HUMBOLDT EN EL
CONSEJO Y LA VICTORIA
(Tomado del libro "LA VICTORIA Ciudad Santa de la Restauración". Por haber sido escaneado puede contener errores de letras mal copiadas que el lector sabrá perdonar y señalarme. Gracias).
Dedicado a don Matías Von Fedak Von Wallerstain
“El Barón de Humboldt ha hecho
más bienes a la América, que
todos sus conquistadores.”
Simón Bolívar
El Barón Alejandro de Humboldt estuvo apenas en dos oportunidades
por tierras que hoy son parte del Estado Aragua; la primera vez, seis
días y cinco noches, del 9 al 14 de febrero de 1800, entre Quebrada Seca y
Maracay; y la segunda, del 9 al 11 de
marzo del mismo año, entre Magdaleno y San Juán de los Morros. Durmió dos
noches en El Consejo, dos en La Victoria, una en Maracay, y un mes después, dos
en Villa de Cura. Eso fue todo. Han pasado dos siglos y todavía se recuerda su presencia, gracias a
la valiosa contribución que prestó al conocimiento del nuevo continente ante el
mundo científico de su época y por sus acertadas observaciones sobre nuestra
realidad.
Arribó
a la antigua Provincia de Venezuela, el 16 de Julio de 1799, cuando llegó a Cumaná acompañado por Aimé Bonpland, a
bordo de la fragata española “Pizarro.”
Habían salido de Europa el 5 de
junio anterior, por el puerto de La Coruña. Era un hombre de 30 años, ya reconocido
por su ciencia y su sabiduría. En nuestro oriente recorre Cumaná, la Península
de Araya, el Valle de Caripe, la Cueva del Guácharo, Santa María, Catuaro y
Cariaco. En Cumaná tiene la suerte de presenciar un eclipse de sol, un temblor
de tierra y una lluvia de estrellas. El 18 de Noviembre parten hacia La Guaira
con escala en Barcelona. Bonpland
desembarca en Higuerote para seguir el camino por tierra y Humboldt continúa
viaje a La Guaira, donde llega el 21 de
Noviembre. Seis días después, el 27, llega a Caracas y el primero de diciembre
lo alcanza Bonpland. En la Capital de la Provincia recibe el turbulento siglo
XIX y en su segundo día, ascienden al
Pico del Avila.
Permanecen
setentidós días en la capital y el 7 de febrero se despiden para siempre de
Caracas, toman el antiguo camino de los españoles y emprenden viaje hacia los valles de Aragua.
Costean
la orilla derecha del río Guaire hasta la Villa de Antímano. La Vega, Carapa.
De Antímano a Las Adjuntas, se pasa 17 veces el Guaire. El camino es
largo, accidentado y cansador, pero
pleno de novedades para los ojos del científico. Describe los suelos, el clima,
la vegetación, la gente. El 8 de febrero
al salir el sol se ponen en camino para
atravesar el Higuerote, grupo de
montañas elevadas que separan los Valles de Caracas de los de Aragua. Suben a la altiplanice de Buenavista, de allí bajan al poblado de San Pedro,
remontan al oeste los pequeños cortijos de Las Lagunetas y Los Garabatos, y de
allí, a los valles del río Tuy. Las Cocuizas debe su nombre a un maguéi.
Observa que existen dos plantas con hojas de Agave: el maguéi de cocuiza y el
de cocúi; cuyo zumo fermentado y dulce
da un aguardiente por destilación. Las fibras de sus hojas sirven para cordeles
de una resistencia extraordinaria; “En el reloj de la Catedral de Caracas una
cuerda de maguéi de cinco lineas de diámetro tenía en suspensióm hacía 15 años,
un peso de 350 libras.” Entran en un país “...ricamente cultivado poblado de
caseríos y villas, entre las que algunas en Europa llevarían el nombre de
ciudades. De este a oeste, en una distancia de 12 leguas –escribe- se hallan La
Victoria, San Mateo, Turmero y Maracay, que cuentan por todos más de 28.000
habitantes.” Las planices del Tuy –dice- pueden considerarse como la extremidad
oriental de los Valles de Aragua, que se extienden desde Güigüe, a orillas del
Lago de Valencia, hasta el pie de Las Cocuizas. La nivelación barométrica les
da 295 toesas para la altura del valle en “La Urbina” y 222 para la superficie
del lago. La toesa es una antigua medida francesa de longitud, equivalente a un
metro y 946 milímetros.
Humboldt en El Consejo.
Llegan a El Consejo el 9 de Febrero de 1800. El
pueblo que primero fue un camino y luego un punto en el camino, tenía ya
veintitrés años de fundado, algunas
casas esparcidas al borde del sendero que sigue paralelo y entrecuzándose con el río
Tuy, unas pocas viviendas dentro del pueblo, una
iglesia y una imagen milagrosa de la Virgen.
Hermosos recuerdos del Tuy Arriba
asienta Humboldt en sus escritos. Las noches eran de un frescor delicioso. A
medida que menguaba el calor, parecía embalsamarse más el aire con el olor de
las flores. Distinguimos sobre todo el aroma delicioso del Lirio hermoso cuya
flor es de 8 a 9 pulgadas de largo y que adorna las orillas del río.
“Dos
días muy agradable pasamos en la hacienda de Don José de Manterola.
La
finca donde habitamos es una hermosa plantación de caña de azúcar cuyo terreno
es parejo como el fondo de un lago desecado. El río serpea entre tierras
plantadas de bananeros y un bosquecillo de Jabillos, Bucares Peoníos e Higuerones. “No se de baños
más agradables que los del Tuy: el agua clara como un cristal conserva aún
durante el día la temperatura de 18 grados.”
La
casa del propietario colocada en un montículo, está circundada por las chozas
de los negros, de los cuales, los que están casados, proveen por si mismos a su
subsistencia.
Oigamos al ilustre viajero:
“De Las Lagunetas bajamos al
valle del río Túy. Esta cuesta occidental del grupo de montañas de Los Teques
lleva el nombre de Las Cocuizas. Abunda en dos plantas con bojas de Agave. el
Maguéi de Cocuiza y el Maguéi de Cocúi. Este último pertenece al géneroYucca:
es nuestra Yucca acaulis, cuyo zumo
fermentado y dulce da un aguardiente por destilación. He visto comer los
renuevos de sus hojas: y las fibras de las hojas ya hechas sirven para cordeles
de lina resmstencia extraordinaria. En el reloj de la Catedral de Caracas una
cuerda de Maguéi de 5 líneas de diámetro tenía en suspensión hacía 15 años un
peso de 350 libras. Dejando los montes de Higuerote y de Los Teques, se entra
en un país ricamente cultivado, poblado de caseríos y villas, entre las que
algunas en Europa llevarían el nombre de ciudades. De Este o Oeste, en una
distancia de 12 leguas, se hallan La Victoria, San Mateo, Turmero y Maracay,
que cuentan por todo más de 28.000 habitantes. Las planicies del Túy pueden
considerarse como la extremidad oriental de los valles de Aragua, que se extienden
desde Güigüe, a orillas del lago de Valencia, hasta el pie de Las Cocuizas. La
nivelación barométrica me ha dado 295 toesas para la altura absoluta del Valle
del Túy, cerca de la hacienda de Manterola, y 222 toesas para la superficie del
lago. El río Túy, que nace en los cerros de Las Cocuizas, comienza a correr al
Oeste, y luego tuerce al Sur y al Este siguiendo al par de las sabanas altas de
Ocumare, recibiendo las aguas del valle de Caracas y desembocando a barlovento
del cabo Codera. La pequeña parte de su cuenca dirigida hacia el Oeste es la
que, geológicamente hablando, aparentaría pertenecer a los valles de Aragua,
si las colinas de toba calcárca que interrumpen la continuidad de esos valles
entre El Consejo y La Victoria no mereciesen alguna atención. Aquí recordaremos
una vez más que el grupo de cerros de Los Teques, alto de 850 toesas separa dos
valles longitudinales cavados en granito, gneis y micaesquisto, y que el del
Este, que incluye la capital de Caracas, es de 200 toesas más elevado que el
del Oeste, el cual puede ser considerado como el centro de la industria
agricola.”
“Acostumbrados desde
hacía tiempo a una temperatura moderada, hallamos extremadamente cálidas las
llanuras del Tuy. El termómetro sin embargo, no se mantuvo en el día, de las 11
de la mañana a las 5 de la tarde, sino
entre 23” y 24”. Las noches eran de un frescor delicioso, bajando la
temperatura del aíre hasta 17°,5 (14°
R.).
A medida que
menguaba el calor, parecía embalsamarse mas el aíre con el olor de las flores.
Distinguimos sobre todo el aroma delicioso del Lirio hermoso, nueva especie de
Pancratium(P.undulatum), cuya flor es de 8 a 9 pulgadas de largo, y que adorna
las orillas del río Tuy.”
“Dos días muy
agradables pasamos en la hacienda de Don José de Manterola quien en su juventud
habia sido agregado a la legación española en Rusia. Educado y protegido por el
Sr. de Zaavedra, uno de los intendentes más ilustrados de Caracas, quiso
embarcarse para Europa cuando este célebre hombre de Estado subió al Ministerio,
Teniendo el crédito del Sr. de Manterola, el gobernador de la provincia lo hizo
aprehender en el puerto; pero cuando llegaron las órdenes de la corte para dar
término a un arresto tan arbitrario, ya el favor del ministro había cesado. No
es cosa fácil que a 1500 leguas de distancia de las costas de la América
equinoccial se llegue a tiempo para aprovecharse del poder de un hombre en
buena posición.”
La Hacienda de
Manterola es “La Urbina.”
Se
trata de la Hacienda “La Urbina”, antigua propiedad de las familias Morgado,
Urbina, Landaeta, Peinado y Matos, a la
que Humboldt llama en sus escritos: “La Hacienda de Manterola”. Esta
denominación que confundió durante
muchos años a los historiadores e
investigadores, quienes trataban infructuosamente de encontrar vestigios de una
hacienda llamada así, obedece a lo siguiente: la hacienda “Urbina” o “La
Urbina”, situada cerca de Quebrada Seca, al Norte de El Consejo, era para 1678,
propiedad de Don Manuel Urbina, por compra que de ella hizo a Don José Morgado
Cardona, hijo y heredero del propietario original, el Capitán Juán Sánchez
Morgado, cuya cuatricentenaria casa consejeña aún existe y es Monumento
Arquitectónico Municipal conocida como “La Casa de Morgado”. Al morir don Manuel Urbina -con cuyo apellido se bautiza la
hacienda-, esta pasa a su hijo Andrés
Manuel Urbina, de quien la hereda su hija Catalina Antonia Urbina, casada con
Don Blas Landaeta. La hija de ambos, Catalina Landaeta Urbina casó con Don Juan
Peinado a cuyo poder pasó la hacienda en 1767. Viudo de Doña Catalina, Don Juán
Peinado casó con Doña María Josefa Matos Monserratte, quien, viuda de Don Juan,
contrajo segundas nupcias con Don José
Ciriaco de Manterola y López, un buen español –como él mismo se definirá-que
había sido agregado en la embajada de España en Rusia, Ministro Jubilado de la
Real Hacienda. En agosto de 1813, siendo
Comisario Ordenador, huye de Caracas hacia Curazao “antes de que lleguen
nuestros enemigos (los libertadores) y en 1816 participa en el remate que
despoja de su casa (la casa del vínculo), a Simón Bolívar.
Con el correr del tiempo la hacienda pasó a manos de los Mier y Terán.
Doña Carmen Mier y Terán estaba casada con Don Nicanor González Linares quien
al enviudar casa con con Guadalupe Novel. Ala muerte de su esposo, Doña
Guadalupe vende a Don Gustavo Vollmer Ribas, de quien la hereda su hijo Don
Alberto Vollmer Boulton. Don Alberto la
vende a Luis Larrain Mawdsley. Los herederos de Don Luis, Doña Margot Blank
Antich de Larrain y sus hijos, la venden a su actual propietario, Don Rafael
Branger Ruthman.
“La finca donde
habitábamos es una hermosa plantación de caña de azúcar, cuyo terreno es parejo
como el fondo de un lago desecado. El río Tuy serpea entre tierras plantadas de
bananeros y un bosquecillo de Huta crepitans (Jabillo), de Erythrina corallo
dendroil (Bucare peonio) e Higueras con hojas de Ninfea (Higuerón). El lecho
del río está formado de guijarros de cuarzo. No se de baños más agradables que
los del Túy: el agua clara como un cristal conserva, aun durante el día, la
temperatura de 18”. Es gran frescor para estos
climas y para una altura de 300 toesas; pero las fuentes del río se
hallan en cerros cercanos. La casa
del propietario, colocada en un montículo de 15 a 20 toesas de elevación, está
circundada por las chozas de los negros, de los cuales, los que están casados
proveen por sí mismos a su subsistencia. Se les asigna aquí, como en todos los
valles de Aragua, una parcela de terreno cultivable. En esta invierten los
sábados y domingos, únicos días libres en la semana. Poseen gallinas, y aun a
veces un cerdo. El amo ensalza la dicha de ellos, como en el Norte de Europa
gustan los señores de ensalzar el bienestar de los campesinos adscritos a la
gleba. El día de nuestra llegada vimos reivindicar tres negros fugitivos: eran
esclavos comprados ha poco. Temí asistir a uno de esos castigos que
dondequiera que reina la esclavitud sustraen el embeleso a la vida de los campos.
Felizmente los negros fueron tratados con humanidad.”
En su relato sobre
la estadía en “La Urbina” desarrolla
Humboldt toda una lección sobre el cultivo de la caña en la provincia, sus
diferentes tipos y especialmente su origen:
“En esta plantación,
como en todas las de la provincia de Venezuela, distinguen ya desde lejos, en
el color de las hojas, las tres especies de caña de azúcar cultivadas: la
antigua caña criolla, la caña de otajeti, y la caña de Batavia. La primera
especie tiene hojas de un verde más subido, el tallo mas cenceno, los nudos más
juntos. Fué la primera caña de azúcar introducida de la India en Sicilia, en
las Canarias y en las Antillas. La segunda especie se distingue por un verde
más claro. Su tallo es más alto, grueso y suculento. Toda la planta anuncia una
vegetación más lujuriante. Es debida a los viajes de Bougainville, de Cook y de
Bligh. Bougainville la transportó a
la isla de Francia de donde pasó a Cayena, a la Martinica, y luego, en 1792, a
las demás Antillas. La caña de Otajeti, el To de los insulares, es una de las adquisiciones mas
importantes que desde hace un siglo debe la agricultura colonial a los viajes
de las naturalistas. No solamente rinde, en una extensión igual de terreno, una
tercera parte de guarapo (zumo fresco) mayor que la caña criol la, sino que a
causa del grosor de su tallo y la tenacidad de sus fibras leñosas produce
también mucho más combustible, Esta última ventaja es preciosa para las islas
Antillas, donde la destrucción de las selvas obliga desde ha largo tiempo a los
plantadores a servirse del bagazo para mantener el fuego bajo las calderas. Sin
tener noticia de este nuevo vegetal, sin los progresos de la agricultura en el
continente de ha América española y la introducción del azúcar de la India y de
Java, las revoluciones de Santo Domingo y la destrucción de los grandes
trapiches de esta isla, hubieran tenido una influencia aún más sensible en el
precio de los artículos coloniales en Europa. La caña de Otajeti fué llevada a
Caracas de la isla de Trinidad por la diligencia de los Sres. Don Simón de
Mayora, Martin Iriarte, Manuel Ayala v Andrés Ibarra. De Caracas pasó a Cúcuta
y a San Gil, en el reino de Nueva Granada, bajo el nombre de Caña solera. En
nuestros días, un cultivo de 25 años ha disipado casi por completo el temor que
al principio se habia abrigado de que trasplantada a América degenerara
insensiblemente y se volviese delgada como la caña criolla. Si fuere una
variedad, es variedad muy constante. La tercera especie o sea la caña morada,
llamada caña de Batavia, o también de Guinea, es ciertamente indígena de la
isla de Java, donde de preferencia se la cultiva en los distritos de Japara y
Pasuruan. Su follaje es purpúreo y
muy amplio, y se la prefiere en la provincia de Caracas para la fabricación del
ron. Los tablones o superficies plantadas con caña de azúcar están separados
por vallados de una gramínea colosal, la Lara o Gynerium de hojas dísticas.”
La construcción de un canal
en base a cálculos errados.
“Trabajaban
en el Tuy en terminar un dique para llevar un canal de irrigación, empresa que
habia costado al propietario 7000 pesos en gastos de construcción y 4000 en
costos de proceso con sus vecinos. Al paso que disputaban los abogados por una
acequia hecha a medias, empezó el Sr. Manterola a dudar de que el proyecto
mismo fuse ejecutable. Hice la nivelación del terreno con un anteojo de prueba
sobre un horizonte artificial, y hallé que habían hecho la azud 8 pies
demasiado bajo. Cuánto dinero he visto
gastar inútilmente en las colonias españolas para construcciones fundadas en
nivelaciones erróneas!”
La mina de oro.
“Como casi todo sitio de la
América habitado por blancos y arrimado a
montañas primitivas, tiene el valle del Tuy su "mina de oro".
Aseguraban haber visto en 1780, lavadores
de oro extranjeros que recogían granos de oro y establecieron un lavadero en la
Quebrada del Oro. Un gerente (o mayordomo) de una haciencha cercana había
observado estas señales: habíanle hallado, cuando murió, un jubón con botones
de oro; y conforme a la lógica popular, ese oro no podía venir sino de un filón cuyo afloramiento habían hecho
imperceptible los derrumbamientos del terreno. En vano objetaba yo que con sólo
mirar el terreno y sin que un corte profundo indicase la dirección del filón,
apenas podía juzgar de la existencia de tal mina: fuerza fué ceder a las instancias de mis huéspedes.
Desde hacía veinte años el jubón del mayordomo era objeto de todas las conversaciones
del cantón. El oro extraído del seno de la tierra bien tiene otro aliciente a
los ojos del pueblo que el producido por la industria agrícola favorecida por
la fecundidad del suelo y la benignidad del clima.”
Quebrada
Seca.
“Al Noroeste de la hacienda
del Tuy, en la línea septentrional de la sierra costanera, se abre una arroyada
profunda. Llámasela Quebrada Seca, porque el torrente que la ha formado pierde
sus aguas por las grietas del peñón antes de llegar al cabo del zanjón. Toda
esta comarca montuosa está revestida de una espesa vegetación. Encontramos
otra vez el mismo verdor cuya frescura nos había seducido en las montañas de Buenavista
y las Lagunetas, dondequiera que se eleva el terreno a la región de las nubes y
donde tienen libre acceso los vapores del mar. En las llanuras, por el
contrario, tal como arriba lo hemos observado, muchos árboles se despojan de
una parte de sus bojas durante el invierno; y al descender a los valles del Tuy
salta a la vista el aspecto casi invernal del país. Tal es la sequedad del
aire, que el hidrómetro de Deli, se mantiene noche y día de 36" a 40' 30.
Lejos del río se ve apenas algún Hura o Piper arbóreo.”
“He aqui una serie de
observaciones higrometricas que he hecho a la sombra en los valles del Tuy y de
Aragua, habiendo sido reducido el higrómetro de ballena con cuidado al punto de
la extrema humedad.
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da sonibra en
bosquecillos exentos de verdor. Parece debido este fenómeno a la sequedad del
aire que alcanza su maximum en febrero, y no, como dicen los colonos europeos.
"en las estaciones de España, cuyo imperio se
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxdilara hasta la propia zona tórrida''. Sólo las plantas
transportadas de un hemisferio a otro persisten por decirlo así en relaciones
con un apartado clima en lo tocante a sus funciones orgánicas, al desarrollo
de sus hojas y flores, y fieles a sus hábitos, observan sus periódicas
mudanzas por largo tiempo. En la provincia de Venezuela, los árboles despojados
de su follaje empiezan a recuperarlo casi un mes antes de la estación de las
lluvias. Es probable que en esta epoca ya esté roto el equilibrio eléctrico del
aire, y que la atmósfera, bien que todavía sin nubes, se ponga poco a poco más
húmeda. Empalidece el azul del cielo y las altas regiones se cargan de ligeros
vapores uniformemente extendidos. Puede mirarse esta estación como el despertar
de la naturaleza: es una primavera que, según el lenguaje usado en las
colonias españolas, anuncia la entrada del invierno, y sucede a los ardores
del estío. Llaman invierno la porción del año más abundante en lluvia; de
suerte que en Tierra Firme la estación que comienza en el solsticio de invierno
es designada con el nombre de estío, y una y otra vez se oye decir que hay
invierno en las montañas, en la misma época en que reina el estío en las
llanuras inmediatas.”
“Cultivábase antes el añil
en Quebrada Seca; mas como el suelo cubierto de vegetación no puede allí
devolver tanto calor como el que reciben e irradian las llanuras o el fondo del
valle del Tuy, ha sustituido a este cultivo el del café. A medida que se
penetra en el zanjón, aumenta la humedad. Cerca del hato, en la extremidad
septentrional de la quebrada, encontramos un torrente que se precipita sobre
los bancos inclinados del gneis. Trabajaban en un acueducto.”
Durante estas observaciones
todas, estaba el cielo puro y sin nubes. La humedad media del mes de febrero me
parece haber sido en los valles de Aragua,
de temperatura media. Estas cifras indican una sequedad considerable, si
se tiene en mientes el estado ordinario del higrómetro en los tropicos. Sin riego, los progresos de la agricultura
son nulos en estos climas.
El árbol caído.
“Llamó nuestra atención un
árbol (Hura Crepitans) de monstruosa corpulencia. Hallábase puesto en la
cuesta del monte por encima de la casa del hato. Dado que al menor
derrumbamiento del terreno hubiera podido aquel con su caída acarrear la ruina
del edificio al que prestaba su sombra, habíasele quemado junto a su pie y
derribádole haciéndole caer entre enormes Higuerones que le impidiesen rodar a
la quebrada. Medimos el árbol caído, y aunque su cima hubiese sido consumida
por el fuego, la longitud del tronco era todavía de 154 pies, medida de
Francia, o cosa de 50 metros. Tenía 8 pies de diámetro cerca de las raíces y 4
pies 2 pulgadas en el extremo superior.”
Menos curiosos
nuestros guias que nosotros por conocer el grosor de los árboles, nos instaban
de continuo a seguir y buscar la "mina de oro". Esta parte poco
visitada de la quebrada es bastante interesante. He aquí lo que vimos respecto
de la constitución geológica del suelo. A la entrada de la Quebrada Seca
notamos grandes masas de caliza primitiva sacaroide de grano bastante fino, de
una coloración azulada, y atravesada por una infinidad de filones de espato
calcáreo de una blancura refulgente. No deben confundirse estas masas
calcáreas con los depósitos muy recientes de toba o carbonato de cal que colman
las llanuras del Tuy; forman ellas bancos en un micaesquisto que pasa al estado
de esquisto talcoso, o sea el verdadero Talrschie ter de Werner, sin granates
ni serpentina, y nada de Eurita o Weisstein. Es más bien en los cerros de
Buenavista donde manifiesta el gneis una tendencia a pasar a Eurita. A menudo
la caliza prímitiva recubre sencillamente el esquisto en estratificación
concordante. Muy cerca del hato el esquisto talcoso se pone blanco del todo y
contiene pequeñas capas de ampelita gráfica (Zeichenschiefer) tierna y untuosa.
Algunos trozos, desprovistos de venas de cuarzo, son un verdadero grafito granuloso,
del que se podría sacar partido en las artes. El aspecto de la roca es muy
extraordinario allí donde las hojas delgadas de ampelita negra alternan con las
bojas sinuosas y satinadas de un esquisto talcoso de un blanco níveo. Seria
como si el carbono y el hierro, que en otras partes coloran la roca primitiva,
estuviesen aquí concentrados en capas subordinadas.
La
Quebrada del Oro.
“Torciendo
al Oeste, llegamos al fin a la Quebrada del Oro. Reconocíase apenas el
vestigio de un filón de cuarzo en la cuesta de una colina. El derrumbamiento
del terreno causado por los aguaceros habia mudado la superficie del suelo y
bacía imposible toda observacion. Grandes árboles vegetaban ya en los propios
lugares, en que los lavadores de oro habían trabajado ahora veinte años. Es
probable que el micaesquisto contenga aquí, como cerca de Golderonach, en
Franconia y en el país de Salzburgo, filones auríferos; pero, ¿cómo juzgar sí
el yacimiento es digno de ser explotado, o si el mineral no se encuentra allí
sino en rincones y tanto menos abundante
cuanto mas rico es? Para sacar algún partido de nuestras fatigas, hicimos una
larga herborización en el espeso bosque situado más allá del hato abundante en
Cedrela, Brownea y en Higuerones de los de hojas de Ninfea. Los troncos de
estos últimos están cubiertos de matas de vainilla muy odoríferas, que
generalmente no florecen hasta el mes de abril. De nuevo nos sorprendieron aquí
esas excrecencias leñosas que en forma de aristas o costillas aumentan tan
extraordinariamente y hasta 20 pies de altura sobre el suelo el grosor del
tronco en los Higuerones de América. Arboles he hallado que a ras de tierra medían 221/2 pies
de diámetro. Sepáranse
a veces estas
aristas leñosas del tronco a 8 pies de altura y se transforman en raíces
cilíndricas de 2 pies de grueso. El árbol parece estar sostenido por botareles.
Este andamiaje sin embargo no penetra muy profundamente en la tierra. Las
raíces laterales serpean en la superficie del suelo, y cuando se las troza con
hacha a 20 pies de distancia del tronco, se ve manar el jugo lechoso del
Higuerón, que sustraído a la acción vital de los órganos se altera y coagula.
¡Qué maravillosa combinación de células y vasos en estas masas vegetales, en
estos árboles gigantescos de la zona tórrida, que sin interrupción acaso
durante un millar de años, preparan flúidos nutritivos, los elevan hasta 180 pies
de altura, los vuelven a traer abajo, y bajo una corteza basta y dura, bajo
capas de fibras leñosas e inanimadas, ocultan todos los movimientos de la vida
orgánica!”
“Aproveché la
serenidad de las noches para observar en la hacienda del Túy las emersiones
del primero y tercero satélites de Júpiter. Por las tablas de Delambre daban
estas dos observaciones, long. 4 h. 39' 14°. Según el cronómetro hallé 4 h 39,
10". Fueron las últimas ocultaciones que observé antes de mi vuelta del
Orinoco; y sirvieron para fijar con alguna precisión el extremo oriental de los
valles de Aragua y el pie de los montes de las Cocuizas. Por alturas meridianas
de Canopo, hallé la latitud de la hacienda de Manterola, el 9 de febrero, de ix
16' 55"; y el 10 de febrero, 10-16' 34". A pesar de la suma sequedad
del aire, las estrellas escintilaban hasta 80° de altitud, fenómeno rarísimo en
esta zona, que quizás anunciaba el término de la buena estación. La inclinación
de la aguja imanada era allí de 41°,60 (divis. centes.) ; y 228 oscilaciones.
correspondientes a 10' de tiempo, expresaban la intensidad de las fuerzas
magnéticas. La declinación de la aguja era de 4° 30' al Noroeste.
La
Luz Zodiacal.
“Durante mi permanencia en
los valles del Túy y de Aragua apareció la luz zodiacal casi todas las noches
con extraordinaria refulgencia. La habia percibido por primera vez entre los
trópicos en Caracas, el 18 de enero,
después de las 7 de la noche. La punta de la pirámide se hallaba a 530 de
altitud. Desapareció totalmente la claridad a las 9 h 35' (tiempo verdadero),
casi 3 h 50' después de la puesta del sol, sin que la serenidad del cielo
hubiese disminuido. El 15 de febrero, la desaparición total se efectuaba ya a
las 2 h. 50' después del ocaso del sol: altura de la pirámide, 50° sobre el
horizonte. La Caille, en su viaje a Rio Janeiro y al Cabo, se habia admirado ya
del bello espectáculo que presenta la luz zodiacal entre los trópicos, no tanto
por su posición menos inclinada, cuanto a causa de la gran pureza del aire. Era
la gran serenidad del cielo lo que había permitido notar ese fenómeno, el año
1668, en las áridas llanuras de la Persia. Podríase aun hallar extraño que
mucho antes de Childrey y de Domingo Cassini no hubiesen los navegantes que
frecuentan los mares de ambas Indias llamado la atención de los sabios de
Europa sobre esa claridad terminante en su forma y en su movimiento, si no se
supiese cuán poco se interesaban aquéllos, hasta mediados del siglo XVIII, en
todo lo que no tuviese que ver inmediatamente con la derrota del barco y los
menesteres del pilotaje.”
“Por brillante que fuese la
luz zodiacal en el seco valle del Tuy la he visto mucho más hermosa todavía en
las faldas de las cordilleras de México, a orillas del lago de Tezcuco y a
1.160 toesas de altura sobre el nivel del mar. Sobre esta altiplanicie
retrograda el higrómetro de Detuc hasta 15° (42°8 Sauss. por 23°,4 C. de
temperatura) y con 21 pulgadas 8 líneas de presión barométrica, y la extinción
de la luz es 1/1006 más débil que en las llanuras. En el mes de enero de 1804 la claridad subía en ocasiones más de
60° por encima del horizonte. La vía láctea parecía empalidecer a par de la
refulgencia de la luz zodiacal; y si se acumulaban del lado del ocaso
nubecillás azuladas y dispersas, hubiérase creído que era la luna que iba a
salir.”
“Tengo que consignar aquí
otro hecho muy singular, que muchas veces está marcado en el diario que redacté
en los propios lugares. El 18 de enero y el 15 de febrero de 1800 la intensidad
de la luz zodiacal cambiaba de una manera muy sensible en intervalos de dos en
dos minutos. O bien era muy débil, o bien rebasaba el destello de la vía láctea
en el Sagitario. Las mutaciones se efectuaban en toda la pirámide, ante todo
en su interior, lejos de los bordes. Durante estas variaciones de la claridad
zodiacal el higrómetro indicaba mucha sequedad. Las estrellas de cuarta y
quinta magnitud aparecían constantemente a la simple vista con igual intensidad
en su luz. Ningún reguero de vapores era visible: nada parecía alterar la
pureza de la atmósfera. Otros años, en el hemisferio austral, he visto aumentar
la luz media hora antes de desaparecer. Domingo Cassini suponía
"atenuaciones de la luz zodiacal en ciertos años y retornos hacia la
primitiva claridad"
“Creía que estas lentas
mutaciones se debían "a las mismas emanaciones por las que se hacen
periódicas las apariciones de manchas y de fáculas sobre el disco solar''; pero
este excelente observador no habla de esos cambios de intensidad de la luz
zodiacal, que varias veces noté entre los trópicos, en el espacio de algunos
minutos, Mairán asegura que en Francia es bastante común, en los meses de
febrero y marzo, ver mezclarse la claridad zodiacal a una especie de auroras
boreales que llama él indecisas, cuya materia nebulosa se esparce en todo el
derredor del horizonte, o bien se muestra hacia el poniente. Dudo que en las observaciones que acabo de exponer haya habido
mezcla de estos dos géneros de claridad. Los cambios de intensidad se verificaron
a grandes altitudes; la luz era blanca y no coloreada, tranquila y no
ondulante. Por lo demás, el fenómeno de la aurora boreal es tan raramente
visible entre las trópicos, que aunque durante cinco años haya dormido al aire
libre poniendo la más detenida atención en la bóveda celeste, nunca vi de ella
los menores vestigios.”
“Resumiendo lo
marcado en mis registros en lo relativo a las variaciones de la luz zodiacal,
bastante me inclinaría a creer que no todas esas variaciones son apariencias
que dependen de ciertas modificaciones experimentadas por nuestra atmósfera.
En ocasiones, durante noches al igual serenas, he buscado en vano la luz
zodiacal, cuando se había mostrado la víspera en su mayor refulgencia. ¿Habrá
que admitirse que ciertas emanaciones, que reflejan la luz blanca y que parecen
tener analogía con la cola de los cometas, son menos abundantes en ciertas
épocas? Las investigaciones sobre la claridad zodiacal cobran interés desde que
los geómetras nos han enseñado que ignoramos la verdadera causa de ese
fenómeno. El ilustre autor de la Mecánica celeste ha demostrado que la
atmósfera solar no puede ni aun extenderse hasta la órbita de Mercurio, y que
en ningún caso presentaría ella la forma lenticular que la observación
atribuye a la luz zodiacal. Por lo demás, sobre la naturaleza de esta luz
pueden suscitarse iguales dudas que sobre la de la cola de los cometas. ¿Será
de veras una luz reflejada, o es ella directa? Hay que esperar que los físicos
viajeros que visiten las regiones equinocciales se provean de aparatos de
polarización propios para resolver esta cuestión importante.”
El pobre en su choza.
A dos días de su llegada los viajeros
reemprenden la marcha y pasan por la casa grande de la Hacienda “Barrios”,
propiedad de lo la Familia Montero,
cuyos jóvenes se incorporarán una década después a la lucha por la
independencia. Los Montero, a quien
Humboldt menciona como “Los Monteras”, eran dueños de una casa de alto situada
en la calle Real de La Vuictoria, donde el sabio duerme su única noche
victoriana. La casa estaba enclavada en el éngulo sureste del cruce de las hoy
llamadas Calle Rivas Dávila y Ribas, en cuyo solar se edificó posteriormente
otra cas de alto y hoy en día el edificio de “La Liberal”. A su paso por la
hacienda llama la atención del científico la longevidad de una negra esclava de
más de cien años, cuya vida se ha prolongado gracias al calor del sol y al amor
de su nieto. Pasa por El Consejo, que apenas tiene veintitrés años de
fundado, al que llama “lindo
pueblo”; y hace referencia a nuestra
milagrosa Santa Patrona. Veamos lo que dice el viajero alemán:
“El 11 de
febrero, al salir el sol, partimos de la hacienda de Manterola. El camino
sigue las risueñas orillas del Tuy; la mañana estaba fresca y húmeda, y el aire
parecía embalsamado con el olor delicioso del Pancratium undulatum y otras
grandes liliáceas. Para ir a La Victoria
se pasa por el lindo pueblo del Mamón, o del Consejo, célebre en la provincia
por una imagen milagrosa de la Virgen. Poco trecho antes del Mamón nos
detuvimos en una hacienda perteneciente a la familia de los Monteras. Una negra
más que centenaria estaba sentada delante de una chocilla construida de tierra
y junco. Se sabía su edad porque era esclava criolla. Parecía gozar aún de
buena salud.
''La tengo al sol, decía su nieto: el calor le da
vida''. El medio nos pareció violento, porque el sol lanzaba rayos casi
perpendiculares.
Los pueblos de piel atezada, los negros
bien aclimatados, y los indios, llegan a una dichosa vejez en la zona tórrida.
En otra parte he citado la historia de un indígena del Perú, Hilario Pari de
Chiguata, fallecido a la edad de 143 años, despues de haberse casado a los 90
años.”
Don Francisco Montera y su
hermano, joven eclesiástico muy ilustrado, nos acompañaron para conducirnos a
su casa de La Victoria. Casi todas las familias con las que habíamos cultivado
en Caracas amistad, los Uztáriz, los Tovares los Toros, se hallaban reunidas en
los hermosos valles de Aragua. Propietarios de las más ricas plantaciones,
rivalizaban entre si para hacernos agradable nuestra permanencia. Antes de
internarnos en las selvas del Orinoco, gozamos una vez más de todas las
ventajas de una civilización adelantada.
El Camino de El Consejo a La
Victoria.
El
camino del Mamón a La Victoria se dirige al Sur y al Suroeste. Perdimos pronto
de vista el río Tuy, que torciendo al Este, forma un codo al pie de los altos
montes de Guairaima. El suelo se hace más parejo a proporción que se acerca La
Victoria, y se asemeja al fondo de un lago desaguado. Creeriase estar en el
valle de Hasli, en el cantón de Berna. Las colinas circundantes, compuesta de
toba calcárea, sólo tienen 140 toesas de elevación; pero son acantilados y se
entran como promontorios en la llanura. Su forma indica la antigua ribera del
lago. El extremo oriental de este valle es árido e inculto. No han sido
aprovechadas las quebradas que corren por los cerros inmediatos; pero en las
cercanías de la ciudad, empieza un primoroso cultivo. De la ciudad, digo,
aunque en mi tiempo no se considerase aún a La Victoria sIno como un mero
pueblo.
La Ciudad de La Victoria.
Llega al Pueblo de Nuestra Señora de La Victoria,
ahora Villa de Nuestra Señora de Guadalupe, el 12 de Febrero de 1800.
Premonitoriamente, llega catorce años exactos antes de la más sublime acción de
una guerra que él anuncia, precisamente en este escenario. La ciudad tiene dos
siglos de existencia y sietemil almas. Está casi concluída la imponente Iglesia
Matriz, segunda de la ciudad que sustituye a la erigida en 1600 y construida
treintidós varas más adelante, donde ahora está la Estatua de Ribas. Todo lo
anota; las oposiciones que tiene que vencer la ciudad para obtener el título de
Viulla sobre cuya petición ya se ha pronunciado el Rey Carlos IV, cinco años
antes; sobre el aspecto industrial y comercial, la geología, la astronomía,
sobre los cultivos, la Otra Banda, el Río Calanche, el montículo de El
Calvario, desde donde hace una hermosa descripción del paisaje; los muncipios, las aristocracias municipales
y sobre los “amos del valle” que son en realidad, los del valle de Aragua. El
día trece se va, visita a sus amigos los Ustáriz en la casa de la Hacienda “La
Concepción”, visita San Mateo, El Palmar, Turmero. El Samán de Güere y duerme
en Maracay, de donde parte el catorce para tierras de Carabobo.
“Con dificultad adopta uno
la Idea de un pueblo con 7000 habitantes, hermosos edificios, una iglesia
embellecida con columnas de orden dorico (no estaba aún terminada y desde hacía
cinco años se trabajaba en ella) y todos los recursos de la industria
comercial. Hacía largo tiempo que los habitantes de La Victoria habían pedido
a la corte de España el título de villa y el derecho de elegirse un cabildo,
una municipalidad. El ministro español
se opuso a esta petición, bien que hubiese acordado, cuando la expedición de
Iturriaga y Solano al Orinoco, conforme a la apremiante solicitud de los
frailes franciscanos, el título pomposo de ciudad indicado a algunos grupos de
cabañas indianas. El gobierno municipal, de acuerdo con su propia naturaleza,
debería ser una de las principales bases de la libertad y la igualdad de los
ciudadanos; pero en las colonias españolas ha degenerado en una aristocracia
municipal. Los que ejercen un poder absoluto, en lugar de aprovecharse
hábilmente de la influencia de algunas familias poderosas, temen lo que ellos
llaman el espíritu de independencia de las pequeñas comunas. Mejor quieren
dejar sin movimiento ni fuerza el cuerpo del estado, que favorecer centros de
acción que eluden su influencia, y entretener esa vida parcial que anima a la
masa entera, porque emana más bien del pueblo que de la autoridad suprema. En
tiempos de Carlos Quinto y de Felipe II, la institución de las municipalidades
fué sabiamente protegida por la corte. Hombres poderosos que habían jugado
papel en la conquista fundaban ciudades y componían los primeros cabildos al
tenor de los de España. Existía entonces una igualdad de derechos entre los
hombres de la metrópoli y sus descendientes en América. La política, aún sin
ser franca, era menos recelosa que hoy. El continente, recién conquistado y
devastado, fué considerado como una posesión lejana de España. La idea de una
colonia, en el sentido en que ello se entiende en nuestros días, no se
desenvolvió sino con el moderno sistema de la política comercial; y esta
política, reconociendo todas las verdaderas fuentes de la riqueza nacional,
pronto se hizo estrecha, desconfiada, exclusiva. Preparó la desunión entre la
metrópoli y las colonias: estableció entre los blancos una desigualdad que la
primitiva legislación de las indias no había fijado. Poco a poco la concentración
de los poderes debilitó la influencia de las municipalidades; y estos mismos
cabildos, que en los siglos XVI y XVII (cédulas reales de 1560 y 1675) tenían
el privilegio de administrar el país interinamente por muerte de un
gobernador, fueron mirados por la corte de Madrid como trabas peligrosas para
la autoridad real. Desde entonces los pueblos más ricos, a pesar del aumento de
su población, tuvieron dificultades para obtener el título de ciudad y el
derecho de gobernarse por si mismas. Resulta de eso que los cambios modernos de
la política colonial no todos han sido en favor de la filosofía, y puede
tenerse el convencimiento de ello examinando las leyes de Indias más antiguas
en lo concerniente a los españoles trasplantados a América y sus descendientes,
a los derechos de las comunas y al establecimiento de las municipalidades.
Las inmediaciones de
La Victoria tienen un aspecto bien notable en lo concerniente a los cultivos.
La altura del suelo labrado es de 270 a 300 toesas sobre el nivel del océano, y
no obstante se ven allí campos de trigo al lado de plantíos de caña de azúcar,
de café y de bananos. Con excepción del interior de la isla de Cuba (el
distrito de las Cuatro Villas,) no se encuentra casi en otra parte, en la
región equinoccial de las colonias españolas, los cereales de Europa cultivados
en grande sobre una región tan poco elevada. En México, los cultivos primorosos
de trigo están entre 600 y 1200 toesas de elevación absoluta: es bastante raro
verlos descender hasta 400 toesas. Pronto veremos que el producto de los
cereales aumenta sensiblemente de las altas latitudes hacia el ecuador, con la
temperatura media del clima, comparando puntos desigualmente elevados. El éxito
de la agricultura depende de la sequedad del aire, de las lluvias repartidas
entre las diversas estaciones, o acumuladas en una sola estación de
invernadas, de los vientos que siempre soplen del Este o que traigan aire frío
del Norte a las bajas latitudes (como en el golfo de México, de las brumas que
por meses enteros disminuyan la intensidad de los rayos solares, y por último
de mil circunstancias locales que influyen no tanto en la temperatura media del
año entero como en la distribución de una misma cantidad de calor entre las
diversas partes del año. Es un espectáculo interesante ver los cereales de
Europa cultivados desde el ecuador hasta la Laponia por los 69° de latitud, en
las reglones que tienen de + 22' a 2°
de calor medio, dondequiera en que la temperatura del estío sobrepasa los 9° a 10', Se sabe el mínimum de calor
necesario para que maduren el trigo, la cebada o la avena; pero hay más
incertidumbre sobre el máximum que estas gramíneas por lo demás tan flexibles,
pueden soportar; hasta ignoramos qué conjunto de circunstancias favorecen el
cultivo del trigo entre los trópicos, a muy pequeñas alturas. La Victoria y el
vecino pueblo de San Mateo producen 4000 quintales de trigo. Siémbranlo en el
mes de diciembre. La cosecha se recoge al día septuagésimo o al septuagésimo
quinto. El grano es grueso, blanco, muy abundante en gluten: su película es más
delgada y menos dura que la del trigo de las altiplanicies muy frías de
México. Una yugada (huebra de aguas y bosques o huebra legal de Francia, de las
que 1,95 hacen 1 hectárea) rinde generalmente, cerca de La Victoria, 3000 a
3200 libras de trigo. Aquí, pues, como en Buenos Aires, el producto medio es
dos o tres veces mayor que el de los países del Norte. Coséchanse poco más o
menos dieciséis tantos de la semilla, al paso que, según las investigaciones de
Lavoisier, la superficie de Francia no da por término medio sino de 5 a 6
granos por uno, o de 1000 a 1200 libras por huebra. A pesar de esta fecundidad
del terreno y de esta benéfica influencia del clima. el cultivo de la caña de
azúcar es más productivo en los valles de Aragua que el de los cereales.
El Calanche.
La Victoria está cruzada por el riachuelo Calanche que desemboca, no en
el Tuy, sino en el río Aragua; de lo que resulta que este bello país, que a un
mismo tiempo produce caña de azúcar y trigo, pertenece a la cuenca del Lago de Valencia y a un
sistema de ríos interiores que no se comunican con el mar.
La Otra Banda.
El barrio de la ciudad que queda al Oeste del río Calanche se llama La
Otra Banda, y es la parte más comercial. Por dondequiera se ven mercancías en
venta. Dos vías comerciales pasan por La Victoria, la de Valencia o Puerto
Cabello, y la de Villa de Cura o de las llanuras, llamada camino de los llanos.
Hay allá en proporción más blancos que en Caracas.
El Calvario.
Hacia la puesta del sol visitamos el monticulo del Calvario, desde el
cual hay una perspectiva muy bella y extensa. Descúbrense al Oeste los
risueños valles de Aragua, vasto terreno cubierto de huertos, campos de
cultivo, boscajes de árboles silvestres, granjas y caseríos. Volviéndose hacia
el Sur y el Sureste, se ven dilatarse hasta perderse de vista las altas
montañas de La Palma, Guairaima, Tiara y Güiripa, que ocultan las inmensas
planicies o estepas de Calabozo. Esta cordillera interior se prolonga al Oeste
costeando el lago de Valencia, hacia Villa de Cura, Cuesta de Yuma y los cerros
dentellados de Güigüe. Es escarpada, y está constantemente cubierta de ese
ligero vapor que en los climas cálidos comunica una coloración azul muy marcada
a los objetos lejanos y que sin velar sus contornos los hace al contrario más
firmes y pronunciados. Entre los cerros de la cordillera interior, créese que
los de Guairaima llegan hasta 1200 toesas de altura. En la noche del 11 de
febrero hallé la latitud de La Victoria de 10° 13' 35"; la inclinación magnética
de 40°, 80; la intensidad de las fuerzas correspondientes a 236 oscilaciones en
10 minutos de tiempo ; y la variación de la aguja de 4° 40' al Noreste. Las
intensidades de la fuerza magnética en La Guaira, en la Venta Grande entre La
Guaira y Caracas, y en La Victoria (de 234 a 236 oscilaciones) son las más
fuertes que he observado en la Tierra Firme. En esta zona, en donde la
inclinación es generalmente de 40° a 43°, la intensidad media de las fuerzas
corresponde a 226 o 228 oscilaciones. Estos aumentos consistensin duda en
alguna causa local existente en el gneis, el micaesquisto y el granito
próximos.
El 13 de febrero de 1800.
“Seguimos lentamente nuestro camino por los pueblos de San Mateo,
Turmero y Maracay a la Hacienda de Cura,
hermosa plantación del conde de Tovar, a la cual llegamos el 14 de
febrero por la tarde. El valle se ensancha progresivamente: está limitado por
colinas de tota calcárea, que aquí llaman tierra blanca. Los sabios del lugar
han hecho varios ensayos para calcinar esta tierra la han confundido con la
tierra de porcelana, que proviene de capas de feldespato descompuesto. Nos
detuvimos algunas horas en casa de una familia respetable y al igual instruida,
los Uztáriz, en la Concepción. La casa, que contiene una colección de libros
escogidos, está colocada en una eminencia, y rodéanla plantíos de cafeto y caña
de azúcar. Un boscaje de bálsamos (Amyris elata) brinda a aquel puesto frescor
y sombra. Con vivo interés vimos la gran copa de casas aisladas en el valle
habitadas por manumisos. Las leyes, las instituciones, las costumbres, son más
favorables a la libertad de los negros en las colonias españolas que en las de
otras naciones europeas.
San Mateo, Turmero y Maracay son pueblos encantadores en los que todo
manifiesta la mayor comodidad. Créese uno trasportado a la porción más
industriosa de Cataluña. Cerca de San Mateo vimos los últimos trigales y los
últimos molinos de ruedas hidráulicas horizontales. Aguardábase una cosecha de
veinte veces la semilla; y como si este producto se creyese módico todavía, se
me preguntó si el trigo rendía más en Prusia y en Polonia. Es error bastante
propagado en los trópicos considerar los cereales como plantas que degeneran al
acercarse al ecuador, y creer que las cosechas más abundantes son las de los
países del Norte. Desde que se han podido someter al cálculo tanto los
productos de la agricultura bajo las diferentes zonas, como las temperaturas
bajo cuya influencia se desarrollan los cereales, se ha descubierto que en
parte alguna allende los 45° de latitud está el trigo en mejores condiciones
que en las costas septentrionales de Africa y en las altiplanicies de Nueva
Granada, el Perú y México. No comparando las temperaturas medias del año
entero, sino solamente las temperaturas medias de la estación que comprende el
ciclo de la vegetación de los cereales, para tres meses del estío, se hallan en
el Norte de Europa 15° a 19°; en Berbería y Egipto, 27° a 29°; en los trópicos,
entre 1400 y 300 toesas de altura, 14 a 25°, 5 del termómetro centígrado.
Las excelentes cosechas del Egipto y del reino de Argel, las de los
valles de Aragua y del interior de la isla de Cuba, prueban suficientemente que
el aumento de calor no es nocivo a la reco-lección del trigo y de otras
gramíneas nutritivas, si esta temperatura elevada no se junta al mismo tiempo
con un exceso de sequedad o de humedad. A esta última circunstancia hay que
atribuir sin duda las anomalías aparentes que en los trópicos se observan a
veces en el limite inferior de los cereales. Al Este de La Habana, en el famoso
distrito de las Cuatro Villas, admira ver cómo desciende este límite casi
hasta el nivel del océano, mientras que al Oeste de La Habana, en las laderas
de las montañas de México, cerca de Jalapa, a 677 toesas de altura, el lujo de
la vegetación es todavía tal, que el trigo no forma allí espigas. Al principio
de la conquista los cereales de Europa fueron cultivados con éxito en varias
regiones que hoy se creen demasiado cálidas o demasiado húmedas para este ramo
de la agricultura. Los españoles recien trasplantados a América estaban menos
acostumbrados a nutrirse con maíz: ateníanse más todavía a los hábitos de
Europa: no se calculaba si el trigo rendiría menos que el café o el algodón: ensayaban
todas las semillas; y más resueltamente interrogaban a la naturaleza, porque no
razonaban tanto según falsas teorías. La provincia de Cartagena, atravesada por
las cordilleras de montañas de María y Guamocó, producía trigo desde el siglo
XVI En la provincia de Caracas es
viejísimo este cultivo en los terrenos montañosos del Tocuyo, Quibor y
Barquisimeto, que enlaza la cordillera costanera con la Sierra Nevada de
Mérida. Felicísimamente se ha conservado allí, y las solas inmediaciones de la
ciudad de El Tocuyo exportan anualmente cosa de 8000 quintales de excelentes
harinas. Pero aunque en la vasta extensión de la provincia de Caracas haya
varios emplazamientos muy propios para el desarrollo del trigo de Europa,
pienso que en general este ramo de la agricultura nunca será allí muy
importante. Los valles más templados no tienen bastante anchura: no son
verdaderas altiplanicies, y su elevación media sobre la superficie del mar no
es bastante considerable para que los habitantes no tengan interés mayor en
establecer plantaciones de café que en cultivar los cereales. Hoy llegan a
Caracas las harinas, ora de España, ora de los Estados Unidos. En
circunstancias políticas más favorables a la industria y a la tranquilidad
pública, cuando el camino de Santa Fe de Bogotá al embarcadero del Pachaquiaro
esté abierto, los habitantes de Venezuela recibirán las harinas de Nueva
Granada por el rio Meta y el Orinoco.
La temperatura media de los estios de Escocia
(de las inmediaciones de Edimburgo, lat. 56°) vuelve a encontrarse en las
altiplanicies de Nueva Granada, tan ricas en trigo, a 1400 toesas de altura,
por los 4° de latitud. Por otra parte, se tiene la temperatura media de los
valles de Aragua (lat. 10° 13') y de todas las llanuras poco elevadas de la
zona tórrida en la temperatura de estío de
Nápoles y de Sicilia (lat. 3 9°-40°1 . Estas cifras indican la posición de las líneas isotermas (de igual estío) , y
no la posición de las líneas isotermas (de igual calor anual). En razón de la
cantidad de calor que recibe un mismo punto del globo en el espacio de un año
entero. las temperaturas medias de los valles de Aragua y de las altiplanicies
de la Nueva Granada, de 300 a 1400 toesas de elevación, corresponden a las
temperaturas medias de las costas por los 23° y 45° de latitud. Véase para los
fundamentos de estos cálculos mi Ensayo sobre la distribución del calar, en las
Mém. de la Soc. d´ Accueil, e. III,
pp. 516, 579, 602; y arriba.
Después de mi
regreso a Europa el Sr. Caldas reunió gran número de observaciones sobre este
límite en una memoria que debe hallarse en Santa Fe de Bogotá entre los papeles
de mi ilustre amigo Don José Celestino Mutis. Véase la traducción española de
mi Geografía de las plantas, en el Semanario de Nueva Granada.
A cuatro leguas de distancia de San Mateo se halla el pueblo de Turmero.
Se atraviesan de seguida plantaciones de caña, añil, algodón y café. La
regularidad que se observa en la construcción de los pueblos recuerda que todos
deben su origen a los frailes y a las misiones. Las calles están bien alineadas
y paralelas: se cruzan en ángulos rectos; y la plaza mayor, que forma un cuadro
en el centro, comprende la iglesia. La de Turniero es un edificio suntuoso,
pero sobrecargado de ornamentaciones de arquitectura. Desde que los misioneros
cedieron el poesto a los curas, los blancos han entremezclado sus habitaciones
con las de los indios. Estos últimos desaparecen poco a poco en clase de raza
distinta, es decir, están representados en el cuadro general de la población
por los mestizos y los zambos, cuyo número aumenta a diario. No obstante, he
hallado todavía 4000 indios tributarios en los valles de Aragua. Los de Turmero
y Guacara son los más numerosos. Son pequeños, pero menos rechonchos que los
Chaimas: en sus ojos se pinta mayor vivacidad e inteligencia, lo cual consiste
quizá menos en la diversidad de la raza que en una civilización más avanzada.
Trabajan como la gente libre por jornal: el poco tiempo en que se dedican al
trabajo son activos y laboriosos; pero lo que ganan en dos meses lo gastan en
una semana comprando licores espirituosos en pequeñas hosterías cuyo número
desgraciadamente crece de día en día.
En Turmero vimos el resto de una reunión de las milicias del país: su
solo aspecto decía que desde hace siglos han gozado estos valles de una paz no
interrumpida. Creyendo dar el Capitán General nueva impulsión al servicio
militar, había ordenado grandes ejercicios; y en un simulacro de combate el
batallón de Turmero había hecho fuego sobre el de La Victoria. Nuestro huésped,
que era teniente de milicias, no se cansaba de pintarnos el peligro de aquella
maniobra. "Se había visto rodeado
de fusiles que de un momento a otro podían reventar: habíasele tenido cuatro
horas en el sol, sin permitir a sus esclavos cubrirle la cabeza con un
quitasol". ¡Cómo adquieren rápidamente hábitos guerreros los pueblos que
más pacíficos parecen! Me sonreía entonces de una timidez que se anunciaba con
tan ingenno candor; y doce años después, estos mismos valles de Aragua, esas
apacibles planicies de La Victoria y Turmero, el desfiladero de la Cabrera y
las fértiles orillas del lago de Valencia, se hicieron el teatro de los
combates más sangrientos y encarnizados entre los indígenas y los soldados de
la metrópoli.
Al Sur de Turmero se introduce en la llanura una masa de montañas
calcáreas y divide dos hermosas plantaciones de caña de azúcar, la de Guayabita
y la de Paya. La última pertenece a la familia del conde de Tovar quien en
todas partes de la provincia tiene propiedades. Cerca de Guayabita se ha
descubierto una mina de hierro oscura. Al Norte de Turmero, en la cordillera de
la costa, se eleva una cima granítica, el Chuao, de lo alto de la cual se ven a
una vez el mar y el lago de Valencia. Tramontando esta arista rocallosa, que
hacia el Oeste se prolonga hasta perderse de vista, llégase por muy ásperos
senderos a ricas haciendas de cacao fundadas en el litoral, en Choroní,
Turiamo y Ocumare, célebres asimismo por la fertilidad de su suelo y la
salubridad de su clima. Turmero, Maracay, Cura, Guacara, cada lugar del valle
de Aragua, tiene su camino por las montañas que va a dar a algunos de los
puertecillos de la costa.
EL Samán de Güere.
Cinco siglos antes de la
llegada de los españoles, ya el Samán de Güere era un árbol frondoso. Durante
medio milenio solo vió cobijarse bajo su sombra hospitalaria, a los hombres
cobrizos que poblaban la tierra. El Patriarca Vegetal se enseñoreaba en el
centro de las intrincadas selvas de Güere, escenario natural de los primitivos
dueños de la tierra, desde donde
lucharon contra los despojos del hombre blanco.
Estos llamaron a las cenagosas y
pantanosas selvas de Güere, “guarida de foragidos y de asaltantes de caminos.”
Historiadores y viajeros posaron su atención sobre el inmenso samán y dejaron
en sus escritos y memorias, testimonio de la impresión que experimentaban ante
su imponente magestuosidad. El más importante de estos testimonios es el del
sabio Humboldt, quien en su visita realizada el 13 de febrero de 1800, le
calcula una edad de novecientos años, y
señala que ya ha comenzado a secarse, a
causa de la sequía.
Durante los largos años de la
conquista y de la colonización, es hito señalado en alinderamientos y punto de referencia de
viajeros, arrieros y caminantes. Es el testigo vegetal de la lucha por la
independencia; bajo su fronda acampan alternativamente los ejércitos patriotas,
y las tropas realistas; sus ramas se estremecen al paso de las heroicas caballerías
de Bolívar y las de Boves, sobre cuyas cabalgaduras, tambien venía la patria
actual. En los partes oficiales se lo
nombra frecuentemente como punto de refrerencia.
Cuando se funda Venezuela, el
samán tiene más historia que la naciente República, porque le lleva varios
siglos de ventaja. Los grandes poetas,
historiadores y viajeros cantan sus glorias. Humboldt, Andrés Bello, Rafael
María Baralt, Jenny de Tallenay, el Padre Borges quien lo utiliza como parangón
para exaltar las glorias del General Gómez, y por sobre ellos, el victoriano
Sergio Medina, quien le dedica el
hermoso soneto que está grabado en mármol junto al árbol.
Todos los gobernantes
venezolanos lo mencionan en sus escritos; Páez, Falcón, Guzmán Blanco, Crespo,
pero principalmente el General Juan Vicente Gómez, quien trae desde sus
montañas, el deseo de conocerlo y va a convertirse en su único protector.
En la entrevista que concede
al periodista colombiano Fernando González, le cuenta que en su lejana tierra
tenía tres deseos que eran: conocer el Samán de Güere, conocer el Sitio de La
Puerta, donde el Libertador había perdido todas sus batallas, y conocer al
General Luciano Mendoza, el hombre que había derrotado a Páez. Le toco en
suerte que al comienzo de la Revolución Andina, su jefe, el General Cipriano
Castro, lo mandara a perseguir a Luciano Mendoza, Presidente de Aragua, quien
se había alzado en armas; acampar a la sobra del legendario samán, y derrotar a
Mendoza en el sitio de La Puerta. Mandó inmediatamente en prueba de gratitud, a
construir el monumental Arco de La Puerta y el Monumento que circunda al viejo
samán. Lo cercó con cañones de fusiles de las guerras civiles del siglo XIX, le
colocó cañones en señal de defensa y en el arco hizo inscribir el lema de su
gobierno: “Unión, Paz y Trabajo”.
El Samán es símbolo de la
fertilidad de la tierra, de hosapitalidad y
protección, de belleza y fortaleza. En la oportunidad de escogerse el
árbol nacional, toda Venezuela, respaldó la proposición de que fuera el samán,
simbolizado especialmente en el de Güere; pero como suele suceder en los
gobiernos autocráticos en los cuales solo se oye la voz del amo, un par de
ministros impuso un criterio diferente y por vez primera el samán fue
derrotado.
Murió hace mucho tiempo, pero
murió de pié. Era justo que así fuera; luego de mil años de vida dando sombras
y acunando sueños, se merecía el descanso. El último acto a su vera
se efectuó el pasado 13 de Febrero del 2000, con motivo de celebrarse los
doscientos años de la visita que el 13 de Febrero de 1800, le dispensara el
Barón de Humboldt. Ese día un alemán llamado Matías Von Fedak, regaló a los
jovenes estudiantes de Aragua, arbolitos nietos del Samán de Güere, cultivados
por él, para que fueran sembrados en cada escuela. Hace poco sus restos,
vencidos por el peso de la gloria, decidieron volver a la tierra a convertirse
en abono y florecer en otras ramas. Son varios los proyectos. La creación de un
Museo Vegetal, de un Jardín Botánico y de un Museo Histórico del Samán de
Güere, a cuyo centro un pedazo de recia madera seguirá siendo testigo y
testimonio; guardián y centinela, del
acontecer de una patria que es su hermana menor. Si a algún árbol debemos
solícito amor, es a este de Güere. Proponemos que a los muchos homenajes que se
le rendirán, se añada uno. Que en la tierra de Aragua y con amor solícito,
sembremos mil samanes.
Humboldt describe así su visión del Patriarca vegetal.
Al salir del pueblo de Turmero, a una legua de distancia, se descubre
un objeto que se presenta en el horizonte como un terromontero redondeado, como
un tumulus cubierto de vegetación. No es una colina ni un grupo de árboles muy
juntos, sino un solo árbol, el famoso Samán de Güere, conocido en toda la
provincia por la enorme extensión de sus ramas, que forman una copa bemisférica
de 576 pies de circunferencia. El Samán es una vistosa especie de Mimosa, cuyos
brazos tortuosos se dividen por bifurcación. Su follaje tenue y delicado se
destacaba agradablemente sobre el azul del cielo. Largo tiempo nos detuvimos
debajo de esta bóveda vegetal. El tronco del Samán de Güere, que se encuentra
sobre el camino mismo de Turmero a
Maracay, solo tiene 60 pies de alto y 9 de diámetro; pero su verdadera belleza
consiste en la forma general de su cima. Los brazos se despliegan cómo un vasto
parasol y se inclinan todos hacia el suelo del que quedan uniformemente
separados de 12 a 15 pies. La periferia del ramaje o de la copa es tan regular
que trazando diferentes diámetros hallé que tenían de 192 a 186 pies. Uno de
los lados del árbol estaba por entero despojado de sus hojas a causa de la
sequía, y en otros quedaban a un mismo tiempo hojas y flores. Cubren los brazos
y desgarran su corteza tilanasias, oranteas, pitahayas, y otras plantas
parásitas. Los habitantes de estos valles, y sobre todo los indios, tienen
veneración por el Samán de Güere, al que parecen haber hallado los primeros
conquistadores poco más o menos en el mismo estado en que hoy lo vemos. Desde
que se le viene observando atentamente no se le ha visto mudar de grosor ni de
forma. Este Samán debe de ser por lo menos de la edad del Drago de la Orotava.
El aspecto de los árboles vetustos es en cierto modo imponente y majestuoso:
así es que la violación de esos monumentosde la naturaleza se castiga
severamente en los países que carecen de los monumentos del arte. Supimos con
satisfacción que el actual propietario del Samán había promovido un juicio
contra un hacendado que había tenido la temeridad de cortarle una rama. La
causa fué pleiteada, y el tribunal condenó al hacendado. Cerca de Turmero y de
la Hacienda de Cura se hallan otros Samanes con el tronco más grueso que el de
Güere; pero su copa hemisférica no tiene igual amplitud.
Salida
de la tierra aragüeña.
El Estado Aragua no existía, ni existía
Venezuela como país independiente, era todavía una parte de la corona española.
En
la mañana del 14 salen hacia la “Hacienda Cura” del Conde de Tovar, en Mariara donde estarán siete días; luego a Guacara, la Nueva Valencia del Rey,
Bárbula, Las Trincheras, Puerto Cabello, nuevamente por la vía de Guacara hacia
Valencia, y por el sur del lago, Güigüe, Santa Magdalena y la Villa de San Luis
de Cura.
El 6
de marzo, antes de salir el sol,
reemprenden la marcha. Pasan la noche en la Villa de Güigüe, suben la
cadena de montañas que corre al sur del lago hacia el Guásimo y La Palma y
desde lo alto de la altiplanice, elevada 320 toesas, ven por última vez los
Valles de Aragua.
Van
a la Villa de San Luis de Cura y de allí emprenden la emocionante aventura del llano que los
llevará a San Juan de los Morros, Ortiz, Calabozo, Guayabal, San Fernando de Apure y el Orinoco.
En
el sur recorren La Urbana, Atures, Maipoure, San Fernando de Atabapo, San
Carlos de Rio Negro, La Esmeralda, Caicara, Angostura, nuevamente Cumaná, Barcelona, y Cumaná, de donde parten el 16 de Noviembre de 1800
para Barcelona y de allí, el 24 de Noviembre, para La Habana. Dos dias después
de su salida de Barcelona, contemplan por última vez la Silla de Caracas y las
costas de Venezuela; país al que nunca volverán pero cuyo recuerdo consignarán
en su obra “Viaje a las Regiones Equinocciales del Nuevo Continente”. Dosmil
setecientos veinticinco kilómetros de geografía venezolana recorridos con amor
e interés científico en dieciseis meses y diez días.
Luego
vienen Cartagena, Panamá, Bogotá,
Quito, el Pichincha, el Chimborazo y el
Cotopaxi, Lima, Guayaquil y Acapulco. Permanece en Mexico, La Habana, Estados Unidos, y nuevamente a Europa por Burdeos. En Paris,
conoce a Simón Bolívar y un día le dice: “Creo que la fruta está ya madura, mas no veo el hombre que sea capaz de resolver
tal problema.” No se percató de que lo tenía enfrente. De alli a su patria
alemana.
Irá
a muchos otros países y regresará finalmente a Alemania. El resto de su vida lo
dedica a investigar, estudiar y escribir su obra monumental. En ella recuerda a
El Consejo, a La Victoria y al Valle de Aragua.
El
1° de noviembre de 1858, siete meses antes de morir, recibe la visita del del
científico húngaro Paul Rosti, quien ha
estado en Venezuela siguiéndole los pasos y le muestra la primera fotografía
tomada al Samán de Güere. El sabio llora al ver al árbol intacto medio siglo
después cuando el ya está al borde del sepulcro. Muere el 6 de mayo de 1859.
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