LA
VIRGEN DE BELÉN, PATRONA Y SÍMBOLO DE ARAGUA
Palabras
pronunciadas por Germán Fleitas Núñez en la Santa Iglesia Parroquial del Señor
San Matheo, el lunes 26 de noviembre del 2001, durante la Sesión Solemne del
Ilustre Concejo Municipal del Municipio Bolívar del Estado Aragua, con motivo
de celebrarse los 292 años de la aparición de la Virgen de Nuestra Señora de
Belén.
<<Simón:
Ni una
basquiña tengo para presentarme y que es prestada la con que me presento (…)
pues hay días en que ni luz para alumbrarme tengo y si por tu decencia crees
que el darme media docena de pesos no es decencia, te engañas; yo recibo
cualquier cosa que puedan darme mis amigos pues hasta el pobre Diego me dio la
silla con que me siento. Tengo mis dos niñas en cama; mi hija Solita ha estado
de muerte y no tengo ni un medio…>>
Esta carta llena de pena y desesperación, se la
escribe a su primo El Libertador, una sanmateana que llegó a ser la mujer más
rica y la más bella de Venezuela.
Habían quedado atrás los años felices de la
juventud, de la opulencia; la casa de Caracas, asiento principal de la
aristocracia, donde llegaron en su momento príncipes y marqueses europeos.
Atrás quedó el gran salón revestido con cortinajes de damasco rojo flecos de
oro, las mullidas poltronas y sofás, las orquestas de los rumbosos bailes y las
guitarras de las serenatas en las noches románticas y frescas; los amigos
–ahora casi todos muertos- y las extensas posesiones en los fértiles valles del
Aragua, desolados, despoblados y destruidos durante la guerra.
Siete años había pasado la ilustre sanmateana
huyendo por tierras de las Antillas y Guayana, rodando de pueblo en pueblo y
muriéndose de hambre.
Al regreso a la Patria libre, sus bienes estaban
destruidos por el terremoto, por lo enemigos, o por los realistas y patriotas que se las habían
cogido para ellos, como siempre ha pasado en nuestras revoluciones.
A su pariente el Marqués del Toro le escribe:
<<Ay Pancho, las cosas de este mundo, si tu papá y el mío vivieran y me
vieran. >>
Esta heroína sanmateana se llamaba Belén Xerez de
Aristeguieta; su hija se llama Belén Soledad y su nieta también se llamará
Belén. Nacida en San Matheo el 11 de mayo de 1765, su infancia y su alegre
juventud transcurrieron entre la
opulenta mansión de Caracas y su casa de hacienda en San Matheo. En ambas casas
vio congregarse en oración a su familia, en sendos oratorios dedicados a la
devoción de Nuestra Señora de Belén,
apenas medio siglo mayor que ella. Cuando sea una mujer –de las más bellas de
la Provincia- prestará su rostro a la
madre de Dios, para que el pintor Juan pedro López la plasme en toda su
belleza, en los retratos de la Virgen de La Merced y en el de Nuestra Señora de
Belén.
San Matheo está en la obligación de rescatar para el
afecto pueblerino, a esta mujer, Belén Xerez de Aristeguieta, dueña y señora de
“El Palmar y del “Trapichito de la Santísima Trinidad”, haciendas que
posteriormente pasarían a propiedad de las familias Ribas y Montesdeoca, quien
por creer y militar en la causa de la libertad y de la independencia, y por
haber sido fiel a los suyos, ahora no tenía ni un medio, ni una basquiña para
presentarse, ni una silla en que sentarse, ni una vela con que alumbrarse.
La devoción de Nuestra Señora de Belén tiene ya
medio siglo (56 años) cuando nace Belén.
Es la sexta de las nueve musas, las hermanas Xerez de Aristeguieta y
Blanco Herrera, las mujeres mas celebres de Caracas durante el siglo XVIII,
primas hermanas y vecinas de cuadra de las Palacios Blanco Herrera, una de
quienes, “Concha Palacios”, será, cuando Belén cumpla 14 años, la madre del
libertador. No solamente vivirá esta
sanmateana todo el proceso de desmoronamiento del viejo orden colonial, sino
que luchará por el establecimiento de un orden nuevo y será pionera en la
defensa de los derechos de la mujer, y defenderá los suyos, al litigar en
contra de su marido y alcanzar el derecho de administrar su propia
fortuna. Verá desaparecer todos sus
privilegios a casi toda su familia, morir a su única hija y su única nieta, y
alcanzar una venerable ancianidad hasta su muerte en 1850, a sus 85 años de
edad. Será testigo de la venta de la hacienda “El Palmar” donde había
nacido, a su primo José Félix Ribas
Herrera, de este a su hermano Nepomuceno y de este, a su hermano Antonio José,
los tres casados con sus primas Palacios Blanco Herrera. Ella misma junto con su hermana mayor, venderá
el Trapichito de la Santísima Trinidad a la familia Montes de Oca y será testigo del florecimiento de la
devoción a La Virgen de Belén, en los tres altares donde se la venera
inicialmente, que son los de su familia Xerez de Aristeguieta en El Palmar y
Trapichito; el de la familia Bolívar en El Ingenio, y el del pueblo, en esta
iglesia del Señor San Matheo.
Cuando aparece La Virgen, ya esta Iglesia tiene
ochenta y nueve años de haber sido erigida, el 30 de noviembre de 1620, fecha
que no debe confundirse con la de la fundación del pueblo, desconocida hasta
hoy.
Se ofrece ante la mirada asombrada de un hombre del
pueblo, de un aborigen, el indio Tomás José Purito, y se va a mantener por ya
casi tres siglos en la fe y en el amor de su pueblo. Sería reveladora de esa
fe, una investigación documental en las Matrículas Eclesiásticas y en las
Partidas de Bautismo y demás registros documentales, y mediante encuestas
organizadas en las escuelas, acerca del número de mujeres que en San Matheo y
Aragua, han llevado y llevan actualmente, el sagrado nombre de Belén. Poco se
habla de Inés Heredia, la esposa de Tomás José; y debería mencionársela más,
porque la historia afirma que se le apareció a ambos. Él llamó a su mujer y
cuando ella estuvo presente, fue cuando se les apareció la santa imagen en
forma de una bamba, un real español, de plata, con una
media luna sin nubes ni querubines, con su niño en
los brazos, parada sobre la tierra elevada. La colocaron en un altar
improvisado en su propia casa y esa misma noche del 26 de noviembre de 1709,
recibió de María Micaela, la india madre de José Tomás, y de muchos otros
indios y españoles, el primer rezo del Santo Rosario, primer homenaje de amor
de un pueblo que tres siglos después la sigue homenajeando y reconociendo como
su santa madre. Siempre se ha dicho y repetido que a diferencia de otras
apariciones marianas, La Virgen de Belén no dejó ningún mensaje. Creemos por el
contrario, que su mensaje estuvo en el propio hecho de la aparición, ya que no
ser reveló “a un indio”, como se afirma, sino “a una familia” sanmateana, a una
familia aragüeña, y ese regalo a la familia, es el mensaje.
El Padre Nicolás de la Torre, cura del pueblo, convenció al Indio José
Tomás, de que debía trasladar la imagen a la iglesia y así se hizo. Repiques de
campanas, chirimías, cajas, guitarras, acompañaron el regocijo y la solemnidad,
que se mezclaron para hacer el traslado, hasta el altar de la Inmaculada
Concepción. Al siguiente día, cuando el monaguillo descorrió el velo para
cantar la misa, se había producido el primer milagro, la imagen estaba dorada y
a su alrededor aparecían querubines y nubes. Esta vez también le había tocado a
un niño del pueblo, al humilde monaguillo, ser testigo de este milagro; el
primero de muchos. Algún día La Virgen hará el milagro de llevar a los altares
al humilde indio Purino, como la Patrona Nacional al indio Coromoto y como la
Virgen de Guadalupe, a Juan Diego.
La imagen, dicen los testigos, fue creciendo hasta dos tercios de su tamaño original y se
hizo necesario irle cambiando los relicarios, hasta el actual, mandado a hacer
según algunos, por María Antonia Bolívar, en Londres; y según otros por los
Xerez de Aristeguieta en Caracas. Nos inclinamos por la segunda tesis,
siguiendo al sabio investigador Carlos F. Duarte, máxima autoridad en la
materia, quien afirma en su magnífica obra sobre El Arte de la Platería en
Venezuela, que la Custodia Expositor de la Virgen de Belén fue mandada a hacer
por don Martín Xerez de Aristeguieta, dueño de la Hacienda “El Palmar”, con el
orfebre caraqueño Francisco de Landaeta. Es de plata dorada con dobletes verdes
y rosas, azogados. Tuerca de hierro forjado.
En la medialuna que sostiene la medalla de bronce hay (o hubo) una esmeralda
y unos diamanticos. Tiene una altura de 0.585. Faltan la cruz y algunos
angelitos y un ángel de cuatro alas. Según el ilustre académico, debió
construirse en 1773, pues existe una
pintura de esa fecha que la representa. No puede ser cierto, como se afirma en
muchas publicaciones, que haya sido
donada por María Antonia Bolívar ni por
ninguno de sus hermanos, porque cuando la custodia llegó a San Mateo, aún no se
había casado don Juan Vicente de Bolívar y Ponte con doña Concepción Palacios
Blanco. Durante su visita pastoral, el Obispo de Caracas, Monseñor Mariano
Martí, afirma que es una dádiva de Don Miguel, el padre de los hermanos Xerez
de Aristeguieta y Blanco Herrera, entre ellas, las célebres Nueve Musas.
El orfebre
Francisco José Landaeta de Lerma, autor de la custodia, nació en Caracas en
1721, a apenas doce años de aparecida la
Virgen de Belén. Era hijo del capitán
Juan de Landaeta y de su esposa Leonor Agustina de Lerma. Debió ser morocho
porque en muchos documentos se le menciona como “Amorocho”, “El Mulato”, o simplemente “Morocho”. Nació en una familia
de artistas, ya que su padre también era orfebre reconocido, y su madre era
hija del pintor Blas Miguel de Lerma. En su familia había 8 pintores, 3
músicos, 4 carpinteros ebanistas y 5 plateros. A los 23 años casó con María
Petronila Rosalía Pereira Landaeta y tuvieron como hijos a María Josefa, María
Isabel, casada con el platero Antonio José Landaeta con quien tuvo 16 hijos;
María Candelaria quien viuda de Nicolás Pompa, casa en segundas nupcias con el
pintor Antonio José Landaeta; José
Antonio casado con María Josefa Núñez;
Manuela, Juana María, Juan José Vicente de Dios, Carlos Francisco.
De su mano de
artista surgieron tambien las custodias que están en la Iglesia de San Francisco
de Caracas, de la Catedral de La Palma en Canarias, de Nuestra Señora del
Socorro en la Catedral de Valencia, de las iglesias de Yare, Maracay y Santa
Teresa del Tuy, la Corona de San José en la Catedral de Caracas, Sagrarios para
llevar el viático, la Custodia de
Nuestra Señora de Las Nieves en La Palma de Canarias, calderetas, lámparas
votivas, y las Andas de Nuestra Señora de Copacabana en la Iglesia de San
Pablo, las cuales fueron fundidas por los patriotas en la guerra de
independencia, para hacer monedas de plata. El catálogo de sus obras es inmenso
y debe ser mayor, si tomamos en cuenta que
trabajó el arte de la platería desde 1740 hasta 1802; sesenta y dos años
ininterrumpidos. Fue Capitán del Regimiento de Pardos de Caracas y fue
distinguido por el Rey de España con la Medalla de Su Real Efigie. El autor de
la Custodia de la Virgen de Belén, murió en Caracas rodeado de la admiración y
el respeto de sus contemporáneos, al comenzar el siglo XIX.
Un voluminoso expediente, estudiado por los historiadores
sanmateanos Víctor Ángel Rivero Cronista de la Ciudad y Luís Ramón Mendoza,
docente universitario, recoge testimonios de diferentes testigos y épocas; el resultado de esas investigaciones debe ser
publicado por la municipalidad, para conocimiento de la población. Se discute
sobre el crecimiento de la imagen, pero nunca del crecimiento de la fe en ella.
Aplicar tierra de Belén a los enfermos, dar de beber su re confortante
agua, solicitar su auxilio en el momento del parto, invocar su protección en
los momentos de aflicción personal o de calamidad pública como epidemias,
catástrofes, sequías o guerras; orar ante su imagen, han sido bálsamo de alivio
durante tres siglos. Los testimonios abundan pero están dispersos. La familia
Udis Pelgrón, de La Victoria, muchas de cuyas mujeres se llamaron Belén,
recordaba siempre que Pilar Pelgrón, la venerable maestra de la ciudad, nieta
del Guillermo Pelgrón Maestro del Libertador, padecía un cáncer del seno y se
negó a recibir medicamento, pero en
cambio se untaba tierra del Santuario de Belén y el tumor desapareció. El
ilustre médico Dr. Fulgencio Cecilio Carías lo atribuía a un milagro de La
Virgen. La más memorable de estas invocaciones es la que hace su mayor devoto,
en el momento supremo de su carrera militar. El 25 de marzo de 1814, en el
fragor de la cruenta batalla, el Libertador sacó de su casa de Santa Rana,
situada en el lugar que hoy ocupa la escuela, la imagen de la Virgen de Belén,
Estaba en esa casa porque la iglesia no tenía techo; las misas se decían en la
sacristía en la casa del maestro de
albañilería Lorenzo Palma, en la calle real. El Libertador alzó la imagen, la
mostró, invocó su auxilio, y cuando la
giró hacia la montaña donde se encuentra la casa del ingenio, resonó el
estruendo de mil cañones, precediendo la entrada a la gloria del inmortal
capitán neogranadino Antonio Ricaurte.
Existe un doble escenario de veneración, El
Santuario y esta Iglesia, especialmente la Capilla de La Virgen mandada a hacer
por la familia Bolívar. Ellos mismos donaron la lámpara del Santísimo. Hecha en
Londres, de plata de seis pulgadas, con la inscripción << La dio de
limosna el Coronel Juan Vicente Bolívar. Año 1785. >> En realidad, cada
casa sanmateana es un altar de veneración a la Santa Patrona.
Abundantísimo material escrito pero disperso, da fe
de la devoción y de la actuación de cada uno de los sacerdotes que han tenido a
su cargo la parroquia. Sobresalen entre ellos, los nombres de quienes promovieron
las dos coronaciones canónicas, en los años de gracia de 1928 y 1965.
Nuestra Madre ha sido coronada dos veces; la primera
en 1928, en la denominada Coronación Canónica o Arquidiocesana. Los
preparativos duraron cinco años y estuvieron a cargo del Presbítero Dr. Luís
Rafael Romero Sánchez., a quien Monseñor Arturo Celestino Álvarez Obispo de
Calabozo y hoy en proceso de beatificación, bautizó como << El peoncito
de La Virgen de Belén. >> El decreto
episcopal ordenando la coronación es del 26 de noviembre de 1927 pero los actos
se celebraron el año siguiente. La Junta organizadora la integraban el Padre
Rafael Parra Almenar Párroco de El Consejo, el Padre Lino Pérez de Las
Tejerías, Fidel maría Miquelena, Demetrio y Simón Sánchez, Eduardo Eulogio Blank,
Juan Roberto Molina de Cagua, Lisandro Hernández de La Villa de San Luís de
Cura, Cirilo Cróquer de Turmero, y el
poeta Trino Celis Ríos. La sección musical estuvo a car4go de una gran orquesta
dirigida por Pedro Alcántara Pino Maestro de Capilla de esta iglesia y los
grupos de cantoras que dirigió Berta Stulcheiss. Las recolecciones se hicieron
en toda Venezuela desde cuyos alejados rincones llegaban dádivas, mientras que
la pobreza de San Mateo quedó suplida
por la piadosa ofrenda que hizo el devotísimo de la Santa Madre, General Juan
Vicente Gómez.
Llegado el día 25 de noviembre de 1928, en la Plaza
de Belén, frente al Santuario, en presencia del Nuncio Apostólico de Su
Santidad, Monseñor Fernando Cento, el Auditor de la Nunciatura Monseñor Basilio
de Sanctis, el Obispo de Caracas Monseñor Felipe Rincón González, el futuro
mártir Monseñor Montes de Oca Obispo de Valencia, Monseñor Arturo Celestino
Álvarez Obispo de Calabozo, prelados, predicadores, autoridades nacionales y
todos los habitantes de San Mateo, con la mayor solemnidad el Nuncio Apostólico
impartió la Bendición Papal y pronunció la frase ritual: <<Así como por
estas manos, eres coronada en la tierra, así podamos merecer que por las tuyas,
seamos coronados en el cielo.>>
Fue declarada Reina y Señora de Aragua y coronada
solemnemente. Un silencio reverencial dio paso al repique de las campanas y al
estruendoso estallido de los cohetes, al tiempo que la banda marcial echaba a
volar los acordes gloriosos del Himno Nacional.
La corona era de oro macizo aderezada con seis
alezandrites colocadas en rosetas de oro caladas y cinceladas, de tres carates
o quilates cada una. La cruz tiene cinco perlas, un zafiro y cinco rubíes. El
bando o friso tiene tres amatistas y doce rubíes pequeños. La corona mide
dieciséis centímetros de alto por catorce de ancho, pesa cuatro kilos y su
valor ascendió a la suma de ocho mil bolívares. Correspondió al coronel
Alejandro Chacón, Jefe Civil de San Mateo, recibir, dar la bienvenida y atender
al fiel devoto General Juan Vicente Gómez quien estuvo presente en todos los
actos. Hoy en día nadie sabe dar razón de qué se hizo esa corona.
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Treinta y siete años después, en 1965, tuvo lugar la
segunda coronación. Las circunstancias habían cambiado. A la cabeza de la
iglesia venezolana descollaba la figura egregia de nuestro primer cardenal, el
ilustre José Humberto Quintero; Aragua había sido elevada a la categoría de
Diócesis y al frente estaba el futuro segundo cardenal venezolano, Monseñor
José Alí Lebrún Moratinos, luego Arzobispo de Caracas, sustituido aquí por
nuestro amado Pastor Monseñor Feliciano González Ascanio.
Desde su llegada como Párroco de San Mateo, el padre
José Luís Gil Fernández, puso empeño en coronar nuevamente a La Virgen y en tal
sentido acudió primera ante Monseñor Lebrún y luego ante Monseñor Feliciano
quienes a su vez interesaron al Cardenal Quintero y a los Pontífices Juan XXIII
y Pablo VI. El 13 de junio de 1962, en un Breve, Su Santidad Juan XXIII dice:
<< El venerable hermano José Alí Lebrún
Moratinos Obispo de Maracay (…) nos rogó (…) que concediésemos (…) ser coronada
la susodicha imagen con corona de oro.
<<…Con nuestra Autoridad Apostólica y por fuerza de estas letras le concedemos
(…) la facultad de imponer en nuestro nombre y autoridad, una corona de oro a
la imagen de la Bienaventurada Virgen María llamada de Belén y venerada con
piadosos obsequios en la ciudad de San Mateo…>> Dado en San Pedro, Roma, bajo el anillo del
pescador…>>
En enero de 1965, ocupando el Trono de San
Pedro, Su Santidad Pablo VI, y en el
Obispado de Maracay, Monseñor Feliciano González, el Sumo Pontífice escribe una
carta autógrafa en la cual dice:
<< La imagen de nuestra Señora de Belén
venerada en la Parroquia de San mateo, será coronada canónicamente. Pedimos con
ánimo confiado (…) su protección a los fervorosos hijos de Maracay y que cubra
con su manto en particular a los feligreses de San Mateo y a cuantos tomen
parte en la ceremonia de la Coronación, mientras a todos, juntamente contigo,
venerable hermano, nos complacemos en enviar la Bendición Apostólica. >>
Se oyen palabras mayores; son dos Pontífices Romanos
quienes han puesto sus ojos sobre nuestra Patrona de Aragua. Escribe entosnces
Monseñor Feliciano:
<< Su Santidad Juan XXIII ha quedado
especialmente unido a la vida de la Parroquia de San Mateo.>>
Debemos añadir que Su Santidad Pablo VI, también.
La ceremonia tiene lugar el 31 de enero de 1965,
presidida por Su Eminencia El Cardenal Quintero; los Obispos Ángel Pérez
Cisneros de Barcelona, José Alí Lebrún de Valencia, Juan José Bernal de Ciudad
Bolívar, Luís Eduardo Henríquez, Ramón I. Lizardi Obispo Auxiliar de Caracas,
Alejandro Fernández Feo de San Cristóbal, el Nuncio Apostólico de Su Santidad
Monseñor Luigi Dadaglio, el Gobernador de Aragua Dr. Ildegar Pérez Segnini y el
Ministro de Justicia Dr. Ramón Escovar Salom, quien ofrenda a la Virgen y gajo
de uvas u un ramillete de espigas.
El acto tuvo lugar en el estadium y la corona fue
trasladada desde la iglesia por la señorita Marianela Gil. El Cardenal en el
instante de la coronación pronunció la misma frase ritual que ya conocíamos
pero más explícita:
<< Como eres coronada por mis manos en la
tierra, quiero que por tu poderosa intercesión todos los aquí presente y
nuestros hermanos ausentes, seamos coronados en los cielos por tu hijo
Jesucristo. Amén. >>
Al final se entonó el Himno Oficial de la
Coronación, compuesto por el Padre Juan de Azagra, Maestrecapilla de la
Basílica de Nuestra Señora del Pilar de Zaragoza.
Ese mismo día, a las siete de la mañana, en esta
misma iglesia, tuvo lugar una Misa de Ordenación. Monseñor Feliciano actuando
como Pontífice Obispo, ordenó a un
Subdiácono en presencia de los profesores y alumnos del Seminario de Caracas,
donde estudiaba el joven ordenado y de numerosos peregrinos venidos de muchas
partes del país especialmente de Turmero. Recibió la Orden Mayor del
Subdiaconado, un seminarista de desde entonces ha dado generosos frutos a la
iglesia aragüeña. El seminarista ordenado se llamaba Antonio Rojas Mata y es
nuestro actual Venerable Párroco.
Para perpetua memoria de ambas coronaciones, se
editaron sendos libros titulados <<Coronación Canónica Arquidiocesana de
Nuestra Señora de Belén>> y <<Arco Iris>>, cuyos ejemplares
han puesto en mis manos, las manos amigas de Víctor Ángel Rivero, Luís Ramón
Mendoza y doña Trina de Pérez.
Monseñor Lebrún Moratinos, ahora Obispo de Valencia
dice:
<< Cuando la tarde del 31 de enero de 1965
contemplé conmovido (…) la Coronación Canónica de la Virgen de Belén (…)
ceñidas sus augustas sienes con la corona que fabricó el amor, me parece ver
entreabiertos sus labios para comenzar este diálogo con su pueblo de San Mateo:
<<Yo me he mostrado Vuestra Madre, ahora mostrad vosotros que sois
verdaderamente mis hijos.>>
Nos corresponde entonces a nosotros, mostrarle a
Ella, que somos verdaderamente sus hijos.
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Nos acercamos al tricentenario de su aparición y
hemos visto como sus dos coronaciones fueron preparadas con seis y siete años
de anticipación. Nosotros tenemos ocho.
No se si es válido coronarla por tercera vez, pero
podemos idear una tercera corona que en lugar de gemas y piedras preciosas que
al fin y al cabo siempre terminan desapareciendo como desaparecieron los
eslabones de plata de los candelabros, esté adornada de acciones preciosas que
las que no desaparecen sino que permanecen para siempre. Ellas podrían ser,
entre otras, las siguientes que me permito proponer muy respetuosamente ante
las autoridades y el pueblo de San Matheo:
Primeramente, que se le restituya oficialmente a
Nuestra Señora de Belén, su condición de Patrona de Aragua, por la cual se la
conoce desde comienzos del siglo XX y que hoy parece habérsele extraviado en
algún escondrijo de la historia. Que previo el cumplimiento de las formalidades
que prescribe la iglesia, se documente o ratifique lo que es un antiguo y
aceptado sentimiento general que está en el corazón de todos los aragüeños; y
que ante
el hecho notorio de que la Sagrada
Imagen es desde comienzos del siglo XVIII, guía espiritual del pueblo aragüeño
y desde comienzos del siglo XX, su Santa Patrona; que está vinculada la fe del
pueblo y a nuestro glorioso pasado histórico,
especialmente durante la guerra de la independencia, cuando nuestro
Libertador Simón Bolívar colocó bajo su protección al ejército emancipador e imploró su intercesión durante la heroica
Batalla de San Mateo el 25 de marzo de 1814; que al anunciarse ante un humilde
hombre del pueblo y aparecer en todo su esplendor, frente a una familia indígena, dejó un claro
mensaje de amor hacia el núcleo familiar, base fundamental de nuestro pueblo;
que fue devoción de la familia Bolívar, en cuya casa del Ingenio fue venerada y
que el Padre de la Patria en numerosas oportunidades dio testimonios de su fe y
la de su familia, en la Madre de Dios, bajo la advocación de Nuestra Señora de
Belén; y que nuestra Santa Patrona siempre ha simbolizado el amor de Dios por nuestro
pueblo de Aragua, por su destino y su
felicidad; y que su culto congrega la fe de los aragüeños hacia la Madre de
Dios, bajo cuyo manto protector encomienda a las presentes y futuras
generaciones; propongo que se la declare cuarto SÍMBOLO DE ARAGUA, juntamente
con el Escudo de Armas, el Himno y la Bandera; que se cree PABELLÓN DEL ESTADO
ARAGUA, consistente en una bandera del estado, en cuyo cuartel superior aparezca estampada su sagrada imagen y que se
elaboren pabellones en tela y en cromos y que se distribuya para que reciba el
homenaje del pueblo con el fervor patriótico y religioso que ella inspira.
Que se rescate del olvido y se incorpore a la vida
afectiva del pueblo, en calidad de Heroína de la Patria, a Belén Xerez de
Aristeguieta, colocando su retrato –copiado en el rostro de Nuestra Señora de
la Merced de Juan Pedro López- en sitio de honor de esta Santa Iglesia
Parroquial.
Que se declare Monumentos Históricos y
Arquitectónicos Municipales y gestionar su declaratoria como Monumentos
Nacionales las casa de las haciendas “El Palmar” y el “Trapichito de la
Santísima Trinidad” y que se gestione
ante los propietarios de este último, su restauración total para la fecha del
tricentenario y de ser posible, su donación al Pueblo de San Matheo.
Que se retire del frontis de esta Santa Iglesia
Parroquial, la Placa de Mármol donde está inscrita una falsa Acta de Fundación
de San Mateo, por cuanto es apócrifa, falsificada, inventada, no copiada de
ningún documento verdadero y en consecuencia constituye un engaño para los
sanmateanos, especialmente para los jóvenes estudiantes que la copian de buena
fe y se la aprenden, creyendo que es auténtica.
Que se busquen de manera científica y responsable,
los restos del héroe neogranadino Antonio Ricaurte, los cuales según
testimonios confiables de quienes lo sepultaron, está enterrado en el altar derecho de esta iglesia y cubierto con
dos metros de cal.
Que por suscripción popular se erija en esta
Iglesia, donde tanto oró ante la Virgen de Belén, un cenotafio a la memoria de
Matea Bolívar, Aya que fue del Libertador.
Que se averigüe donde están las joyas con que la
devoción popular ha obsequiado a nuestra Santa Patrona, especialmente sus dos
coronas, sus custodias, sus milagros y demás regalos a fin de ponerlos a buen recaudo y salvaguardarlos.
Que se restauren las antiguas peregrinaciones,
durante las cuales lo hogares sanmateanos hospedaban en sus casas a los
peregrinos dando generosa y espontánea hospitalidad doméstica a los forasteros,
ingenua y elemental forma de posada, hoy inventada por los especialistas en
turismo.
Fomentar a través de la escuela, el acopio de
información sobre la devoción familiar, las cofradías, las juntas de festejos,
la conservación doméstica del culto, el conocimiento de las personas que
durante tres siglos han mantenido vivo el fervor religioso, los maestros,
músicos catequistas, artistas, hombres de trabajo, amas de casa, agricultores y
demás gentes de bien que han contribuido al progreso de la población y honrado
el gentilicio sanmateano.
Que se establezcan como fechas clásicas el 28 de
febrero Día de la Primera Batalla; el 25 de marzo, Día de la gran Batalla de
San Mateo y del Sacrificio de Ricaurte; el Día del Santo Patrono San Mateo; el
26 de noviembre, Día de la Virgen de Belén y el 30 de noviembre Día de la
Erección de la Iglesia.
Que se
designe por Decreto Ejecutivo, una Comisión Tricentenaria de Nuestra Señora de
Belén, la cual se encargará de elaborar una programación, para celebrar dignamente el 26 de noviembre
de 2009, los trescientos años de la aparición de la sagrada imagen, mediante la
construcción de obras de interés colectivo y demás actos demostrativos, que
perpetúen el afecto que Aragua profesa a su Santa Patrona.
Este es, al decir de doña Trina de Pérez, el verdadero pueblo bolivariano y
mariano de Aragua, por ser tierra de los Bolívar y de Nuestra Señora de Belén,
y por lo tanto el compromiso es doble.
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Señoras y señores:
Termino por donde he debido comenzar: por dar las
gracias. Al Señor Alcalde y demás autoridades municipales quienes me hicieron
el honor de invitarme a tomar la palabra en este acto y a los distinguidos
asistentes por la bondad que han tenido de escucharme. Hablar hoy aquí
constituye para mí un doble alto honor, por dos razones personales que deseo
confesar. Pertenezco a una vieja familia victoriana cuyas mujeres por nueve
generaciones se han llamado Belén. Mi rechorna, mi chorna, mi tatarabuela, mi
bisabuela, mi abuela madre, mi hermana, mis primas, mi sobrina y mi hija,
llevaron ese dulce nombre porque todas fueron ofrecidas a la devoción de
nuestra Patrona y Símbolo. La otra razón es que los vitorianos viejos sabemos
que los dos pueblos verdaderamente hermanos de Aragua, han sido Siempre San
Mateo y La Victoria. Parece que no fuera
así, porque la geografía nos mantiene alejados; pero estamos más cerca de lo
que parece. Algunas veces da la impresión de que San Mateo está más cerca de
Cagua o de Turmero que de La Victoria o de que La Victoria está más cerca de El
Consejo o Las Tejerías que de San Mateo, pero no es así. La hermandad entre el
pueblo del Señor San Matheo y el de la Señora de Guadalupe de La Victoria,
viene de la profundidad de los siglos. Solamente las comunidades precolombinas
de este lugar, sabían lo que querían decir los petroglifos que encontraron los
españoles al incursionar mi lugar; y solamente las comunidades precolombinas de
lo que después fue La Victoria, entendían la lengua de quienes habitaban lo que
después fue San Mateo y podían leer lo que decían sus piedras. Nacieron y
crecieron hermanados por el camino de recua, por el camino real, y por el
camino de aguas que le da nombre a la tierra, el río Aragua, que nace en La
Victoria y atraviesa San Mateo.
Recibieron juntos la visita de aquel emprendedor Teniente Cura Gabriel
de Mendoza quien en noviembre de 1620 vino cumpliendo órdenes de del Obispo Gonzalo de Angulo y erigió las
iglesias de La Victoria, San Mateo, Cagua y Turmero en estos pueblos <<ya
fundados>>, y que hoy se confunden con fechas de fundación, que no lo
fueron. Pelearon juntos y del mismo lado, en la lucha feroz contra los
invasores europeos, por impedir que los despojaran de la tierra que les
pertenecía. Mezclaron juntos sus sangres, sus sudores, sus colores y sus
culturas, durante los 300 años del mestizaje que dio origen al hombre
venezolano. Juntos emprendieron la lucha por la independencia y nuestras
tierras fueron el escenario de las más heroicas hazañas libradas por la
libertad. Participaron juntos con su trabajo por la construcción de la nueva
Patria y juntos padecieron el abandono y el olvido de quienes estaban en la
obligación de recordarlos. Hoy en día aspiran a un mejor porvenir para sus
hijos. Unidos por las glorias del pasado, quedaron hermanados por siempre en
nuestros símbolos regionales. El Himno de Aragua habla de “La proeza inmortal
de Ricaurte que en tierra aragüeña su olimpo encontró” y del instante “cuando
Ribas su espada blandió y a su homérico afán La Victoria con sangre opresora
sus campos regó”. En las cintas del Escudo de Armas de Aragua, las fechas
“Febrero de 1814”
y “Marzo de 1814”
recuerdan a las batallas de La Victoria y San Mateo. Nuestros pueblos,
hermanados en el pasado, seguirán siendo hermanos para siempre porque son hijos
de una misma madre; ambos lo son de nuestra Madre Querida, La Virgen de Nuestra
Señora de Belén, Santa Patrona y desde ahora, Símbolo de Aragua.
HE DICHO
Madre querida como te necesito..TE QUIERO MUCHO
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