2 abr 2014

¿Y QUÉ NOMBRE LE PONDREMOS?



Por Morela Fleitas Freites

Han pasado 520 años del 12 de octubre de 1492 y aun no nos hemos puesto de acuerdo en el nombre que le vamos a poner a ese día,  porque al bautizarlo, lo estamos limitando con una definición parcializada, que como toda definición es cuestionable y deja por fuera partes importantes de lo definido. Durante más de cinco siglos, el hecho de ponerle un solo nombre a este día, ha resultado imposible. Hace mucho tiempo, se lo llamó “El Día del Descubrimiento de América” o “El Día de la Raza”,  pero ambas denominaciones fueron cuestionadas alegando que la raza era una sola, la humana, y que no se podía hablar de descubrimiento sin aclarar “quién había descubierto a quién”; porque si es cierto que los europeos tuvieron un primer contacto -que muchos dicen que no fue el primero- con los primitivos habitantes de estas tierras, también lo es,  que ese mismo día los indios tuvieron su primer contacto con el hombre blanco. Por otra parte, este término de “indios” con el que se denominó a los habitantes de esta tierra de gracia, encerraba un error, porque los navegantes creían –y murieron creyéndolo- que habían llegado a Las Indias.


Se cuestiona la idea del descubrimiento de un nuevo mundo, alegando que no era tan nuevo, tanto así, que la primera ciencia que floreció después de aquel memorable día, fue  la arqueología, que estudia precisamente lo muy antiguo.


Mucho menos se podía hablar del descubrimiento de América por Europa, porque cuando se produjo ese hecho no existían ni Europa ni América, y en todo caso la idea era “europeizante”, porque se simbolizaba con la imagen de un hombre (Rodrigo de Triana) montado sobre el Palo Mayor de una de las carabelas gritando:  “Tierra, Tierra”; cuando desde nuestro punto de vista americano o indiano, más bien debería simbolizarse con la imagen de un habitante de nuestra costa oriental,  encaramado sobre lo más alto de un cocotero gritando: “Barco, Barco”.


Más tarde se lo bautizó como “El Día de la Hispanidad”, pero enseguida se alegó que eso refería a España y excluía a Portugal.  Entonces se acudió al término “Día Iberoamericano”, que incluía a Portugal, vecino de España en la Península Ibérica, pero inmediatamente se dijo que se dejaba afuera a Inglaterra y Francia, conquistadoras de todo el norte del continente, así como Holanda y otros países que participaron en “eso que pasó“.


Se descartó lo de descubrimiento, que era un concepto unilateral,  y se sustituyó por el de encuentro; pero entonces surgió la interrogante: “¿encuentro de qué o de quiénes?”.  Primero se dijo que de “dos mundos” y se arguyó que ni eran dos,  ni se habían encontrado.  Entonces se dijo que “de dos culturas”,  pero tampoco se aceptó, porque no se podía considerar encuentro, el hecho de que una cultura borrara y aplastara a otra, tal como pasó; porque al borrar las  ideas religiosas, las lenguas y las formas de vida de unos  para ser sustituidas por las de otros, habría de todo menos encuentro; y en todo caso, sería más bien, no un encuentro sino “un encontronazo”


Nuestra incorporación al mundo hispano ha sido muy dura porque comenzó por la fuerza y no hemos podido ni siquiera ponerle nombre.


 Para muchos fue el comienzo “del genocidio”; “del exterminio” de unos hombres que hasta entonces habían sido libres para ser sometidos a la manera de pensar, de creer y de vivir de otros. Por el contrario surgió la idea de que ese día comenzó “La Evangelización” y la civilización de “los infieles”. 


La  Asamblea Nacional le ha dado un nuevo nombre: El de “Día del comienzo de la resistencia indígena”, el cual refiere a la resistencia que en muchas partes comenzó en las mismas mañanas de sus respectivos  descubrimientos y que aún se mantiene, no ya contra los conquistadores sino contra el abandono, los despojos y las injusticias a que los sometieron y aun los tienen  sometidos los gobiernos que sustituyeron al régimen español después de la  independencia. Donde se resistió,  porque hubo, como algunos indios de nuestras costas, quienes le pidieron a los invasores que no se fueran, que los defendieran de unos indios que venían de las islas del mar, que los invadían, se llevaban a las mujeres, les robaban las cosechas y a ellos los mataban y se los comían. Algo importante pasó ese memorable día, pero cinco siglos después no hemos logrado ni siquiera, ponerle nombre.





No hay comentarios:

Publicar un comentario