EL CUADRO DE RIBAS
Germán Fleitas Núñez
En el año de
1913 estaba el general Juan Vicente Gómez posando para un retrato que le
pintaba el gran artista Carlos Rivero
Sanabria, cuando le fue recordado por
uno de sus inmediatos colaboradores
el doctor Urdaneta Maya: “General, el año que viene se cumplen cien
años de la batalla de La Victoria y hay que hacerle un regalo a la ciudad”.
El presidente después de pensarlo brevemente se dirigió al pintor y le dijo: “Rivero, pínteme un retrato del general
Ribas”. Así se hizo. Los cuadros estuvieron a tiempo y entre los actos
programados para celebrar el centenario, estuvo la entrega a la municipalidad
de La Victoria del hermoso retrato. En algún momento que no hemos logrado
establecer, el cuadro pasó a la recién creada Escuela Federal de Niñas “Cecilio
Acosta”, en cuya dirección se encuentra desde entonces. El retrato del general Gómez pasó a su hijo
Juan Vicente Gómez Núñez, de éste a su nieto Juan Vicente Gómez García y de éste
a su bisnieto Juan Vicente Gómez Mayorca, su actual propietario.
Hace algunos
años visitábamos en su oficina del Museo del Transporte al ilustre Cronista de
Caracas don Guillermo José Schael y tuvimos el honor de ser presentados a una honorable dama entrada en años, quien
al oír mencionar el nombre de La Victoria, me preguntó: “¿De dónde sacan ustedes que el general José Félix Ribas era trigueño,
de pelo negro y de ojos negros fulgurantes”? Antes de que terminara la pregunta le
respondí: “Tenemos un retrato…” Entonces,
sin que pudiera terminar de responderle me dijo: “Yo sé; el que pintó Rivero Sanabria para que el General Gómez se lo
regalara a la ciudad y que ahora está en una escuela”. Sorprendidos de la
magnífica y precisa información le preguntamos y nos dijo: “Ese cuadro es el mejor retrato que existe en La Victoria y tal vez la
única obra de un gran pintor, pero no es
el general Ribas sino su hijo, el Capitán José Félix Valentín de la Concepción Ribas
y Palacios, primohermano del
Libertador”.
Luego nos
explicó: “Rivero Sanabria era muy amigo
de mi familia, y en su infancia conoció al Capitán Ribas y Palacios, porque
entre ellos existían nexos de parentesco; cuando recibió el encargo de hacer el
cuadro, fue a mi casa en busca de un retrato del general Ribas que no fuera el
dibujo que le hizo Carmelo Fernández Páez en París, de memoria, para ilustrar
la Historia de Baralt y Díaz y quien el mismo día que dibujó al general le hizo
al Libertador la efigie que aparece en el fuerte y en nuestras demás monedas.
Quería hacer algo diferente. No teníamos retrato del general; en cambio de
Josefelixcito (así lo llamaban en familia) si teníamos dos fotografías que le
fueron entregadas a Rivero Sanabria y que creo que no devolvió. Él era un
hombre enfermo que se fue quedando paralítico poco a poco y al final solo movía
los brazos y las manos, justamente lo que necesitaba para alcanzar su gloria.
Al poco tiempo de entregar ese cuadro murió. Creo que fue su última obra.
El general Ribas no era así; era blanco, pelo
amarillo y de ojos azules. Con el tiempo su rostro se volvió tostado, fiero y
cuarteado y sus cabellos se fueron haciendo castaños. Todos los autores que lo
conocieron coinciden en esa descripción. Lo que pasa es que los pintores (que
no lo conocieron) lo pintaron siguiendo los rasgos del arquetipo romántico que
era El Libertador. Era un hombre muy
pulcro; fíjese que la mañana del día en que lo iban a fusilar lo primero que
hizo fue afeitarse.
Josefelixcito si
era como está en el cuadro, porque no se olvide que era “un Palacios”. Su madre
lo tuvo vieja. Era muy bella. Era hermana de “Concha” Palacios la madre del
Libertador. Fue capitán muy niño; la batalla de La Victoria fue el 12 de
febrero, el 13 su primo El Libertador le dio el grado de capitán y el 14 (al
día siguiente) cumplió 3 años. Fue capitán a sus dos años; el oficial más joven
del mundo. Quienes mejor conocen al hijo del general son ustedes los
victorianos y ahora más porque tienen ese cuadro bellísimo”. Desde ese lejano
día (hace 25 años) ando rastreando esas dos fotografías sin mayor éxito, pero
en el camino he conocido a personas bellísimas e interesantísimas. Cuando le pregunté a la distinguida
señora por la fuente de sus informaciones me dijo: “Es mi familia. El general Ribas era mi tatarabuelo y Josefelixcito mi
bisabuelo; tengo abuelos y tíos que eran de La Victoria y de El Consejo”.
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