LA BANDERA DE MIRANDA EN
OCUMARE
VERSIÓN GRABADA DEL DISCURSO PRONUNCIADO DURANTE LA SESIÓN
CONJUNTA DEL CONSEJO LEGISLATIVO DEL ESTADO ARAGUA Y EL ILUSTRE CONCEJO
MUNICIPAL DE OCUMARE DE LA COSTA, EL 27 DE ABRIL DEL AÑO 2006, CON MOTIVO DE
CUMPLIRSE 200 AÑOS DE LA LLEGADA DE LA BANDERA TRICOLOR A TERRITORIO
VENEZOLANO.
(Antes de concederle la palabra al orador, los gobernadores presentes y
otros invitados especiales, líderes políticos nacionales, regionales y
municipales, hablaron durante tres horas y media).
Señoras y señores:
Venía pensando en esos pobres toreros a quienes le sueltan un toro de
miura y primero se lo capotean, luego se lo banderillean, se lo rejonean, se lo
estoquean, se lo torean y al final, cuando el toro está medio muerto, le dicen:
“Matador, ahí tiene esa fiera; ¡Lúzcase!”. Yo no aspiro salir en hombros de esta corrida, ni llevarme ninguna oreja ni ningún rabo; pero
al menos aspiro lograr esos tímidos aplausitos cariñosos con que el público de
los tendidos despide a los toreros malos. (Aplausos).
Señoras y señores:
La primera vez que la bandera tricolor ondeó en territorio venezolano,
fue en este mar de Ocumare de la
Costa , el 27 de abril de 1806, hace hoy doscientos años.
Flameaba airosa en los mástiles de los tres buques que conformaban nuestra
primera flota naval, a bordo de la cual venía nuestro primer ejército patriota,
a librar nuestro primer combate armado, que sería nuestra primera derrota. El
27 de abril de 1806 es el día auroral de nuestra guerra de independencia porque
le dio comienzo; si entendemos como guerra, al enfrentamiento de un ejército
organizado contra otro ejército organizado; el incipiente ejército patriota al
mando del general Miranda, contra el poderoso ejército de Su Majestad, el Rey
de España. Fue nuestra primera batalla naval y a su vez, la primera librada por
la independencia de la América
del Sur. Si es cierto lo que dijo nuestro Libertador el 19 de abril de 1820,
que “El 19 de abril nació Colombia”, también lo es, que el
27 de abril, nació la América
hispana independiente.
Hoy es el bicentenario del comienzo de la guerra de
independencia. Por supuesto que antes hubo rebeliones y movimientos precursores,
pero la guerra, la verdadera guerra,
comenzó el 27 de abril de 1806, cuando jóvenes norteamericanos, polacos
y portugueses, reclutados por el General Miranda, invadieron la Provincia a bordo de tres buques, por el mar de Ocumare
de la Costa. En
el mástil de la nave capitana, el Leander, y de las dos goletas que lo
acompañaban, venía ondeando por vez primera en territorio venezolano, la
bandera tricolor que habían izado en el puerto de Jacmel, en Haití, el 12 de
marzo anterior.
Atacado el ejército invasor por la Armada realista, fueron apresados dos de los buques con sus
más de setenta tripulantes. Llevados a Puerto Cabello, tras un juicio sumario,
diez de ellos fueron ahorcados en un cadalso irónicamente adornado con tres
inmensas telas, una amarilla, una azul y otra roja. A quien declaró ser el
abanderado del grupo, antes de ahorcarlo le colocaron entre las manos la
bandera. Nuestra primera batalla por la emancipación fue una batalla Naval y la
perdimos. En esa acción recibió nuestra bandera nacional, su bautismo de fuego,
de sangre, de muerte, de ahogamientos, de enjuiciamiento, de condenados, de
ajusticiados, de cautiverio, de humillación y de incineración, y por eso, a
partir de ahora, del Día Nacional de la Bandera debe ser el 27 de abril, en lugar del 12
de marzo, fecha seleccionada hace 43 años, por un error de omisión que debe ser
corregido.
El general Miranda, zarpó
de Nueva York el 2 de febrero de 1806, a reencontrarse con una patria de la que
había salido 35 años antes, cuando tenía él tenía 20; durante el viaje cumplirá
los 56 años. Viaja a bordo del buque norteamericano “Leander”, un barco
alquilado, cuyo nombre nada tiene que ver con el de su hijo de 18 meses, como
se ha repetido erróneamente, cuyo alquiler y doble equipamiento se había hecho
por un valor de $ 217.000. Un ejército de más de 300 jóvenes reclutas, en su
mayoría norteamericanos, entre ellos un nieto del segundo presidente de Estados
Unidos después de Washington, John Adams
(1797- 1801) cuyo hijo sería el sexto presidente de Estados Unidos, 24 años
después (1825 a
1829); pues bien, el nieto del
presidente, venía en la expedición con el consentimiento de su abuelo,
lo que dice mucho del apoyo tácito del gobierno norteamericano a la empresa
mirandina.
El día 15 de febrero cruza el Paso de la Mona entre Santo Domingo y
Puerto Rico, y el 18 llega a Jacmel, en la costa sur de Haití.
En Jacmel ocurren tres acontecimientos importantes para la historia de
Venezuela: 1) el 12 de marzo, entre cañonazos, fiestas y brindis, se iza
solemnemente la bandera tricolor sobre el mástil del barco; 2) se incorpora al
equipaje una imprenta, esa herramienta que el Libertador llamó “la artillería
del pensamiento” y que fue realmente la primera en tierra firme, porque fracasada
la expedición, fue adquirida en Trinidad
y traída a Caracas y allí se editó “La Gaceta de Caracas”; y 3) Miranda asignará a sus
hombres, mandos y rangos militares, lo que comprueba que lo que trae es un
ejército; nuestro primer ejército patriota.
El 28 de marzo (casi dos meses después) sale de Jacmel con rumbo a la Provincia de Caracas,
junto con dos goletas llamadas “Bachus” y “Bee”. Vienen 250 hombres en el
Leander, 35 en la “Bachus” y 35 en la “Bee”.
Van a Aruba, Curazao, Bonaire, nuevamente Curazao y al fin, tras
accidentada travesía, el 27 de abril, a este mar de Ocumare de la Costa. Llegan casi 3
meses después de haber iniciado el viaje. Llegan a Ocumare, no por accidente
como se ha pretendido afirmar, sino por decisión tomada el día 21, en un Consejo
de Guerra reunido en el Leander al
efecto. Pero hete aquí que el mismo día 2 de febrero en que salieron de Nueva
York, salió una goleta directo a La
Guaira con toda la información, y quienes pretendían invadir
por sorpresa, fueron los sorprendidos al darse cuenta de que desde hacía mucho
tiempo, los estaban esperando.
Cuando llega Miranda,
según el censo que acaba de realizar el cura Marcial de Quintana, viven en
Ocumare 2.226 personas; 86 blancos, un indio, 638 pardos libres, 37 negros
libres y 1464 esclavos negros. Al final pone una nota que dice: a este número
hay que agregar 2 locos.
El 27 mismo comienzan a desembarcar y al amanecer del 28 son atacados por la armada real. Cañoneo y
metralla cruzados entre el Leander y los buques españoles “Celoso” y “Argos”,
dan como resultado la captura de las dos goletas patriotas, varios oficiales y
soldados muertos por la metralla y varios ahogados, entre ellos el capitán
Huddle, comandante de la “Bachus”, y 58 prisioneros. Los buques capturados y
sus tripulaciones fueron llevados inmediatamente a Puerto Cabello; uno de los
soldados murió de un infarto y los otros 57 fueron sometidos a juicio y 10 de
ellos condenados a muerte.
El resto fue condenado a pasar 10 años de cárcel en las fortalezas de
diversos países del Caribe.
El Gobernador Guevara Vasconselos, el mismo que había ahorcado a Gual y
España, dictó sentencia el 12 de julio y condenó a muerte en la horca a los
mayores de 25 años (10 en total), a pesar de que el Fiscal, Juan Germán Roscio (quien llegó a ser después
ilustre Prócer y redactor del Acta de la Independencia ), había
pedido que se ejecutara a todos los mayores de 17 años. Sentenció igualmente
que una vez ahorcados, se les decapitase y sus cabezas fueran expuestas en los
sitios más notables de Ocumare, La
Guaira y Valencia, en los términos acostumbrados. El
intérprete y traductor en los interrogatorios fue el joven Andrés Bello.
Junto con los prisioneros, capturaron las banderas y las proclamas
redactadas en español y dirigidas a los pueblos de suramérica. En ellas se
anunciaba la independencia plena de España y los ideales que animaban la
revolución; algunos de ellos muy discutibles hoy en día, como por ejemplo no
conceder la ciudadanía a los esclavos negros ni abolir la esclavitud, en lo cual no se diferencian de muchos
libertadores quienes 33 daños después de la batalla de Carabobo seguían
comprando y vendiendo esclavos.
Las ejecuciones se efectuaron en Puerto Cabello el 21 de julio. El
cadalso fue adornado con tres gigantescas telas, una amarilla, otra azul y otra
roja, y a quien declaró ser el abanderado del grupo, le colocaron entre las
manos, la bandera tricolor, antes de ejecutarlo.
Estos primeros mártires de la independencia venezolana y americana, sufrieron
de una muerte horrenda y luego sus cabezas fueron expuestas en las entradas de
Puerto Cabello, Valencia y Ocumare; lo mismo que ocho años después, harán los
realistas con la cabeza del general José Félix Ribas.
Los ahorcados fueron Francis Farquason (30), teniente de artillería y
encuadernador; Charles Jonson (30)
teniente de artillería; Milles Hall (30) teniente; Thomas Billop (40) capitán; Daniel
Kemper (20) teniente de infantería; John Ferris (¿) oficial; James Gardner (30) capitán de la goleta
Bachus; Thomas Donohue (31) mayor; todos norteamericanos; Gustavus Bergud (34) capitán de caballería, polaco; y Paul George (¿), portugués.
Para humillarlos, se colocó en cada horca la bandera tricolor en un
palo sin labrar, pero con el asta hacia abajo. El gobernador dispuso además, que la bandera “fuera ejecutada por mano de verdugo”, lo cual se
hizo el 4 de agosto en la Plaza Mayor
de Caracas, donde, ante la tropa formada, fue incinerada “para que arda con
esta llama y quede reducida a cenizas esta insignia”.
El general Miranda logró escapar en la nave capitana rumbo a Bonaire,
Grenada, Barbados y Trinidad, dentro de un clima de mutuas acusaciones y
desconfianza, lo que prueba una vez más, que
mientras las victorias tienen muchos padres, las derrotas son huérfanas.
Una vez reabastecido y rearmado, varios meses después, escoltado por
una flota inglesa, atravesó todo el litoral en sentido este oeste, e intentó un
segundo ataque, esta vez por La
Vela de Coro; desembarco que afortunadamente se efectuó sin
contratiempos, sin enfrentamientos ni muertes, en forma pacífica, tanto, que el
general se hospedó en la casa de familia del Juez don Antonio Navarrete, donde fue
generosamente obsequiado y permaneció durante varios días. Miranda desembarcó
en La Vela el 3
de agosto y entró a Santa Ana de Coro, el 4 de agosto, y por casualidad, ese
mismo día, en la Plaza
Mayor de Caracas, frente a la tropa formada, y en
cumplimiento de la sentencia del Capitán General de la Provincia , se estaba
incinerando la bandera que le habían arrebatado al ejército patriota, aquí en
Ocumare.
Cuenta el Juez
Navarrete que Miranda llegó a su casa a las 4:45 minutos del 4 de agosto,
vestido con un uniforme azul, ornamentado en oro, y con cuello, carteras y
vuelta, y tres estrellas de oro en el corte. El uniforme tenía collarín
encarnado, bordado con vueltas y golpes de palma, como los jefes de brigada de
Francia. Estaba acompañado de oficiales norteamericanos, ingleses, dominicanos,
franceses, cubanos, españoles, trinitarios, y negros barloventeños.
Izó la bandera en la
iglesia y su secretario Molini escribe que revisando los mapas, explicó que su destino era Ocumare, entre
Puerto Cabello y La Guaira ,
próximo a Caracas, y no Coro, ciudad que no se podía fortificar ni
defender, por ser el terreno demasiado
plano, abierta y sin alturas. Que resultaba imposible permanecer en ella. Navarrete
le brindó su hospitalidad hasta el día 7 a las 10:15 de la noche cuando partió.
Cuando la flota del Rey llega a Coro desde diferentes puertos, ya
Miranda ha levado anclas rumbo a Araba y Trinidad, y de allí, a Londres, de
donde regresará cuatro años después, a raíz de los sucesos del 19 de abril. La
actividad militar de Miranda en Venezuela será muy breve: unos meses en 1806 y
menos de dos años entre 1810 y el 12; y todos signados por el fracaso y la incomprensión; la derrota de
Ocumare, el desaire de Coro, los fracasos de la primera república, la
inexplicable capitulación de San Mateo, la prisión y entrega a manos de sus
propios oficiales encabezados por el Libertador. Vendrán luego la Fortaleza de La Guaira , el Castillo de
Puerto Cabello, el Castillo del Morro en Puerto Rico, y de allí al Castillo de
las Siete torres en el Arsenal de La
Carraca en Cádiz. “Estas cadenas españolas me pesan menos que
las que me pusieron mis compatriotas en La Guaira ”; dirá.
Cuando la flota de Su Majestad llega a Coro, ya los cañones del imperio
no lo alcanzan, pero lo españoles que si conocían perfectamente el poder y el
alcance de las palabras, y cómo un verso podía ser más dañino que un cañonazo,
pretendieron ridiculizarlo, y desde
lejos le lanzaron una cuarteta escrita en muy buen castellano, que copiaron
como graffiti en las paredes de Caracas y otras ciudades del Caribe. La
cuarteta, rescatada por el historiador Edgardo Mondolfi, decía así:
A ESTE VENDIDO AL INGLÉS
CON SU ZARCILLO EN LA OREJA
Y SU PELUCA DE VIEJA
TODO LE SALE AL REVÉS.
A finales del siglo XIX, el gobierno norteamericano regaló a Venezuela
“las águilas del escudo de los Estados Unidos” en homenaje a los jóvenes
norteamericanos muertos en la acción. Un juego de estas águilas fue colocado
por orden del general Joaquín Crespo en Puerto Cabello, y otro en la Plaza Girardot de Maracay. Creo
que las de Maracay deberían ser colocadas coronando un gran monumento, aquí,
frente al mar de Ocumare.
En 1963, el Presidente Rómulo Betancourt decidió instituir un “Día
Nacional de la Bandera ”
y a tal efecto invitó a Miraflores y le solicitó asesoría, a un grupo de muy
destacados intelectuales entre quienes estaban
S. E. El Cardenal José Humberto Quintero, don J. A. Cova, don Enrique
Bernardo Núñez Cronista de Caracas, don Cristóbal Lorenzo Mendoza, don Ramón
Díaz Sánchez, don Marcos Falcón Briceño, el ex presidente don Edgar Sanabria
Arcia, don Martiano Picón Salas y don
José Nucete Sardi, ambos, biógrafos de Miranda; la flor y nata de los
académicos de la historia. Ellos le
hablaron del 12 de marzo, día del izamiento en Haití y del 3 de agosto, día del
desembarco en La Vela
de Coro. El presidente, sabiamente, decidió declarar el 12 de marzo, aun cuando
era una fecha no relacionada con el territorio nacional, con el sólido
argumento de que durante el mes de agosto los estudiantes estaban de vacaciones
y la idea era que se celebrara la fecha con actividades escolares: charlas,
periódicos murales, escenificación de desembarcos y de izamientos. Nadie le habló del desembarco en Ocumare. En
el Diccionario de Historia de Venezuela de la Fundación Polar ,
el más completo publicado hasta ahora en el país, en el capítulo dedicado a la
bandera, no se dice nada del desembarco en Ocumare. Esta inexplicable omisión,
impidió que fuera instituido, el día en que el tricolor flameó por vez primera
en nuestro territorio. De haberle hablado al Presidente del 27 de abril, ese
hubiera sido el día elegido.
Indudablemente fue una decisión sabia, pero basada en información
errónea, no por incorrecta, que no lo era; sino por incompleta.
Como Ustedes habrán observado, todas las televisoras oficiales y
privadas (del gobierno y de la oposición), están promocionando programas
titulados “Arribo de Miranda a La
Vela de Coro”, cuyos solos títulos, hacen creer que la
primera vez que el tricolor nacional ondeó en territorio venezolano, fue en La Vela de Coro, lo cual es
inexacto. Se anuncian imponentes desfiles navales frente a las costas de Falcón
y el Señor Gobernador de ese estado, ha manifestado públicamente su
agradecimiento, en la televisión y en la prensa, por haber recibido 85 mil millones de
bolívares para celebrar dignamente la fecha, incluyendo la necesaria
restauración del casco colonial de nuestra histórica primera ciudad capital de
Venezuela, sin que nada se haya dicho de Ocumare de la Costa.
Muy mal servicio le hacen al gobierno nacional y a nuestros mandos
militares, quienes elaboran programas de televisión sin el debido asesoramiento
de historiadores calificados, porque no
se justifica que durante un gobierno presidido por un Oficial del
Ejército, se ignore la primera batalla
militar que en territorio latinoamericano enfrentó a un ejército organizado (el
patriota) contra otro ejército organizado (el realista), por la independencia
de América. Extraña más que los medios
desconozcan nuestro primer combate naval y a sus mártires, y que se
baypasée, se ignore o se minimice y de excluya de los actos conmemorativos al
primer combate naval, siendo Ministro de la Defensa , un digno Almirante de nuestra gloriosa
Armada.
Muy mal servicio se le hace a la memoria del General Miranda, quien
tuvo su primera y su última actuación militar por la independencia, ambas
veces, en territorio de Aragua, la primera vez en Ocumare en 1806, y la última
en La Victoria
en 1812, cuando hoy se le quiere celebrar con imponentes desfiles navales la
llegada pacífica a Coro, mientras se le ignora la llegada a Ocumare, que no fue
ni tan pacífica ni tan festinada, sino más bien bañada en sangre de héroes.
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Pero el daño
mediático ya está hecho y desde hace mucho tiempo. Los primeros culpables del
error fueron los historiadores que en sus historias minimizaron la importancia
del combate de Ocumare, porque constituyó una derrota, así como hablan poco de
las batallas de La Puerta
en las cuales fue derrotado el propio Libertador. Ignoran que la guerra es un
carro que avanza sobre dos ruedas, las victorias y las derrotas, y que jamás ha
podido avanzar sobre una sola. Nuestros historiadores han descalificado el tema
con una frase terrible; al referirse al viaje de Miranda dicen: “Salió de Haití
y luego de una incursión fallida en Ocumare, arribó a La Vela de Coro”. Con esa
frasecita, “incursión fallida”, echan un manto de olvido sobre la primera
batalla de América hispana por su independencia y dejan a un lado, sin un Padre
Nuestro, a nuestros primeros mártires.
Si le preguntamos a
cualquier venezolano, de cualquier tiempo, donde ondeó por vez primer nuestra
bandera, todos responderán convencidos, que el La Vela de Coro, y eso es
inexacto. Y ya es imposible detener el bombardeo de programas de televisión que
inundan de información errada sobre el tema a los venezolanos. La Escuela de Historia de la
U. C. V. realizó antenoche un programa de
televisión con la presencia de su director y los profesores especialistas en el
tema, y todos hablaron de la llegada de Miranda a Coro y nadie mencionó a
Ocumare; y lo peor, la Academia Nacional
de la Historia ,
a la cual me honro en pertenecer, ha organizado un interesante ciclo de conferencias
bajo el título de “Bicentenario del arribo de Miranda a La Vela de Coro”, y ante mi
palabra de protesta se rebautizó y ahora se llama “Arribo de Miranda a las
Costas Venezolanas”, pero ni por casualidad se dice a cual costa.
Ocumare ha debido hoy
ser declarada capital de Venezuela y ser escenario del más imponente desfile
naval de nuestra historia para recordar nuestra primera batalla naval con la
misma solemnidad con que recordamos la última.
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Se ha sido injusto
con Miranda y con Ocumare, pueblo que con tanta historia siempre termina
quedándose solo, afrontando solo su futuro.
Ocumare quedó por
muchos años solo y en el olvido. Cuando el muy ilustre Primer Alcalde de El
Limón, don Gerardo Yépez Tamayo planteó
la posibilidad de eliminar el Municipio Mario Briceño Iragorri y crear el gran
Municipio de la Costa ,
integrado por los pueblos del frente Costero Aragüeño, porque no se justificaba
que mientras Nueva York tiene un solo Alcalde, Maracay tuviera dos; ni que
entre Ocumare y su Capital El Limón,
entre Choroní y su capital Maracay, y entre Chuao y su capital Turmero,
se interpusiera nada menos que la
Cordillera de la
Costa , un diputado
“robañema” se apropió de la idea, en lugar de analizarla en toda su grandeza la
mutuiló, y logró la independencia de Ocumare pero solo, no como capital del
gran frente marino caribeño sino solo, con sus carencias y sus limitaciones; y
le cambiaron su nombre histórico por uno turístico y rumbero.
Pero Ocumare tiene
pasado, presente y futuro. Atrás están los indios Barriga, primeros pobladores,
las encomiendas, los esclavos africanos, los ataques e invasiones de los
corsarios, el contrabando inglés, francés y holandés que traficaba el 30% de
las exportaciones, el cacao de Ocumare mantenía dos conventos en Caracas, entre
ellos el de la Limpia Concepción
de “Santa Clara de Asís”. Cuando muere el Rey Carlos II “El Hechizado” se
plantea en Europa una guerra de años entre el Emperador Leopoldo de Austria y Felipe
de Anjou, nieto del Rey Luís XIV de
Francia, por la corona española. Esa guerra tiene un epicentro, aquí en
Ocumare, como lo han estudiado Lucas Guillermo Castillo Lara y Gisela Pastori.
Inglaterra, Austria, Holanda y Portugal se oponen a que en una sola cabeza se
unan las coronas de Francia y España y crean el Partido Austriaco para impulsar
al Archiduque Carlos de Austria. Tratan de sublevar las provincias y viene al
caribe don Bartolomé de Capocelato, Conde de Antería, quien se establece en Ocumare
y desde aquí dirige la trama conspirativa, en acuerdo con los hermanos Heredia,
curas de Ocumare y La
Victoria y enredan la situación con la rebelión de los
Alcaldes que aspiran y logran arrebatar el poder de los gobernadores y desatan
cismas en la milicia, en los centros de poder y en la iglesia. Se hace preso al
Conde de Capocelato aquí en Ocumare, cesa la conspiración, lo cual desanima a
los países europeos, y se consolida definitivamente en España, Su Majestad Felipe V, el primer Rey Borbón,
fundador de la actual dinastía.
Hay que rescatar al
prócer Sargento y Coronel Joaquín María Campo, ocumareño, quien peleó en
Carabobo y acompañó al Libertador en la Campaña del Sur.
Y estudiar la
influencia que tuvieron en el pueblo las chocancias del cura de Ocumare,
denunciadas ante el obispo, quien hacía sentar a cuatro esclavos, antes de
empezar la misa, en el banco de las autoridades españolas, y antes de iniciar
el oficio religioso, al hacer su entrada las autoridades, hacía un seña y los
esclavos se paraban y se llevaban el banco cargado para la sacristía.
Y la eterna pugna
entre los cabildos de Caracas y Valencia por la jurisdicción sobre Ocumare. El
11 de julio de 1811, seis días después de la Declaración de
Independencia, Valencia se opone y se declara fiel a la corona, pero Ocumare y
Cata desconocen el pronunciamiento y se uman a la independencia. Esto recrudece
la pugna y así se mantendrá hasta que el General Juan Vicente Gómez le poga fin
al pasar a Ocumare de Carabobo para Aragua y construya la carretera en 1916.
Pero el momento más
dramático de esa larga historia tiene lugar 10 años después de los
acontecimientos que hemos recordado hoy. En julio de 1816. El mismo día que
Miranda muere en el Arsenal de La
Carraca , en Cádiz, Bolívar desembarca en esta misma playa de
Ocumare y sufre una de sus más desalentadoras derrotas. Es una vuelta más que
hace girar la rueda izquierda, la rueda sinistra, del carro de la guerra.
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Existe una sola
manera de corregir el error y no hay ninguna otra, y es que el Señor Presidente
de la República ,
por decreto ejecutivo, corrija el error de Betancourt y declare que “El Día
Nacional de la Bandera
será el 27 de abril”; para que cuando se diga, se pregunte el por qué.
Hace hoy 10 años, el
gobernador del estado Aragua, declaró por decreto ejecutivo, al 27 de abril,
“Día de la Bandera Nacional
en Aragua”, ordenó la erección de un monumento y solicitó que se iniciaran
gestiones para cambiar el Día de la
Bandera ; y el pasado 27 de abril de 2005, en la oportunidad
de pronunciar el discurso de orden con motivo del cuatricentenario de la
publicación de “El Quijote”, tuve el honor de proponer muy respetuosamente
ante la Asamblea Nacional , que incluyeran en la futura ley de la materia
(ya aprobada), el cambio de la fecha. Ni siquiera se tocó el tema en su
oportunidad. Recientemente envié al señor Presidente y a las Asamblea Nacional,
varias comunicaciones, que no se donde estarán.
En todas las épocas,
nuestros pensadores y dirigentes han dicho que la clave está en la educación;
que la democracia se basa en la educación; que sin educación no hay democracia
ni puede haber revolución, que la revolución tiene que comenzar por la
educación. Y eso es verdad. Pero la educación tiene que basarse en la verdad y
vencer la distorsión. La historia de Venezuela adolece del mal de la distorsión
y nos corresponde a los dirigentes y a los educadores, luchar contra ese mal y
vencerlo. Todavía, dos siglos después, casi nadie sabe qué pasó el 19 de abril
ni qué pasó el 5 de julio. Los periódicos se llenan de invitaciones a actos
oficiales para celebrar el 19 de abril la declaración de independencia, lo cual
es inexacto. Cuando se pregunta, se dice que el 19 de abril se declaró la independencia
y el 5 de julio se firmó el acta. Eso es distorsión. Lo mismo que ha pasado con
la bandera.
Hoy no estamos
conmemorando la batalla sino la llegada de la bandera; la batalla fue mañana.
Tenemos que
aprovechar este momento histórico, en el cual,
dentro del proceso de transformaciones que experimenta la Patria , se están
actualizano los símbolos. Nuestro Escudo de Armas incorporó a las nuevas
entidades federales, a nuestra exuberante flora y a la representación de los
primitivos habitantes y de los campesinos. Solo le falta incorporar la
representación de nuestros abuelos africanos, cuyos descendientes poblamos todo
el país y especialmente estas hermosas
costas aragüeñas; y a nuestros abuelos españoles, especialmente a los españoles
patriotas que como Villapol o Campoelías, también lucharon por la
independencia. Somos como lo dijo el Padre de la Patria , un crisol de razas;
producto de un mestizaje y nadie es descendiente exclusivamente de Guaicaipuro,
ni del negro Miguel ni de Diego de Losada, todos somos descendientes de todos.
Y como el escudo debe
representar a todo el pueblo venezolano, debemos representar en el a los extranjeros, somos un país de
integración, nuestro estado en lugar de cuatro etnias fue formado por cuatro,
con un pueblo entero de alemanes,
nuestro escudo lo pintó un inglés, el Acta de la independencia la redactó un
italiano y en la batalla de Carabobo había más ingleses, irlandeses y alemanes
que aragüeños; y los verdaderos descubridores de nuestro país ante el mundo
fueron un italiano y un alemán; Agustín Codazzi y Alejandro de Humboldt.
Ya a la bandera se le
incorporó, cumpliendo un decreto del Libertador de 1817, la octava estrella, en
representación de la
Provincia de Guayana; ahora le faltan la novena en
representación de la
Provincia de Coro, incorporada a la independencia en 1818, y
la décima, en representación de la
Provincia de Maracaibo, en donde terminó verdaderamente
nuestra gesta magna. La guerra no terminó con la batalla de Carabobo; fue
necesario tomar al indoblegable Puerto Cabello en el año 23, y librar la batalla naval del Lago, luego de
la cual tuvo lugar el gesto más hermoso y que puso fin a la guerra.
Los buques españoles
quedaron atrapados dentro del lago, con 600 familias españolas a bordo, que se marchaban para Puerto Rico. Ante el
temor de que pudieran ser cañoneados al pasar por la barra del lago, Francisco
Tomás Morales, último Capitán General de España en Venezuela, se dirigió a los
vencedores. Por respuesta se le comunicó que podían salir en paz; que a las
familias que desearan quedarse, el gobierno republicano le garantizaba sus
vidas y sus bienes, pero que quienes quisieran irse podían hacerlo sin peligro,
y se le solicitó, que los buques izaran
en sus mástiles la bandera española, porque el ejército patriota desde
tierra, le rendiría honores militares,
para significar que en lo sucesivo, Venezuela y España serían Patrias hermanas.
Nadie abrigará dudas de que ese solo gesto, bien merece la
décima estrella.
Pero lo fundamental,
para poner las cosas en su sitio, para definitivizar a nuestros símbolos, para
reivindicar el combate de Ocumare como el comienzo de la guerra; y para hacer
un acto de justicia tardía, es cambiar
el “Día Nacional de la Bandera ”.
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Señoras y señores:
Termino por donde he
debido comenzar; por dar las gracias. Al Honorable Consejo Legislativo de
Aragua, al ilustre Concejo Municipal de Ocumare de la Costa , a la señora Prefecto
de Ocumare, a don Diógenes Hermoso, y muy especialmente al diputado Juan
Monasterios Malavé, quien como gran
caballero que es, declinó el legítimo derecho que tenía de ser Orador de Orden
en este acto, para permitirme formular
la proposición con la cual concluyo:
Que el pueblo de
Ocumare y el de Aragua, juntamente con sus autoridades, solicitemos muy
respetuosamente del señor Presidente de la República , la promulgación de un Decreto
Ejecutivo, mediante el cual se declare
que en lo sucesivo, el “Día nacional de La Bandera ” Y “Día de los Símbolos Patrios”, será el
27 de abril, en memoria de la primera vez ondeó en territorio venezolano, la
bandera tricolor que es símbolo primero y principal de la Patria y siempre ha
encabezado y encabeza hoy, las luchas del pueblo venezolano por su independencia
y por su libertad.
HE DICHO.
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