2 abr 2014

JUAN JACINTO RIVAS PACHECO, BENEFACTOR DE ZUATA




El nombre del doctor y general Juan Jacinto Rivas está íntimamente asociado a la historia del pueblo de Zuata, por ser el hombre que a mediados del siglo XIX, el 26 de enero de 1864 (dentro de menos de dos meses se cumplen 150 años), donó los terrenos donde está enclavado el pueblo, en gesto igual al de su pariente don Manuel Felipe de Tovar y Tovar Presidente de la República y último Conde de Tovar, quien donó los de la recién creada Colonia Tovar.

El doctor y general Juan Jacinto de Jesús de la Madre Santísima de La Luz de Rivas y Pacheco,  nació en Caracas el 13 de enero de 1809, hijo de Juan José Lorenzo de la Madre Santísima de la Luz Hipólito Casiano Ignacio Jerónimo Ramón de Nuestra Señora del Carmen de Rivas y Pacheco, y de su legítima esposa María del Rosario Pacheco y Pacheco, y fue bautizado el 16 del mismo mes en la Catedral de Caracas siendo sus padrinos don Luis José de Rivas y Tovar y doña María de Jesús Pacheco. Casó el 1º de diciembre de 1840, a la edad de 31 años, con  doña Emilia de Elizondo y Freites, natural de San Felipe de Yaracuy donde nació en 1814 (el año de la batalla), hija de don Juan de Elizondo y Rodríguez de Espinoza, Gobernador de la Provincia de Barquisimeto (1834-37) y doña María de los Dolores de Freites y Maya. Tuvo 4 hijas llamados Emilia Martina Rivas Elizondo (1844),  Elvira Rivas Elizondo (1847), Julia Rivas Elizondo (1850) y  Cecilia Rivas Elizondo (1853), todas con descendencia.


No era liberal sino conservador. Era godo, enemigo de los federalistas de Zamora. Muy buenas razones tenía para serlo, porque pertenecía a la más alta aristocracia terrateniente del país.  Su tatarabuelo fue el Primer Conde de San Javier y su bisabuelo el segundo; su bisabuela era hermana del Primer Conde de Tovar, sus abuelos pertenecían a la parentela de los Marqueses de Mijares y a la de los Marqueses del Toro. En su casa paterna se hospedaba el primo merideño Luis María Rivas Dávila, futuro mártir de la Batalla del 12 de febrero de 1814 en  La Victoria.


Fue General y Licenciado en Derecho. Sucesor civilísimo a los derechos del Condado de San Javier que luego reivindicaría don Federico de la Madriz y Pastor, hacendado en La Victoria, precisamente en el camino que conduce a Zuata. Recibió el título de Licenciado en Derecho por la Universidad de Caracas el 12 de noviembre de 1831, a la edad de 22 años. Fue comandante centralista, Jefe del Estado Mayor del general José María Rubín en operaciones contra los ejércitos federales del Sur y Este de Caracas en 1859 y en 1860. Secretario del General en Jefe León de Febres Cordero, fue de los derrotados en la batalla de Santa Inés y vencedor de los federales, especialmente del general Juan Crisóstomo Falcón, en la Batalla de Coplé en la costa del río Apure.


El 25 de noviembre de 1855 a raíz de la abolición de la esclavitud, los antiguos propietarios de esclavos constituyeron en Caracas una Junta de Tenedores de Vales de Abolición, integrada por el Licenciado Juan Jacinto Rivas,   Fernando Arrollo, Carlos Mijares, Manuel Felipe de Tovar, el doctor Mariano de Briceño y el general José Félix Blanco. Este grupo hizo público los inconvenientes que traería la libertad de los esclavos. Primeramente, desaparecerá la mano de obra representada por los esclavos y que tendrían que suplir con grandes desembolsos; desaparecerá la renta que ese capital (los esclavos) producía; les habían pagado sus propiedades con papeles y vales  de circulación depreciados que nadie querrá recibir; problemas para presentar personalmente los esclavos y problemas en obtener registros de propiedad, ya que, muchos archivos eclesiásticos han sido destruidos por incendios; fraude por la falsificación de los vales, con la complicidad de las autoridades judiciales; La necesidad de recibir un tratamiento preferencial para la deuda de abolición, ya que la misma constituía un reconocimiento a la propiedad privada y a la obligación de contribuir a la reactivación agrícola. La voz cantante la llevó don Juan Jacinto y surtió buen efecto porque el 13 de mayo de 1856 se aprobó una ley que derogaba a la de abolición de 1854 y la misma se reglamentó con el decreto del 31 de octubre de 1856.


El 17 de junio de 1863, terminada la guerra federal, tal como se había acordado en el Tratado de Coche que le puso fin, se reúne en La Victoria la convención integrada por 50 delegados del gobierno y 50 por los revolucionarios. Los delegados deciden aceptar la renuncia del general Páez, nombrar Presidente de Venezuela al general Juan Crisóstomo Falcón (después lo harán mariscal) y Vicepresidente al general Antonio Guzmán Blanco.  Allí estaba don Juan Jacinto, pero del lado del gobierno. Ahora bien, la donación se protocoliza a los siete meses de esta asamblea.


Nada sabemos de la motivación que pudo haber tenido el general Rivas Pacheco para donar los terrenos pero no pudo haber sido como premio al respaldo de los zuateños a los federales, por cuanto él era godo, segundo jefe del ejército conservador y en consecuencia, enemigo de la Federación y especialmente de Zamora. Él mismo explica que siempre fue su ánimo “fomentar aquel vecindario” y animado también por “la más sincera consideración hacia el buen comportamiento que en general han guardado todos los moradores nativos del lugar durante la guerra pasada en que, sin dejar de sostener libremente su opinión o la causa de sus afecciones, se han abstenido, no obstante de tal acto que implica violencia de un aspecto criminal” (Se refiere a la Guerra Federal).


Sea cual haya sido la motivación, lo cierto es que “de mi libre y espontánea voluntad”  dona, cede y traspasa en forma pura y simple, perfecta e irrevocable, los terrenos dentro de los cuales está enclavada Zuata, que formaban parte de mayor extensión que había comprado a Matea Acevedo coheredera de Constanza Carrillo. Hoy en día muchos zuateños en gesto de agradecimiento, celebran el 26 de enero, día de la donación, como si fuera el día de la fundación, aunque se sabe que el pueblo es mucho más antiguo.


Él mismo estima que la donación no es excesiva y la calcula en 600 pesos. Hay en el documento datos que llaman la atención y despiertan la curiosidad, como por ejemplo: que deja un solar especialmente al niño menor Tomás Primero, nieto de Julián Gutiérrez (¿Quiénes eran y por qué los favorece especialmente? ¿Existen sus descendientes?). Igualmente autoriza a los antiguos vecinos Pedro Flores, Felipe Montezuma y José Pereira para que constituyan la Primera Junta Administradora (¿Quiénes eran? ¿Existen sus descendientes? Les recomienda que bajo el amparo y protección del Ilustre Concejo Municipal del Departamento, a partir de mayo del mismo 1864 administren los terrenos vacíos en beneficio de la parroquia y para que “reunidos y de común acuerdo” se impongan ellos mismos la obligación de contribuir con una moderada pensión mensual para que sus productos y los del arrendamiento de los solares desocupados sean aplicados para auxiliar el establecimiento de la escuela pública en que los niños habrán de recibir la instrucción primaria. 


El documento (registrado en La Victoria a los folios 6 y 7 del Protocolo No. 1°. del año 1864) que he revisado, me fue cedido gentilmente hace muchos años,  por mi gran amigo de más de medio siglo, el profesor Ángel Custodio Morales, abnegado maestro e ilustre cronista de Zuata su pueblo natal. Él es quien mejor ha estudiado este asunto y tiene preparados varios libros sobre su terruño, entre ellos una historia de los orígenes y evolución del pueblo y otro sobre personajes zuateños. Ambas obras deberían ser publicadas por el gobierno municipal o por el regional para ser distribuidos entre los habitantes de su pueblo y del estado, especialmente entre los jóvenes. Dos reivindicaciones constantemente propuestas por él,  son: la construcción de una buena carretera hacia los llanos por la Cuesta de las Mulas y la autonomía municipal para Zuata.


El Licenciado Juan Jacinto Rivas ejerció el cargo de Juez y como tal conoció del sonado juicio que intentó doña María Antonia Bolívar Palacios la hermana del Libertador contra su amante, el joven fabricante de peinetas. (Ver la magnífica investigación que sobre el tema publicó la doctora Inés Quintero).


A su muerte,  don Juan Jacinto dejó a sus hijas pequeñas; la mayor apenas tenía 15 años, la segunda 12, la tercera 9 y la menor 6.   Falleció el doctor y general  Juan Jacinto en Caracas,  el 4 de junio de 1868  a la edad de 59 años.

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