2 abr 2014

JANUARIO

El general Ribas se llamaba Januario. En su Partida de Bautismo aparece su nombre completo como JOSE FELIX JANUARIO RIBAS HERRERA. Este extraño tercer nombre fue profético.  Poco frecuente en su época y en su entorno, lo escogen  de la Mitología Romana, lo cual no se repite con  ninguno de sus dieciocho hermanos. Va a ser conocido en sus orígenes y significado, por el bravo guerrero, y seguramente a servirle de inspiración en sus ideales, ya que  en su momento de mayor gloria,  expresará en carta memorable,  una referencia sin duda alguna relacionada con el  origen de este su extraño nombre.

JANUARIO viene de JANO, el Dios de las Puertas.

Es un Dios itálico y más específicamente: romano, que no aparece en ninguna otra mitología, ni siquiera en la griega. No debe confundirse con JUNO, Diosa femenina del alumbramiento y mucho menos con Genaro, venerable santo que se celebra precisamente el día del natalicio del general.

Jano es una divinidad solar y etimológicamente evoca la idea de un cielo luminoso. Es el Dios de todas las puertas, tanto públicas como privadas y su insignia es la llave que las abre y las cierra. Se le representa con rostro doble, lo cual le permite vigilar el exterior y el interior de la morada; el atrás y el delante, el ayer y el mañana y las entradas y salidas de las puertas públicas. Por lo mismo es también el Dios de las partidas y de los regresos y en consecuencia, de las vías de comunicación y por extensión, de los puertos y se le tiene como el inventor de la navegación. Jano era igualmente el Dios de los comienzos; presidía el comienzo del día, y todas las iniciativas de los humanos.  Se le atribuye un papel esencial en la creación del mundo.  Encabezaba las enumeraciones, el primer día de cada mes y se le dio su nombre al primer mes del año: JANUARIO (Enero). Cuando varios siglos después, durante el mes de enero,  los expedicionarios descubran el inmenso río brasileño, lo bautizarán como el Río de Enero, o sea, el río de “Janeiro”. Jano tenía un templo en el Foro y sus puertas permanecían abiertas durante la guerra y cerradas durante la paz; solo que en muy pocas oportunidades,  se cerró.  Se cuenta que durante el ataque que sufrió Roma por los Sabinos de Tacio, quienes trataban de recuperar a sus mujeres robadas por los romanos, el Dios Jano, una de cuyas atribuciones es abrir paso a las fuentes cuando tratan de brotar a la superficie, hizo salir un torrente de agua hirviente que detuvo a los invasores. En ese mismo lugar se le edificó su templo  y se ordenó que permaneciera abierto en tiempos de guerra para que el Dios pudiera salir libremente a ayudar a los romanos.  La doble cara permitía a Jano ver lo pasado y lo porvenir. Su oficio era el de “Janitor” (Portero del Cielo) y le dedicaron el mes de Januario porque abre la puerta del año. No se le conservan estatuas ni bustos pero su imagen aparece en muchas monedas romanas. Se le representa como un hombre maduro, con doble faz y barbudo, con una corona de laureles.  Si con un poco de imaginación, a su rostro de hombre maduro y con barba, le sustituimos la corona de laureles por un gorro frigio, tendremos la imagen del “Vencedor de los Tiranos en La Victoria.”

No sabemos nada de la motivación que tuvieron los padres del General Ribas, para ponerle este tercer nombre. Su padre era Don Marcos de Ribas Bethencourt, canario, natural de El Sauzal, Tenerife; y su madre era Doña Petronila Herrera Mariñas, caraqueña por los cuatro costados. De los diecinueve hermanos Ribas Herrera, todos tienen nombres comunes y corrientes en su época: María de la Soledad, Juan Nepomuceno, María de la Candelaria, Valentín, María de la Concepción, Francisco José, Marcos Francisco, María Petronila, María Altagracia, Antonio José. Por eso extraña encontrar este nombre de JANUARIO, especialmente si tomamos en cuenta que el General  no nació en enero ni en comienzo de mes, sino el 19 de septiembre de 1775, hace 235 años. En cambio sí murió en el primer mes,  pero el último día; fue asesinado el 31 de enero de 1815.

De lo que si estamos seguros, es de que, hombre culto e ilustrado como era, conocía su tercer nombre y su extraordinario significado. No sabemos hasta qué punto lo inspiró, pero además del parecido físico con la deidad romana, existe un enorme parecido espiritual: el Prócer comienza la lucha por la independencia desde el primer día (no olvidemos que el propio 19 de abril se incorpora al Ayuntamiento de Caracas como representante de los pardos); encabeza el combate y en la hora de la batalla va siempre adelante; facilita el surgimiento de las fuerzas que luchan por salir a la superficie;  mira el pasado y atisba el futuro; vigila entradas y salidas, partidas y regresos;   se le atribuye papel principalísimo en la creación de un “nuevo mundo” y fue “portero” cuando defendió con heroísmo el “antemural de Caracas”,  nombre  con el cual  el Ayuntamiento Caraqueño  calificó a La Victoria en 1814, después de la heroica batalla.   Su  fulgurante carrera militar  lo lleva a ser Mariscal de Campo y General en Jefe, todo ello en “el comienzo”; en menos de cinco años, ya que para 1815, había ofrendado su vida por la independencia.

Conocía bien el significado de su  tercer nombre y así lo demuestra.  Cuando el Cabildo de Caracas, luego de su esplendoroso triunfo,  le acuerda honores y la erección de una estatua en la Villa de La Victoria, en el párrafo final de su histórica carta dirigida al Ayuntamiento el 18 de febrero de 1814, apenas cuatro días después de la batalla, mediante la cual rechaza cualquier homenaje dice:  “La Patria exige de mí aún mayores servicios y sacrificios, ella se ve atacada de sus enemigos y yo,  añadiendo a mi deber,  la gratitud para con este Pueblo, ofrezco a ese Ilustre Cuerpo, no envainar la espada, “hasta que no vea cerrado el Templo de Jano.”

Si lo observamos en la estatua que 80 años después de su muerte, se le erige en la plaza mayor de La Victoria,  veremos que  tiene su espada desenvainada, lo que significa que aún le quedan batallas por librar.



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