Leer o escribir sobre música es un poco frustrante porque no se oye nada.
Muchas páginas escritas sobre la música nos dicen menos que lo que nos
puede decir el escuchar unos breves
compases. Por más que nos ilustremos sobre un tema sin haber oído nunca la
pieza, estaremos como quien aprende a nadar por correspondencia sin haber
entrado nunca a una piscina o a un río.
En el caso de La Victoria se hace difícil porque hemos tenido música todo el
tiempo pero muy pocas grabaciones. Nos pasa como con la poesía; sabemos que
somos la cuna de grandes poetas como Sergio Medina, Rafael Briceño, Gonzalo
Carnevali, Luís Pastori, Polito Silva o Julio Páez, pero nunca hemos leído ni
escuchado un verso de ellos. Sin embargo la música queda en desventaja porque
los poemas están ahí y en algún momento los podemos recitar, pero como no
sabemos leer partituras, para disfrutar de la música, alguien la tiene que
tocar. Entonces nos queda una opción que es no hablar de la música sino de “los
músicos”. Eso haremos.
En los tiempos
precolombinos nuestros primitivos habitantes hacían música cuyas reminiscencias
sobreviven en la actualidad en cantos y bailes autóctonos y cuyos testimonios
cursan en los informes que levantaban los obispos en sus visitas pastorales.
Durante la época colonial tuvimos magníficos instrumentistas y la escuela que
surtía de músicos a todas las iglesias de la provincia y junto con ellos, arpa,
tambor, armonios, maracas, chirimías,
carrizos y demás Ya en la etapa
republicana está mejor historiada la actividad musical en la ciudad. Pero es
mucho más acá cuando los gobernantes tienen más vinculación con la ciudad por
ser la caja de resonancia donde
repercute lo que pasa en Caracas. En tiempos de Falcón quien es designado
presidente aquí en La Victoria, Guzmán Blanco presidente de nuestro estado,
Linares Alcántara, Rojas Paúl, Andueza Palacio y Andrade, los últimos cuatro
casados con mujeres victorianas, se ofrecen aquí grandes bailes.
Pero ninguno le quita la corona al “Siempre Invicto”, al
“Siempre vencedor jamás vencido”, al
“ínclito” general Cipriano Castro, gran bailador de valses y pasodobles, quien acaudilló al país y desde aquí ejerció el más festinado
gobierno en ritmo de valse (con acompañamiento de cañonazos) y siempre rociado
de buen brandy.
Tocaremos el tema de los grandes valses de salón compuestos
en nuestra ciudad. El primero que se nos viene a la memoria es “Jamás te
Olvidaré” tambien llamado “Nunca te olvidaré” compuesto por Manuel
Guadalajara quien animaba las noches de
velada de nuestro paisano Francisco Linares Alcántara a quien dedicó muchas
piezas, entre ellas una guasa llamada “Pancho” que interpretaba magistralmente
Evencio Castellanos Yumar. Lo compone en
la misma época en que aparecen “El Diablo Suelto”, el “Jarro Mocho” que es un valse
que después se convirtió en joropo aragüeño y “Marisela”. El poeta Luís Beltrán Guerrero nos decía que
los tres valses mayores de Venezuela pudieron ser compuestos en La Victoria:
“El Diablo Suelto”, “Jarro Mocho” y “Marisela” cuyos autores Heraclio
Fernández, Federico Vollmer Ribas y Sebastián Díaz Peña vivieron en esta ciudad
por pertenecer al círculo de amigos personales
del general Alcántara cuando era presidente de la Provincia de Aragua,
luego del estado Aragua y por último de la República.
Todo el fin del siglo XIX hubo grandes bailes y según el
poeta Miguel Ángel Álvarez, de la imitación que el pueblo en las barras hacía a
las cuadrillas que se bailaban en los grandes salones, debieron surgir algunas
de las estructuras coreográficas de “La Llora”. En los viejos periódicos de la
época aparecen reseñados estos bailes.
Con la llegada de los andinos al poder llegan los valses a
su máximo esplendor porque el jefe se la pasa metido entre nosotros, gobierna
desde aquí, decide construir aquí su palacio (el palacio Castro), su cuarte (el
cuartel Montilla) y gana aquí su mayor batalla (la más grande de toda la
historia militar de Venezuela en 1902). No solo nos queda el nombre de “Ciudad
Santa de la Restauración” sino el danzar de los bailes y el olor a buen brandy.
El músico más destacado de esta época es don Sebastián Díaz Peña director de la
Banda Marcial y compositor de cuadrillas, valses y joropos entre los cuales
están “Siempre Invicto”, “Club Victoria”, la cuadrilla “Zoila Rosa” y su gran
joropo “Marisela”.
Por esa época el joven guitarrista Inocente Carreño hoy
convertido en gloria nacional, compone el valse “Mañanita Pueblerina”,
compuesta en la Plaza Ribas mientras esperaban la apertura de la iglesia para
comenzar la misa de aguinaldo. Este valse
victoriano es interpretación obligada de todos los coros que se precien; en
nuestra ciudad lo interpreta magistralmente “Entrecanto Coro de Cámara” que
dirige el doctor Luís Fernando Martínez. De entre sus más de cien versiones,
recomendamos la versión pianística de Rosario Marciano.
Posesionado del poder el general Gómez hubo un sacerdote del
entorno del caudillo que fue poeta, brillante orador y gran pecador, el Padre
Carlos Borges. En una oportunidad por haber cometido una falta del corazón, fue
castigado y remitido a La Victoria donde estuvo residenciado en una casa frente
a la plaza Campoelías; vino de Caracas a acompañarlo su hermano, el maestro
Raúl Borges, gran guitarrista y maestro de todos los de su generación, Alirio
Díaz, Manuel Enrique Pérez Díaz, Fredy Reyna, Rodrigo Riera, Flaminia de Sola y
muchos más. En este micro exilio victoriano, compuso el maestro Borges su gran
“Valse venezolano”, llamado hoy simplemente como “El Valse de Borges” compañero
obligado del “Valse de Lauro” como llamamos popularmente a su valse número tres
o “Natalia”. Conocimos al maestro Borges en su ancianidad, llevados de la mano
de su discípulo Fredy Reyna, nuestro maestro.
Ya en el siglo XX nuestro mayor compositor de valses es el
maestro Pedro Oropeza Volcán nativo de Guardatinajas pero residenciado desde
muy joven en nuestra ciudad hasta su muerte. Compuso extraordinarios valses
como “Venezuela y Colombia”, “Pétalos de Rosa”, “Claros de Luna”, “Guachamarón
llanero”. Fundó junto con don Roque Ayala Romero la escuela de música de El
Consejo donde todos aprendimos nuestras primeras notas.
En su momento había músicos como don Balbino González autor
de “Pedro Miguel”, don Melanio Urdaneta, Tony González quien popularizó en
Argentina “La Pablera”, Manuel Villasana y Luís Pastori quienes formaban el
conjunto “Ayarí” y compusieron el precioso valse “Rueca de Ensueños”. Don
Carlos Aponte (el padre de “Cayito” Aponte) destacado intelectual, político y
poeta autor del precioso “Si tú me hubieras querido” que algunos tuvimos la dicha de escuchárselo
a él y hoy en día a “Cayito”; don Carlos Arrieta, Julio Páez gran poeta,
humorista, actor y autor de teatro, junto con Charito Peralta fue promotor del
Teatro Victoriano. Cantante de canciones románticas era el mejor intérprete de
“La Pulpera de Santa Lucía”. Compuso valses románticos pero no grabó sus
interpretaciones. Vivieron en nuestra
ciudad las hermanas Bosch Landa, de Villa de Cura, cantantes de valses y las
Udis Pelgrón, sobrinas de la insigne maestra Pilar Pelgrón, quienes tañían
cuatros y guitarras y cantaban valses, entre ellos “Las Madreselvas” que le
oímos en nuestra infancia a doña Carmen Belén y llegamos a grabarle a misia
María.
Rosita Betancourt de Navarro fue pianista y compuso
valsecitos al igual que don Luís Rodríguez y el padre Ángel Pérez Cisneros
fundador del célebre Orfeón Santa Cecilia tambien autor de valses. Muchísimo
más acá Enriqueta Polanco nos defiende de los maracayeros con su “Luna de La
Victoria” que con música del profesor Francisco Quero nos permite apabullar a
la “Luna de Maracay” con la que nos esperaban siempre. A mediados del siglo
pasado las voces de Alejandro Navarro Betancourt, Gisela Pastori, las hermanas
Páez Cordero, las Morochas Cabrera, Fredy Yánez Álvarez y toda la generación
que da sus primeros pasos junto con la Casa de la Cultura, nos deleitan.
Hubo una época en que
las dos grandes orquestas de Venezuela eran victorianas; la de Pedro José
Belisario cuyo tenor era Francisco “Pancho” Villasana y la Orquesta de Luís
Alfonzo Larrain autor de “Amándonos” quien en 2011 cumplió cien años de haber
nacido. Fue el introductor del merengue en los grandes salones de Caracas.
Contaba que en un baile donde danzaba alegremente el general López Contreras
presidente de la República, de pronto interpretó un merengue “rucaneao” que el
ilustre magistrado tuvo que bailar. Al terminar el set, se le acercó el general
y le dijo: “Luís Alfonzo, yo debería mandarlo preso, porque ha hecho “menear el
fundillo” delante de todo el mundo al Presidente de la República”.
Hemos dejado de último a nuestro gran pianista Román
Martínez Galindo, destacado músico y compositor quien fue no solo alumno
predilecto sino integrante de la orquesta del Maestro Oropeza Volcán. Ha
compuesto muchas piezas para piano y
entre ellas el valse “La Victoria” que debe ser promocionado durante las
fiestas del bicentenario de la batalla. Buen regalo para la ciudad sería grabar
algunas de las grandes piezas de nuestros compositores.
¿Verdad que en lugar de leer sobre nuestros valses, hubiera sido preferible haber oído las
melodiosas notas de alguno de ellos?
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