ENTREVISTA “IMAGINARIA E
INTEMPORAL” A JOSÉ TOMÁS BOVES
Germán Fleitas Núñez
RIBAS |
BOVES |
Esta entrevista “imaginaria e intemporal” fue hecha la noche del 13 de febrero de 1814, en la casa del maestro Ángel Custodio Morales cronista del Pueblo de Zuata, durante la lenta y penosa marcha de retirada del ejército derrotado entre ayer y hoy en La Victoria, hacia la Cuesta de las Mulas, rumbo a la Villa de San Luís de Cura y a los llanos.
-Coronel Boves, ustedes los españoles han sufrido ayer una espantosa derrota…
“Un momento, pongamos las cosas en su sitio; no soy coronel, ni soy español ni hemos sufrido ninguna espantosa derrota”.
-Entonces, ¿cuál es su grado militar y su nación?
“Fui Comandante del Cuerpo de Urbanos de Calabozo en 1812 y del Ejército Real del Barlovento. Mi lema era ¡Guerra a los blancos explotadores del pardo y del indio! ¡Las tierras de los blancos para los pardos! Soy además Comandante General del Ejército Español y Mi Señor Fernando VII me envió un ascenso al grado de Brigadier General de sus Reales Ejércitos, pero me llegó cinco años después del incidente de Urica.
Mi nombre completo es José Tomás Millán Bobes de la Iglesia (el Millán es nombre y no apellido); nací en el pueblo de Bobes perteneciente a la “muy noble, muy leal, benemérita, invicta, heroica y buena ciudad de Oviedo” en el Principado de Asturias en España, el 18 de septiembre de 1782, hijo de Manuel Bobes y de Manuela de la Iglesia. Mi apellido se escribía con dos “b” de burro, pero ustedes aquí en América le cambian las letras repetidas a los apellidos; a “Bolíbar” se lo convirtieron en Bolívar y a mí en Boves. Soy “Ovetense”, pero prefiero decir que soy “Carvayón” que así tambien me llaman porque ese es el nombre de un roble asturiano. Pero he recibido muchos nombres. Alguien dijo que mi apellido era Rodríguez y que había nacido en Gijón, pero ahí está mi partida de bautizo. Bolívar me llama “El Azote del Cielo”, los sociólogos me llamarán el “Primer conductor de masas” y Juan Vicente González me dirá “El Primer Caudillo de la Democracia Venezolana”. Mis soldados me dicen “Taita” que quiere decir “Padre”, pero puede llamarme como quiera”.
-Lo llamaré Comandante.
“Tengo 31 años; el general Ribas es más viejo que yo porque él me lleva siete años; los cumplimos seguidos en el mismo mes de septiembre; yo el 18 y él el 19. Si van a declarar el día de ayer 12 de febrero “Día Nacional de la Juventud”, aclaren que yo soy más joven que él. Muy muchacho vine a Venezuela y toda mi vida la hice aquí, fui un buen español fiel a mi Rey y ahora un soy un buen venezolano fiel a mi Rey. Los asturianos somos doblemente fieles a nuestros monarcas porque antes de ser Reyes de España son Príncipes de Asturias. En mi ejército somos muy pocos los españoles; ésta no es una guerra entre venezolanos y españoles ni entre Venezuela y España sino entre unos insurgentes que se hacen llamar “patriotas” y los “realistas” fieles a nuestro legítimo rey. Muchos de los llamados patriotas son españoles que han traicionado a su rey y a su patria como por ejemplo los canallas de Campoelías y Villapol, mientras que muchos caraqueños son realistas como el doctor José Domingo Díaz; pero mi ejército está compuesto por hombres y mujeres del pueblo venezolano.
-¿Igual que el de Bolívar?
“Igual que el de Bolívar, sólo que ellos están equivocados; además, la derrota no ha sido tan espantosa; espantosa es la que les espera el 15 de junio en “La Puerta”; tres mil muertos.
-Pero ayer a Usted lo derrotaron unos muchachos
“Porque les llegó un refuerzo. Ribas se vino de Caracas con esa muchachera porque no encontró gente grande que lo quisiera acompañar. Había pedido 300 esclavos pero el Cabildo de Caracas se los negó, por culpa de Bolívar…y de ellos mismos. Dijeron que si mandaban esclavos después iban a querer la libertad y eso era un riesgo innecesario. Que ya en el llano un jefe echo mano de esclavos para derrotarme y luego no quisieron regresar a casa de sus amos sino que se fueron para Guayabal que era donde yo los recibía como soldados y no como siervos. Imagínese que los cabildantes se ofrecieron para venir a pelear ellos mismos antes que mandar a sus esclavos; prefirieron perder la vida antes que perder sus propiedades. No quieren mandar ni sus caballos ni sus esclavos. Esos son los “libertadores”, pero a todos les vamos a cortar la cabeza. Esos mantuanos esclavistas no se han dado cuenta de que aparte de esa guerra injusta que están librando contra Dios y El Rey, por separarse de España para quedarse con todo el poder y mandar ellos solos, en esta vaina lo que hay es una “revolución”, lo que algunos llamarán una “rebelión popular” y es contra ellos. Y que tarde o temprano triunfará. Yo entraré a Caracas el próximo 7 de julio y quienes me abrirán las puertas de la ciudad serán los esclavos de esos aristócratas; Usted verá.
-Desde cuando está Usted en Venezuela y por qué se vino?
“Éramos muy pobres y mi padre murió cuando yo tenía cinco años. Todos salimos a trabajar. Mi madre y mis dos hermanas María y Josefa tuvieron que emplearse de lavanderas y sirvientas. Mi madre me metió desde los once años en el “Real Instituto Asturiano” para ser Piloto de Barcos; en cuatro años fui el mejor alumno, el más disciplinado, el más aplicado, me gradué con las mayores calificaciones y enseguida a trabajar; navegué por el Mediterráneo y luego hacia América. Fui capitán de un barco llamado “Rápido”. Llegué a capitanear un guardacostas español. Me acusaron de Pirata, de Contrabandista y de “Ladrón de Mar”; me condenaron a ocho años de prisión en Puerto Cabello. Un abogado llamado Germán Roscio Nieves quién por cierto era hijo de una mujer de esta Villa de La Victoria, me defendió y me cambiaron la pena por confinamiento en Calabozo para alejarme del mar. No se dieron cuenta que esas inmensas llanuras también eran un mar, pero de tierra. Monté una tienda de telas y ropa y negocié ganado, llevaba mercancías del llano a Puerto Píritu y de allá venía cargado de mercancías para mi tienda sin meterme con nadie. Se corrieron leyendas como la de que al célebre bandido “Guardajumo” que asaltaba en los caminos a los viajeros, acompañado con una numerosa pandilla, los habíamos ahuyentado dos hombres solos que fuimos Jacinto Lara y yo. Nos respetaban y nos tenían miedo” pero después cada uno cogió su camino”.
-Pero… ¿cómo se metió en la guerra?
“Me metieron. Estando en Calabozo los dueños de hatos me volvieron a juzgar y me condenaron a muerte. Saquearon mi negocio y mi casa, a mi mujer la mataron delante de su hijo. Cuando ya me iban a fusilar me sacó de la cárcel un soldado español llamado Eusebio Antoñanzas. Con él me incorporé al ejército de Monteverde. En un principio me quería meter en el de los patriotas a quienes ayudé mucho con dinero pero me rechazaron porque era pulpero y ese era un negocio vil. Me aceptaban los reales pero a mí no”.
Usted tenía algún plan de gobierno?
“Ninguno, porque lo que yo buscaba no era gobernar sino restituir en el gobierno a los legítimos representantes del Rey que habían sido injustamente destituidos; yo era un soldado; claro que en algún momento tuve que gobernar y según, lo hice bien. Pero lo mío era restaurar a la corona, dejar todo como estaba antes del 19 de abril. Mi causa eran España y mi Rey.
-Los dos soldados más feroces y valientes que ha tenido su rey en Venezuela han sido Domingo Monteverde y Usted; ambos fueron derrotados en La Victoria.
“Es cierto, pero fue que Monteverde se dejó ganar con un generalísimo “rajado” que a los pocos días de haberlo derrotado dos veces, capituló”.
-Y a Usted lo derrotaron unos muchachos.
“Porque les llegó refuerzo”.
-Pero eso fue a las nueve horas de combate.
“Todos estábamos agotados menos los que llegaron”.
-¿Se casó?
“Me uní a una mujer mulata llamada María Trinidad Bolívar; tuvimos un hijo que por ironías del destino se llamó José Trinidad Bolívar, figúrese, los tres nombres de mi peor enemigo, el Insurgente Mayor. Los enemigos me mataron a la mujer delante de su hijo”.
-¿Es cierto que Usted tuvo otro hijo con una vecina suya de Calabozo, hija de don Luís Corrales?
“Eso no lo sabía nadie. ¿Quién le dijo a Usted eso?”
-El doctor Máximo Corrales, médico cirujano de la “Clínica Ávila” en Caracas, quien es descendiente suyo.
“Es cierto, pero no lo conocí. Ella se llamaba Inés Corrales; su padre era uno de los hombres más ricos de Calabozo, tenía tierras, ganado y comercio. Nuestras dos casas ocupaban toda una cuadra cerca de la Iglesia de las Mercedes. Ellos vivían en la esquina noroeste de la cuadra y yo en la sureste y por dentro había un gran corral que nos comunicaba. Nos enamoramos e hicimos un testamento mutuo, a quien muriera primero, lo heredaba el otro. Cuando llegué a La Victoria supe que había quedado embarazada y en oriente me enteré de que me había nacido un hijo varón. Quise salirme de la guerra y marchar a Calabozo a criar a mi hijo y así se lo comuniqué a Cajigal, pero en lugar de dejarme ir me pidió que saliera de este último compromiso en Urica y me fuera después. Nada me hacía pensar que se me atravesaría esa maldita lanza de Zaraza”.
-Seguro que fue la lanza de Zaraza?
“Si; Zaraza me tumbó del caballo con su lanza pero cuando estaba en el suelo se me echaron encima un soldado de apellido Brabante que andaba siempre cerca de mí y ahora me doy cuenta de que me estaba cazando para cobrarme algo que tuve con su hermana y el otro fue Morales”.
-Cuál de los dos lo remató?
“No sé; ese fue mi instante final y cuando uno se está muriendo no está fijándose en pendejadas”.
-Qué pasó con el hijo?
“Creció. No le pude dar mi apellido pero estuve pendiente de él; fue comerciante como su abuelo, se llamaba Luís Corrales, tuvo un comercio aquí en La Victoria, otro en Calabozo y otro en Caracas, llamados “El Bazar” y publicaba un periódico llamado también “El Bazar”, órgano de los negocios y se repartía gratis en las tres ciudades. Creo que tuvo descendientes aquí en La Victoria y en Calabozo, todos con el apellido Corrales. Averígüelo Usted.
-Oí decir que cuando arrancó la primera carga de caballería patriota, a Usted le preguntó un ayudante que si se iban con esa o esperaban la otra y Usted dijo que mejor se iban con esa, porque en la otra venía José Gregorio Monagas.
“Es cierto. Eso se lo oyó Usted a un viejo soldado de apellido Delgado, de los Valles de Orituco, que vendía cargas de papelón, café y cacao, en la Pulpería del Sitio de Apamate, cuando se lo contaba al Comandante Antonio Padilla Urbaneja y al mismo Zaraza en 1822 y a quien José Antonio De Armas Chitty metió en su libro sobre el Guárico. Bolívar llamaba a Gregorio “La primera lanza del mundo”. A mí me llamaban “La primera Lanza del Rey”. Gregorio fue mejor presidente que Tadeo porque era más inteligente. Tadeo todo lo arreglaba por la fuerza, hasta con el Congreso se metió y lo asaltó, mientras que Gregorio tenía más maña. Gregorio no se hubiera dejado tumbar. Yo si dije eso, pero no fue por miedo sino por precaución porque con Gregorio había que andar con cuidado”.
-Pero Usted desconoció la autoridad de sus superiores…
“Claro, yo sé por qué lo dice; por lo de Cajigal?
-Sí.
“Le escribí un oficio muy respetuoso donde le comunicaba que había recuperado las banderas del Rey que había dejado perder “Su Excelencia”.
-Ud. Vivió menos que Ribas.
“Porque nací después. En Urica yo tenía 32 años que había cumplido 78 días antes; en Tucupido Ribas tenía 39, le faltaban siete meses para cumplir cuarenta. Rivas Dávila era 4 años mayor que yo y 4 años menor que Ribas; tenía 35 años. El traidor de Campoelías tenía 42 años, era el mayor y Mariano Montilla nació ocho días antes que yo; el 8 de septiembre del mismo 1782. Nosotros cuatro éramos los más viejos en la batalla, yo más joven que ellos tres; no olvide eso”.
-Se han escrito muchos libros sobre Usted.
“Y se seguirán escribiendo. Los conozco todos; algunos muy buenos y otros muy malos. Me gustaron los que escribieron don Juan Uslar Pietri llamado “La Rebelión popular de 1814”, la novela “Lanzas Coloradas” de Arturito, “El Urogallo” de Pancho Herrera aunque es muy fantasioso, el de Germán Carrera Damas que analizó mi obra de gobierno, los de Edgardo Mondolfi, Luís Bermúdez de Castro quien me llama “León” porque siempre me ponen nombres de animales feroces y agresivos, el de Valdivieso Montaño, el de Armas Chitty y el del coronel Pérez Tenreiro, el que viene de Adolfo Rodríguez y por supuesto el que escribió Juan Vicente González que no es sobre mí sino sobre Ribas pero ahí me llama “El primer jefe de la Democracia Venezolana”.
¿Por qué cree que se seguirán escribiendo?
“Porque apagadas las pasiones, se ven las cosas diferentes. Para unos seguiré siendo el representante de la barbarie frente a la civilización; de la antipatria frente a la patria, para otros el primer caudillo popular de Venezuela, “El primer jefe de la democracia venezolana” como me llama Juan Vicente González o de la “Diablocracia” como también me dijeron; pero en realidad es, porque yo acaudillé a la mitad de Venezuela y la enfrenté con la otra mitad y las aspiraciones del pueblo quedaron insatisfechas y todavía lo están. La tal Revolución de Independencia no resolvió las contradicciones, la Revolución Federal no sirvió para nada, la Revolución Andina tampoco, la Revolución de Octubre menos. Cuando las dos mitades se juntan logran cosas. Solo que durante dos siglos los nuevos jefes se encargaron de volverlos a separar para sacarle provecho a la división, pero en algún momento se volverán a juntar. Llegaron a describirme como a un monstruo, que sólo me reía cuando estaba frente a una gran catástrofe, un grave peligro o de una suprema desgracia; a mis soldados los llamaban “La Legión Infernal”.
-¿Será reivindicado por la historia?
Por supuesto que sí; ya lo estoy siendo. “Los malos” seremos reivindicados porque la historia la escribieron “los buenos” sin ninguna objetividad. Usted verá reivindicados a Tadeo, a Guzmán, a don Cipriano, al general Gómez, a Pérez Jiménez y por supuesto a mí.
-¿Y a la cantidad de criminales que andaban con Usted? Antoñanzas, Rosete, Morales, Ceballos, Moxo, Yáñez, Zuazola?
-Los crímenes fueron producto de la guerra que el mismo Bolívar dijo que debía ser “a muerte”; pero los cometimos de lado y lado; algunos de mis compañeros mataban por matar y ellos también, sin ningún sentido que fuera más allá de ganar una acción; muchos no sabían por qué estaban peleando, por eso no les costó trabajo dejar a “Regina” para irse con “Patricia”.
-Usted me dice eso por lo de El Yagual?
“Claro: los soldados le decían “Regina” a las tropas de Rey y “Patricia” a las de la Patria”. Cantaban una copla que decía:
“Patricia” está en El Yagual y “Regina” en San Fernando; pasao’ mañana es domingo y amanecerán peleando”.
“Ese verso lo cantaron mis soldados antes de la Batalla de El Yagual”.
-Y Usted se lo sabe…
“Me sé muchos; no en vano he estado toda una vida rodeado de llaneros que no saben leer ni escribir pero saben hablar, cantar bien y componer versos buenos”.
-¿Estuvo Usted ayer en La Victoria?
“Claro que estuve; vengo de allá. Salimos con las tablas en la cabeza. Si no llega el refuerzo del traidor Campoelías, ahí mismo hubiera caído esa república de gallinas; puro cacareo. Había unos cuantos gallos pero pocos. Ribas se metió a la iglesia a rezarle a una virgen y ustedes quedaron condenados a estarle rezando todos los años”.
Pero algunos historiadores dijeron…
“Yo sé, eso lo escribieron o amigos míos, para exonerarme de la derrota; o enemigos de Ribas, para escatimarle el triunfo. Lo quieren bajar de la estatua. Y no sé cuál es la importancia que le dan a mi presencia frente a un ejército veterano que pelea solo; fíjese que mi mayor triunfo, el definitivo, el que acabó con esa república huidiza y fugitiva, lo obtuve yo en Urica y Usted bien sabe lo que pasó al comenzar esa batalla. Eso lo dijo un historiador que había sido coronel del Rey y los demás lo que hicieron fue copiarse de él. El negar lo que Ribas escribió de su puño y letra, nos embroma a los dos, porque yo quedo como un “reposero” que por curarse una cortadita no asiste a su más importante batalla, pero él queda como un embustero. Ninguno de esos historiadores estuvo allí; muchos no habían nacido o estaban muy muchachitos pero…pregúntele a Ribas”.
-Y si Usted no muere en Urica?
“Yo no puedo profetizar el pasado y decir qué hubiera pasado si no pasa lo que pasó, pero creo que todo hubiera sido diferente porque entre los oficiales del Rey no había quien me reemplazara como jefe de mis llaneros. Todos los jefes fueron a tener a la Nueva Granada pegados de las faldas de Morillo buscando honores y como cuando no hay padrote cualquier chivo verraquea, mis tropas que habían quedado huérfanas cayeron en manos de jefes llaneros, aguerridos como ellos; Manuel Cedeño, Juan Bautista Arismendi, Pedro Zaraza, el mismo Gregorio y sobre todo de Páez”.
-Por qué dice Usted que habían quedado huérfanas?
“Porque ni Cajigal, ni Morillo ni Morales eran gallos para ese corral. Cajigal llegó a Mariscal de Campo que era lo que quería; Pablo Morillo llegó a ser Conde de Cartagena y a Francisco Tomás Morales quien por cierto se robó una hacienda llamada “Santa Rosa” aquí en el Pao de Zárate, lo pusieron después de Capitán General y terminó capitulando también”.
-Dicen que sus llaneros siguieron a Páez porque se parecía a Usted.
“Mis llaneros siguieron a Páez porque al llegar Pablo Morillo “El Pacificador” con sus expedicionarios, los sustituyó a todos con soldados profesionales que traía y a ellos los descalificó y pretendió desarmarlos. Dígame eso, un general “pacificador” cuando los generales son para hacer la guerra, las pacificaciones tienen que hacerla los civiles y los políticos. Con razón terminó abrazándose con Bolívar. Yo también he oído decir que mis llaneros siguieron a Páez porque se parecía a mí. No sé en qué; creo que en nada; si Páez se hubiera parecido a mí, hubiera mandado a Bolívar para el carajo y se hubiera quedado sólo sin esa sombra encima pero en cambio lo que hacía era llamarlo a cada rato para pedirle cacao; lea las cartas que están en los libros. Pero hay una cosa que es verdad y es la primera y última vez que la digo: “Páez ganó la Batalla de Carabobo con los llaneros de Boves”. El negro Juan José Rondón quien había sido esclavo andaba en mis tropas acompañado de Lorenzo Figueroa “Barrajola” el que mató a Ribas; creo que andaba con nosotros porque le tenía la vista puesta a Pedro Zaraza, pero después se pasó para la patria y terminó teniendo más esclavos que el Conde de Tovar.
Hoy peleó aquí en La Victoria Pedro Camejo a quien llamamos “Negro Primero” pero su nombre no aparecerá en el Parte Oficial de Ribas, porque vino conmigo a defender las banderas del Rey. Después de Urica los Mujica, don Antolín y don Hermenegildo, se encargaron de llevarlo a las filas de Páez”.
Hoy peleó aquí en La Victoria Pedro Camejo a quien llamamos “Negro Primero” pero su nombre no aparecerá en el Parte Oficial de Ribas, porque vino conmigo a defender las banderas del Rey. Después de Urica los Mujica, don Antolín y don Hermenegildo, se encargaron de llevarlo a las filas de Páez”.
-El de “vengo a decirle adiós porque estoy muerto”?
“Esa vaina es embuste. Esos fueron inventos de don Eduardo Blanco. No me importa que se sepa la verdad porque ese viejo me trata demasiado mal en sus libros. Resulta que él estaba leyendo una biografía de Napoleón Bonaparte escrita por Víctor Hugo o Lacroix -no recuerdo- mientras escribía su “Venezuela Heroica” y leyó un relato de un Mariscal de Francia que se salió de la refriega y venía directo a donde estaba el emperador. Napoleón le pregunta: Por qué huye, Mariscal, tiene miedo? Y el hombre le contesta: No huyo, Majestad; vengo a decirle adiós porque estoy muerto. Y abriéndose la casaca le muestra el pecho atravesado por un cañonazo. A don Eduardo le pareció tan bello que lo metió en su relato de Carabobo. Contaba don José María Núñez de Cáceres que sus compañeros de Academia le preguntaban: Eduardo, ¿por qué pusiste a un negro pidiéndole permiso a un blanco para morirse? ¿Por qué mejor no pusiste a un blanco pidiéndole permiso a un negro? Y él dizque contestaba: Porque en la independencia casi no hubo generales negros y a los dos que hubo que fueron Piar y Padilla, los fusilaron”.
“Claro que en “alguito” nos parecíamos Páez y yo, éramos catires, “llaneros”, peleadores, pero eran más nuestras diferencias. Todos ellos se enriquecieron; los tales “haberes de guerra” sirvieron para cobrarle a Venezuela “sus servicios” como “libertadores” y les permitieron cogerse todas las tierras de los españoles y de los realistas. Bolívar como era rico de cuna, llamaba a esos latrocinios “las adquisiciones de sus lanzas”. Páez y Monagas terminaron siendo los hombres más ricos del país; mientras que yo después de Urica lo único que le dejé a mi Santa Madre fue un caballo, una espada y 300 pesos; tanto, que el Rey Fernando VII a quien Dios Guarde, por quién di la vida, le puso una pensión y máximos honores por el resto de su vida”.
Los ricos de Calabozo dicen que Usted se reunía muy mal.
“Porque no andaba con ellos, me reunía con peones, con negros y con esclavos. Yo abolí la esclavitud y proclamé la igualdad de todas las razas en 1813; llegó un momento en que los insurgentes y los jefes realistas hablaron de una especie de tregua con el fin de detenerme o al menos contenerme y después de eliminarme, seguir peleando, porque me veían como un peligro para ambos bandos”.
-Porque Usted se rebeló contra sus jefes y se proclamó Jefe Supremo desconociendo a sus superiores naturales.
“No fue por eso sino porque yo fui el primer verdadero revolucionario de Venezuela. Introduje cambios sociales y sobre todo, abolí la esclavitud. Eso no se dice. Cuando hablan de la abolición recuerdan los decretos de Bolívar y la ley de abolición de Gregorio, pero no dicen que Bolívar lo hizo de mala gana, presionado por Petión que lo obligó, le dio buques, soldados, dinero, armas y todo lo que quisiera con la condición de que aboliera la esclavitud, pero pregúntele a Ribas la causa por la que no le mandaron los esclavos de Caracas para que me combatiera; ¿quién se opuso? pregúntele. Y el buenote de Gregorio abolió la esclavitud en 1854 cuando ya no quedaban esclavos sino muy poquitos y eso lo hizo 44 años después del 19 de abril y 33 años después de la Batalla de Carabobo. Entonces, ¿Quién fue el verdadero Libertador”?
-Perdóneme Comandante pero aquí las preguntas las formulo yo. Ribas…
“Ribas sí, pero cuantos más? Por toda Venezuela estuvieron los “próceres” de la independencia vendiendo y comprando esclavos y al final se los cobraron a la República. Ribas fue el que menos, por eso lo botaron del país los mantuanos de Caracas”.
-Sufrió muchas derrotas?
“Relativamente; en la guerra se gana y se pierde; de muchas partes salí vencido, de aquí de La Victoria, de Pantanero, de Mosquiteros, de San Mateo, de Bocachica”. Ayer entramos a La Victoria 3.400 hombres y hoy salimos 2.400; dejamos mil muertos en el campo de batalla.
-Pero se desquitó en “La Puerta”.
“Claro. Como no iba a derrotar a Campoelías que era un traidor a su Patria y a su Rey. Figúrese, que cuando el correlón de Miranda se le rindió al derrotado Monteverde, los esclavos de toda la costa se vinieron para el llano y se me unieron; y una de las misiones de las tropas de Campoelías en los llanos de Calabozo era recapturar a esos esclavos fugitivos y devolvérselos a sus dueños”. ¿Cómo no lo iban a derrotar?
-Nunca regresó a España?
“A la península no he regresado pero de España no he salido; no olvide que esta provincia de Venezuela pertenece a los Reynos de España”.
-Por qué tanta crueldad?
“De lado y lado. Ayer nosotros le causamos al ejército de Ribas, cien muertos (dicho por él mismo); pero ayer mismo, una sola orden de Bolívar dictada desde Valencia a su pariente Leandro Palacios en La Guaira, nos causó más de 900 muertos. Los 100 muertos que nosotros causamos ayer, estaban en un campo de batalla, peleando valientemente contra nosotros, pero los 900 que causó Bolívar estaban presos o enfermos y heridos en un hospital; entonces ¿quiénes son los crueles?
-Parecería que Ustedes jamás hubieran rematado a los presos ni a las mujeres ni a los niños.
“Si lo hemos hecho, pero esos son los mártires de la guerra, no podemos asombrarnos de que en una guerra haya mártires ni de que haya excesos; eso no lo podemos condenar; lo que si podemos condenar es que haya guerras y esta que estamos librando la comenzaron ellos cuando se alzaron contra un gobierno legítimo, una metrópoli generosa y un rey magnánimo. Y todo por una mala intención de quedarse con todo el poder político, económico y militar. Si tantas ansias de libertad tienen, ¿por qué no liberan a los esclavos como lo hice yo? Además, ellos se aprovecharon del momento trágico en que España había sido invadida por los franceses y encarcelado a nuestros monarcas, para asestar el golpe de traición; es como cuando el padre golpea a la esposa y el hijo se aprovecha para él tambien darle unos golpes a su madre. Ellos aprovecharon de que la Madre Patria estaba siendo golpeada para golpear ellos también. ¿Eso es lo que hace un buen hijo”?
-¿Qué sentía cuando le atravesaba el pecho con la lanza a un blanco?
“Le daba gracias a Dios de que él no me la estuviera atravesando a mí; pero debo haber sentido lo mismo que sentían ellos cuando se la atravesaban a uno de mis negros o esclavos”.
Usted cree en Dios o nó?
“Sí, pero siempre recuerdo un verso que cantan mis llaneros que dice:
“Llegaron los sarracenos
y nos molieron a palos,
pues, Dios protege a los malos
cuando son más que los buenos”.
y nos molieron a palos,
pues, Dios protege a los malos
cuando son más que los buenos”.
-Algunos autores han dicho que Usted era un loco, un paranoico, porque mataba y animaba al negraje a matar.
“Mis palabras no podían parecerse a las de Ribas que iban dirigidas a unos soldados estudiados, hijos de ricos, cultos, rezanderos, hijos legítimos, libres. El cura Llamozas quería que les hablara de Dios, de la Biblia, de la justicia divina, del perdón de los pecados y de las tres divinas personas. Si lo hubiera hecho, hubiera muerto mucho antes y ya me hubieran canonizado.
-Dicen que Rosete y Antoñanzas andaban cortando narices, orejas y desollando las plantas de los pies a los prisioneros.
“Debe ser verdad, aunque casi nunca agarrábamos prisioneros. Pero eso no era muy distinto de lo que hacía Juan Bautista Arismendi, un criminal que pasó a la historia atrincherado detrás de las faldas de su mujer, que esa si era una señora valiente y decente, toda una heroína; y esos dos que usted nombró, eran unos niños de pecho al lado de Pascual Martínez.
-¿Cuánto tiempo lleva en la guerra?
“Yo estuve poco tiempo en la guerra, unos 15 meses, de septiembre del 1813 a diciembre del 1814, pero me cogieron miedo porque estaba mejor preparado. Cuando Bolívar llegó La Victoria a recibir la capitulación del flojazo de Fierro y luego a Caracas, después de ese paseíto que llamó “Campaña Admirable”, ya yo tenía preparado para recibirlo, un ejército de 20.000 hombres; el mayor que ha conocido Venezuela. Mayor que el del pendejo de Manuel Antonio Matos.
Mi primera pelea importante fue en Santa Catalina donde derroté a Tomás Montilla, el hermano de Mariano; después perdí con Campoelías en Mosquiteros en octubre del 13; después me desquité en La Puerta; luego esto de ayer y hoy aquí en La Victoria; luego vienen San Mateo donde ganamos una y perdimos la otra cuando voló Ricaurte; después bajando hacia el llano me sorprendió Mariño en Bocachica pero me desquité en La Puerta donde derroté a Bolívar y a Mariño juntos, ahí mismito triunfamos en Valencia, luego en los Magueyes y por último Urica. Pocas batallas, por no nombrarlas todas porque hubo otras como San Marcos y El Salado. Y mi mayor triunfo moral, que fue ponerlos a correr. Los traidores insurgentes sabían que la cabeza no retoña y como tenían claro lo que los esperaba, se fueron huyendo a marcha forzada hacia oriente. Veinte mil cobardes por esos caminos llenos de pantanos y plagas, hacia Cumaná para salvar el pellejo pero los alcanzamos y los pusimos a pelear y a perder. Todos los grandes jefes insurgentes me derrotaron a mí pero a todos ellos los derroté yo. Ribas me derrotó ayer aquí en La Victoria pero yo lo derrotaré completamente en Urica. A la que no podré derrotar será a La Muerte, porque esos ya son designios de Dios y esas peleas si es verdad que yo no las caso”.
-¿Qué piensa de Bolívar?
“Que es un buen militar pero un mal político; inventa muchos disparates. Uno fue traerse a Miranda para que fracasara y después tener que entregarlo. Ese era un “musiú” y los “mantuanos próceres libertadores” lo odiaban. Recuerde que todos reunieron plata para ayudar a agarrarlo cuando invadió por Ocumare en 1806. Si no hubiera echado a correr lo agarran y lo fusilan. Esa vez corrió por mar; pero en el año doce, después que entregó la república, corrió por tierra. Pero Bolívar que nunca dejó de ser un mantuano, corrió más duro, lo alcanzó en La Guaira y lo atrapó. Se aprovechó de que Miranda, que era un agente inglés, no embarcó esa noche en la goleta inglesa que lo aguardaba y se quedó en tierra esperando el completo de las treinta mil onzas que le iba a mandar el Marqués de Casaleón. Después lo entregó a cambio de un pasaporte. Pero su mayor disparate fue crear una república que iba desde Cumaná hasta Quito, sin ninguna posibilidad de comunicaciones. Colombia fue una república hija del miedo. La formó sin consultar con nadie. En realidad obedeció al miedo, porque después que sacamos a los franceses de la península, quedaron cuatrocientos mil soldados que sin disparar un tiro hubieran podido venir y reconquistar a estas Indias Occidentales (no me gusta el nombre de América). No olvide que Morillo con 15.000 hombres reconquistó a esta Provincia. ¿Qué no hubieran hecho 400.000? Bolívar puso al frente de estos países a soldados que hubieran derrotado al ejército del Rey, pensando que con eso nos íbamos a asustar. Puso a Juan José Flores en Quito, a Sucre en el Alto Perú, a Páez en Venezuela y se puso él mismo en Bogotá. Cuando se convenció de que la temida invasión no se produciría, dejó el miedo y ayudó a que esa república imposible siguiera su destino natural que era despedazarse. El único culpable de la separación de Colombia fue Bolívar por estar inventando disparates; después culparon a Páez, pero Venezuela se separó sola, o mejor dicho, nunca se metió de verdad en esa republicota. Claro, Páez que no era pendejo se aprovechó de ese sentimiento popular, lo galopó y mandó varias veces. Bolívar los independizó de la España de sus mayores y Páez los independizó de los bogotanos. Bolívar nunca quiso que Venezuela fuera independiente sino un departamento de Colombia y aquí no le perdonaron que pusiera de capital a Bogotá y no a Caracas.
-¿Y de los patriotas?
“Los tales patriotas son unos hipócritas, quieren liberar la patria pero no liberan a los esclavos; por un lado Bolívar dice que el pueblo venezolano es el punto equidistante entre Venezuela, España y África, y meten a los indios en el escudo y dejan afuera a los negros y a los españoles; por un lado dicen que son el producto de un mestizaje, todos “café con leche, unos más leche y otros más café” pero prohíben decirle “negro” a los negros. ¿Cómo van a llamar al Negro Primero, al Negro Miguel, Al negro Juan José Rondón, al Negro Prieto, al negro Custodio dueño de esta casa, al Negro Claudio, al Negro Aristóbulo? Si decirle “negro” a un negro es ofensivo lo que están queriendo decir es que ser negro es malo. Ahora son “afrodescendientes”; preguntan en el censo que si son afrodescendientes; pero… ¿cómo lo van a saber? ¿Por el color de la piel? Todos los venezolanos lo son”.
-El 19 de abril Ribas se presentó en el Cabildo de Caracas como representante de los pardos.
“Porque sabía que los pardos eran el 80 por ciento del pueblo venezolano pero ningún pardo hubiera podido entrar a esa reunión de “amos” porque era un cabildo de “gente decente”, de “próceres”, de “libertadores”.
-Bolívar dictó un bando aquí en La Victoria y otro en El Consejo…
“Yo sé, ofreciendo la libertad a los esclavos “que empuñaran sus armas para combatirnos”; eso es lo que doña Josefina Subero llamaba “caridad con uña”; en cambio yo la decreté sin condiciones.
Mire, es mejor tener enemigos inteligentes y no amigos brutos. Bolívar me admiraba. Cuando se enteró de lo de Urica dijo: “La muerte de Boves es un gran mal para los españoles, porque difícilmente se encontraran en otro las cualidades de aquel jefe…".
-Usted también lo admiraba a él y sin embargo lo combatió fieramente.
“Éramos los jefes de dos maneras diferentes de entender a Venezuela. ¿Qué querían, que le fuera a poner una corona de flores a Bolívar?
-Pero el Rey Juan Carlos de España vino y se la puso.
“Es muy diferente, ese es otro rey y esa es otra España. Venezuela es hija de la vieja España que yo defendí, la Madre Patria; y la actual España también lo es; y siendo hijas de una misma madre, son patrias hermanas. Después del desencuentro vino el reencuentro. El tiempo cura las heridas. Bolívar sí sabía que esta era una guerra civil; recuerde aquello de “Vuestros hermanos y no los españoles han desgarrado vuestro seno, derramado vuestra sangre, incendiado vuestros hogares y os han condenado a la expatriación”.
-Está satisfecho?
“He recibido todos los halagos; me llamaron el hombre “más valiente del mundo entero”, “el más desinteresado de todos los hombres”, el que en todas sus acciones no tuvo más objeto que el servicio de Su Rey y el castigo de sus enemigos, el terror de Bolívar. Jamás se dijo que dejaba grandes tesoros producto de saqueos, sino que le dejaba como herencia al pueblo, el sagrado derecho a la defensa legítima en contra de sus opresores. Esa es toda mi gloria.
Bolívar le escribió una carta al director de la Gaceta Real de Jamaica, refiriéndole lo siguiente: "…Los actúales defensores de la independencia son los mismos partidarios de Boves…" Lo que le dije de mis “huérfanos”.
En Urica, junto conmigo murieron el músico Landaeta (el del himno), Miguel José Sanz, Francisco Javier Ustáriz, pero me recuerdan es a mí”.
En Urica, junto conmigo murieron el músico Landaeta (el del himno), Miguel José Sanz, Francisco Javier Ustáriz, pero me recuerdan es a mí”.
“El historiador Juan Bosch, escribió:
"…En la guerra social se robaba, se mataba, se incendiaba, se violaba; pero Boves, que miraba impasible el espectáculo de la muerte y la destrucción, era austero como un desierto o una montaña nevada; nunca se le conoció un descanso, no bebía, no fumaba, no jugaba, no bailaba. Al morir tenía sólo una silla de montar, una espada y un caballo. Figura en la historia de Venezuela como la imagen del crimen repugnante, pero no fue eso, sino el producto genuino de un pueblo en guerra a muerte contra sus explotadores. El terrible jefe fue enterrado en el altar de la Iglesia de Urica y en todas las iglesias del país se le hicieron honras fúnebres. Es curioso observar cómo se confundieron en esos días los que honraban al caudillo muerto y cómo seguían confundidos siglo y medio después los que veían en él la encarnación del pueblo humillado y oprimido…".
“El General Páez escribió: "... En el año de 1.815, el general D. Pablo Morillo, jefe de los españoles, desembarcó en Venezuela un ejército de 15.000 hombres que se habían batido con las tropas de Napoleón y habían vencido a sus mejores tenientes. Morillo no encontró en Venezuela ni un solo enemigo armado, pues el ejército del terrible José Tomás Boves acababa de sepultar en la batalla de Urica al ejército de la república. Este audaz caudillo, después de haber triunfado en todas partes de los patriotas, tuvo la satisfacción de verlos correr hasta en sus últimos instantes cuando él expiraba a un golpe de lanza que recibió al concluir aquella batalla. El ejército de Boves que acababa de triunfar, fue despreciado por los expedicionarios de Morillo y los soldados retirados a sus casas sin pagarles sus servicios”.
-Comandante: lo espero en La Victoria el 12 de febrero del año que viene (1815) para volverlo a entrevistar.
“No me espere porque no voy a estar, como tampoco estará Ribas. La vida de los guerreros es muy corta y la mía llega hasta el 5 de diciembre de este mismo año 1814 en Urica. Ribas me sobrevivirá durante menos de dos meses hasta el 31 de enero del año que viene (1815). Ninguno de los dos llegará al primer aniversario de la batalla. Estaremos en otra dimensión. A lo mejor Usted cree que él estará en el cielo y yo en el infierno, pero creo que iremos al mismo lugar porque él parece andar siempre detrás de mí; ambos nacimos en septiembre, yo el 18 y él el 19; yo me toparé con la muerte un lunes y él un martes”.
-Entonces ¿quién debe preocuparse es El Diablo?
“O Dios; nunca se sabe. Fuimos las dos caras de una misma moneda que tienen que andar juntas todo el tiempo pero si poder verse las caras; Yo defendí a mi rey y a mis banderas, con toda la fuerza de que era capaz y él defendió a su Patria, a sus banderas, con igual ímpetu. Bolívar nos bautizó; a él, como “El Vencedor” y a mí, como “El Tirano”. Andaremos juntos en la historia; nadie podrá mencionar a Boves sin recordar a Ribas pero nadie podrá mencionar a Ribas sin recordar a Boves. Al final el destino será más generoso conmigo que con él porque yo moriré donde debe morir un guerrero, en un campo de batalla, atravesado por la lanza de un guerrero valiente igual a mí, mientras que él morirá en manos de unos asesinos inescrupulosos y flojos que no salieron a buscar al enemigo para derrotarlo como hice yo, sino que esperaron que el enemigo derrotado, enfermo y fugitivo cayera en sus manos”.
-Tengo una curiosidad, Comandante; si Ribas hubiera caído en sus manos, lo hubiera fusilado?
“Tal vez no; o mejor dicho, no; a Ribas no; a Bolívar sí”.
Quiere agregar algo más?
Sí: ¡VIVA EL REY!
GREGORIO |
EL TAITA |
CUSTODIO |
MORALES |
CAGIGAL |
MORILLO |
ZARAZA |
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