LA BATALLA DE EL CONSEJO
La importancia de una
acción de guerra no puede medirse por la cantidad de combatientes, ni por el
tiempo que duró el combate, y menos aún por el número de muertos, sino por sus
consecuencias; por los beneficios que aportó al éxito de la causa a la cual
servía. Ese es el caso del combate que hoy
conmemoramos.
Duraba ya diez años esa
espantosa guerra sin cuartel que fue necesario librar, para que Venezuela fuera
una Patria libre e independiente, y El
Libertador prepara sus ejércitos para la batalla final. Al comenzar el año de
1821, el país debería estar en completa paz, pero no lo está.
Unos dias antes, el 25 de
noviembre de 1820, se ha firmado en Trujillo un armisticio que suspende la
guerra por seis meses. Lo fïrman el Brigadier General Ramón Correa, Segundo
Jefe del Ejército, en representación de los realistas y Antonio José de Sucre,
en representación de los patriotas.
El día siguiente firman
un Tratado de Regularización de la Guerra y ambos documentos son convalidados por
los Generales en Jefe Pablo Morillo y Simón Bolívar, en la entrevista que
sostienen el 27 de noviembre en Santa Ana de Trujillo; es el célebre abrazo de
Bolívar y Morillo en Santa Ana. Desagraciadamente, a los veinte días, el 17 de
diciembre, se embarca para España El
Pacifïcador Pablo Morillo, jefe realista admirador de Bolívar y lo sustituye
el Mariscal de Campo Miguel de la Torre y Pando, penúltimo
representante de la Corona Española en Venezuela. El Último será Francisco
Tomás Morales, compañero de Boves en la
Batalla de La Victoria siete años antes.
Pero Bolívar, buen
conocedor de los clásicos militares, sabe que la mejor manera de garantizar la
paz, es preparándose para la guerra, Consciente como estaba, de que España no
concedería voluntariamenrte la independencia, y que era necesario conquistarla
por las armas, apenas firma el Armisticio, reune un Consejo de Guerra, para
elaborar el Plan de Ataque que se pondrá en marcha, apenas venzan los seis
meses de la tregua. El Plan lo elabora principalmente, el General Antonio José
de Sucre. Sus puntos esenciales son: concentrar todas las fuerzas posibles para
atacar masivamente y dividir al enemigo para debilitarlo.
La Concentración se hará
hacia San Carlos de Austria, actual capital del Estado Cójedes, siguiendo las
siguientes disposiciones: El General
José Antonio Páez subirá hacia el centro, con todas las tropas llaneras; El
General Rafael Urdaneta se vendrá con el ejército de Occidente y El General
José Francisco Bermúdez, avanzará con el
ejército de Oriente, con la misión específica de ocupar Caracas, para
principios de junio. (No olvidemos que estamos hablando de, un par de meses
antes de la Batalla de Carabobo).
Juntamente con esta maniobra de concentración, se planifican dos de distracción, que han pasado a la
historia con el extraño nombre de "diversiones." La Diversión de Cruz
Carrillo hacia occidente y la Diversión de Bermúdez hacia oriente. Es en esta
última, donde se enmarca la acción militar que hoy recordamos.
Las Diversiones son
ataques dentro del territorio enemigo, que atraen sus fuerzas, lejos del punto
principal. No se busca en ella la posesión del objeto atacado; nisiquiera
obtener la victoria, sino distraer al enemigo. Dicen los clásicos que muchas
veces es preferible sufrir pequeñas derrotas que estimulen al enemigo a
perseguirnos, en lugar de victorias que lo obliguen a huir hacia donde están
concentrados sus compañeros.
El Libertador comunica
las instrucciones que han de cumplirse en la Diversión de Bermúdez, mediante
Oficio dirigido al Vicepresidente de Venezuela, General Carlos Soublette:
"No es nuestro ejército superior en número al del enemigo y sería muy
aventurado presentarle abiertamente una batalla contra todas sus fuerzas
reunidas. (...) Las operaciones del ejército de Oriente tienen como único
objeto la ocupación de Caracas, por la espalda del ejército español (...)
molestar al enemigo y distraerlo vivamente, sin comprometerse en función de
guerra con fuerzas superiores. (...) fatigar e inquietar al enemigo,
obligándolo a que destaque sobre esa parte, una fuerte división que deje
expuesto al cuerpo principal del ejército español, a ser destruido
inmediatamente..." Luego revela la verdadera importancia de la acción,
precisamente por lo que estamos hoy
celebrándola: Dice: "Si V.E. logra atraer sobre el ejército de Oriente en
Caracas o en los Valles de Aragua (...) y
entretener por algún tiempo, alguna división respetable del enemigo, la campaña
está decidida a nuestro favor, porque el resto del ejército español, no
puede resistirnos."
Estaba tan claro El
Libertador, en que lo importante de esta diversión no era ganar batallas ni
derrotar al enemigo, sino distraerlo, que en un inusual oficio fechado en
Barinas el 24 de abril, hace comunicar que: "...exime al General Bermúdez
(...) de toda responsabilidad por el buen o mal suceso que tenga en la empresa,
con tal que acredite haberla conducido y ejecutado con audacia y valor."
Gane o pierda. Aquí se destaca nuevamente que el objetivo, no es derrotar al
enemigo, sino distraerlo.
El encargado de ejecutar
la diversión es el General José Francisco Bermúdez, oficial oriental de
treintinueve años, nativo de San José de Areocuar, compañero de armas del
General Santiago Mariño. Ha peleado en las batallas de Bocachica, Arao,
Carabobo, La Puerta, el Salado, Urica (donde murió Bóves) y Maturín. Es de los
libertadores de Guayana y fue Comandante General de la Provincia de Cumaná.
La Campaña se cumple tal
como se ha planificado. El 11 de mayo, el General Páez deja atrás sus sabanas.
Sale de Achaguas, atravieza el Apure por Santa Catalina, sube 250 kilómetros
hasta Tucupido, cerca de Guanare y allí une su ejército al de Simón Bolívar
quien viene de Barinas. Siguen juntos a
Guanare, Ospino, Aparición, Araure, San Carlos, Tinaco, Tinaquillo y de allí, a
la Sabana de Carabobo cerca de Tocuyito de Valencia. Hasta San Carlos, Páez ha
recorrido 460 Kilómetros. Junto con sus tropas tráe de reserva dosmil caballos
y cuatro mil reses.
E1 ejército de Rafael
Urdaneta sale de Maracaibo, va a Coro, baja hacia Carora y Barquisimeto, y
después de recorrer 600 kilómetros, se une al ejército del Libertador en en San
Carlos. Llegan sin su bravo General, quien se queda enfermo en Barquisimeto,
motivo por el cual no asiste a la Batalla de Carabobo.
Por su parte BERMUDEZ, al
frente del glorioso ejército de oriente, sale de Barcelona el 28 de abril.
Marcha y combate en algunos de los pueblos del camino. Píritu, Clarines,
Cúpira, El Guapo, Tacarigua, Guatire, Guarenas, Petare, y al final, el 14 de
mayo, un día antes de lo previsto, llega triunfante y toma la ciudad de
Caracas.
Comienza inmediatamente
la segunda parte de su misión: la distracción del enemigo. Debe haberse
repetido muchas veces, las palabras del Libertador: "Si logra entretener
por algún tiempo alguna División respetable del enemigo, la campaña está
decidida a nuestro favor." Y es oportuno recordar que cuando El Libertador
se refería a "la campaña"
se estaba refiriendo nada
menos que a "la definitiva independencia."
Las Diversiones planificadas eran dos: la de Bérmudez y
la de Cruz Carrillo hacia el Occidente. Este Oficial debía entretener hacia la
ruta de Barquisimeto. Ambas se cumplieron a la perfección. Cruz Carrillo logró
llevarse tras de sí a una buena parte del ejército realista, aunque por el Occidente
era menos riesgosa la situación por ser escenario de la mayor concentración
patriota. Sinembargo, el 22 de junio dos días antes de Carabobo, tuvieron que
salir hacia occidente, cinco compañías realistas, que por supuesto no
regresaron a tiempo para la batalla final.
El General Bermúdez, toma
Caracas el l4 de mayo. Entre Barcelona y la Capital ha librado varios combates:
en Tacarigua, El Guapo, Chuspita y El Rodeo. A contenerlo se dispone el
Brigadier General Ramón Correa, pero ante su proximidad decide huir hacia
Valencia. Este Don Ramón Correa, el Oficial que había firmado el Armisticio de
Trujillo en nombre del Rey, era nada menos que Gobernador y Capitán General; el
Jefe Político de Venezuela. Emprende la
huida acompañado del General Don Tomás de Cires, ex Gobernador de Guayana y
Cumaná, Don Francisco Yllas, el Comandante Joaquín de Gascue y lo más granado
de su oficialidad. El mismo 14, Bermúdez baja a La Guaira y regresa el 15 a
organizar la administración y el ejército. El 18 emprende la persecución de
Correa, quien huye con 700 soldados. Toma el camino de Antímano, San Pedro, Las
Cocuizas, y el 20, lo alcanza en El Consejo. Tras la fatigosa huida, Correa
decide descansar con su tropa en El Consejo, pero al verse atacado, decide
presentar batalla. La opinión de los historiadores y del alto mando realista es
la de que Correa condujo la defensa
con temor y poca habilidad.
El ataque se produjo a las dos de la tarde. El pueblo
era pequeño; tenía apenas cuarenticuatro años de fundado y el camino pasaba por
el norte de la iglesia, cuya puerta de entrada daba el frente hacia arriba y no
hacia abajo como ahora. El camino que pasa por debajo de la iglesia y que
conduce a las Tejerías no existía; la carretera se hizo 45 años después. Había
sido ocupado por 700 hombres que se habían salvado de los combates de Caracas y
buscaban afanosamente llegar a Valencia. El ataque fué sorpresivo y no dió
tiempo a preparativos. A la hora de haber comenzado el fuego cruzado, la gran
mayoría de los ocupantes del pueblo, emprendió una vergonzosa fuga. En la
desbandada dejaron los realistas en manos de los patriotas, 58 prisioneros, 4
oficiales, entre ellos el General Tomás de Cires, quien siendo Gobernador,
había quemado la Iglesia de la Divina Pastora de Cumaná, incendiado a Cumanacoa
y otras Parroquias y el 18 de mayo de 1818, dos años antes, había derrotado a
Bermúdez en la batalla del Puerto de la Madera. El desquite no se hizo esperar,
porque ahora Don Tomás era Segundo Jefe del Ejército. Los patriotas se
apoderaron de 130 fusiles del enemigo, 12 cajas de guerra, 2 pitos, una
corneta, un botiquín, los equipajes, caballos y el Pabellón del Regimiento de
Hostalrich, el Invicto Regimiento de Su Magestad. Sobre el campo quedaron once
muertos del ejército enemigo cuyos nombres ignoramos. No aparecen registrados
en los libros de enterramiento de la época. Solamente conocemos los nombres de
dos patriotas muertos, ambos heroes de la Batalla de las Queseras del Medio.
Juan Mártínez y Juan Torrealba, de los Bravos de Apure, quienes al mando del
General Páez realizaron la hazaña del "Vuelvan Caras", rindieron sus
vidas en El Consejo, un mes antes de que su antiguo Jefe, se cubriera de
laureles en el Campo de Carabobo. Sus nombres deben ser esculpidos en mármol,
en una placa a ser colocada en nuestra Santa Iglesia Parroquial, centro
espiritual del poblado.
Bermúdez siguió hasta La
Victoria donde supo, que Don Ramón Correa había pasado huyendo, acompañado de
cuatro oficiales. Durmió esa noche en La Victoria. Al día siguiente Francisco
Tomás Morales se topo con Correa y escribe: "...salió ayer del Consejo sin
gente alguna, por habérsele dispersado toda su tropa. Me asegura que sus
soldados se desbandaron dejando muertos y heridos."
Para contener el avance
del oriental, el Mariscal La Torre envía al Segundo Batallón de Valencey con
1000 hombres, los cuales no pudieron regresar a la Batalla de Carabobo. Morales
se vió obligado a enviar su caballería al Pao, dejándole el camino abierto a
Páez para que entrara.
Bermúdez se enteró el
mismo 20 de mayo de la proximidad de Morales y regresó a El Consejo. Poco
después se atrincheró en Márquez, entre Las Lajas y Las Cocuizas. El Brigadier
Morales con los Batallones Burgos, Segundo del Rey y Valencey, lo atacó el día
24. A pesar de la superioridad del Ejército Real, Bermúdez sostuvo batalla todo
el día. Vencedor, se retiró a Antímano y de allí a Guatire y E1 Rodeo, hasta donde
fueron perseguidos. El objetivo de la Diversión se había conseguido. De esta jornada en Las Cocuizas, existe un relato de Braulio
Fernández, soldado del contingente
de Bermúdez, que vale la pena contar por
su frescura. “A las seis de la tarde -cuenta Fernández- las milicias tocaron
silencio; se apareció como a veinte varas distante de nosotros el General Tomás
Morales en un caballo rucio palomo, con un pantalón negro del ancho del ala de
la coraza y un garrotre en la mano y preguntó: Quien es el Jefe de ese
Ejército? El mismo Bermúdez contestó: Francisco Bermúdez. Le dice Morales: Le
prometo que a las ocho de la mañana ha de ser cojido por mis cazadores y mis
granaderos. Le contestó Bermúdez: Me parece tarde, cójame ahora mismo. Le dice
Morales: no, no, mi ejército está muy estropeado. Yo estaba a pie, sirviendo mi
caballo de mampuesto le apunté con mi carabina al cuadril y le dije a
Torrealba: Le tiro? Me contestó: no, no, ya tocarton silencio. Entonces Morales
se quitó el sombrero y nos hizo la venia; aca se hizo lo mismo.”
Después de varias
escaramuzas, Bermúdez atacó nuevamente Caracas y el 23 de Junio, víspera de
Carabobo, sufrió su más espantosa derrota en El Calvario. Se salvó
milagrosamente. En la esclavina que cargaba recibió tres balazos; otro en la
vaina del sable, otro en el pantalón y otro en el sombrero. Como dirían los
viejos consejeños: “no le tocaba."
Los partes oficiales
cuando hacen el balance de la Diversión de Bermúdez apuntan que: impidió a La
Torre concentrar su Ejército; permitió la reunión de los patriotas en San
Carlos, alejó del Apure a Morales para que Páez pasara sin obstáculos y contuvo en el Valle de Aragua a una
fracción importante del ejército español.
Dos fallas le fueron
señaladas: 1) No haber establecido comunicaciones con el Cuartel General y 2)
Haber comprometido en El Consejo y en Caracas, combates con fuerzas superiores,
contraviniendo expresas órdenes del Libertador. De esta última se defendió,
alegando que él “nunca había contado a
los enemigos.”
Por su parte, todos los
Jefes Españoles condenan a Correa, a
quien culpan de la derrota de El Consejo.
El 23 de Junio de 1821, a
la misma hora en que Bermúdez está siendo derrotado en El Calvario, El
Libertador sitúa todas sus fuerzas en la Sabana de Tinaquillo, les pasa la
última revista y le cambia los nombres. El Ejército de Apure será la Primera
División, asumirá la vanguardia y tendrá el honor de entrar de primero a la
batalla, al mando de su General José Antonio Páez. La Segunda División irá bajo
el mando del General Manuel Cedeño y la Tercera División, al mando de Ambrosio
Plaza.
Están todos. El
Presidente de Colombia Simón Bolívar; el Ministro de Guerra: Pedro Briceño
Méndez; el Jefe de Estado Mayor: Santiago Mariño; y los brillantes oficiales
Bartolomé Salom, Diego Ibarra, Daniel Florencio O'leary
Pedro Camejo, Cornelio
Muñoz, José Laurencio Silva, Juán Guillermo Iribarren, Juán José Flores, Juán
José Rondón y un alemán, con cuyo nombre
aprendimos a escribir muchos de los que aquí estamos, porque tuvimos que anotarlo
todos los días en nuestro cuaderno. El
Primer Jefe del Batallón Vencedores de Boyacá, el Coronel Juán Uslar.
Están todos, menos el
General José Francisco Bermúdez.
El Jefe del Escuadrón de
Dragones, Julián Mellado, del Guárico, el hombre que decía que “delante de Mellado, la punta de su lanza y
la cabeza de su caballo”, le dijo la noche anterior a Rondón: “El que
quiera alcanzar mañana la gloria de que en el Parte de la Batalla se haga
mención honorífica de su nombre, debe hacerse matar, porque hay mucho valiente
reunido. Y además es la última batalla, y el que quede vivo, queda condenado a
morir de viejo o de enfermedad; y esas muertes son muy tristes, no quiero morir
de ninguna de las dos." Al siguiente día en el campo de batalla, murió
cubierto de gloria.
Efectivamente,
"había mucho valiente reunido", pero no estaba Bermúdez.
Sin embargo, cuando
después de la gloriosa batalla se conceden
los ascensos, en el mismo Despacho se anota: “Se asciende a
Coronel, al Teniente Coronel Diego
Ibarra y a General en Jefe, al General de División José Francisco
Bermúdez." Lo ascienden al máximo grado, al mismo al que ascendieron a
José Antonio Páez, por haber logrado
ambos la independencia; pero a Bermúdez no lo ascienden por la Batalla de
Carabobo, en la cual no participó, sino por la de El Consejo. Por la Batalla de El Consejo.
Ahora llega el momento de preguntarnos: ¿Fué una
Batalla? Con tan solo once muertos, ¿fué una batalla? El nombre quien se lo
pone es el Mariscal La Torre, el Jefe del Ejército Realista en Carabobo;
“Anoche llegé a Valencia y cuando descansaba en la esperanza (...) recibo de
madrugada la noticia de que han sido batidos en El Consejo los restos del
Castilla y del Valencia, que tenía Correa. Este hombre desatinado (...)
aventura sin tiempo ni razón una batalla
que aun cuando sus resultado nos hubiesen sido favorables, merecía castigos
y la indignación de todo hombre reflexivo.”
De la lectura de todos los oficios que salen del Comando
General Realista, se ve claramente que la derrota en El Consejo los desmoralizó
y los puso a dudar sobre un triunfo que creían seguro. Llegan al extremo de
mentir descaradamente, anunciando que han matado a Bermúdez. El propio Miguel
de la Torre, el máximo Jefe, le escribe al Coronel
Juan Tello, el 26 de junio “...Pereira
en Caracas destruyó completamente a Bermúdez, que murió...” Nada más falso.
Faltan aún diez años para que este héroe de mil batallas, caiga asesinado de un
pistoletazo, en Cumaná, el 15 de diciembre de 1831, a manos del joven José
Berrizbeitia Mayz. Sus restos reposan en
el Panteón Nacional.
El derrotado es Don Ramón
Correa, un buen hombre que servía a su causa y a su Rey. Gobernador y Capitán
General de Venezuela, fue gobernador de la Provincia de Maracaibo y de la de
Barinas. En 1820 fue nombrado Jefe Superior Político de Venezuela. Formó parte
de la Comisión redactora del Armisticio y del Tratado de Regularización de la
Guerra firmados en Trujillo. En el momento de brindar dijo: “Prefiero este día a todas las victorias de la
tierra.” En 1821 reasume como Gobernador
y Capitán General. Es con este carácter que asiste a El Consejo. Después de su
derrota, auxiliado por Morales, entra a Caracas el 26 de mayo y el 11 de junio se va a la Guaira. Al conocer el
Triunfo de Bolívar en Carabobo viaja a Puerto Cabello y allí se pierde su
huella.
Esta no es la única
acción bélica en esta tierra, ni será la última. Doscientos sesenta años antes,
en 1562, el Licenciado Alonso Bernaldez, a quien por tener un ojo postizo
llamaban “Ojo de Plata”, recién nombrado Gobernador de Venezuela, cuando aún no
se había fundado Caracas y la Capital era Coro, organizó una expedición que se
aventurara hacia el valle de los Caracas y puso al mando, al capitán andaluz,
Luis de Narvaez, Alguacil mayor de la ciudad de El Tocuyo. En junio de 1562
salió Narvaez con setenta españoles, muchos indios, algunos negros, armas y
bastimentos de todas clases. Tres relaciones diferentes, existentes en el
Archivo de Indias de Sevilla, revelan que la marcha fué tranquila desde el
Tocuyo hasta Valencia y al través de los Valle de Aragua; hasta donde hoy
estamos reunidos. Dobló a la izquierda siguiendo el curso del Río del Cáncer,
luego llamado Rio Tuy, y entraron en un valle de anchura variable (entre El
Mamón y Quebrada Seca) que tambien llamaron Valle del Cáncer. Terepaima,
cacique de los Meregotos, pobladores de la región, avisado del avance de los
forasteros que invadían las tierras de su mando, reunió cuatro mil indios y
esperó el momento propicio para el ataque. Cuando cruzaban el río para para
luego emprender la subida de la serrnía, fueron atacados por la retaguardia. Una lluvia de flechas y de saetas
(flechas encendidas) cayó sobre los invasores y en la acción murieron el
Capitán Narváez, más de cincuenta españoles, los negros, los indios y según el
historiador Oviedo y Baños, de más de cien hombres que formaban la expedición,
“solo se salvaron tres.” Esto pasó más de dos siglos antes de fundarse el
pueblo. El propio Felipe II, Rey de España, por Real Cédula fechada en Madrid
el 17 de Junio de 1563, se refirió a esta acción y ordenó castigo para los
culpables e inmediato sometimiento de los habitantes del valle de los caracas.
Fué la primera acción armada contra la dominación europea, que tuvo como
escenario el centro del pais.
La del 20 de Mayo de
1821, fue la última, porque al mes siguiente, con la Batalla de Carabobo, esa
dominación de más de tres siglos, llegó a su fin. Pero no fue la última batalla
de El Consejo. Despúes de lograrse la independencia, hubo otras, de entre las
cuales es necesario destacar las libradas en los años de 1861 y 1862, por el
General Esteban Palacios, quien ejerció la Presidencia de la República.
Efectivamente, Esteban
Palacios Vegas peleó en la Guerra Federal del lado de los Conservadores y
participó en la Batalla de Santa Inés como Jefe de Caballería. El 27 de Junio
de 1861 fué derrotado en El Consejo por el Ejército Federal del General
Guillermo Pérez y enfrentado a las mismas tropas el 1 de enero de 1862, logró
asegurar la victoria para el gobierno. Fue Presidente del Estado Aragua y
Presidente de la República. Tiene para nosotros un interés especial, porque
estaba vinculado familiarmente a gentes de El Consejo. Su padre, Bartolomé
Palacios Tovar, era hijo de Ana
María Tovar Ponte, la hija del Conde de Tovar, en cuya casa nació José Rafael
Revenga; y su abuelo Feliciano Palacioas Blanco, era hermano de Concepción
Palacios, la madre del Libertador; de Josefa Palacios, la esposa de José Félix
Ribas, dueños de la hacienda "La Fundación"; y de Paula Palacios,
esposa de Francisco Javier Ustáriz, dueños de la hacienda "La
Guadaluape", ambas situadas en El Consejo.
Decíamos que el éxito de
una misión había que medirlo por sus consecuencias. Muchas veces, grandes triunfos se vieron ensombrecidos por
desenlaces fatales. Desgraciados sucesos posteriores, empañaron a las más
valerosas hazañas. Para nosotros los aragüeños esta trágica afirmación, se
puede ilustrar con las dos Batallas de La Victoria y la de San Mateo. A los
seis dias de la primera Batalla de La Victoria en 1812, la más sangrienta de la
época, después de derrotar dos veces a Monteverde, el Generalísimo Francisco de
Miranda decide capitular y se pierde la Primera República.
Bolívar la recupera en
1813 con la Campaña Admirable, y a pocos meses del esplendoroso triunfo de
Ribas contra Boves y del heroico sacrificio de Ricaurte en el Ingenio Bolívar
en 1814, cáe la Segunda Republica y es necesario volver a comenzar. En cambio,
a apenas 35 dias del triunfo de Bermúdez en El Consejo, Venezuela alcanza su
definitiva Independencia. Vale entonces preguntarnos: ¿Fue una pequeña batalla,
un pequeño combate, porque solamente hubo once muertos? o por el contrario:
¿Fué una gran batalla por la derrota moral que significó para los realistas ver
al Gobernador y Capitán General y al Gobernador de Guayana y Cumaná presos y al estandarte del orgulloso
Batallón de Hostalrich, cautivo? Y a
dos mil hombres persiguiendo a un pequeño ejército de humo, que se les esfumaba
sin que les fuera posible darle captura?
Creemos que la magnaitud de esta acción debemos buscarla en las palabras
proféticas del Libertador: "Si (...) logra (...) entretener por algún
tiempo alguna división respetable, la campaña está decidida a nuestro
favor." Eso exactamente fué lo que
sucedió aquí.
Las primeras noticias
borrosas acerca de esta fecha, las teníamos gracias a una placa que había
colocado el M.O.P. en las dos entradas del pueblo en 1940. En ellas se leía:
“En 20 de mayo de 1820 (tenía el año equivocado), vence Bermúdez a Correa.” Los
niños de entonces creíamos que “vence”, era el nombre de Bermúdez.
Posteriormente conocimos los trabajos de Tomás Pérez Tenreiro, Don Lino
Iribarren Celis y los Partes Oficiales de los Ejércitos Patriota y Realista.
Hace hoy veintiocho años,
el 20 de mayo de 1971, con motivo del sesquicentenario de esta batalla,
promovimos su primera celebración. Se formó una junta que integramos el
Profesor Julián Navarro, Roberto Tovar Hernández y yo. Invitamos al Profesor
José Antonio de Armas Chitty, hoy fallecido, a dictar una Conferencia sobre el
tema, en el Auditorium del Grupo Escolar “Juan Uslar”. Desde entonces se ha
celebrado ininterrumpidamente.
Hay una historia
romántica alrededor de todo esto. No sabía si contarla o no, en este solemne
acto; hasta que mi corazón me dijo, que tal vez sea lo que más se recuerde, de
toda esta investigación. Hela aquí:
Una venezolana residente en Inglaterra, estudiante de literatura inglesa, quien
elaboraba su tesis doctoral sobre literatura marginal inédita, encontró en el
Departamento de Manuscritos Originales del Museo Británico, un legajo, con las
memorias de un caballero inglés, que recorrió Venezuela a mediados del siglo
pasado.
En su relato, cuenta el viajero que pasó por un pueblo,
una pequeña aldea, llamada “Consejo”, conocida también como “Mamón”, y que en este pueblo oyó contar a varias
personas, que cuando la guerra, hubo aquí una batalla un 20 de mayo (la fecha
está exacta en el relato); y que en ese combate, mataron a un joven oficial español
que tenía su novia en el pueblo. El oficial era un subteniente y la muchacha se
llamaba Carolina. El joven no andaba de servicio con el ejército sino que
estaba de visita en casa de su novia; pero cuando supo que sus compañeros de
armas estaban siendo atacados, salió en defensa de los suyos y de su Rey, y lo
mataron. La novia consejeña se fue al sitio del combate, encontró el cadaver
del teniente y sacando fuerzas de donde solo el amor puede sacar fuerzas,
atravesó el pueblo llevando entre sus brazos al novio muerto, y desapareció
para siempre. Nunca más se supo de ellos. Pero contáronle los consejeños al
viajero, que los 20 de mayo, amanece el cerro, cubierto de neblina; y que en la
alta noche del 20, ya para amanecer el 21, hacia el norte, se oyen llantos; y
que algunos han visto cruzar por entre la niebla, a una mujer hermosa, que
lleva entre sus brazos a un soldado muerto.
Han pasado 190 años. Se logró la Independencia; creció
el pueblo y hoy en día gracias al esfuerzo de sus hijos, es capital de un
Municipio autónomo.
Primero fué un camino;
después un punto en el camino, luego una iglesia y por último, un pueblo.
Aportó hombres a la construcción del País y sirvió de escenario a
acontecimientos notables. Entre ellos, una Batalla; una pequeña Gran Batalla,
que fué decisiva para la independencia y permitió que nuestro Libertador Simón
Bolívar, pudiera oficiarle al Vicepresidente diciéndole: “...Señor (...) ayer
se ha confirmado con una espléndida victoria,
el nacimiento (...) de la República.”
oooooooooo no me digaaaaaaaaaaaaaaas
ResponderEliminaroooooooooo no. Me digaaa
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