La
resistencia comenzó en La Victoria el mismo día en que tumbaron al presidente
Rómulo Gallegos, hace hoy 65 años. Esa mañana del 24 de noviembre de 1948,
Castor Nieves Ríos Gobernador Político de La Victoria, asistió a una reunión
convocada por el Comandante José Manuel Gámez Arellano en Maracay, con la
finalidad de “limar asperezas” que habían surgido entre el Jefe Militar de La
Victoria Comandante Enrique González Pachano y los dirigentes del Partido
Acción Democrática.
La invitación había sido formulada para realizarse en la
sede del Comando de la Guarnición situada en la Avenida Bolívar (donde luego
funcionó el Palacio Episcopal), a horas diferentes; pero por motivos que
desconocemos, coincidieron a la misma hora el jefe político y el militar. Por
supuesto que no hubo acuerdos y muy por el contrario, se agudizaron las
fricciones. En plena reunión el Gobernador del Estado Aragua Ramón Pardo
comunicó la noticia que ya se veía venir: se había producido un golpe de estado
y ya había caído el Palacio de Miraflores y en consecuencia, el gobierno
nacional.
Castor
Nieves Ríos regresó inmediatamente a La Victoria y en la casa de la familia
Villasana así como en otra del Barrio de Jesús, reunió a un grupo de dirigentes
acciondemocratistas quienes decidieron resistir y acordaron trasladarse al
Ingenio Bolívar para impedir el regreso del Comandante Pachano o de cualquier
otro oficial que pretendiera tomar La Victoria.
Así
lo hicieron. En la vieja casona del ingenio se acantonaron entre otros: Cástor
Nieves Ríos, Luis Enrique Aguilar Hostos, Narciso Pacheco “Negrín”, Nelson
Romero, Antonio Bustamante, Jesús Rodríguez Trilla, Pedro Bolívar, Humberto
Buznego, Pedro Rivero, los Barreat, León Gustavo Richard, Matute, Adrián
Segundo Naranjo y el Dr. Roberto Villalobos Ferrer, Primer Presidente de Aragua
durante el Gobierno de la Revolución de Octubre. Por su parte el Comandante
Pachano, en permanente contacto con los oficiales Teniente Lolet, Teniente
Méndez Salas y Teniente Rosales, había salido de La Victoria a las ocho de esa
mañana con rumbo a la reunión, acompañado de su esposa doña Fidelina, el
oficial Edgar Trujillo Echeverría y su chofer, el señor Osuna.
Enterado
de la situación, salió de la fracasada reunión, decidió tomar el control de su
vehículo y le pidió a su chofer que regresara por separado en previsión de
cualquier eventualidad. En compañía de Trujillo Echeverría tomó el camino de
regreso que era el de Turmero, La Encrucijada, San Mateo y La Victoria, porque
todavía no se había construido la autopista. Durante todo el trayecto se
mantuvo delante de ellos un autobús conducido por el consejeño Raimundo Murga y
apenas hubo salido de San Mateo lo pasó y al tomar la curva del Ingenio Bolívar
escuchó disparos y aceleró el automóvil.
Un tiro disparado según algunos
informantes por el propio Cástor y según otros por el doctor Roberto
Villalobos, entró por la ventanilla del carro sin hacer ruido porque no rompió
ningún vidrio, pero no hizo blanco en el cuerpo del Comandante Pachano hacia el
cual iba dirigido. Habían pasado ya la zona de los disparos cuando doña
Fidelina se dio cuenta de que estaba sangrando y de que había sido herida en el
brazo izquierdo.
Ante
el temor de que la entrada de La Victoria pudiera estar tomada por miembros del
gobierno depuesto, la señora Pachano decidió bajarse del carro en el sector Los
Cucharos para facilitar el que su marido pudiera entrar hacia el Cuartel
Montilla por entre las haciendas de caña que bordean la carretera. Ella
esperaría el autobús de Murga o un camión que conducido por su cuñado José
Manuel León, venía detrás. El Comandante Pachano logró entrar al cuartel y
cuando su esposa llegó a la alcabala de “El Recreo”, encontró allí al Dr.
Antonio J. Hermoso, quien avisado por el Comandante, esperaba a la herida. Fue
trasladada inmediatamente a la Clínica del Dr. Gustavo Subero Sosa y auxiliados
por Doña Josefina Cano de Subero (recientemente fallecida), extrajeron el
proyectil, el cual se había incrustado en el pecho de la dama.
Ya
las emisoras de radio informaban el derrocamiento del gobierno civil y
transmitían mensajes de la Junta Militar de Gobierno que para sorpresa de
todos, era presidida por Carlos Delgado Chalbaud ministro de la Defensa del
Gobierno derrocado. Aparte de este infortunado disparo que involuntariamente
hirió a una dama, hubo muchos más. Nuestro amigo Pablito Díaz nos reveló que
ocho soldados muertos fueron enterrados en el cementerio de La Victoria pero no
se publicó, no se permitió que se transmitiera la información y ni siquiera se
anotó en los libros de enterramientos. Existía interés en hacer creer que
Gallegos había caído sin que nadie lo defendiera. Al decir del valiente
victoriano Nelson Romero, creer que el golpe se dio sin disparos o que el
gobierno cayó sin defensa, es desconocer la verdad. Luego nos sorprendió una
información que nos suministró: “quien le disparó a Pachano, no fue Cástor sino
el doctor Villalobos”.
No
hay duda de que la historia de los acontecimientos del 24 de noviembre de 1948
en La Victoria no se ha escrito todavía y es necesario que los
actores de tales hechos tanto del lado del gobierno caído como del de los
golpistas triunfantes, escriban memorias y crónicas que ayuden a despejar la
verdad histórica. Muy especialmente los victorianos, porque si como dicen
algunos contemporáneos, la única resistencia armada con derramamiento de sangre
que trató de impedir el golpe, tuvo como protagonistas a los victorianos,
estaríamos ratificando una vez más el carácter indómito de nuestras gentes,
cuando se trata de luchar por la libertad y la democracia.
La
resistencia en La Victoria fue muy dolorosa porque nuestra ciudad siempre ha
sido rebelde y poco sumisa ante los poderosos. Ya desde los días del gomecismo,
algunos grupos se habían constituido siendo el más célebre el Círculo
Revolucionario de Santos y Anselmo Cerró, Rafael Briceño Ortega, Guillermo
Blank, Eduardo Barreat, Santiago González, Mamerto López, Nicomedes Flores y
Juan Santana, algunos de cuyos integrantes fundaron las primeras células del
Partido Comunista. Pero ahora cuando el propio Ministro de la Defensa encabeza
el golpe contra su presidente, la resistencia victoriana es inmediata y se
agudiza a partir del fraude que le da comienzo a la presidencia de Pérez
Jiménez.
En
las casas de Manuel y Rosita Betancourt situada en la calle Libertador y en la
clínica del doctor Roberto Villalobos Ferrer, frente a la Plaza Ribas en la
casona donde está hoy el Centro Colonial, se reunían Manuel y Luis Betancourt,
León Gustavo Richard, Simón Antich Lazo, José Ramón Visbal, Joaquín y Diego
Barreat, Adolfo Castro, Narciso Pacheco (Negrín), Félix Dieppa Ríos y José
Gregorio Antonini entre otros. Nos contaba el doctor Ramón J. Velásquez
que el mayor porcentaje de presos en la Cárcel de Ciudad Bolívar era de
victorianos. Por resistir pararon en la cárcel Gustavo Richard, los Barreat,
Cipriano Martínez, Mitico Díaz, “Michelín” Ríos, “Cachú” Silva, “Pinocho”,
Antonio Bustamante, “Bigotico” Cabrera y sus hermanos, Simón Antich Lazo, Marcos
Lobato, Roberto Villalobos, José Izaguirre y sus hermanos, Silvio Silva, César
Rodríguez Palencia, Imelda Romero, Aurora Pastori, Tirso y Tarsicio Pazos,
Humberto Buznego “Reinita”, Oswaldo Matute, Alfredo y José Bernardo López, Raúl
Cabrera, los Aguilar, los tejerieños Sinforiano y Antonio Álvarez, Juan Gil
Quiroz y Emilio Torrealba: los consejeños Francisco Ferray, Augusto Zapata,
Gregorio Sumoza y muchos más.
Al
exilio fueron a tener el “viejito” Luís Enrique Aguilar Hostos, Luís Manuel
Betancourt, Humberto Buznego, Nelson Romero, Federico Brito Figueroa, Carlos
Blank Antich y Castor Nieves Ríos (en la foto gentilmente cedida por su hija
Leticia, junto con Francisco Olivo en Méjico, antes de entrar clandestinamente
a Venezuela, a su encuentro con la muerte y con la gloria). Pero hubo un exilio
doméstico: huyendo de sus tiranos locales llegaron a La Victoria Luis Rafael
Núñez Mattey y Elvira, Francisco Pinto Sifontes, Ruperto Mata y Clarita, Dabout
y muchos más, quienes se incorporaron a la resistencia. Todos ellos
lucharon por la Patria que aprendieron en las páginas de Rómulo Gallegos, en
los versos de Andrés Eloy Blanco, en las recopilaciones de Vicente Emilio Sojo
y merecen el reconocimiento y el respeto de Venezuela.
Sesenta
y cinco años después, la mayoría de los protagonistas ha muerto. Cástor Nieves
Ríos fue asesinado por la Seguridad Nacional, el Comandante Pachano fue
transferido como Jefe de “El Rincón” en Maracay y murió el 28 de marzo de l976
(28 años después de los acontecimientos). Conversamos con muchos de ellos y nos
sorprende la ausencia de odios y de rencores. Doña Fidelina Pachano nos
comentó: “Después de algún tiempo tuve que someterme a una intervención de
cirugía menor y quien me intervino fue el Dr. Villalobos. A las piñatas de mi
casa iban los hijos de algunos adecos y cuando mi marido llegaba al Palacio de
Miraflores, el General Pérez Jiménez lo saludaba diciendo: “Llegó el adeco de
La Victoria”. Por su parte Mitico Díaz, adeco de los viejos, de los que
participó en la resistencia y pagó el precio, nos comentó: “Si hay un cielo, yo
le pido a Dios que tenga allá al Comandante Pachano, porque después de haberle
disparado y herido a su esposa, nos tuvo presos y en lugar de fusilarnos -que
lo ha podido hacer tranquilamente- lo que hizo fue mandarnos a poner colchones,
almohadas, cobijas y dejarnos estar en el Casino de los Oficiales”.
DOÑA
FIDELINA PACHANO
COMANDANTE ENRIQUE GONZÁLEZ PACHANO
ANTES
DEL GOLPE DESPEDIDA DE MÉJICO
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