JANUARIO
El general Ribas se llamaba Januario. En
su Partida de Bautismo aparece su nombre completo como JOSE FELIX JANUARIO RIBAS HERRERA. Este extraño tercer nombre fue
profético. Poco frecuente en su época y
en su entorno, lo escogen de la
Mitología Romana, lo cual no se repite con
ninguno de sus dieciocho hermanos. Va a ser conocido en sus orígenes y
significado, por el bravo guerrero, y seguramente a servirle de inspiración en
sus ideales, ya que en su momento de
mayor gloria, expresará en carta
memorable, una referencia sin duda
alguna relacionada con el origen de este
su extraño nombre.
JANUARIO
viene de JANO, el Dios de las Puertas.
Es
un Dios itálico y más específicamente: romano, que no aparece en ninguna otra
mitología, ni siquiera en la griega. No debe confundirse con JUNO, Diosa
femenina del alumbramiento y mucho menos con Genaro, venerable santo que se
celebra precisamente el día del natalicio del general.
Jano
es una divinidad solar y etimológicamente evoca la idea de un cielo luminoso.
Es el Dios de todas las puertas, tanto públicas como privadas y su insignia es
la llave que las abre y las cierra. Se le representa con rostro doble, lo cual
le permite vigilar el exterior y el interior de la morada; el atrás y el
delante, el ayer y el mañana y las entradas y salidas de las puertas públicas.
Por lo mismo es también el Dios de las partidas y de los regresos y en
consecuencia, de las vías de comunicación y por extensión, de los puertos y se
le tiene como el inventor de la navegación. Jano era igualmente el Dios de los
comienzos; presidía el comienzo del día, y todas las iniciativas de los
humanos. Se le atribuye un papel esencial
en la creación del mundo. Encabezaba las
enumeraciones, el primer día de cada mes y se le dio su nombre al primer mes
del año: JANUARIO (Enero). Cuando varios siglos después, durante el mes de
enero, los expedicionarios descubran el
inmenso río brasileño, lo bautizarán como el Río de Enero, o sea, el río de “Janeiro”.
Jano tenía un templo en el Foro y sus puertas permanecían abiertas durante la
guerra y cerradas durante la paz; solo que en muy pocas oportunidades, se cerró.
Se cuenta que durante el ataque que sufrió Roma por los Sabinos de
Tacio, quienes trataban de recuperar a sus mujeres robadas por los romanos, el
Dios Jano, una de cuyas atribuciones es abrir paso a las fuentes cuando tratan
de brotar a la superficie, hizo salir un torrente de agua hirviente que detuvo
a los invasores. En ese mismo lugar se le edificó su templo y se ordenó que permaneciera abierto en
tiempos de guerra para que el Dios pudiera salir libremente a ayudar a los
romanos. La doble cara permitía a Jano
ver lo pasado y lo porvenir. Su oficio era el de “Janitor” (Portero del Cielo)
y le dedicaron el mes de Januario porque abre la puerta del año. No se le
conservan estatuas ni bustos pero su imagen aparece en muchas monedas romanas.
Se le representa como un hombre maduro, con doble faz y barbudo, con una corona
de laureles. Si con un poco de
imaginación, a su rostro de hombre maduro y con barba, le sustituimos la corona
de laureles por un gorro frigio, tendremos la imagen del “Vencedor de los
Tiranos en La Victoria.”
No sabemos
nada de la motivación que tuvieron los padres del General Ribas, para ponerle
este tercer nombre. Su padre era Don Marcos de Ribas Bethencourt, canario,
natural de El Sauzal, Tenerife; y su madre era Doña Petronila Herrera Mariñas,
caraqueña por los cuatro costados. De los diecinueve hermanos Ribas Herrera,
todos tienen nombres comunes y corrientes en su época: María de la Soledad, Juan
Nepomuceno, María de la Candelaria, Valentín, María de la Concepción, Francisco
José, Marcos Francisco, María Petronila, María Altagracia, Antonio José. Por
eso extraña encontrar este nombre de JANUARIO, especialmente si tomamos en
cuenta que el General no nació en enero
ni en comienzo de mes, sino el 19 de septiembre de 1775, hace 235 años. En
cambio sí murió en el primer mes, pero
el último día; fue asesinado el 31 de enero de 1815.
De
lo que si estamos seguros, es de que, hombre culto e ilustrado como era,
conocía su tercer nombre y su extraordinario significado. No sabemos hasta qué
punto lo inspiró, pero además del parecido físico con la deidad romana, existe
un enorme parecido espiritual: el Prócer comienza la lucha por la independencia
desde el primer día (no olvidemos que el propio 19 de abril se incorpora al
Ayuntamiento de Caracas como representante de los pardos); encabeza el combate
y en la hora de la batalla va siempre adelante; facilita el surgimiento de las
fuerzas que luchan por salir a la superficie;
mira el pasado y atisba el futuro; vigila entradas y salidas, partidas y
regresos; se le atribuye papel
principalísimo en la creación de un “nuevo mundo” y fue “portero” cuando
defendió con heroísmo el “antemural de Caracas”, nombre
con el cual el Ayuntamiento
Caraqueño calificó a La Victoria en
1814, después de la heroica batalla.
Su fulgurante carrera
militar lo lleva a ser Mariscal de Campo
y General en Jefe, todo ello en “el comienzo”; en menos de cinco años, ya que
para 1815, había ofrendado su vida por la independencia.
Conocía bien el significado de su tercer nombre y así lo demuestra. Cuando el Cabildo de Caracas, luego de su
esplendoroso triunfo, le acuerda honores
y la erección de una estatua en la Villa de La Victoria, en el párrafo final de
su histórica carta dirigida al Ayuntamiento el 18 de febrero de 1814, apenas
cuatro días después de la batalla, mediante la cual rechaza cualquier homenaje
dice: “La Patria exige de mí aún mayores
servicios y sacrificios, ella se ve atacada de sus enemigos y yo, añadiendo a mi deber, la gratitud para con este Pueblo, ofrezco a
ese Ilustre Cuerpo, no envainar la
espada, “hasta que no vea cerrado el Templo de Jano.”
Si lo observamos en la estatua que 80 años
después de su muerte, se le erige en la plaza mayor de La Victoria, veremos que
tiene su espada desenvainada, lo que significa que aún le quedan
batallas por librar.
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