2 abr 2014

¡QUE VIVA LA PEPA!



Tal vez el más hermoso grito de guerra por la libertad, la igualdad y la justicia, que se haya pronunciado en lengua castellana, sea el de “Viva la Pepa”, por lo que significó, los cambios que produjo y las repercusiones que tuvo y sigue teniendo tanto en España como en los países americanos. Pero ha sido tan desvirtuado ese grito, que lo que fue en un tiempo timbre de orgullo (ser un “vivalapepa”) es hoy en día una descalificación o al menos “una raya”. Recordemos su origen y su gloriosa historia.


Cuando nosotros estábamos en plena guerra por la independencia y apenas nos faltaban tres meses (93 días) para que se produjera la Primera Batalla de La Victoria (1812), España se encontraba invadida por los ejércitos franceses. Napoleón Bonaparte en su afán expansionista había entrado en España con el pretexto de estar apenas atravesando el territorio para invadir Portugal, pero la realidad era otra, apresó e hizo abdicar a los Reyes Carlos IV y Fernando VII y colocó en el trono de Madrid a su hermano José a quien por ser un borrachón, los madrileños llamaron “Pepe Botella”. Desde un primer momento el ejército español y fundamentalmente el pueblo rechazaron al rey usurpador y a la invasión que no llegó nunca a dominar toda la península. Las fuerzas patriotas se fueron recluyendo hasta quedar reducidos a la ciudad de Cádiz que era la salida natural hacia el continente americano. 


Hasta allá fueron a tener las Cortes (equivalentes a nuestra Asamblea Nacional) y se dieron a la tarea de redactar una Constitución que era la primera de España y la tercera del mundo, después de la de los Estados Unidos y la de Francia. Las Cortes estaban integradas por 303 diputados de los cuales 68 eran de las provincias americanas. En los libros de Actas se pueden leer sus impresionantes intervenciones como la que hizo el Inca Yupanqui en defensa de los derechos de los indígenas y en contra de la explotación a que habían sido sometidos durante tres siglos. Tres diputados eran venezolanos: Esteban Palacios Blanco (tío del futuro Libertador),  Fermín Clemente Palacios y José Domingo Gómez de Rus. 


La constitución se promulgó el 19 de marzo de 1812 e inmediatamente por haber nacido el día de San José, el pueblo de Cádiz la bautizo como “La Josefina” o simplemente como “La Pepa” (el nombre que se le da a las Josefinas). Allí se recogieron los principios más avanzados del derecho constitucional de entonces, tales como que la soberanía reside en la nación (el pueblo), la división de los poderes, las instituciones representativas elegidas y  los derechos individuales (libertad de imprenta, derecho a la propiedad, inviolabilidad del domicilio, derecho a la educación, etc.), la igualdad de todos ante la ley, quienes debían ser llamados “ciudadanos” y no “súbditos”, el sufragio universal,  el reconocimiento de la libertad de trabajo y de contratos y  la anulación de la Inquisición. Suprimió el absolutismo real y los privilegios de la nobleza y el clero. Por supuesto que se aprobó con la oposición de quienes veían esfumarse sus privilegios y ventajas.


Los invasores franceses estuvieron en España desde 1808 hasta 1814 (año de la Segunda Batalla de La Victoria) cuando fueron expulsados. Desde el mismo 1808 las atrocidades del ejército napoleónico contra el pueblo español fueron tales que las obras del pintor Francisco de Goya han sido publicadas muchas veces como ilustrativas de los fusilamientos (los de El Consejo entre ellos).                

 La primera gran batalla donde derrotan a los franceses es la de Bailén el 19 de julio del mismo 1808 y el más hermoso canto a este triunfo (Soneto a  la Batalla de Bailén) lo escribe el caraqueño Andrés Bello (Rompe el león soberbio la cadena / con que atarle pensó la felonía, / y sacude con noble bizarría / sobre el robusto cuello la melena…”   Esta invasión fue una de las causas externas de la independencia y hubo sociólogos chimbos que le atribuyeron nuestra inestabilidad republicana al hecho de haber aprovechado que la Madre Patria estaba invadida y en guerra contra los franceses para nosotros también golpearla. “Es -decían- como cuando un hijo presencia un pleito casero y al ver que la madre está siendo golpeada por el padre, aprovecha para darle golpes él también. Eso se paga y ustedes la están pagando”. 


Al final ante la arremetida violenta del pueblo español en la batalla de Vitoria el 13 de junio de 1813, “Pepe Botella” huye llevándose un gigantesco botín con dinero, joyas, obras de arte y entre ellas, 400 cuadros sin marcos, enrollados, de Zurbarán, Durero, Rubens, Rembrandt, Murillo, Tintoreto, Goya, Velásquez, Ticiano, Rafael, Leonardo y otros grandes artistas (el mismo saqueo que hizo su hermano en Grecia y otras partes del mundo, cuyo botín puede verse hoy en el Museo de Louvre en Paris). Avisado el inglés Duque de Wellington cuyas tropas habían apoyado a España contra Francia, hizo enviar las obras a Inglaterra (dizque para salvarlas de la codicia francesa) pero no las devolvió;  hoy pueden verse en el Museo de Wellington en Londres, por lo cual el avispado duque tiene “cien años de perdón”. Al fin se van los intrusos y Napoleón pone fin a esta “guerra maldita” que reconoce, fue el comienzo de su caída.


Fernando VII era llamado “El Deseado” por ser el rey legítimo de las Españas y cuando los derrotados franceses huyeron, fue restituido al trono entre el júbilo popular. Pero el día de su restauración mostró las uñas porque cuando el Cardenal de Borbón (Su tío) le entregó la constitución para que la jurara, no lo hizo y en su lugar, le mostró el anillo real y le dijo: “bésalo” y el pusilánime cardenal, se hincó de rodillas y besó el anillo. Lo que siguió fue por el mismo estilo; persiguió, encarceló, fusiló, abolió la constitución y regresó al absolutismo salvaje. El desatinado rey promulgó un decreto que comenzaba diciendo: “Con el fin de que desaparezca para siempre del suelo español hasta la más remota idea de que la soberanía reside en otro que en mi real persona...” Y para evitar actos de rebeldía, anuló todo lo acordado en Cádiz y ordenó la detención de los diputados liberales.  Los españoles tuvieron que luchar simultáneamente contra el imperialismo francés y contra el absolutismo de la corona.


Contra ese retroceso  insurgió el pueblo con el grito de “Viva la Constitución de Cádiz” o “Viva la Constitución de 1812”. 


Pero la abolición de la Carta Magna  incluía no sólo la suspensión de su vigencia, sino que también prohibía terminantemente la sola mención de su nombre. De esta forma, los liberales no podían decir  “Viva la Constitución”. Pero en lugar de acatar esa medida arbitraria, sus partidarios encontraron la forma de referirse a ella sin necesidad de mencionarla simplemente gritando “Viva la Pepa”. Comenzaron reacciones por toda la península.  Una  de las más notorias y que tiene relación con Venezuela es la que encabeza el Teniente Coronel  Rafael de Riego. Se produce cuando en 1820 se arma un ejército de 20.000 hombres que debería venir a nuestro país a reforzar al Pacificador Pablo Morillo. Cuando ya el ejército estaba listo, los soldados al grito de “Viva la Pepa” se niegan a embarcar con el argumento de que no vendrían a someter a un pueblo que había decidido ser libre. No embarcan y a Riego se le somete a juicio, se le condena a muerte y se le descuartiza públicamente.  Cuando se conocen en España las cartas del Pacificador Morillo recomendándole al Rey conceder la independencia a estos países, simplemente se le acusa de ser un “vivalapepa” y se le sustituye. Al conocerse la derrota de Ayacucho los conservadores madrileños comentan que era evidente la derrota porque el ejército realista estaba formado por puros “vivalapepas”. Como se ve, el término se aplica a los amantes de la libertad, enemigos de los privilegios y luchadores contra el absolutismo.


Es tal la propaganda de la corona contra los “vivalapepas” que con el transcurso del tiempo  la expresión fue perdiendo su significación política y de rebeldía,  atribuyéndole el significado de irresponsabilidad,  desenfado, desorden y alboroto, tal como lo utilizamos actualmente. Cuando hoy decimos que alguien es un “vivalapepa” queremos decir que es alguien con   falta de normas y de compromiso. Tambien tiene un contenido alegre, fiestero, “ese tipo es un vivalapepa”.  No te confíes mucho porque él tiene fama de “vivalapepa”. Para los conservadores “Viva la Pepa” significaba desorden, irreverencia, frasquitería, parejería,  anarquía, libertinaje, desorganización y vagancia porque la Constitución de Cádiz estableció leyes sin precedentes como la libertad de prensa, de expresión, la soberanía nacional, la división de poderes y otros derechos civiles y constitucionales, que no cabían en las mentes monárquicas de la época. 


Esa conducta torpe le costó  al Rey Fernando la pérdida de América porque además de lo aguerrido de nuestros libertadores, muchos de sus soldados se negaban a pelear y para la corona eran sencillamente unos “vivalapepas”. Muchos de ellos le escribieron cartas a Bolívar  ofreciéndose para venir a luchar junto a él como es el caso del general Renovales. El Libertador llegó a decir que al liberar a la América iría a España a ayudarlos en su lucha contra la tiranía y el absolutismo. De esos enfrentamientos surgieron dos Españas, una liberal y otra conservadora. Por suerte se impuso el espíritu de Cádiz y hoy nuestra Patria Hermana se rige si no por un régimen republicano, al menos por una monarquía constitucional fiel al espíritu de “La Pepa”. Si algo conservamos los venezolanos,  es el amor a la libertad, a la soberanía popular, a  la igualdad y a la justicia.  Bien podemos gritar: ¡Que Viva Venezuela y que Viva la Pepa!.

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