro kilos y su valor ascendió a la suma de ocho mil bolívares. Correspondió al coronel Alejandro Chacón, Jefe Civil de San Mateo, recibir, dar la bienvenida y atender al fiel devoto General Juan Vicente Gómez quien estuvo presente en todos los actos. Hoy en día nadie sabe dar razón de qué se hizo esa corona.
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Treinta y siete años después, en 1965, tuvo lugar la segunda coronación. Las circunstancias habían cambiado. A la cabeza de la iglesia venezolana descollaba la figura egregia de nuestro primer cardenal, el ilustre José Humberto Quintero; Aragua había sido elevada a la categoría de Diócesis y al frente estaba el futuro segundo cardenal venezolano, Monseñor José Alí Lebrún Moratinos, luego Arzobispo de Caracas, sustituido aquí por nuestro amado Pastor Monseñor Feliciano González Ascanio.
Desde su llegada como Párroco de San Mateo, el padre José Luís Gil Fernández, puso empeño en coronar nuevamente a La Virgen y en tal sentido acudió primera ante Monseñor Lebrún y luego ante Monseñor Feliciano quienes a su vez interesaron al Cardenal Quintero y a los Pontífices Juan XXIII y Pablo VI. El 13 de junio de 1962, en un Breve, Su Santidad Juan XXIII dice:
<< El venerable hermano José Alí Lebrún Moratinos Obispo de Maracay (…) nos rogó (…) que concediésemos (…) ser coronada la susodicha  imagen con corona de oro. <<…Con nuestra Autoridad Apostólica y por fuerza de estas letras le concedemos (…) la facultad de imponer en nuestro nombre y autoridad, una corona de oro a la imagen de la Bienaventurada Virgen María llamada de Belén y venerada con piadosos obsequios en la ciudad de San Mateo…>>  Dado en San Pedro, Roma, bajo el anillo del pescador…>>
En enero de 1965, ocupando el Trono de San Pedro,  Su Santidad Pablo VI, y en el Obispado de Maracay, Monseñor Feliciano González, el Sumo Pontífice escribe una carta autógrafa en la cual dice:
<< La imagen de nuestra Señora de Belén venerada en la Parroquia de San mateo, será coronada canónicamente. Pedimos con ánimo confiado (…) su protección a los fervorosos hijos de Maracay y que cubra con su manto en particular a los feligreses de San Mateo y a cuantos tomen parte en la ceremonia de la Coronación, mientras a todos, juntamente contigo, venerable hermano, nos complacemos en enviar la Bendición Apostólica. >>
Se oyen palabras mayores; son dos Pontífices Romanos quienes han puesto sus ojos sobre nuestra Patrona de Aragua. Escribe entosnces Monseñor Feliciano:
<< Su Santidad Juan XXIII ha quedado especialmente unido a la vida de la Parroquia de San Mateo.>>
Debemos añadir que Su Santidad Pablo VI, también.
La ceremonia tiene lugar el 31 de enero de 1965, presidida por Su Eminencia El Cardenal Quintero; los Obispos Ángel Pérez Cisneros de Barcelona, José Alí Lebrún de Valencia, Juan José Bernal de Ciudad Bolívar, Luís Eduardo Henríquez, Ramón I. Lizardi Obispo Auxiliar de Caracas, Alejandro Fernández Feo de San Cristóbal, el Nuncio Apostólico de Su Santidad Monseñor Luigi Dadaglio, el Gobernador de Aragua Dr. Ildegar Pérez Segnini y el Ministro de Justicia Dr. Ramón Escovar Salom, quien ofrenda a la Virgen y gajo de uvas u un ramillete de espigas.
El acto tuvo lugar en el estadium y la corona fue trasladada desde la iglesia por la señorita Marianela Gil. El Cardenal en el instante de la coronación pronunció la misma frase ritual que ya conocíamos pero más explícita:
<< Como eres coronada por mis manos en la tierra, quiero que por tu poderosa intercesión todos los aquí presente y nuestros hermanos ausentes, seamos coronados en los cielos por tu hijo Jesucristo. Amén. >>
Al final se entonó el Himno Oficial de la Coronación, compuesto por el Padre Juan de Azagra, Maestrecapilla de la Basílica de Nuestra Señora del Pilar de Zaragoza.
Ese mismo día, a las siete de la mañana, en esta misma iglesia, tuvo lugar una Misa de Ordenación. Monseñor Feliciano actuando como Pontífice Obispo, ordenó  a un Subdiácono en presencia de los profesores y alumnos del Seminario de Caracas, donde estudiaba el joven ordenado y de numerosos peregrinos venidos de muchas partes del país especialmente de Turmero. Recibió la Orden Mayor del Subdiaconado, un seminarista de desde entonces ha dado generosos frutos a la iglesia aragüeña. El seminarista ordenado se llamaba Antonio Rojas Mata y es nuestro actual Venerable Párroco.
Para perpetua memoria de ambas coronaciones, se editaron sendos libros titulados <<Coronación Canónica Arquidiocesana de Nuestra Señora de Belén>> y <<Arco Iris>>, cuyos ejemplares han puesto en mis manos, las manos amigas de Víctor Ángel Rivero, Luís Ramón Mendoza y doña Trina de Pérez.
Monseñor Lebrún Moratinos, ahora Obispo de Valencia dice:
<< Cuando la tarde del 31 de enero de 1965 contemplé conmovido (…) la Coronación Canónica de la Virgen de Belén (…) ceñidas sus augustas sienes con la corona que fabricó el amor, me parece ver entreabiertos sus labios para comenzar este diálogo con su pueblo de San Mateo: <<Yo me he mostrado Vuestra Madre, ahora mostrad vosotros que sois verdaderamente mis hijos.>>
Nos corresponde entonces a nosotros, mostrarle a Ella, que somos verdaderamente sus hijos.
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Nos acercamos al tricentenario de su aparición y hemos visto como sus dos coronaciones fueron preparadas con seis y siete años de anticipación. Nosotros tenemos ocho.
No se si es válido coronarla por tercera vez, pero podemos idear una tercera corona que en lugar de gemas y piedras preciosas que al fin y al cabo siempre terminan desapareciendo como desaparecieron los eslabones de plata de los candelabros, esté adornada de acciones preciosas que las que no desaparecen sino que permanecen para siempre. Ellas podrían ser, entre otras, las siguientes que me permito proponer muy respetuosamente ante las autoridades y el pueblo de San Matheo:
Primeramente, que se le restituya oficialmente a Nuestra Señora de Belén, su condición de Patrona de Aragua, por la cual se la conoce desde comienzos del siglo XX y que hoy parece habérsele extraviado en algún escondrijo de la historia. Que previo el cumplimiento de las formalidades que prescribe la iglesia, se documente o ratifique lo que es un antiguo y aceptado sentimiento general que está en el corazón de todos los aragüeños; y que ante el hecho notorio de que  la Sagrada Imagen es desde comienzos del siglo XVIII, guía espiritual del pueblo aragüeño y desde comienzos del siglo XX, su Santa Patrona; que está vinculada la fe del pueblo y a nuestro glorioso pasado histórico,  especialmente durante la guerra de la independencia, cuando nuestro Libertador Simón Bolívar colocó bajo su protección al  ejército emancipador e  imploró su intercesión durante la heroica Batalla de San Mateo el 25 de marzo de 1814; que al anunciarse ante un humilde hombre del pueblo y aparecer en todo su esplendor,  frente a una familia indígena, dejó un claro mensaje de amor hacia el núcleo familiar, base fundamental de nuestro pueblo; que fue devoción de la familia Bolívar, en cuya casa del Ingenio fue venerada y que el Padre de la Patria en numerosas oportunidades dio testimonios de su fe y la de su familia, en la Madre de Dios, bajo la advocación de Nuestra Señora de Belén; y que nuestra Santa Patrona siempre ha simbolizado el amor de Dios por nuestro pueblo de Aragua, por su destino y  su felicidad;  y que su culto congrega  la fe de los aragüeños hacia la Madre de Dios, bajo cuyo manto protector encomienda a las presentes y futuras generaciones; propongo que se la declare cuarto SÍMBOLO DE ARAGUA, juntamente con el Escudo de Armas, el Himno y la Bandera; que se cree PABELLÓN DEL ESTADO ARAGUA, consistente en una bandera del estado, en cuyo cuartel superior  aparezca estampada su sagrada imagen y que se elaboren pabellones en tela y en cromos y que se distribuya para que reciba el homenaje del pueblo con el fervor patriótico y religioso que ella inspira.
Que se rescate del olvido y se incorpore a la vida afectiva del pueblo, en calidad de Heroína de la Patria, a Belén Xerez de Aristeguieta, colocando su retrato –copiado en el rostro de Nuestra Señora de la Merced de Juan Pedro López- en sitio de honor de esta Santa Iglesia Parroquial.
Que se declare Monumentos Históricos y Arquitectónicos Municipales y gestionar su declaratoria como Monumentos Nacionales las casa de las haciendas “El Palmar” y el “Trapichito de la Santísima Trinidad”  y que se gestione ante los propietarios de este último, su restauración total para la fecha del tricentenario y de ser posible, su donación al Pueblo de San Matheo.
Que se retire del frontis de esta Santa Iglesia Parroquial, la Placa de Mármol donde está inscrita una falsa Acta de Fundación de San Mateo, por cuanto es apócrifa, falsificada, inventada, no copiada de ningún documento verdadero y en consecuencia constituye un engaño para los sanmateanos, especialmente para los jóvenes estudiantes que la copian de buena fe y se la aprenden, creyendo que es auténtica.
Que se busquen de manera científica y responsable, los restos del héroe neogranadino Antonio Ricaurte, los cuales según testimonios confiables de quienes lo sepultaron, está enterrado en el  altar derecho de esta iglesia y cubierto con dos metros de cal.
Que por suscripción popular se erija en esta Iglesia, donde tanto oró ante la Virgen de Belén, un cenotafio a la memoria de Matea Bolívar, Aya que fue del Libertador.
Que se averigüe donde están las joyas con que la devoción popular ha obsequiado a nuestra Santa Patrona, especialmente sus dos coronas, sus custodias, sus milagros y demás regalos a fin  de ponerlos a buen recaudo y salvaguardarlos.
Que se restauren las antiguas peregrinaciones, durante las cuales lo hogares sanmateanos hospedaban en sus casas a los peregrinos dando generosa y espontánea hospitalidad doméstica a los forasteros, ingenua y elemental forma de posada, hoy inventada por los especialistas en turismo.
Fomentar a través de la escuela, el acopio de información sobre la devoción familiar, las cofradías, las juntas de festejos, la conservación doméstica del culto, el conocimiento de las personas que durante tres siglos han mantenido vivo el fervor religioso, los maestros, músicos catequistas, artistas, hombres de trabajo, amas de casa, agricultores y demás gentes de bien que han contribuido al progreso de la población y honrado el gentilicio sanmateano.
Que se establezcan como fechas clásicas el 28 de febrero Día de la Primera Batalla; el 25 de marzo, Día de la gran Batalla de San Mateo y del Sacrificio de Ricaurte; el Día del Santo Patrono San Mateo; el 26 de noviembre, Día de la Virgen de Belén y el 30 de noviembre Día de la Erección de la Iglesia.
Que se designe por Decreto Ejecutivo, una Comisión Tricentenaria de Nuestra Señora de Belén, la cual se encargará de elaborar una programación,  para celebrar dignamente el 26 de noviembre de 2009, los trescientos años de la aparición de la sagrada imagen, mediante la construcción de obras de interés colectivo y demás actos demostrativos, que perpetúen el afecto que Aragua profesa a su Santa Patrona.

Este es, al decir de doña Trina  de Pérez, el verdadero pueblo bolivariano y mariano de Aragua, por ser tierra de los Bolívar y de Nuestra Señora de Belén, y por lo tanto el compromiso es doble.
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Señoras y señores:
Termino por donde he debido comenzar: por dar las gracias. Al Señor Alcalde y demás autoridades municipales quienes me hicieron el honor de invitarme a tomar la palabra en este acto y a los distinguidos asistentes por la bondad que han tenido de escucharme. Hablar hoy aquí constituye para mí un doble alto honor, por dos razones personales que deseo confesar. Pertenezco a una vieja familia victoriana cuyas mujeres por nueve generaciones se han llamado Belén. Mi rechorna, mi chorna, mi tatarabuela, mi bisabuela, mi abuela madre, mi hermana, mis primas, mi sobrina y mi hija, llevaron ese dulce nombre porque todas fueron ofrecidas a la devoción de nuestra Patrona y Símbolo. La otra razón es que los vitorianos viejos sabemos que los dos pueblos verdaderamente hermanos de Aragua, han sido Siempre San Mateo y La Victoria.  Parece que no fuera así, porque la geografía nos mantiene alejados; pero estamos más cerca de lo que parece. Algunas veces da la impresión de que San Mateo está más cerca de Cagua o de Turmero que de La Victoria o de que La Victoria está más cerca de El Consejo o Las Tejerías que de San Mateo, pero no es así. La hermandad entre el pueblo del Señor San Matheo y el de la Señora de Guadalupe de La Victoria, viene de la profundidad de los siglos. Solamente las comunidades precolombinas de este lugar, sabían lo que querían decir los petroglifos que encontraron los españoles al incursionar mi lugar; y solamente las comunidades precolombinas de lo que después fue La Victoria, entendían la lengua de quienes habitaban lo que después fue San Mateo y podían leer lo que decían sus piedras. Nacieron y crecieron hermanados por el camino de recua, por el camino real, y por el camino de aguas que le da nombre a la tierra, el río Aragua, que nace en La Victoria y atraviesa San Mateo.  Recibieron juntos la visita de aquel emprendedor Teniente Cura Gabriel de Mendoza quien en noviembre de 1620 vino cumpliendo órdenes de  del Obispo Gonzalo de Angulo y erigió las iglesias de La Victoria, San Mateo, Cagua y Turmero en estos pueblos <<ya fundados>>, y que hoy se confunden con fechas de fundación, que no lo fueron. Pelearon juntos y del mismo lado, en la lucha feroz contra los invasores europeos, por impedir que los despojaran de la tierra que les pertenecía. Mezclaron juntos sus sangres, sus sudores, sus colores y sus culturas, durante los 300 años del mestizaje que dio origen al hombre venezolano. Juntos emprendieron la lucha por la independencia y nuestras tierras fueron el escenario de las más heroicas hazañas libradas por la libertad. Participaron juntos con su trabajo por la construcción de la nueva Patria y juntos padecieron el abandono y el olvido de quienes estaban en la obligación de recordarlos. Hoy en día aspiran a un mejor porvenir para sus hijos. Unidos por las glorias del pasado, quedaron hermanados por siempre en nuestros símbolos regionales. El Himno de Aragua habla de “La proeza inmortal de Ricaurte que en tierra aragüeña su olimpo encontró” y del instante “cuando Ribas su espada blandió y a su homérico afán La Victoria con sangre opresora sus campos regó”. En las cintas del Escudo de Armas de Aragua, las fechas “Febrero de 1814” y “Marzo de 1814” recuerdan a las batallas de La Victoria y San Mateo. Nuestros pueblos, hermanados en el pasado, seguirán siendo hermanos para siempre porque son hijos de una misma madre; ambos lo son de nuestra Madre Querida, La Virgen de Nuestra Señora de Belén, Santa Patrona y desde ahora, Símbolo de Aragua.

 HE DICHO

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