LA
REAL MAESTRANZA DE SEVILLA Y LA COMISIÓN TAURINA DE LA VICTORIA
Germán Fleitas Núñez
El 17 de
febrero de 1991 tuvo lugar en La Victoria el esperado Mano a Mano entre el
mejor torero venezolano Morenito de Maracay con un español casi desconocido
entonces, quien con el tiempo llegaría a ser el mejor torero del mundo: Enrique
Ponce. Desde varios días antes el ambiente taurino victoriano florecía como en
el tiempo de antes. Sombreros cordobeses, mantillas, vestidos de pepas que
destacaban la belleza de nuestras mujeres, botas de vino, pasodobles, varios tablados, cohetes y muchos victorianos residentes fuera, lo cual convirtió el festejo en un animado
reencuentro. Todo el pueblo participó porque las entradas tenían precios
solidarios y ese domingo desde muy temprano estaban sonando los clarines. La
corrida se hizo en la plaza portátil “La
Morena” con el doble de capacidad de la Plaza de Toros de Gonzalo Gómez que en
esos momentos negociábamos con sus propietarios para que fuera propiedad de la
ciudad, como en efecto ocurrió. Pero como nunca falta un problema, el día
anterior se presentaron unos señores de Maracay diciendo que ellos eran la
Comisión Taurina y que para hacer la corrida debíamos aceptar todas las
condiciones que ellos pusieran porque eran la autoridad. Recuerdo que estábamos en el ruedo Antonio
Silva Salcedo, Alejandro Navarro Betancourt (nuestro querido hermano Perolón),
Edgardo Díaz, “El Victoriano” Edgar Díaz, Armando Pacheco, “Mundi”, Eddie López
Jaspe y otros aficionados o amigos. En
ese momento, como en todos los momentos cruciales, se nos prendió un bombillo y
le informamos a los forasteros que nosotros teníamos nuestra propia Comisión
Taurina. Ellos alegaron que era imposible porque para tenerla debíamos tener
primero una Ordenanza. Les Dijimos que
también teníamos Ordenanza. Entonces nos pidieron ver ese documento y nosotros
los invitamos a que vinieran a la plaza al siguiente día a las diez de la
mañana para que presenciaran la juramentación de la Comisión Taurina de La
Victoria. Apenas se fueron le pedí a Edgardo Díaz que me consiguiera la
ordenanza más corta que encontrara en los varios tomos del Maestro Cossío, la
mejor enciclopedia que existe sobre toros y que sólo él tenía. En la tarde me llamó Edgardo con la mejor
noticia que podía recibir ese día. “Aquí tengo una que tiene solamente seis
artículos, tiene cuatrocientos años de
vigencia y es la Ordenanza de la Real Maestranza de Sevilla. Tradujimos el
histórico documento al idioma victoriano y donde decía: “La corrida se dará con
el permiso de Su Majestad el Rey y si el
tiempo no lo impide”. Entonces recordé que en el antiguo derecho español se
decía: “El Alcalde puede en se jurisdicción que es el municipio, lo que el Rey
en el suyo que es el reino”. Entonces el primer artículo nuestro decía: “Se
declara vigente en el Municipio José Félix Ribas la Ordenanza de la Real
Maestranza de Sevilla en cuanto sea aplicable y no colida con el ordenamiento
jurídico de la República, del estado o del municipio.” Y el artículo dos decía:
“La corrida se dará con el permiso del Alcalde y si el tiempo no lo impide”. Y
así fuimos traduciendo la añeja ordenanza
que a nosotros nos salió con nueve artículos. Venía entonces el otro
problema que era ponerla en vigencia. Recordamos que existían los Decretos con
fuerza de ley que eran promulgados por el poder ejecutivo y valían como una ley
aprobada con todas las formalidades pero luego tenían que ser ratificadas por
el poder legislativo. Aplicamos lo que en derecho se llama la analogía y
resolvimos el problema. Entonces el 16 de febrero en la tarde con ese gentío en
el despacho promulgamos un Decreto-Ordenanza y por decreto separado nombramos
la comisión taurina presidida por don Alejandro Navarro Betancourt, la cual creo
todavía está vigente porque se han olvidado de sustituirla.
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