El nombre del doctor y general Juan Jacinto Rivas está íntimamente asociado
a la historia del pueblo de Zuata, por ser el hombre que a mediados del siglo
XIX, el 26 de enero de 1864 (dentro de menos de dos meses se cumplen 150 años),
donó los terrenos donde está enclavado el pueblo, en gesto igual al de su
pariente don Manuel Felipe de Tovar y Tovar Presidente de la República y último
Conde de Tovar, quien donó los de la recién creada Colonia Tovar.
El doctor y general Juan Jacinto de Jesús de la Madre Santísima de La Luz
de Rivas y Pacheco, nació en Caracas el
13 de enero de 1809, hijo de Juan José Lorenzo de la Madre Santísima de la Luz
Hipólito Casiano Ignacio Jerónimo Ramón de Nuestra Señora del Carmen de Rivas y
Pacheco, y de su legítima esposa María del Rosario Pacheco y Pacheco, y fue
bautizado el 16 del mismo mes en la Catedral de Caracas siendo sus padrinos don
Luis José de Rivas y Tovar y doña María de Jesús Pacheco. Casó el 1º de
diciembre de 1840, a la edad de 31 años, con
doña Emilia de Elizondo y Freites, natural de San Felipe de Yaracuy
donde nació en 1814 (el año de la batalla), hija de don Juan de Elizondo y
Rodríguez de Espinoza, Gobernador de la Provincia de Barquisimeto (1834-37) y
doña María de los Dolores de Freites y Maya. Tuvo 4 hijas llamados Emilia
Martina Rivas Elizondo (1844), Elvira
Rivas Elizondo (1847), Julia Rivas Elizondo (1850) y Cecilia Rivas Elizondo (1853), todas con
descendencia.
No era liberal sino conservador. Era godo, enemigo de los federalistas de
Zamora. Muy buenas razones tenía para serlo, porque pertenecía a la más alta
aristocracia terrateniente del país. Su
tatarabuelo fue el Primer Conde de San Javier y su bisabuelo el segundo; su
bisabuela era hermana del Primer Conde de Tovar, sus abuelos pertenecían a la
parentela de los Marqueses de Mijares y a la de los Marqueses del Toro. En su
casa paterna se hospedaba el primo merideño Luis María Rivas Dávila, futuro
mártir de la Batalla del 12 de febrero de 1814 en La Victoria.
Fue General y Licenciado en Derecho. Sucesor civilísimo a los derechos del
Condado de San Javier que luego reivindicaría don Federico de la Madriz y
Pastor, hacendado en La Victoria, precisamente en el camino que conduce a
Zuata. Recibió el título de Licenciado en Derecho por la Universidad de Caracas
el 12 de noviembre de 1831, a la edad de 22 años. Fue comandante centralista,
Jefe del Estado Mayor del general José María Rubín en operaciones contra los
ejércitos federales del Sur y Este de Caracas en 1859 y en 1860. Secretario del
General en Jefe León de Febres Cordero, fue de los derrotados en la batalla de
Santa Inés y vencedor de los federales, especialmente del general Juan
Crisóstomo Falcón, en la Batalla de Coplé en la costa del río Apure.
El 25 de noviembre de 1855 a raíz de la abolición de la esclavitud, los
antiguos propietarios de esclavos constituyeron en Caracas una Junta de
Tenedores de Vales de Abolición, integrada por el Licenciado Juan Jacinto
Rivas, Fernando Arrollo, Carlos
Mijares, Manuel Felipe de Tovar, el doctor Mariano de Briceño y el general José
Félix Blanco. Este grupo hizo público los inconvenientes que traería la
libertad de los esclavos. Primeramente, desaparecerá la mano de obra
representada por los esclavos y que tendrían que suplir con grandes
desembolsos; desaparecerá la renta que ese capital (los esclavos) producía; les
habían pagado sus propiedades con papeles y vales de circulación depreciados que nadie querrá
recibir; problemas para presentar personalmente los esclavos y problemas en
obtener registros de propiedad, ya que, muchos archivos eclesiásticos han sido
destruidos por incendios; fraude por la falsificación de los vales, con la
complicidad de las autoridades judiciales; La necesidad de recibir un
tratamiento preferencial para la deuda de abolición, ya que la misma constituía
un reconocimiento a la propiedad privada y a la obligación de contribuir a la
reactivación agrícola. La voz cantante la llevó don Juan Jacinto y surtió buen
efecto porque el 13 de mayo de 1856 se aprobó una ley que derogaba a la de
abolición de 1854 y la misma se reglamentó con el decreto del 31 de octubre de
1856.
El 17 de junio de 1863, terminada la guerra federal, tal como se había
acordado en el Tratado de Coche que le puso fin, se reúne en La Victoria la
convención integrada por 50 delegados del gobierno y 50 por los
revolucionarios. Los delegados deciden aceptar la renuncia del general Páez,
nombrar Presidente de Venezuela al general Juan Crisóstomo Falcón (después lo
harán mariscal) y Vicepresidente al general Antonio Guzmán Blanco. Allí estaba don Juan Jacinto, pero del lado
del gobierno. Ahora bien, la donación se protocoliza a los siete meses de esta
asamblea.
Nada sabemos de la motivación que pudo haber tenido el general Rivas
Pacheco para donar los terrenos pero no pudo haber sido como premio al respaldo
de los zuateños a los federales, por cuanto él era godo, segundo jefe del
ejército conservador y en consecuencia, enemigo de la Federación y
especialmente de Zamora. Él mismo explica que siempre fue su ánimo “fomentar
aquel vecindario” y animado también por “la más sincera consideración hacia el
buen comportamiento que en general han guardado todos los moradores nativos del
lugar durante la guerra pasada en que, sin dejar de sostener libremente su
opinión o la causa de sus afecciones, se han abstenido, no obstante de tal acto
que implica violencia de un aspecto criminal” (Se refiere a la Guerra Federal).
Sea cual haya sido la motivación, lo
cierto es que “de mi libre y espontánea voluntad” dona, cede y traspasa en forma pura y simple,
perfecta e irrevocable, los terrenos dentro de los cuales está enclavada Zuata,
que formaban parte de mayor extensión que había comprado a Matea Acevedo
coheredera de Constanza Carrillo. Hoy en día muchos zuateños en gesto de
agradecimiento, celebran el 26 de enero, día de la donación, como si fuera el
día de la fundación, aunque se sabe que el pueblo es mucho más antiguo.
Él mismo estima que la donación no es excesiva y la calcula en 600 pesos.
Hay en el documento datos que llaman la atención y despiertan la curiosidad,
como por ejemplo: que deja un solar especialmente al niño menor Tomás Primero,
nieto de Julián Gutiérrez (¿Quiénes eran y por qué los favorece especialmente?
¿Existen sus descendientes?). Igualmente autoriza a los antiguos vecinos Pedro
Flores, Felipe Montezuma y José Pereira para que constituyan la Primera Junta
Administradora (¿Quiénes eran? ¿Existen sus descendientes? Les recomienda que
bajo el amparo y protección del Ilustre Concejo Municipal del Departamento, a
partir de mayo del mismo 1864 administren los terrenos vacíos en beneficio de
la parroquia y para que “reunidos y de común acuerdo” se impongan ellos mismos
la obligación de contribuir con una moderada pensión mensual para que sus
productos y los del arrendamiento de los solares desocupados sean aplicados
para auxiliar el establecimiento de la escuela pública en que los niños habrán
de recibir la instrucción primaria.
El documento (registrado en La Victoria a los folios 6 y 7 del Protocolo
No. 1°. del año 1864) que he revisado, me fue cedido gentilmente hace muchos
años, por mi gran amigo de más de medio
siglo, el profesor Ángel Custodio Morales, abnegado maestro e ilustre cronista
de Zuata su pueblo natal. Él es quien mejor ha estudiado este asunto y tiene
preparados varios libros sobre su terruño, entre ellos una historia de los
orígenes y evolución del pueblo y otro sobre personajes zuateños. Ambas obras
deberían ser publicadas por el gobierno municipal o por el regional para ser
distribuidos entre los habitantes de su pueblo y del estado, especialmente
entre los jóvenes. Dos reivindicaciones constantemente propuestas por él, son: la construcción de una buena carretera
hacia los llanos por la Cuesta de las Mulas y la autonomía municipal para
Zuata.
El Licenciado Juan Jacinto Rivas ejerció el cargo de Juez y como tal conoció del sonado juicio que intentó doña María Antonia Bolívar Palacios la hermana del Libertador contra su amante, el joven fabricante de peinetas. (Ver la magnífica investigación que sobre el tema publicó la doctora Inés Quintero).
A su muerte, don Juan Jacinto dejó a sus hijas pequeñas; la mayor apenas tenía 15 años, la segunda 12, la tercera 9 y la menor 6. Falleció el doctor y general Juan Jacinto en Caracas, el 4 de junio de 1868 a la edad de 59 años.
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