FEIX
Germán
Fleitas Núñez cronista de La Victoria
Nadie sería capaz de
ponerle los brazos a la Venus de Milo, ni de enderezar la Torre de Pisa, ni de
ponerle los acentos al Acta del 19 de abril o de corregirle los errores
ortográficos a la de la Independencia. Alguien sacó de los sótanos del Museo de
Louvre en Paris los brazos de la imponente escultura y se los puso. Se veía
horrible. Es el prototipo de la belleza clásica, pero con los brazos se veía
horrible. Unos ingenieros inteligentísimos se presentaron en Pisa con un
proyecto para enderezar la célebre torre de mármol y si no se escapan tan
rápido el pueblo los hubiera linchado. No sé de nadie que haya intentado
corregirle los errores ortográficos a nuestras Actas de Nacimiento como país
independiente, pero en cambio si sé de un funcionario estúpido que corrigió todos los documentos del siglo XIX y
XX existentes en el Archivo del Congreso Nacional donde se establecía como fecha de “nacimiento” del
Libertador el 28 de octubre y sencillamente
tachó con un bolígrafo azul la palabra “nacimiento” y puso “onomástico”,
sencillamente porque le dio la gana y entendió que todos estaban equivocados
menos él. Eso lo hizo hasta en el documento original de creación de la Sociedad
“Boliviana” después convertida en Sociedad “Bolivariana”, con lo cual le enmendó
la plana nada menos que al general Rafael Urdaneta, el hombre más fiel al
Libertador y quien mejor lo conocía. Digo esto porque tengo más de medio siglo
“defendiendo” el error cometido nada menos que por Eloy Palacios Cabello, autor
del imponente Conjunto Escultórico a la Batalla de La Victoria, conocido entre
nosotros como la Estatua de Ribas, alrededor
de cuya espada ha girado desde hace dos siglos la vida municipal, aun antes de
existir la estatua. En nuestra lejana infancia y aún ahora después de viejos,
los victorianos de mi generación llevábamos a los forasteros y frente a la
estatua les pedíamos que nos leyeran rápido lo que decía y por supuesto, todos
caían. Pero nunca faltan quienes con la mejor intención pretenden corregir el
error. Son los mismos que de vivir en Pisa querrían enderezar la torre o si
vivieran en París quisieran completar a la Venus. Por cierto, en la parte de
atrás del monumento, en la cara que ve hacia el cuartel, hay un escudo que
tiene 19 errores. Invito a todos a que vayan a descubrirlos, pero con el compromiso previo de que a nadie
se le ocurra la idea de corregirlos,
porque fueron cometidos por uno de nuestros más insignes escultores.
El “Monumento Escultórico Batalla de La
Victoria” o “Estatua de Ribas”, es la
obra más importante de Eloy Palacios, el más grande escultor venezolano de su
época, autor entre muchas otras de la estatua
ecuestre del ”General José
Antonio Páez” situada en El Paraíso y en Cocorote estado Yaracuy; la del “Dr.
José María Vargas” que está en el Hospital Vargas de Caracas, la “Estatua ecuestre
de Simón Bolívar” de Maracaibo y el
“Monumento a Carabobo”, popularmente conocido como “La India del Paraíso”, en
Caracas.
La estatua fue ordenada
5 días después de la batalla del 12 de febrero de 1814, por el Cabildo de
Caracas, para ser colocada en la Plaza Mayor de Caracas (hoy Plaza Bolívar),
pero el propio General Ribas se opuso alegando que la estatua a ser colocada
debía ser la del Libertador y así se hizo.
El Presidente Juan
Pablo Rojas Paúl, quien estaba casado con la victoriana María Josefa de la
Concepción Báez Reverón, ordenó por decreto del 1º de enero de 1890, la erección de una estatua
de bronce y encomendó la obra a
Palacios, quien realizó su trabajo en Caracas,
lo fundió en Europa y lo trajo por barco, con la mala suerte de que la
nave sufrió un accidente y se perdieron muchas de las alegorías que
adornarían la escultura. Fue traída de La Guaira a Caracas y de allí a La Victoria, en el Gran
Ferrocarril de Venezuela. El escultor
cobró Ochenta Mil Bolívares por la obra
y Cuatrocientos por instalarla. Todos los elementos de la estatua, fueron
traídos de Europa.
Colocada en el centro
de nuestra Plaza Mayor en 1891, fue
solemnemente inaugurada tres años
después, el 3 de febrero de 1895, para celebrar con ello, el centenario del
nacimiento del Mariscal Sucre. Como se les presentó de repente el centenario
del bravo Mariscal y no tenían previsto
ningún homenaje mejor, inauguraron la estatua de Ribas, le quitaron el busto de
Colón a la Placita Colón del Barrio Arriba y le pusieron uno de Sucre y le
cambiaron el nombre por el de Plaza Sucre (para nada porque se siguió llamando
la Placita Colón; tanto, que en los
homenajes que se le rendían al héroe cumanés decían las invitaciones: “Lugar:
Plaza Sucre, antigua Plaza Colón). Y por último como para completar el
disparate, inauguraron ese día también el Teatro Ribas que no se había
comenzado a construir.
Desde su instalación y
especialmente en el propio acto de
inauguración, fue notorio que al nombre del Vencedor de Los Tiranos en La
Victoria, le faltaba una letra. Y en lugar de “FELIX” decía “FEIX”.
Igualmente se observó que el Escudo de
Armas de la República contenía 19
errores. Tal como se puede observar en las bellísimas fotografías tomadas
recientemente por la joven artista victoriana María Alejandra Tenías.
Desde entonces y
durante más de un siglo (ahora tiene 122 años), el asunto se convirtió en un
atractivo turístico parroquial. Cuando éramos niños, y así en todas las épocas,
todas las generaciones de victorianos, llevamos a nuestros visitantes al frente
de la estatua y después que los hacemos caer lo celebramos y los llevamos para
el escudo, pero a nadie se le ha ocurrido corregirlos.
Por supuesto que de
tiempo en tiempo surgen voces que quieren corregirle el error a Eloy Palacios,
pero inmediatamente comprenden que es un error histórico inofensivo, que no
perjudica a nadie y que por el contrario, constituye un elemento atractivo en
una ciudad histórica que pretende ser una ciudad turística.
Es sano el deseo de
corregir los errores, pero hay muchos errores que merecen ser corregidos para
comenzar por un error histórico.
En definitiva, creo que
ninguno de los existentes en La Estatua debe ser corregido. El 30 de mayo de 1965 la Junta Nacional
Protectora y Conservadora del Patrimonio Histórico y Artístico de la
Nación, la declaró Patrimonio Histórico de la Nación, según
Gaceta Oficial 27.708.
Está bien que
corrijamos nuestros errores, pero respetemos los de los demás. Mucho dinero le
producen a Pisa y a Paris, ese par de errores.
A nosotros no nos producen nada los nuestros pero son “nuestros errores”.
Sería mejor
acondicionar el área de la plaza para que vengan más turistas a contemplarlos; por ejemplo: 1) Construir baños públicos en
el Pasaje Eugenio Arévalo. 2) Señalizar los cuatro bulevares con placas de
mármol semejantes a la utilizada en el Bulevar “Muguerza” y colocarlos en los
bulevares “Aldao”, “Canelón” y
Villapol. 3) Señalizar el sitio
donde estuvo la Cárcel Real. 4) Iluminar y vigilar la plaza especialmente los
fines de semana. 5) Ordenar Vigilancia policial nocturna. 6) Organizar
actividades recreativas especialmente los fines de semana. Retretas, concursos
infantiles etc. 7) Restaurar el Teatro Municipal. 8) Ampliar la Casa de la
Cultura con la anexión de la antigua sede de la Casa de la Mujer que fue
adquirida con ese fin. 9) Restaurar la Catedral y crear el Museo Diocesano que
bien podría albergarse en la casa de la honorable Familia Ríos. 10) Editar
folletos sobre la ciudad, su centro histórico y
de cada uno de los edificios en particular.
Si de corregir errores se
trata, todos tenemos tanto que corregirnos que mirar hacia la estatua es lo que
llaman los psicólogos “mirar hacia otro lado”.
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