BICENTENARIO
DEL AÑO TERRIBLE
Germán
Fleitas Núñez cronista de La Victoria
Se produjeron
simultáneamente una Guerra de Independencia y una Revolución. La guerra tuvo
éxito pero la revolución no. Y ello sencillamente porque la gran mayoría de los
próceres de la independencia no eran revolucionarios. Todos lucharon con
verdadera valentía por independizarnos de la corona española pero no fueron
capaces de dar la libertad a sus esclavos.
La gran mayoría conservó sus esclavitudes, eran “dueños” de otros
hombres, los seguían comprando y vendiendo en 1854 cuando ya habían pasado 40
años después del 19 de abril y 33 años después de la Batalla de Carabobo. En
nada disminuye sus heroísmos y sus méritos como héroes de la independencia,
pero como “revolucionarios” estaban fracasados. Eso explica el por qué en el
año 1812 las grandes peonadas y esclavitudes en lugar de seguir al patriota Miranda,
siguieron al realista Monteverde y por
qué en el 1814 en vez de seguir al patriota Bolívar, siguieron al realista Boves. Muy poco debieron saber de reyes, de
monarquías, de ideales republicanos y de todas esas palabras bonitas que decían
sus amos, pero si de libertad se trataba, la única libertad que les interesaba debían
ser las suyas propias. La revolución popular era contra “los libertadores”. Los
jefes y algunos soldados serían españoles pero quien acabó con esas dos
repúblicas fue el pueblo venezolano mismo. Un esclavo cualquiera que tenía tres
siglos de esclavitud bajo el látigo del amo, contra quién solamente lo defendían
unas leyes que dictaba un rey lejano y todopoderoso a quien nunca iba a conocer,
pero que al menos en el papel lo protegía con leyes que por supuesto no se
aplicaban porque el encargado de aplicarlas era el propio amo, oía ahora un
llamado a luchar contra ese monarca, para que el nuevo todopoderoso fuera el
amo que lo tenía esclavizado. “Que no me vengan a hablar de libertad porque la
única libertad que me interesa es la mía”. Es fácil entender por qué el pueblo
no apoyó en un principio la independencia y quiso repetir los cuentos que escuchaba
de lo que había sucedido en Haití donde los negros le cortaron la cabeza a los
blancos e hicieron su revolución. En Venezuela nunca hemos tenido una verdadera
revolución porque aun cuando le hemos puesto ese pomposo nombre a cuanto
movimiento hemos iniciado, todos se han frustrado por culpa de los propios
revolucionarios. Hablamos de la Revolución de Independencia, de la Revolución
Federal, de la Revolución Andina, de la Revolución de Octubre, pero ninguna fue
tal. Y lo peor es que quienes las han frustrado no son los enemigos sino los
amigos. A la Revolución de Independencia no la pudieron derrotar los mantuanos,
no tenían fuerza; lo hicieron los propios jefes independentistas, los generales
y los doctores que se cogieron las tierras que eran de los mantuanos, lo que
Bolívar llamaba graciosamente “las adquisiciones de sus lanzas” y fueron incapaces
de liberar a los esclavos. La Revolución Federal no la desvirtuaron los godos;
no tenían fuerza; lo hicieron los generales y los doctores que se cogieron las
tierras de los godos y convirtieron una revolución en la adoración perpetua al
general Guzmán Blanco. La Revolución Andina no merece comentarios porque todos
vivimos en terrenos que fueron potreros del general Gómez y de sus adulantes.
De la revolución de octubre ni hablar porque todos sabemos cómo se frustró. De
ahí la ferocidad con la que la rebelión popular del año 1814 hiciera que a ese
tiempo se lo llamara “El Año Terrible”. Y fue precisamente en ese año y dentro
del marco histórico de esa lucha popular, cuando se produce la segunda Batalla
de La Victoria el 12 de febrero, de la cual se cumplirán 200 años. Fue
necesario que Bolívar le cambiara la flecha a la guerra y comenzara a ofrecer
libertad para los esclavos que empuñaran las armas y apoyaran la independencia.
Estamos a dos siglos de
ese año; está comenzando el bicentenario de nuestra gran batalla. Pero también
es el bicentenario de la elevación de La Victoria al rango de ciudad, hecha por
el Libertador, no en premio por el triunfo de Ribas ya que su decisión la tomó
en enero y la batalla fue en febrero, solo que debía ser ratificada por el
Cabildo de Caracas y esto se hizo en mayo y allí sí se alude al triunfo. Pero
también es el bicentenario de las dos grandes batallas de San Matheo; la del 28
del mismo febrero y la del 25 de marzo cuando se inmoló Ricaurte. Es también el
bicentenario del primer encuentro entre Bolívar y Mariño en La Victoria, ciudad
donde unieron sus países y sus ejércitos, para seguir juntos hasta el campo
inmortal de Carabobo siete años después. Igualmente es el bicentenario del
feliz día en que el Libertador conoció a quien sería como su hijo: “Si Dios le
hubiera concedido a los hombres el privilegio de escoger su familia, yo habría
escogido como mi hijo al general Sucre”. Es también el bicentenario de las
espantosas batallas de La Puerta y de la huída de veinte mil caraqueños hacia
el Oriente. Y de la muerte de los tres hermanos Muguerza, victorianos. Y de la
Batalla de Urica durante la cual murieron la Segunda República y su peor
verdugo. La suerte fue pareja; los realistas arrasaron con los restos del
ejército patriota y en la refriega mataron a José Tomás Boves. Y es el
bicentenario del peregrinar de nuestro héroe José Félix Ribas, quien de Maturín
huye hacia los llanos buscando el auxilio de los suyos y va a caer en manos de
los enemigos quienes lo sacrifican en Tucupido a finales de enero. Ninguno de
los dos contendientes de La Victoria llegó al primer aniversario de la batalla;
a Boves lo mataron el 5 de diciembre del mismo año 14 y a Ribas, en enero del
15.
Ahora bien, ¿cómo
debemos conmemorar (o celebrar) estos bicentenarios? Creemos que dando a conocer lo que pasó y
acercarnos al conocimiento de “por qué” pasó. Por supuesto que los festejos
populares que le permiten al pueblo divertirse son necesarios, pero eso
solamente no.
Durante todo el año
deberemos colaborar con nuestros educadores llevando a los institutos
educacionales charlas, foros, conferencias, talleres sobre la significación del
bicentenario de la batalla y del año terrible. Deberemos auspiciar el rescate
de sitios históricos, concursos a distintos niveles, la publicación de libros,
la realización de un gran Congreso de Historia de carácter nacional y la
reactivación del programa “Conoce tu ciudad”.
Los estudiantes de los
años superiores deben ser instruidos sobre los temas principales, por ejemplo:
“Historia de la ciudad”, “Relación de
Bolívar con La Victoria”, “Historia de la Batalla”, “Biografía de Ribas”,
“Relación Bolívar Ribas”, “Papel de la Juventud de 1814 y de la de 2014” y
asistir por parejas (uno expone y otro con la documentación en la mano sirve de
apoyo) a las aulas de clase, comedores de las industrias, salas de casas de
familia en los barrios, plazas, iglesias y otros sitios idóneos y generar
conversaciones, debates y conversatorios sobre tan importantes temas.
Ya hemos visto
pasar muchos bicentenarios por debajo de la mesa, desaprovechando la
oportunidad de instruir mejor a nuestros paisanos, ordenar nuestras efemérides,
nuestros símbolos y corregir una cantidad de disparates que se nos han colado
como ese de creer que “el 19 de abril se declaró la independencia y el 5 de
julio se firmó el acta”. Del 2005 al 2015 entre muchos otros, hemos señalado
los siguientes: El 25 de julio de 2005 cumpló dos siglos la Santa Iglesia
Matriz (Catedral de La Victoria); El 27 de abril de 2006 se cumplieron 200 años
de la invasión de Miranda por Ocumare de la Costa (Aragua) y de la primera vez
que el tricolor mirandino ondeó en territorio venezolano. En el mismo 2011, el
14 de febrero, el bicentenario del nacimiento de José Félix Valentín de la
Concepción Ribas y Palacios hijo único del Vencedor de los Tiranos en La
Victoria, primo hermano del Libertador y el oficial más joven del mundo a sus
dos años de edad. Después en 2010, 2011 y 2012, el bicentenario de las luchas
de la Primera República y su pérdida tras el
triunfo de Miranda en La Victoria. Es triste que el soldado venezolano
que participó en las tres grandes guerras de su tiempo (la Revolución Francesa,
la Independencia de los Estados Unidos y la independencia Suramericana), haya
pisado por última vez un campo de batalla aquí en nuestra ciudad el 20 y el 29 de
junio de 1812 y que después de su esplendoroso triunfo en la batalla “más
sangrienta” de su época, se haya rendido y lo peor, que nadie lo haya recordado.
Pasó sin penas y sin glorias el bicentenario de la primera batalla de La
Victoria. El año pasado fue el bicentenario de la Campaña Admirable y el
nacimiento de la Segunda República aquí en La Victoria, exactamente entre la
casa de la capitulación de Fierro (Casa de la Mascota) y la casa de don
Francisco Sosa (hoy Cara de Mariño). Hemos propuesto que la casa de “La
Mascota” sea adquirida por el estado y declarada Monumento Histórico Nacional
puesto que ya lo es Municipal. En 2013 fue el bicentenario de los Fusilados de
El Consejo y de La Victoria y el centenario de la inauguración del Teatro Ribas.
Ahora en este 2014 es el bicentenario de la gran Batalla de La Victoria (Ribas
contra Boves) y en enero de 2015 el bicentenario de la muerte de Ribas en
Tucupido.
Tenemos mucho
que conmemorar con tristeza y mucho que celebrar con alegría. Nos gusta el festejo,
la celebración, el bonche y la rumba caliente, pero eso no es lo único que
merece ni lo único que necesita nuestro pueblo y especialmente nuestra
juventud. La programación de este año debe corregir las de los años anteriores
(2012 y 2013) en las que aparte de las actividades obligatorias (Traslado de “La
Virgen Vencedora”, “Funeral de Ribas” y “Te
Deum” del 12), no hubo ninguna otra de carácter histórico.
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