LOS DERROTADOS
DE LA VICTORIA
Germán Fleitas Núñez cronista de La Victoria
Los
dos militares más feroces que tuvo el imperio español en esta Provincia de
Venezuela, los dos (léase bien: “los dos”),
fueron derrotados en La Victoria. Uno por Francisco de Miranda y el otro
por José Félix Ribas. Sus nombres eran Domingo Monteverde y José Tomás Boves. Y
eso es mucho decir, porque fueron dos verdugos triunfadores; el primero acabó
con la Primera República y el segundo acabó con la Segunda. Y en esta tierra de
glorias sufrió el imperialismo su primera derrota militar en América Latina, 67
años antes de la invasión de Bahía de Cochinos en Cuba. Dentro de los límites
de esta crónica hablaremos no de los vencedores sino de los derrotados,
inspirados en nuestro trabajo sobre “El derrotado de El Consejo” con el cual
damos los primeros pasos hacia la necesaria reconciliación entre nuestros
abuelos patriotas y nuestros abuelos realistas. La Victoria fue escenario de
cuatro grandes batallas; dos durante la Guerra de Independencia, una a finales
del siglo XIX y la última a principios del siglo XX. La primera, calificada
como “la más sangrienta de su época”, se libró en junio de 1812, entre
patriotas al mando del Generalísimo Francisco de Miranda y las tropas realistas
de Domingo Monteverde. Fue la última victoria militar del Precursor de la
Independencia. La segunda, el 12 de febrero de 1814, entre jóvenes patriotas al
mando de José Félix Ribas y realistas comandados personalmente por José Tomás
Boves. La tercera, en 1879, entre el gobierno que a la muerte del Gran
Demócrata general Francisco Linares Alcántara, presidió su hermano Gregorio
Valera y el ejército guzmancista acaudillado por -entre otros- los generales
Gregorio Cedeño y Joaquín Crespo. La cuarta y última, a finales de 1902, cuando
el gobierno de la Restauración presidido por los generales Cipriano Castro y
Juan Vicente Gómez, opone nueve mil hombres, a los catorce mil de la Revolución
Libertadora, financiada por el imperialismo que ya afincaba sus garras en
nuestro país y acaudillada por el banquero general Manuel Antonio Matos. Hemos
hablado y escrito mucho sobre los vencedores, pero esta vez hablaremos de los
derrotados.
Durante la Primera Batalla
(1812) el gran derrotado fue el
imperio español, pero domésticamente lo fue el Capitán JUAN DOMINGO DE
MONTEVERDE Y RIBAS, canario nacido el 2 de abril de 1773 en San Cristóbal de La
Laguna en Tenerife. Oficial de élite de la Martina de Guerra
Española, héroe de la guerra de
independencia de España contra los franceses; luego del golpe de estado del 19
de abril de 1810 y de la Declaración de Independencia el 5 de julio de 1811, arremetió en nombre de su Rey contra la
llamada Primera República y fue derrotado en nuestra ciudad, por las fuerzas
patriotas mandadas por el Generalísimo Francisco de Miranda. Atacó dos veces,
la primera el 20 de junio de 1812 (el año pasado se cumplieron dos siglos) y
tras su espantosa derrota reatacó nueve días después reforzado por tropas llaneras
traídas por Antoñanzas y tropas puertorriqueñas, para ser nuevamente derrotado en la que fue
calificada como “la batalla más sangrienta de la época”, durante la cual
hubo más muertos que en la que dos años después ganaría el general Ribas. Fue
nuevamente derrotado, para nada, porque a los cinco días, cuando todavía no se
había terminado de enterrar a los muertos, el vencedor se rindió y le entregó
el poder al derrotado. Cuando todavía no se terminaba de recoger a los heridos,
el 5 de julio de 1812, para “celebrar el primer aniversario de la declaración
de la independencia”, el general Miranda ofreció una surrealista cena y en el
medio de tan absurda celebración, ordenó negociar con el derrotado Monteverde
una capitulación que le puso fin a la Primera República. El héroe de las tres guerras de su tiempo (la
Revolución de Independencia de los Estados Unidos, la Revolución Francesa, y la
Revolución de Independencia de Suramérica), la última vez que pisó un campo de
batalla fue aquí en La Victoria y después de derrotar al enemigo dos veces, se
rindió. Monteverde, de 39 años, fue designado Capitán General y Presidente de
la Real Audiencia. Murió en Cádiz en 1832. En su testamento dispuso que su
espadín de Capitán General le fuera donado a Venezuela para que se conservara
en un Museo Militar cuando lo hubiera. El Libertador y los suyos escaparon
hacia la Nueva Granada, emprendieron una Campaña Admirable y el 4 de agosto de
1813 aquí en La Victoria aceptaron la capitulación del gobierno realista y nació
la Segunda República. Bolívar recogió las banderas de la República en la misma
ciudad donde las dejó caer Miranda
La
Segunda Batalla (1814) se produce en el marco de esta Segunda República.
Contra ella surge la figura del Segundo Derrotado, el terrible JOSÉ TOMÁS
RODRÍGUEZ BOVES DE LA IGLESIA. Nació en Oviedo el 18 de septiembre de 1782;
tenía 31 años cuando asiste personalmente a La Victoria y es derrotado el 12 de febrero en el centro
de la ciudad y al día siguiente en el sitio de Pantanero. Aún cuando es la
misma batalla, en 1984 cuando tuvimos el honor de presidir la “Junta 12 de
Febrero”, establecimos conmemorar por
separado ambos hechos de armas y bautizamos la acción del 13 como “La Batalla
de Pantanero”, especialmente para honrar a la figura heroica de Rudecindo
Canelón quien falleció ese día; que los actos anuales se comenzaran el 31 de
enero con un Funeral por el alma del General Ribas, que el Solemne Tedeum se ofreciera por
las almas “de los patriotas y los
realistas” muertos en la batalla y que junto con la venezolana, desfilara
tambien la bandera de España. Boves murió el 5 de diciembre del mismo año de
1814 en la batalla de Urica y Ribas el 31 de enero de 1815; ninguno de los dos
contendientes llegó al primer año de la batalla.
En
la Tercera Batalla (1879) los derrotados fueron muchos pero vamos a
reducirlos a dos y a explicar por qué se produjo ese combate. El general
Antonio Guzmán Blanco había gobernado durante siete años y para apaciguar las
ansias de poder de sus generales, redujo el período presidencial a dos años de
manera de darle oportunidad a todos. El primer favorecido fue el general
aragüeño Francisco Linares Alcántara quien una vez en el poder reaccionó contra
su jefe y modificó la constitución para extender el período a cuatro años, con
tan mala suerte que antes de terminar su dos primeros años, murió, siendo el
primer presidente venezolano que muere en el ejercicio del cargo (los otros
tres fueron Juan Vicente Gómez, Carlos Delgado Chalbaud y Hugo Chávez Frías).
Su hermano Gregorio Valera designado por el congreso para sucederlo pretende
hacer valer la prórroga de dos años en su favor y contra él se arma en Valencia
una Revolución encabezada por el Presidente del Estado general Gregorio Cedeño,
los generales José María Aristeguieta y Joaquín Crespo. El gobierno se acantona
en La Victoria y el guzmancismo ataca. Es la primera batalla venezolana en la
cual se usan ametralladoras. El “presidente” Valera y su ministro de guerra
general Luís Level de Goda capitulan y pasan a ser los terceros grandes
derrotados en La Victoria. Ello permitió el regreso del Ilustre Americano y su
segundo gobierno, esta vez de cinco años.
En
la Cuarta Batalla (1902) el derrotado es el imperialismo que insurge contra
el gobierno de los andinos encabezado por los generales Cipriano Castro
presidente de la República, Juan Vicente Gómez vicepresidente y Francisco
Linares Alcántara hijo presidente del Estado Aragua. Efectivamente, los
caudillos de la Federación que habían quedado sin oficio a raíz del triunfo de
los andinos, se reúnen bajo el liderazgo del banquero Manuel Antonio Matos,
financiados generosamente desde el extranjero por el Disconto de Berlín
(Berliner Disconto Gessellstchaft), la New York and Bermúdez Petroleum Company,
el Cable Francés y la compañía del Gran Ferrocarril de Venezuela. Fue la
batalla de mayor duración de la historia militar de Venezuela (22 días), con el
frente más largo, el mayor número de
combatientes, el mayor número de muertos
y muchas grandes consecuencias, entre ellas, que se consolidó por medio siglo
la dominación andina y acabó con las guerras civiles en Venezuela. Los grandes
derrotados junto con el general Manuel Antonio Matos son el general Luciano
Mendoza (el hombre que había derrotado a Páez), Ramón Guerra ministro de guerra
del general Crespo y una veintena de
generales que habían tenido fama y gran figuración que les acompañó hasta
nuestra ciudad.
Algunos
de los derrotados volvieron a La Victoria, entre ellos Francisco Tomás Morales
quien se adueñó de la hacienda “Santa Rosa” propiedad de los Montilla en el Pao
de Zárate y después terminó siendo el último Capitán General de España en
Venezuela y el general Gregorio Valera
quien después de haber sido presidente de la República pasó un tiempo entre
nosotros hasta que regresó a su pueblo natal de Turmero y montó una
alpargatería.
Es
importante saber que no solo tuvimos grandes vencedores (Miranda, Ribas,
Crespo, Castro y Gómez), sino que
tambien, grandes derrotados, porque la
historia la escriben los vencedores y se escribe “sobre los vencedores”, pero
muchas veces la estatura del derrotado es lo que le da importancia al triunfo.
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