¿VOLÓ
RICAURTE?
Germán
Fleitas Núñez cronista de La Victoria
“Ricaurte, otro militar
granadino, figura en la historia como un mártir voluntario de la libertad; como
un héroe que sacrificó su vida para salvar la de sus compañeros y sembrar el
espanto en medio de los enemigos; pero su muerte no fue como aparece; no se
hizo saltar con un barril de pólvora en la casa de San Mateo, que había
defendido con valor: Yo soy el autor del cuento; lo hice para entusiasmar a mis
soldados, para atemorizar a los enemigos y dar la más alta idea de los
militares granadinos. Ricaurte murió el 25 de marzo del año 14 en la bajada de
San Mateo retirándose con los suyos; murió de un balazo y un lanzazo y lo
encontré en dicha bajada tendido boca abajo, ya muerto y las espaldas quemadas
por el sol”.
Según el coronel LUÍS
PERU DE LACROIX, las anteriores palabras fueron pronunciadas por El Libertador
Simón Bolívar el jueves 5 de junio de 1828 (día de Corpus) en la Villa de
Bucaramanga. Cuenta que esa mañana Bolívar no quiso ir a la misa por evitar la
procesión, dio un paseo por los altares construidos en las calles y por último
visitó al cura Dr. Valenzuela en cuya casa vio pasar la procesión, leyó unos
papeles escritos por el cura e hizo algunos comentarios en francés. Luego El
Libertador se puso en su hamaca y habló
de Bogotá, de Santander, de los militares neogranadinos y venezolanos y al
final, les hizo unas confesiones que muestran “…una protección parcial e
injusta de mi parte para con varios militares granadinos que sólo me dictó la
política y no mi deber ni la justicia...”
Entre estas confesiones que según Lacroix hizo El Libertador ese día,
estaban las siguientes: 1) Que Padilla, Fortoul y Pey nunca hubieran sido nombrados generales de División si no
hubieran sido neogranadinos. 2) Que Morales, Rieux, Obando, González, Mantilla
y otros estarían en grados inferiores y no hubieran sido generales de Brigada
si hubieran sido venezolanos. 3) Que su Decreto de honrar la memoria de
Girardot fue dado por motivos políticos ya
que morir como un valiente en el campo del honor es el deber de todo
militar; y por último, se declaró “autor del cuento” del sacrificio de Ricaurte
en San Mateo.
Perú de Lacroix quien
pertenecía al séquito del Libertador era entonces Coronel y escribió un diario conocido por la
posteridad como DIARIO DE BUCARAMANGA, en el cual recoge la crónica de todo
cuanto hacía y decía el grande hombre. Pero la autenticidad de su obra, la cual
fue publicada por primera vez en 1870 en París por Fernando Bolívar el sobrino
del Libertador, ha sido cuestionada por los más eminentes historiadores
americanos entre ellos el ilustre académico venezolano Monseñor Nicolás Eugenio
Navarro quien recopiló y publicó las diferentes versiones del manuscrito original,
las adiciones hechas con posteridad por el propio autor y por manos extrañas, las motivaciones que
pudo tener Lacroix para falsear información (especialmente la que dañaba a los
neogranadinos) y las opiniones autorizadas, todo lo cual vio la luz en un
volumen publicado por la Tipografía Americana de Caracas en 1935.
La afirmación según la
cual el heroico sacrificio de Ricaurte en tierra aragüeña fue un cuento inventado por El
Libertador ha sido la más duramente atacada por todos. Para Monseñor Navarro
fue una adición hecha al texto primitivo con “perversa intención”. Los propios
contemporáneos de la acción reconocen su veracidad. El general José Trinidad
Morán dice: “Ricaurte (...) acosado por gran número y con la mayor parte de su
tropa muerta, sabiendo que los enemigos no estaban muy abundantes de municiones
y que buscaban las que él custodiaba, no pudiendo ya defenderse, hizo el último
sacrificio a su patria; se metió en medio del almacén de pólvora tizón en la
mano y cuando entraron donde él estaba le prendió fuego y voló con cuantos se
le acercaron”.
Los devotos de La Virgen de Belén le atribuyen el
triunfo de las armas patriotas y cuentan que el 25 de marzo de 1814, en el
fragor de la cruenta batalla, el Libertador sacó de su casa de Cantarrana la
imagen de la Virgen que estaba en esa casa porque la iglesia no tenía techo;
las misas se decían en la sacristía y en la casa del maestro de albañilería
Lorenzo Palma, en la calle real. Alzó la imagen, la mostró al pueblo, invocó
su auxilio y cuando la giró hacia la
montaña donde se encuentra la casa del ingenio, resonó el estruendo de mil
cañones, precediendo la entrada a la gloria del inmortal capitán neogranadino
Antonio Ricaurte.
En la Gaceta de Caracas
deI 4 de abril de 1814 se dice: “Ricaurte, arrostrando con serenidad la muerte
(...) incendia los pertrechos, vuela con ellos y salva el ejército”.
La Negra Matea Bolívar
en entrevista conocidísima afirma que “…mandó salir la gente, fue a la cocina,
le pidió un tizón de candela a la niña Petrona y (...) subió al mirador donde
estaba la polvorera”.
Pero tal vez el más
válido reconocimiento a su heroísmo por venir del campo enemigo, lo hace
Francisco Tomás Morales, el derrotado de La Victoria y último Capitán General
de Venezuela, quien en su “Relación Histórica”, pasada al Ministerio de la
Guerra de España, afirma: “...encargado del ejército continué yo con el asedio.
El Trapiche de Bolívar fortificado lo tomé por asalto y sus defensores se
volaron”. No tenía Morales ningún interés en hacerse eco de un “cuento” y mucho
menos si hubiera sido inventado para entusiasmar a los patriotas y atemorizar a
los realistas. En igual sentido escribe nada menos que el mismísimo José Tomas
Boves. El general Luis Perú de Lacroix se suicidó en Francia en febrero de
1934.
Baralt y Díaz en su Resumen
de la Historia de Venezuela
de 1887 dicen: “Una benemérita familia granadina guarda la tradición de que Ricaurte y su primo
Antonio París fueron destinados por Bolívar a defender con cincuenta hombres el
parque en San Mateo; que cuando llegaban los dos con la escolta, avanzaba hacia
ellos una fuerza realista muy superior en número; Ricaurte,
juzgando inútil la resistencia, dijo a París que volviese con la pequeña
tropa a donde estaba el Libertador, porque era locura sacrificarla y que le
manifestara que el parque “no sería presa del enemigo”. París contramarchó con
la gente al cuartel general, distante algunos cientos de metros
del Ingenio, lo que no alcanzó a desandar cuando estalló la detonación,
seguida de humo y llamas”.
Por su parte Facundo Mutis Durán en su Estudio biográfico de Ricaurte de
1894, dice “Venezuela alzó una estatua en bronce a Ricaurte en el campo de San
Mateo (1911) y un busto de bronce se le erigió en
Bogotá (1910). El centenario del sacrificio se celebró en 1914, y la Ley
colombiana número 40 de 1913 creó la orden militar de San Mateo. Como dato nuevo insertamos lo que refiere
sobre la sepultura de Ricaurte el testigo ocular
Tomás Gutiérrez, en su autobiografía u hoja de servicios:
« se peleó en San Mateo por más de un mes;
todos los días o los más de ellos se tenían reñidos
combates; en uno de ellos incendió y voló con el
parque el héroe granadino Antonio Ricaurte. Sus restos no quedaron insepultos, como equivocadamente se
dijo; no: un oficial granadino cucuteño, con otros compatriotas, los recogimos
y sepultamos en la iglesia de aquel pueblo» (San
Mateo. Boletín de Historia y Antigüedades, número
80, volumen VII). Diríase hoy, lo que dijeron los compañeros de un héroe de la Coruña: sobre
su sepulcro no pusimos ni una piedra, ni trazamos
una línea. Lo dejamos sólo con su gloria”.
Dice el soldado neogranadino
Tomás Gutiérrez en su autobiografía que él y otros tres soldados neogranadinos
habían llevado el cadáver de Ricaurte y lo habían enterrado en el “altar
derecho” de la iglesia de San Mateo y le habían puesto encima dos metros de cal
para poder identificarlo en el futuro.
En febrero del año pasado (2012)
Monseñor Antonio Rojas Mata Ilustre Párroco del histórico pueblo, dirigía la
remodelación de la iglesia para embellecer sus altares e informado de lo dicho
por los historiadores colombianos, se interesó mucho en el asunto. Lo primero
que hizo fue determinar cuál es el “altar derecho”, porque visto desde la puerta principal, es el
del Santísimo, pero visto desde el altar mayor, es el de la Virgen de Belén.
Por casualidad en ese momento se trabajaba en el altar de la izquierda donde
buscamos y no encontramos nada. Próximamente se haría en el de la derecha, para colocarle mármol a los pisos y él
consideraba que una vez hecho el piso sería más difícil la búsqueda. Como se requerían ciertos permisos, el 17 de
febrero comunicamos el asunto a los
profesores Luís Ramón Mendoza y Víctor Ángel Rivero y nos comunicamos con don
Arístides Medina Rubio director del Centro Nacional de Historia quien ofreció
ordenar la búsqueda. Lamentablemente fue separado del cargo y todo quedó para
una próxima oportunidad que seguramente llegará. Probablemente los restos del
héroe reposan en el lugar más sagrado, mejor que en el más imponente panteón: a
los pies de nuestra querida Patrona y Símbolo de Aragua Nuestra Señora de
Belén.
El heroísmo de Ricaurte ha sido
permanentemente reconocido y cuando el ilustre poeta colombiano doctor Rafael
Núñez, cuatro veces presidente de la República,
compuso la hermosa letra del Himno Nacional de Colombia, remató el poema en su estrofa número once,
con un verso que inmortaliza la hazaña, cuando dice:
“Ricaurte en San
Mateo en átomos volando,
Deber antes que vida
con llamas escribió”.
El neogranadino Antonio Ricaurte
cuyo nombre llevó con orgullo el Distrito al cual pertenecieron La Victoria y
San Mateo, tierra de su hazaña, está en la gloria. El 25 de marzo de 1814 entró
en la inmortalidad precedido por el fulgor de un estallido que aun resuena en
los campos de San Mateo como eterno himno de libertad.
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