¿ERAN REALMENTE HIJOS DE SIMÓN BOLÍVAR?
DOÑA MARÍA JOAQUINA COSTAS |
DON ELÍAS COSTAS ¿BISNIETO DE BOLÍVAR? |
DOÑA FLORA TRISTAN ¿HIJA DE BOLÍVAR? |
DOÑA TERESA CARREÑO GARCIA DE SENA ¿NIETA DEL LIBERTADOR? |
Germán
Fleitas Núñez
Cronista
de la ciudad de La Victoria
La muestra de ADN del Padre de la Patria,
obtenida durante la exhumación de sus restos, nos permitirá comprobar si
realmente era el padre de los hijos que se le atribuyen. Existe numerosa
descendencia de sus presuntos hijos y ya la ciencia está en capacidad de
ayudarnos a despejar dudas genéticas y genealógicas.
A nuestro Libertador se le atribuyó la
paternidad de cinco hijos, dos hembras y tres varones; dos europeos y tres
americanos; que fueron: 1) La Niña de Achaguas, 2) Doña Flora Tristán, 3)
Simoncito Biffard 4) Don Miguel Camacho y 5) Don José Costas.
Sobre
estos “presuntos hijos” -como dicen
los periodistas- existe abundante documentación y noticias en la prensa del
siglo XIX, XX y en libros; pero muy poco interés le han prestado los
historiadores, con el socorrido argumento de que “los grandes hombre no han
dejado descendencia”, lo cual es una verdad que tiene demasiadas pruebas en
contrario. El viento parece haberse llevado
las palabras del gran hombre cuando el 18 de mayo de 1828 dijera que su
esposa “...murió muy temprano y no ha
vuelto a casarse, pero que no se crea que es estéril o infecundo porque tiene
prueba de lo contrario”.
Dentro de los estrechos límites de una crónica, ofrecemos información
sobre estos cinco “presuntos” hijos del héroe, en espera de que algún día el
ADN diga la última palabra.
1) La referencia a la primera niña, la trae en sus Memorias, publicadas
en 1847, el pintor Carmelo Fernández Páez, sobrino del general Páez, quien
desde muy niño anduvo con Bolívar y lo acompañó hasta el fin de su vida. Autor
de la efigie del Libertador que está en nuestras monedas, y de las efigies de
casi todos los próceres, a quienes conoció personalmente, don Carmelo dice que
en la huida hacia el oriente, durante el año 1814, muchas de las familias de
Caracas se radicaron en Cumaná; otras siguieron a Angostura (hoy Ciudad
Bolívar), y cuatro de ellas llegaron
hasta Achaguas; “...en una de estas familias
tuvo una hija El Libertador”. Viniendo de un compañero fiel, que anduvo con
él todo el tiempo hasta que murió, el dato es digno de crédito y de respeto.
Algunos genealogistas creen que se trata de una niña de la familia Toro, de
nombre Clorinda, cuya madre casó luego con el victoriano Manuel García de Sena.
La niña CLORINDA GARCÍA DE SENA Y
TORO, casó con Don Manuel Antonio Carreño, gran músico, autor de la
“Urbanidad de Carreño” y es la madre de la gran pianista Teresa Carreño García
de Sena, quien sería nieta del héroe (sus restos también reposan en el Panteón
Nacional y será muy fácil obtener muestras de su ADN).
2)
La segunda, doña FLORA TRISTÁN,
cuyo retrato revela un gran parecido físico con el genio, era hija de doña
Teresa Laisney de Tristán, esposa del coronel peruano don Mariano de Tristán,
de la alta aristocracia del Perú. Bolívar la conoció en su segundo viaje a
Europa que comenzó en 1803 y dura hasta su regreso en 1806, vía Estados Unidos.
Lleva la tristeza de su prematura viudez y tiene apenas veinte años. Con Teresa
hace un largo viaje hasta Bilbao, ella queda embarazada y al poco tiempo, en
Paris, nace Flora. Vivió de 1804 a 1844;
casó y tuvo dos hijos: un varón cuyo nombre desconocemos y una hembra llamada
Aline, que es la madre del pintor Gauguin, quien sería bisnieto del Libertador.
Flora
fue una destacada dirigente política, fundadora del Partido Socialista Francés,
luchó por el proletariado, por los derechos de la mujer y por el
establecimiento del divorcio. Fue muy infeliz en su matrimonio, publicó libros,
entre ellos “Peregrinaciones de una Paria” en 1838; viajó a Arequipa en busca
de su tío Pío Tristán. Publicó las cartas cruzadas entre su madre y Bolívar, y
murió en 1844. Los obreros agradecidos le hicieron un monumento en el cementerio de Burdeos
donde reposan sus restos.
3)
Del tercero apenas conocemos, por habérselo oído decir a don Juan Uslar Pietri
–hermano menor de don Arturo- que en 1805 nació en París un niño al cual
apadrinó el futuro guerrero y le puso su propio nombre. La madre del niño había
sido su amiga íntima. En una carta que le envía en 1823 Fanny Tobrian y
Aristeguieta Du Villars, su prima, amante y confidente, al Libertador, le dice: “Vuestro ahijado Simoncito Briffard
(espero que sea el solo que usted tenga en Europa) es digno de sus bondades y
tiene el vivo deseo de ir a encontrarlo”. No sabemos nada más de SIMONCITO BRIFFARD. Es a esta
Fanny a quien le escribe en 1830 la carta que dice: “Me tocó la misión del relámpago; rasgar un instante la tiniebla, fulgurar
apenas sobre el abismo, y tornar a perderse en el vacío”.
4)
El cuarto, don MIGUEL CAMACHO,
nació en Pie de Cuesta, El Socorro, Santander del Norte, Colombia, pero vivió
toda su vida en Quito donde murió el 10 de julio de 1898. Era más alto que Bolívar,
pero tenía faz trigueña, frente alta y elevada, cabello ensortijado, bigotes
bien poblados, nariz aguileña y barbilla perfilada, delgado pero bien
musculado, ojos negros, de mirada penetrante y que en veces miraban al suelo y
en veces, de lado.
Al
día siguiente, el 11 de julio de 1898, el cortejo fúnebre era presidido por el
General Eloy Alfaro, Presidente del Ecuador, por tratarse de un hijo de Simón
Bolívar, pues como tal se le tuvo siempre. Poseía muchas cartas del Libertador
y de “mi tía María Antonia, referentes a
mi persona y particularmente a los gastos de mi manutención y crianza”. Su
criado era un hombre como de setentinco
años, llamado Lorenzo Camejo (hijo de Pedro Camejo el “Negro Primero”), quien
lo acompañaba desde su estancia en Caracas, en tiempos de Guzmán Blanco, y
llamaba la atención de los quiteños “por su color negro, su altura, y porque
llevaba en la oreja un arete de oro”.
Don
Miguel Camacho tuvo dos hijos llamados Margarita y Carlos. Margarita casó con don Manuel de J. Benalcázar,
honorable comerciante de Quito y tuvo tres hijos llamados Miguel Ángel, Antonio
y Manuel. Antes, don Miguel había tenido
otro hijo llamado don Aquilino Camacho, profesor. Sus descendientes viven en el
Ecuador.
5)
Por último, el más conocido de todos es don JOSÉ COSTAS. Su origen remonta a los días de octubre de
1825, cuando el Padre de la Patria llegó a Potosí, para cumplir con su
compromiso de clavar las banderas de la libertad, en el Cerro de la Plata. El 5
de octubre fue coronado por una linda mujer de veintiún años, de nombre María
Joaquina Costas, esposa del general Hilarión de la Quintana, quien colocó sobre
sus sienes una corona “de filigrana de
oro, tachonada de diamantes”, obsequio de la Municipalidad de Potosí. María
Joaquina tenía “piel fina, ojos color
azul, boca pequeña nariz fina y un hoyuelo en la barbilla”.
En
el momento de coronarlo le advirtió:
“Cuídese general porque esta noche tratarán de asesinarlo”. Esta oportuna información permitió
debelar la conspiración del general León
Gandarias, y salvar la vida del héroe. Esa noche el suntuoso baile vio aparecer
a “otro Bolívar”; por primera vez sus compañeros de armas lo contemplaron sin
bigote y sin uniforme. Bailó toda la noche con María Joaquina; surgió una
intensa relación y el caraqueño decidió prolongar en Potosí su estada hasta el
próximo 28 de octubre, para celebrar allí “su cumpleaños”. María Joaquina quedó
embarazada y nació su hijo a quien, a pesar de estar casada, presentó como José Antonio, hijo natural suyo
y del señor Simón Bolívar. Al conocer Bolívar el nacimiento del niño envió al
Coronel José Miguel de Velazco, con la misión de llevarlos a la “Quinta de la
Magdalena”. En el Perú se hicieron varios retratos de doña Joaquina con el niño
en los brazos. La comisión le valió a Velazco su ascenso a General y ser seis
veces Presidente de Bolivia. Por su parte José Costas vivió sesentinueve años,
casó con doña Pastora Argandoña y procrearon a Urbano y Magdalena, ambos con
numerosa descendencia. En su partida de matrimonio se lee: “...casé y velé a José Costas, hijo natural de la señora finada María
Costas y del finado señor Simón Bolívar.”
Murió
el 7 de octubre de 1895. Existe una fotografía de doña Joaquina a los setenta
años, tiene en las manos un libro, su rostro es simpático e imponente, ojos
soñadores, boca pequeña nariz bien perfilada, su vestido es una saya de anchos
pliegues y una mantilla andaluza. Sus descendientes viven en Caiza, un pueblito
a noventa kilómetros de Potosí.
El
26 de octubre de 1925, se celebró en la Villa
Imperial de Potosí el centenario del ascenso de Bolívar al Cerro de la Plata;
allí en acto presidido por la Academias, la Sociedad de Geografía e Historia y
el Presidente de la República, se reconoció a las familias Costas y Rosso, como
descendientes de Bolívar. En el momento de su muerte, cuando Doña María
Joaquina se confesó con el obispo Ulloa, le pidió: “que no sea separado de mi cuerpo en la tumba, este precioso relicario
que lleva el busto del Libertador, y que me fue ofrecido por él en prenda de
amor (...) Dios le haya premiado y me perdone a mi esta única falta grave de mi
vida, que siempre consagré al bien de mis semejantes y al recuerdo del héroe,
mi único y solo amor en el mundo”.
Por
su parte, dos años antes de morir, el Libertador confesó: “El Potosí tiene para mi tres recuerdos: allí me quité el bigote, allí
usé por primera vez un vestido de baile,
y allí t uve
un hijo”.
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